Japón se encuentra en uno de sus momentos más dolorosos tras el fuerte terremoto de 8.9 grados de la escala de Richter, del viernes 11 de marzo de 2011. Un tsunami subsecuente puso en crisis todo el sistema energético del país. Las 54 plantas nucleares están en la actualidad paralizadas y esto implica que el 35 por ciento de la energía de Japón no fluye hacia las redes eléctricas que alimentan las industrias, hogares, hospitales, parques y avenidas de todo el país. La inmensa lucha por educar al pueblo japonés hacia el buen uso de las radiaciones ionizantes ha liberado el país de una situación más calamitosa, pues la gente ha recibido un entrenamiento constante desde hace décadas. Desde 1945, Japón conoce los efectos colaterales de las radiaciones ionizantes por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Sólo la educación de su gente le ha servido para paliar en parte este profundo y significativo flagelo que dará vuelta a su historia. La actual situación de Japón es sumamente calamitosa y difícil de resolver, ya que hay varios parámetros que inciden en el acontecimiento trascendente del terremoto y del tsunami: unos son los aspectos económicos, otros son los de seguridad física de las fuentes que están involucradas en las centrales afectadas, además, está la contaminación ambiental generada por las empresas de hidrocarburos, muchas de las cuales han sido destruidas por el fuego y el movimiento de fricción de las aguas del tsunami. La industria química y petroquímica ha sufrido daños importantes. El medio ambiente está totalmente afectado por la situación de crisis global que vive la nación nipona. Hay que tomar en cuenta que Japón es uno de los países más superpoblados del mundo (125 millones de habitantes y una densidad poblacional de 335 habitantes por kilómetro cuadrado, cuando nuestra densidad poblacional en la República Dominicana es de sólo 200 habitantes por kilómetro cuadrado). Para poder satisfacer las necesidades de tantas personas se requiere una coordinación entre todos los equipos de defensa civil que se han auxiliado desde hace 50 años en un programa masivo de planificación estratégica en lo referente a la energía nuclear que le ha reportado el 35 por ciento de la energía eléctrica y el buen uso de esta energía para abastecer las industrias y la población. Por esta situación tan inesperada del siniestro, tanto del terremoto como del tsunami no previsto de tal magnitud por las autoridades, se han visto compelidas a la estimación cotidiana de acontecimientos. Llegaron sólo a prever 7.5 grados y los muros de contención no aguantaron las fuerzas del tsunami.
Hay que resaltar la hidalguía de este pueblo que ha operado a través de valores trascendentes. Los valores con que los japoneses han motivado su reciedumbre (fortaleza, resistencia) en estos momentos son los siguientes desde hace 50 años: ética, respeto de las leyes, compromiso, transparencia, trabajo en equipo, eficiencia, medio ambiente, mejoramiento continuo, motivación, apoyo bilateral entre los países, ahorro, educación de la población y prevención. La gran seguridad con que Japón ha afrontado esta situación y la educación que ha recibido su población han servido para disminuir el pánico generalizado. Desde 1959 los japoneses han establecido un entrenamiento permanente, basado en la seguridad radiológica y física de las fuentes radioactivas involucradas, esto abarca la electricidad nuclear, el medio ambiente, la agricultura, las industrias y el sector salud. Junto con Francia, Japón ha planificado y diseñado la energía nuclear como medio de subsistencia energética. En Francia la generación electronuclear abarca el 85 por ciento de la potencia instalada y en Japón es de un 35 por ciento.
La experiencia de Chernóbil
A finales de abril de 1986 ocurrió el más trágico accidente de la historia nuclear del mundo: el reactor número 4 de la central de Chernóbil no respondió a las medidas de seguridad física que se debieron observar y los protocolos fueron desatendidos muchas veces. Al estallar la vasija y fusionarse, hubo una emanación radiactiva enorme que alcanzó a 13 países de la Europa Central y seis millones de habitantes fueron afectados. En pocos días hubo que trasladar a 200,000 personas a otras áreas de Rusia y quedaron vacías todas sus viviendas hasta el día de hoy. El medio ambiente fue afectado en un área de 300 kilómetros alrededor de la central.
Esta catástrofe repercutió en todos los países del mundo, pues la alimentación y el consumo de enlatados no tenía ninguna seguridad de un consumo confiable. Muchos productos se vieron irradiados y fueron exportados, entre estos chatarra radiactiva, puesto que el material radiactivo que emanó de la central fue el equivalente de 500 veces el poder de la explosión de la primera bomba atómica, que fue lanzada por los Estados Unidos sobre Hiroshima ( Japón), en 1945. La comunidad internacional se integró a estudiar los efectos y se redoblaron los cursos y talleres para dar a conocer los resultados y la prevención y el manejo subsecuente de los accidentes nucleares. Todavía hoy algunos críticos dicen que no tienen seguridad total de que no vuelva a surgir alguna fisura del reactor número 4, aun con el vaciado de contención al cual ha sido sometido. Japón está haciendo uso de estos conocimientos, pues su situación se ha ido acercando a la de Chernóbil, ya que las autoridades han decretado un grado seis de máxima seguridad cuando Chernóbil, el mayor desastre que hubo hasta la fecha, está catalogado en grado siete. Las radiaciones ionizantes son generadas por materiales y fuentes radiactivas que son utilizadas en la República Dominicana para radiografías industriales o médicas, unidades de esterilización, medicina nuclear y radioterapia, prospección geológica, medidores de nivel, espesor, densidad y humedad, en dispositivos antiestáticos y pararrayos y en productos de consumo como los detectores de humo. La magnitud de la actividad de estas fuentes varía enormemente: va desde millones o miles de Curie hasta las cifras mínimas de milésimas de Curie. Los materiales radiactivos en forma de fuentes selladas son utilizados para una variedad de propósitos en la industria, la medicina, la investigación y la docencia, así como en un amplio y diversificado número de productos de consumo que están a la venta al público en general.
Las emergencias, en la mayoría de los casos, ocurren cuando hay una falla de los controles de seguridad física y radiológica de las fuentes radiactivas. Si, por ejemplo, tenemos una fuente gamma de radiografía industrial dejada fuera de su contenedor blindado, o un bulto radiactivo encontrado en un lugar público, ambos casos pueden ocasionar un accidente o una emergencia de carácter radiactivo. El mayor potencial de daños graves en estos casos proviene principalmente de una fuente de alta actividad sin blindaje (reactor nuclear averiado) que se localice en un sitio público. Las consecuencias pueden ser muy graves, en algunos casos mortales, especialmente si la fuente es manipulada por personas no familiarizadas con los peligros de la radiación, o no conocen que la fuente es radiactiva y la manejan con descuido e ignorancia.
Por supuesto, la exposición sin blindaje a distancias cercanas a fuentes de alta radiactividad y a equipos utilizados en alguna radiografía industrial, radioterapia en medicina, y en unidades de esterilización, puede dar lugar en cuestión de minutos a una dosis mortal recibida en todo el cuerpo. Estos accidentes también pueden implicar contaminación, si la fuente es dañada (como fue el caso del accidente de Goiania, en Brasil). Ahora Japón corre esta suerte, ya que el maremoto ha destruido parte del sistema electronuclear que con tanto empeño empezaron a instalar desde hace varios lustros.
Futuro de la energía nuclear
La energía nuclear es la energía liberada durante la fisión o fusión de núcleos atómicos. Las cantidades de energía que pueden obtenerse mediante procesos nucleares superan ampliamente las energías provenientes de los procesos químicos, ya que estos procesos implican las regiones externas del átomo. Un gramo de uranio 235 genera 5.5 millones de veces más energía que un gramo de combustible convencional. Un reactor nuclear es una instalación en la que se producen reacciones nucleares de forma controlada, y que permite el aprovechamiento de los neutrones, las radiaciones y la energía térmica que se genera. Los accidentes ocurren en la aviación, en el sector vehicular, en el transporte rápido de trenes, en los barcos que transportan combustibles y hasta en los medios más usuales de locomoción. No podemos perder de vista las necesidades de la población mundial para conservar los programas y proyectos de cada uno de esos medios de transportes y energía. La industria petroquímica y los hidrocarburos no se pueden paralizar porque haya siniestros en una de las refinerías, así mismo el programa nuclear del mundo debe continuar. Lo que está pasando en Japón hoy en día nos estimula a tomar medidas de interacción más puras entre todo el sector científico y técnico mundial. Los gobiernos, los políticos, los científicos y los técnicos deben llevar una misión mancomunada para proteger el destino y la paz de la humanidad. La importancia es educar a la población, prevenir, respetar la seguridad y el respaldo de los científicos y técnicos que tengan en sus manos la responsabilidad de estos delicados trabajos y misiones. En la República Dominicana, una política efectiva de tratamiento de los desechos radiactivos es la conformación de una serie de ideas, principios, normas y guías que conduzcan de manera paulatina a precisar la seguridad física y radiológica nacional de las fuentes teniendo en cuenta la práctica y la normativa internacionales elaboradas para tales fines.
En primer lugar, se ha establecido un inventario de fuentes radiactivas presentes en todo el territorio nacional, ya sea que deriven de prácticas médicas, industriales, medioambientales o agrícolas. Este inventario señala con precisión absoluta las fuentes en uso y las que están por ser declaradas en desuso para preparar su enajenación fuera del país o, en caso necesario, hacia el depósito transitorio ubicado en Sierra Prieta. Las fuentes que estén al límite del decaimiento aceptable y que no podrán ser usadas son trasladadas permanentemente al depósito transitorio de Sierra Prieta, que posee un espacio adecuado con duración y permanencia de más de cincuenta años a partir de la fecha de su construcción y puesta en funcionamiento en julio de 2001. Con la ayuda del Departamento de Energía de Estados Unidos se ha construido ya un segundo depósito. Recordemos que el primero fue planificado desde septiembre de 1996 con la ayuda estratégica de expertos internacionales y el apoyo logístico del Organismo Internacional de Energía Atómica (oiea), con sede en Viena (Austria). Las áreas o líneas temáticas de los proyectos regionales van en la dirección de formar personal idóneo para afrontar el tema de una respuesta correcta a cualquier situación de desastre nuclear que suceda en el país. Si educamos al pueblo y a las instituciones que lo representan tendremos una respuesta idónea frente a cualquier accidente o incidente nuclear. Las instituciones a las cuales nos referimos son las Fuerzas Armadas, el sector salud, Defensa Civil, Comisión Nacional de Emergencias, Cuerpo de Bomberos, Policía Nacional, Aduanas, Medio Ambiente, Industria y Comercio, iibi, Indrhi, Agricultura, Institutos Oncológicos, línea fronteriza y otros. Para esto llevamos adelante un programa de educación preventiva sujeto a la participación, financiamiento y apoyo del oiea y la intervención manifiesta, actualizada y participativa de la Comisión Nacional de Energía. El futuro de la energía nuclear para el mundo no puede detenerse por un siniestro de esta categoría, aunque sea difícil de aceptar. En el planeta hay 440 reactores, de los cuales 54 están en Japón. El área norte del globo terráqueo tiene el 96% de los reactores vigentes, y en América Latina y África están los demás.
Las experiencias negativas pueden convertirse en positivas si las analizamos en común con los protocolos internacionales, atendiendo a los valores antes expuestos. Confiamos en que el destino de la humanidad será el de las energías solar, eólica y del hidrógeno. Mientras tanto, debemos seguir con la planificación estratégica de las energías que se conocen y que se dominan, además de que sean asequibles para todos y todas. Con esto tendremos un futuro más seguro y estable. Por esto no sólo debemos contar con los científicos y los técnicos cuando los accidentes aparecen, también deben participar de la mesa redonda de las oportunidades y de las recomendaciones. Los gobiernos deben escucharles para asegurar la seguridad física y radiológica de las fuentes y, por ende, de la población. Atendiendo estos parámetros de diálogo político-técnico, luego de consultar a los actores, se ha cambiado la matriz energética nacional. Hoy en día esta matriz presenta un 35% de derivados de hidrocarburos convencionales y el restante 65% corresponde a: gas natural 40%, carbón 12% e hidroeléctricas 13%.
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