El Gobierno de Sudán tilda la situación de violencia de Darfur como un “conflicto”, un simple intento de apagar la llama de un ejército rebelde. Sin embargo, algunos observadores y las Naciones Unidas consideran la matanza, violación y despojo de bienes de las personas que viven en esta zona un desastre humanitario muy serio.2 Para los especialistas en el tema, reporteros e incluso algunos Estados, esto es un claro ejemplo del último crimen contra la humanidad: el genocidio.
A pesar del nivel de atrocidad que conlleva y de existir como práctica desde hace siglos, el genocidio fue acuñado como término hace sólo unas cuantas décadas (1944) por el abogado polaco-judío Raphael Lemkin –quien hace referencia al genocidio armenio de 19151917, a la masacre simele de 1933 y al Holocausto de 1933-1945–. La palabra deriva del griego génos, que significa raza o tipo, y del latín caedere, que significa matar (Lemkin 79-95).
El concepto nace como consecuencia principal de lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial, específicamente en lo concerniente a la matanza de los judíos y los romas (o gitanos) en Europa por parte de la Alemania nazi.
Con los juicios de Núremberg se inicia el gran desarrollo del derecho internacional criminal y, con éste, el movimiento que establecerá, en 1998, la Corte Internacional Criminal y la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), además de los Principios de Núremberg (1950), la Convención sobre la NoAplicación de Limitaciones Estatutarias a Crímenes de Guerra y Crímenes contra la Humanidad (1968), la revisión y expansión de la Convenciones de Ginebra (1948), el Código de Núremberg (1949), y la Convención de las Naciones Unidas sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
Este último documento le da al término genocidio un carácter internacional y lo define, en su artículo 2, como: “[…] cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: la matanza de miembros del grupo; causar un daño grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de vida que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; la imposición de medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; la transferencia forzosa de niños del grupo a otro grupo” (Asamblea General de las Naciones Unidas).
Pero a pesar de estos esfuerzos legislativos y otras medidas implementadas por distintos gobiernos y organizaciones no-gubernamentales, el récord de la humanidad en la prevención del genocidio ha quedado demasiado corto. Los más reservados estiman que alrededor de 50 millones de personas han muerto por actos de genocidio (Totten; Smith); pero fácilmente la cantidad podría ser mucho mayor. Rudolph Rummel estima que desde 1900, los gobiernos han sido responsables, independientemente de guerras u otro tipo de conflictos, de la masacre de 169 millones de personas (Rummel XI),7 de las cuales por lo menos un cuarto de millón ha sido víctimas de genocidio.
Se podría decir que el siglo XX ha estado lleno de matanzas, llevadas a cabo tanto por el Gobierno de turno como por actores no estatales (como paramilitares y guerrillas). Desde genocidio, politicidio, masacre de grupos políticos o masacres indiscriminadas sustentadas por el Estado, a trabajo forzado y establecimiento de campos de concentración, el bombardeo de civiles y la hambruna impuesta o reforzada por los dirigentes gubernamentales. A fin de cuentas, las víctimas de este siglo sobrepasan la mayor parte de la población mundial.
Desde 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial –cuando se le informó al mundo de los horrores del Holocausto y se dijo “nunca más”–, numerosos genocidios y masacres se han llevado a cabo en diversas partes del mundo: en Indonesia (1965-1966), Bangladesh (1971), Burundi (1972), Camboya (1975-1979), Timor Oriental (19751999), Guatemala (1981-1983), Irak (1988), Ruan da (1994) y Bosnia-Herzegovina (1991-1995). Se suma a esto la situación ya reconocida como genocidio por parte de individuos, organizaciones no-gubernamentales y hasta algunos gobiernos (como el de los Estados Unidos de América), que está ocurriendo en este mismo instante en Darfur, Sudán.
En 2001, el Gobierno árabe de Sudán se vio confrontado por un movimiento rebelde conocido como el Ejército de la Liberación de Sudán (Sudan Liberation Army, sla), que demandaba seguridad para su gente, los recursos que le correspondían por parte del Gobierno y protestaba contra la negligencia y discriminación que recibían por parte del Gobierno central en Khartoum. Como respuesta, el Gobierno recurrió a la fuerza de los nómadas árabes o janjaweed, quienes ya se encontraban en conflicto con los granjeros africanos por la tierra. El Gobierno les entregó armas y los uniformó y les dio carta blanca para hacer lo que consideraran.9 El conflicto tradicional entre los nómadas árabes y los ganaderos africanos siempre había girado alrededor de asuntos económicos, pero ahora el Gobierno de Sudán estaba promoviendo odio hacia los africanos y estaba convirtiendo el conflicto en algo étnico. Esto en una zona donde no hay diferencia racial, todos son negros y musulmanes.
El inicio de los ataques en Darfur coincidió con el final de una larga guerra civil entre el Gobierno y los rebeldes del Sur de Sudán. Cuando los rebeldes darfurianos iniciaron la pelea por sus derechos, el Gobierno actuó rápidamente para asegurar que fueran parados antes de que el nuevo Gobierno, que ahora dirigía conjuntamente con el Sur de Sudán, y la comunidad internacional, que había luchado ya 21 años en búsqueda de la paz en ese país, tuvieran conciencia de la situación y apoyaran a los darfuris.
Lo lamentable es que la situación de Darfur es sólo la punta del iceberg de una cantidad de situaciones que se encuentran en proceso en todo el mundo: la República Democrática del Congo, Birmania, Somalia, Corea del Norte, Pakistán, Irak, Chad, Etiopía, Afganistán, Uganda y Colombia (Genocide Watch). En estos territorios no necesariamente se está llevando a cabo un genocidio (como se encuentra definido en la Convención), pero está claro que la masacre sistemática de personas inocentes no es un incidente aislado, y los conflictos están interconectados unos con otros.
¿Por qué se da?
Está claro que cada genocidio se da en base a un conjunto de situaciones únicas, sin embargo, esto no impide identificar elementos comunes dentro de la ideología en la que se basan.
Lo más fácil sería decir que Adolf Hitler es el único culpable de la muerte de alrededor de 6 millones de personas o que Slobodan Milosevic fue quien mató por sí solo a una población de 200,000 personas; sin embargo, esta teoría de “un solo hombre malo” no explica cómo cientos y miles de personas que conformaban las sociedades que estos regían participaron, tanto activa como pasivamente, en los exterminios llevados a cabo. En adición, esta teoría no explica las razones ni los factores que originaron los genocidios.
Por eso se han desarrollado varias teorías que explican este fenómeno, puesto que, aunque el genocidio parezca surgir de repente y sin advertencia, es imposible llevarlo a cabo sin preparación y planificación extensiva por parte de los instigadores y autores. Es evidente que, en su propia cabeza, los autores consideran que poseen una buena razón que justifica su deseo de querer librarse de un grupo específico de personas; aunque esto no significa que sus razones sean lógicas ni tengan base alguna.
En algunos casos, se basan en una ideología en la que los gobiernos llevan a cabo las demandas de su doctrina política intentando establecer una sociedad perfecta o utópica, donde sólo algunos que posean la raza o la clase o la religión correcta puedan vivir; como es el caso del Holocausto, el genocidio armenio y el khmer rouge en Camboya.
En otros casos se habla de genocidio retributivo, que sucede cuando un grupo étnicamente dominante destruye una parte de otro grupo étnico, político o social por miedo a que tome su lugar como nuevo grupo dominante; es el caso de Ruanda, donde la mayoría dominante hutu temía que la minoría tutsi volviera a dominar.
Asimismo, se habla de genocidio de desarrollo, que surge cuando un gobierno o un grupo o una corporación deciden desarrollar un área donde viven indígenas compitiendo con éstos por tierra y recursos naturales y minerales; es el caso de los indios norteamericanos, los indígenas de América del Sur, Central y el Caribe.
Finalmente, podemos distinguir también el genocidio despótico, donde se intentan eliminar opositores potenciales a un estado autoritario; como en el caso de Uganda (1971-1979).
Sociedades con propensión al genocidio
Ningún país, Estado o sociedad está exenta de este fenómeno, y prueba de ello es que ha venido ocurriendo durante siglos en distintos puntos del planeta sin que necesariamente exista un denominador común. Sin embargo, las sociedades que promueven ideas nacionalistas, que glorifican su propia nación y repudian a otras, que no están abiertas a la diversidad del pensamiento, de religión o de expresión, están más expuestas al genocidio. Igualmente, en lugares donde los autores mismos han sido víctimas de genocidio o de violencia grave en el pasado.
La situación es la siguiente: en la mayoría de las sociedades existen conflictos entre las personas, puede ser odio o simplemente un deseo de tener poder sobre otro. Normalmente, este sentimiento y los pensamientos de venganza nunca se ejecutan, sino, todo lo contrario, se educa y se difunde lo que se denomina “cultura de paz”.13 Sin embargo, es posible que las personas elaboren teorías para establecer diferencias entre grupos, expresadas a través de las características de una persona –raza o pasado étnico, clase social, religión, orientación sexual o género– y así actuar e incentivar que los demás actúen en contra de los grupos aislados. Cuando la mayor parte de una sociedad se envuelve en actividades de odio o ignora a los que se envuelven en ella, es muy probable que se dé el genocidio.
El genocidio es crimen racional, tiene una función y el autor siempre estima los costos y el éxito que podrá tener. Asimismo, debe contar con estados espectadores que no intervengan.
El momento más “apropiado” para que se lleve a cabo es durante una guerra (o bajo su sombra), ya que sirve tanto de detonante, como de máscara para el genocidio: le permite al asesino esconder el crimen, culpar a la víctima y, en algunos casos, provoca resolver el conflicto eliminando la víctima. Esto se ve claramente en el Holocausto y en el genocidio armenio, que se llevaron a cabo cuando Alemania y el Imperio Otomán, respectivamente, emprendían guerras contra otros países.
Asimismo, algunas veces se utiliza el término de guerra civil o guerra entre facciones armadas, dentro de un mismo país, para excusar la matanza de víctimas inocentes con impunidad. El gobierno dice estar defendiendo el estado nacional contra civiles sin armas y puede llegar hasta a tildarlos de “terroristas”. Además, esto les sirve de arma al propio gobierno y a la comunidad internacional para no intervenir, ya que aunque el genocidio (como se encuentra definido en la Convención) amerita intervención, la guerra civil, no. Esto es lo que ocurrió en Ruanda, y lo que ocurre actualmente en Darfur, donde las atrocidades14 son llevadas a cabo por oficiales janjaweed, mientras el Gobierno de Sudán no sólo no interviene por considerarlo una pelea entre grupos opuestos de su propio país, sino que lo ordena a través de documentos secretos (Kristof).
Si no ocurre en estos períodos, probablemente se llevará a cabo durante períodos de agitación social o política: la desintegración de imperios o de estados federales multinacionales, como en el caso de la Unión Soviética y Yugoslavia, presenta tanto la oportunidad como la crisis necesaria para instigar un genocidio (Fein).
Es importante señalar que los genocidios no resultan de “Estados fallidos” sino del “éxito del Estado, de un Estado con demasiado éxito del Estadismo” (Stanton), como se observa en el caso de la Alemania nazi, la Unión Soviética de los años treinta y la Camboya de los años setenta.
Conclusión
Mientras el conflicto en Darfur entra en su sexto año, las condiciones continúan deteriorándose para los civiles. A excepción de la entrega de alimentos, ayuda sanitaria y cierto nivel de educación, la comunidad internacional no ha respondido a Ruanda, a Bosnia-Herzegovina, ni a Darfur de manera diferente a como lo hizo en la Europa de 1942-1945, cuando comenzó a hacer algo para rescatar a las víctimas recien en 1944, ya demasiado tarde y con más de 6 millones de muertos. Y aun así, esta ayuda no ha evitado la muerte diaria de cientos de personas por hambre y enfermedad.
En marzo de este año, la Corte Internacional Criminal (icc) emitió una autorización de detención para el presidente sudanés, Omer Al-Bashir, con cinco cargos por crímenes contra la humanidad y dos cargos por crímenes de guerra. Sin embargo, esto sólo ha resultado en la expulsión, por parte del Gobierno central de Khartoum, de diez organismos de ayuda internacionales que, entre todos, proporcionan comida y agua para alrededor de 1.5 millones de personas. En adición, no existe la seguridad de que el arresto de Al-Bashir se llevará a cabo, pues es el Gobierno de Sudán que debe ejecutar la orden de arresto.
Y a pesar de esto, a la fecha ningún gobierno ni grupo de gobiernos ha enfrentado adecuadamente el genocidio que está ocurriendo en Darfur o en otros países en peligro. No existe la voluntad política ni el movimiento masivo contra el genocidio que pueda influenciar a los políticos a tomar la decisión de detener o prevenir este fenómeno.
La ausencia de respuesta y la actitud de simple observación de parte de los países puede deberse en parte a la inhabilidad de anticipar este tipo de crisis antes de que evolucionen, cuando las decisiones que deben tomarse aparecen tarde y con un costo exorbitante. En adición, se debe también a una falta de estrategias y de directrices de política exterior claras que expresen la acción moral deseada, y no sólo el egoísmo y la preocupación por uno mismo inherentes al ser humano. En todo caso, habría que fomentar el sentido del deber y el sacrificio propio, y no tomar decisiones por simple conveniencia política.
Por mucho años, se pensó que educando sobre el Holocausto sería suficiente para prevenir su repetición; hoy sabemos que recordar no es suficiente. Las situaciones de genocidio no son fáciles de afrontar, pero las Naciones Unidas, los gobiernos, las organizaciones y los individuos deben tomar medidas. Lo mínimo que debe hacerse para evitar que este fenómeno vuelva a repetirse es que la comunidad internacional planifique respuestas conjuntas a crisis humanitarias para evitar la recrudescencia, sin que haya necesidad de recurrir a la violencia y el terror.
Notas
Desde la erupción de la violencia en 2003, la situación en Darfur ha causado la muerte de casi 400,000 civiles y ha desplazado de sus casas a 2.5 millones de personas que viven en campos de refugiados alrededor de Darfur o en campos situados en Chad y en la República Central Africana.
Los darfuris sufren, después de recibir ataques aéreos por parte de aviones del Gobierno, la visita de los janjaweed (ejército paramilitar formado en la zona de Darfur, Sudán y conformado por ganaderos nómadas árabes; su nombre significa “jinetes armados”) que llegan a matar a los hombres, violar a las mujeres, robar todo lo que encuentran y quemar las viviendas.
Procesos jurisdiccionales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas vencedoras de la Segunda Guerra Mundial donde se acusaron a alrededor de 611 personas por los crímenes y abusos cometidos por Adolf Hitler y el régimen nacionalsocialista por casi toda Europa, a partir del 1 de septiembre de 1939.
Directivas para determinar lo que constituye un crimen de guerra.
Documento que prevé que ningún Estado signatario aplique una limitación estatutaria a los crímenes de guerra (como están definidos en la Carta del Tribunal Militar Internacional de Núremberg del 8 de agosto de 1945); y a los crímenes contra la humanidad cometidos en tiempos de guerras o de paz (como están definidos en la Carta del Tribunal Militar Internacional de Núremberg del 8 de agosto de 1945), el desalojo por ataque armado u ocupación, actos inhumanos resultantes de la política del apartheid y el crimen de genocidio (como fuere definido en 1948 por la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio).
Consiste en cuatro tratados formulados en Ginebra (Suiza) que establecen los estándares para el derecho internacional y las preocupaciones humanitarias. Un conjunto de principios éticos de investigación para la experimentación médica en seres humanos establecidos en el veredicto durante el juicio a los médicos en Núremberg, como respuesta a la experimentación médica realizada a varios de los prisioneros de los campos de concentración, sin su consentimiento, por el régimen nazi. Estos experimentos daban como resultado, normalmente, la muerte, desfiguración o incapacidad permanente.
Cifras que no incluyen lo ocurrido en Ruanda, en Bosnia-Herzegovina y la Guerra de Irak.
Sin que se cuenten los cinco Estados más grandes del mundo hoy: China, India, Estados Unidos de América, Indonesia y Brasil (en base a la estimación del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Naciones Unidas, División de la Población).
Básicamente, esto constituye masacrar a los agricultores y forzar a los sobrevivientes a huir de sus casas.
Como fuese establecido al inicio de la colonización belga en 1934, con la introducción de un carnet étnico que le otorgaba mayor nivel social y mejores puestos en la administración colonial a los tutsis.
Que aunque no sea considerado un genocidio per se, es una masacre a gran escala que se ha dado durante años. 13 Una cultura de paz está basada en los principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas y en el respeto de los derechos humanos, la democracia y la tolerancia, la promoción del desarrollo, la educación para la paz, la libre circulación de información y la mayor participación de la mujer como enfoque integral para prevenir la violencia y los conflictos, y en el fomento de actividades encaminadas a crear condiciones propicias para el establecimiento de la paz y su consolidación (A/RES/52/13, el 15 de enero de 1998, § 2).
Entre las atrocidades se puede mencionar el aterrorizar, mutilar, violar (si es mujer), castrar (si es hombre) y matar a las personas; confiscar sus propiedades (ropas, libros, comida); quemar sus aldeas y granjas (a fin de que no tengan hogar ni medios de subsistencia), envenenar los pozos de agua, y, finalmente, expulsarlos de Darfur.
Bibliografía
Asamblea General de las Naciones Unidas: Convención de las Naciones Unidas sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, 1996-2007. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 18 de marzo de 2009, <http://www2.ohchr.org/spanish/law/genocidio.htm>.
fein, Helen: «Genocide and Other State Murders in the Twentieth Century», en Genocide and Mass Murder in the Twentieth Century: A Historical Perspective, Washington, United States Holocaust Memorial Museum, 1995, 16.
genocide watch: Current Countries at Risk. 1 de noviembre de 2008. 19 de marzo de 2009 <http:// www.genocidewatch.org/images/Risk1_08 _11_01_ Countries_at_Risk_2008.pdf>.
kristof, Nicholas: «The Secret Genocide Archive», en New York Times, 23 de febrero de 2005: Editorials/ Op-Ed.
lemkin, Raphael: «Chapter ix: Genocide a new term and new conception for destruction of nations», en Lemkin, Raphael: Axis Rule in Occupied Europe: Laws of Occupation Analysis of Government Proposals for Redess. Washington: Carnegie Endowment for International Peace, 1944, pp. 79-95.
power, Samantha: «A Reporter at Large: Dying in Darfur, Can the ethnic cleansing in Suda be stopped?», en The New Yorker, 30 de agosto de 2004, pp. 59-70.
rummel, R. J.: Lethal Politics: Soviet genocide and mass murder since 1917, New Brunswick: Transaction Books, 1990.
smith, Roger W.: «Introduction», en Smith, Roger W., Genocide: Essays Towards Understanding, Early-warning and Prevention, Williamsburg, VA: Associations of Genocide Scholars, 1999, pp. 3-17.
stanton, Gregory: «Create a United Nations Genocide Prevention Focal Point and Genocide Prevention Center», enero de 2004, Genocide Watch Organization, 19 de marzo de 2009, <http://www.genocidewatch.org/proposalstockholm2004.html>.
totten, Samuel: «Non-Governmental Organizations Working on the Issue of Genocide», en Charny, Israel W. y Alan L. Berger: The Widening Circle of Genocide, New Brunswick, N. J.: Transaction Publishers, 1994, p. 325.
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