El 2024 se perfila como un hito en la historia electoral global. Se espera que más de 70 países celebren elecciones nacionales o subnacionales, involucrando a más de dos mil millones de votantes en una maratón electoral sin precedentes. Esto significa que más de un tercio de la población mundial participará en este proceso. Entre los países que irán a las urnas se encuentran ocho de los diez más poblados del mundo: Bangladesh, Brasil, India, Indonesia, México, Pakistán, Rusia y Estados Unidos (EE. UU.); además, se celebran elecciones para el Parlamento Europeo en los 27 países miembros de la Unión Europea (UE). Este escenario no solo define el futuro político interno de estas naciones, sino que también tiene el potencial de reconfigurar el orden geopolítico global, especialmente considerando la atención que generan algunas de esas elecciones, como es el caso de las elecciones en los EE. UU.
En un mundo cada vez más interconectado, el resultado de las urnas en EE. UU. promete tener repercusiones no solo dentro de sus fronteras, sino en cada rincón del planeta. La política exterior estadounidense, la economía global y las alianzas internacionales son solo algunos de los aspectos que penden de la balanza electoral.
La maratón electoral de 2024 destaca por su densidad y diversidad, con elecciones programadas en más de 70 países. Esta maratón no solo abarca una amplia gama geográfica, sino que también incluye a naciones con significativa población y peso político. Bangladesh, Brasil, India, Indonesia, México, Pakistán y Rusia son algunos de los gigantes demográficos que elegirán desde concejales hasta presidentes, reflejando una variedad de sistemas políticos y estados de desarrollo. En paralelo, los 27 miembros de la Unión Europea se preparan para renovar el Parlamento Europeo, un evento clave para el futuro político y económico del bloque, especialmente en un contexto donde las fronteras de la guerra entre Rusia y Ucrania se acercan.
Estas elecciones representan un ejercicio masivo y reflejan la diversidad política y cultural del mundo. La participación de más de dos mil millones de personas en procesos electorales a lo largo del año subraya el desafío de la democracia, la cual, según índices como los de The Economist, Latinobarómetro y V-Dem, ha experimentado cierta degradación en los últimos años.
Es esencial reconocer que la democracia va más allá de las prácticas electorales. No obstante, en la democracia moderna, las elecciones juegan un papel fundamental, siendo la celebración de comicios libres, competitivos y periódicos el indicador principal de las sociedades democráticas. Como señaló el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, en una actualización al Consejo de Derechos Humanos de la ONU este año, ‘cada elección –incluso si es imperfecta– representa un esfuerzo por reconocer, al menos formalmente, la aspiración universal a la democracia’. También es cierto que, aunque las elecciones democráticas deben cumplir ciertas condiciones generales, la organización, celebración y evaluación de los comicios pueden adoptar formatos muy diversos. De hecho, el mundo alberga una amplia gama de fórmulas, modelos y esquemas organizativos de elecciones. No obstante, no es nuestra intención en este texto calificar estos procesos, sino exponerlos; particularmente, el sistema de los Estados Unidos. Así, emerge un aspecto general: el desafío que plantean las ingenierías electorales, las cuales deben ser resilientes en un contexto global cada vez más marcado por la desinformación, el populismo y las tensiones geopolíticas, factores que influirán cada vez más en los procesos electorales.
América Latina y el Caribe están en foco en el hemisferio occidental, preparándose para un ciclo electoral igualmente significativo. Países como El Salvador, Panamá, República Dominicana, México, Uruguay y Venezuela están listos para realizar elecciones generales, mientras que Costa Rica, Chile y Brasil tendrán elecciones regionales y/o municipales. Estos comicios son cruciales no solo para el destino político de cada nación, sino también para el equilibrio geopolítico y económico de la región.
Desde 2019, se han realizado 18 elecciones nacionales en la región. Con la excepción de las elecciones de Nicaragua en 2021, cuyos resultados no fueron reconocidos por gran parte de la comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en 17 de ellas hubo votos de protesta contra el gobierno de turno. Es decir, el partido político en el poder o su candidato fueron derrotados en las urnas. El único proceso en el que un partido se mantuvo en el poder ocurrió en Paraguay. En las elecciones internas de la Asociación Nacional Republicana (ANR) – Partido Colorado–, el candidato respaldado por el presidente en funciones fue derrotado por un aspirante de un movimiento interno opositor. Sin embargo, en las elecciones generales de abril de 2023, el partido logró la elección de un sucesor que pertenecía a una corriente interna contraria a la del presidente saliente.
Según algunos expertos, el fenómeno observado en la región puede atribuirse a una serie de factores. Entre ellos, destaca el impacto de la crisis sanitaria del COVID-19, que desembocó en un período poscrisis marcado por el incremento en el costo de vida, impulsado por la inflación, el aumento de las tasas de interés, el desempleo y la informalidad laboral. A esto se suma la influencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha propiciado el aumento de precios en insumos críticos como los fertilizantes. Otro factor importante son los desafíos de gobernanza resultantes de ‘victorias divididas’ en las elecciones, en las que los éxitos obtenidos por el poder ejecutivo no se reflejan necesariamente en el legislativo. Esta situación ha generado un panorama socioeconómico complejo y un creciente descontento con los gobiernos. Estos, limitados tanto por las ‘victorias divididas’ como por escenarios económicos restrictivos, ven comprometida su estabilidad política y su capacidad de gobernabilidad, lo que obliga a los países a centrarse en sus asuntos internos con poco margen para atender cuestiones externas.
Estas circunstancias tienen profundas implicaciones para la región, ya que la creciente inestabilidad limita la capacidad de los gobiernos para mantener el control, afectando negativamente aspectos más allá de sus fronteras. Esto se manifiesta en problemas como el narcotráfico, el crimen organizado y las corrientes migratorias (especialmente las de carácter irregular), fenómenos que evidencian la necesidad de una mayor atención y estrategias coordinadas para enfrentar tanto los desafíos internos como los externos, dado que unos influyen en los otros.
EE. UU. en el centro del escenario Ante esto, un país atrae especial atención al ser el principal destino de la ola migratoria y receptor de una considerable cantidad del producto del narcotráfico. Este país, por lo tanto, no está exento de los problemas que afectan a la región y también enfrenta sus propias contradicciones internas. Por ello, sus elecciones emergen como un foco de atención no solo regional, sino también mundial, trascendiendo su importancia nacional para convertirse en un evento con repercusiones internacionales. Nos referimos a EE. UU.
El año pasado se conmemoraron 200 años de la Doctrina Monroe, cuyo principio «América para los americanos» reflejaba un esfuerzo inicial por proteger a América Latina y el Caribe de la interferencia europea. Aunque fue diseñada con una intención defensiva, esta política evolucionó hasta justificar intervenciones estadounidenses en la región, influyendo profundamente en las relaciones interamericanas. Posteriormente, la Doctrina Monroe se convirtió en la doctrina del Big Stick, con la cual EE. UU. dirigió gran parte de los acontecimientos en Latinoamérica y, finalmente, en el mundo.
Hoy en día, el liderazgo de EE. UU., ya no solo en la región sino en foros internacionales y alianzas estratégicas globales, implica que cualquier cambio en su administración puede tener un impacto significativo en la dinámica mundial, especialmente en asuntos críticos de la actualidad, como el apoyo a Ucrania (en guerra con Rusia) e Israel (en guerra con Hamás).
Este año, el panorama electoral anticipa un nuevo enfrentamiento entre Joe Biden y Donald Trump, rememorando la polarizada contienda de 2020. Más allá de la división interna, este duelo tiene implicaciones directas en la región, especialmente debido a la política exterior del presidente electo hacia América Latina y el Caribe.
Aunque para algunos expertos la región no parezca ser prioritaria en la agenda de EE. UU., salvo por temas puntuales, esto podría variar desde un enfoque más colaborativo y centrado en el desarrollo sostenible, así como en la defensa de la democracia y las instituciones – como se ha visto en la actual administración demócrata de Joe Biden –, hasta uno más enfocado en temas de seguridad y migración, con alineaciones más personales, como fue el caso de la última administración republicana de Donald Trump.
Al igual que en la mayoría de los países de la región, el escenario electoral está muy polarizado. A pocos meses de que se lleven a cabo las elecciones, resulta muy difícil predecir quién tiene más posibilidades de ganar. A esto se suma su sistema electoral indirecto, en el que un Colegio Electoral tiene la última palabra, lo que añade una capa de complejidad al proceso y lo diferencia de las prácticas electorales en América Latina y el Caribe, donde casi en su totalidad los ciudadanos – en condiciones de votar – eligen directamente a sus presidentes. Este método ilustra cómo un candidato con mayor voto popular puede no necesariamente alcanzar la presidencia, reflejando la singularidad del sistema y su ingeniería electoral.
Este proceso electoral, que se sostiene en un sistema sui generis, diseñado para equilibrar la representación entre estados de diversos tamaños y crear una barrera para evitar que un político populista con tendencias autoritarias, por ejemplo, llegue al poder, asigna a cada estado un número de electores que corresponde a la suma de sus representantes y senadores en el Congreso, más tres electores adicionales para el Distrito de Columbia, alcanzando un total de 538.
Dentro de este contexto, los estados bisagra o swing states desempeñan un papel crucial, pues su tendencia puede ser decisiva en el resultado final. Así, la elección se transforma en una competencia intensa por estos estados, a los que las campañas destinan recursos y esfuerzos considerables. La existencia del Colegio Electoral permite que un candidato pueda no ganar el voto popular y, aun así, ser electo presidente, lo que ha ocurrido en 2016, 2000 y tres veces en el siglo XIX, y ha generado debates sobre la justicia del sistema.
El sistema electoral de EE. UU. en la elección presidencial, a diferencia de otros países, es esencial reconocer que este sistema, considerado por algunos como arcaico u obsoleto, en su momento representó una innovación en términos de la democracia. Los EE. UU. son una nación que se consolidó tras la Declaración de Independencia de 1776, surgiendo de lo que antes eran 13 colonias británicas.
Después de obtener la independencia reconocida por Gran Bretaña en 1783, fue necesario encontrar un equilibrio que preservara la autonomía de cada estado dentro de una unión cohesiva. Esta unión inicial, basada en el principio de confederación, pronto mostró sus deficiencias, llevando a la Convención de 1787, que culminó en la Constitución de los EE. UU., estableciendo así la estructura federal actual.
La Constitución creó el Colegio Electoral como una solución de compromiso para la elección presidencial, evitando la elección directa por el Congreso y manteniendo la separación de poderes. Este sistema buscó en aquel momento equilibrar los intereses entre estados de diferente población, incluso abordando la cuestión de la esclavitud al contar parcialmente a los esclavos para la distribución de electores, aunque sin concederles el derecho al voto.
El artículo II de la Constitución, que aborda el Colegio Electoral – aunque el término «colegio electoral» no aparece en el texto, la 12.a Enmienda se refiere a los «electores», pero no al «colegio electoral» –, deja en manos de los estados la elección de los electores. Originalmente, muchos electores eran designados por las legislaturas de los estados, pero desde 1828 la selección se ha basado en el voto popular. Este colegio se reúne tras las elecciones para elegir al presidente con una mayoría de al menos 270 votos de los 538 posibles, reflejando la representación de los estados en el Congreso.
De esta forma, los votos de los ciudadanos – en condiciones de votar – son, en realidad, una instrucción para que los «electores» – delegados de un determinado estado – voten en el Colegio Electoral.
La distribución de electores se ajusta cada década según el censo poblacional, buscando un balance entre los estados. Cada estado –incluyendo el Distrito de Columbia– decide cómo nombrar a sus electores; sin embargo, deben hacerlo de acuerdo con la ley que reglamenta la materia en el estado. Actualmente, todos los estados utilizan los resultados del voto popular de las elecciones generales para decidir qué partido elige a los electores. La mayoría de los estados aplican la norma de «el ganador se lleva todo», mientras que Maine y Nebraska optan por un sistema proporcional.
Así, es importante destacar que cada estado tiene la autonomía para definir y regular la elección de sus electores, cuyos votos se envían al Senado, donde se suman y se proclama el resultado oficial. En las elecciones de 2020, por ejemplo, esta ceremonia se llevó a cabo el 6 de enero de 2021, fecha en la que ocurrió la invasión del Capitolio por parte de seguidores del entonces presidente Donald Trump, en un intento por evitar el anuncio del resultado oficial.
También es importante destacar que los ciudadanos no están obligados a votar en las elecciones, ya que el voto es visto como un derecho otorgado a todos los ciudadanos mayores de 18 años, y no como una obligación. Es decir, queda a decisión de cada ciudadano votar o no, sin que se apliquen multas o se requiera justificar la ausencia.
Este sistema, que tiene más de doscientos años, elegirá al próximo presidente de EE. UU., sumando a su complejidad los retos actuales como la polarización y la desinformación política, fenómenos que, si bien no son nuevos, han intensificado su presencia en los EE. UU. en los últimos años.
2024: ¿una revisión del escenario de 2020? Al igual que el sistema electoral, la contienda por la presidencia de EE. UU. en 2024 no presenta novedades en cuanto a los candidatos, pues Joe Biden y Donald Trump, los mismos protagonistas de las elecciones de 2020, se preparan para un nuevo enfrentamiento. Biden busca la reelección mientras que Trump aspira a unirse a Grover Cleveland como uno de los únicos presidentes en servir dos mandatos no consecutivos.
Las tensiones entre republicanos y demócratas han agudizado la polarización en el país, debilitando el papel de los grupos moderados e independientes. Esta situación se evidencia en estudios como el del Pew Research Center, que muestra un aumento significativo en la brecha partidista sobre temas como el gobierno, la protección ambiental y la seguridad nacional. Mientras que en 1994 la diferencia promedio entre las respuestas de republicanos y demócratas era de 15 puntos porcentuales, en 2017, bajo la presidencia de Trump, esta brecha se había más que duplicado, alcanzando los 36 puntos y reflejando décadas de creciente polarización.
Durante su mandato, Donald Trump puso en duda la legitimidad de diversas instituciones democráticas estadounidenses, incluyendo la prensa libre, el poder judicial federal y el proceso electoral. Encuestas realizadas entre 2016 y 2019 revelaron que más de la mitad de los estadounidenses consideraban que Trump tenía poco o ningún respeto por las instituciones y tradiciones democráticas del país, aunque estas percepciones estaban fuertemente polarizadas según líneas partidistas.
En su intento por subvertir el resultado de las elecciones de 2020, Trump no solo se negó a aceptar su derrota, sino que también emprendió acciones para revertir el desenlace. Sin embargo, encontró resistencia en las instituciones, desde la certificación de los votos por el Senado hasta las decisiones judiciales en estados clave; sus esfuerzos por descartar votos masivamente resultaron infructuosos.
Después de su elección, Joe Biden prometió unificar a la nación; no obstante, la polarización continúa sin cambios significativos, al igual que la división partidista en las percepciones sobre los medios de comunicación y la propagación de informaciones falsas. Esto sugiere que las elecciones de este año podrían ser una repetición del escenario de 2020, aunque el desenlace aún es incierto.
Estos fenómenos indican un cambio preocu- pante en la cultura política estadounidense, don- de comportamientos antes inaceptables se han normalizado, señalando una vulnerabilidad en las instituciones democráticas.
Esta situación refleja la complejidad que EE. UU. ha enfrentado en los últimos años, especialmente en un sistema electoral con más de doscientos años de historia, donde se han presentado en el Congreso más de 700 propuestas para reformar o eliminar el Colegio Electoral, lo que indica que ha habido más propuestas de enmiendas constitucionales relacionadas con el cambio del Colegio Elec- toral que sobre cualquier otro tema.
Aquí tienes el texto con las correcciones ortográficas realizadas:
Implicaciones globales y la necesidad de vigilancia democrática
El fenómeno de la polarización política y la normalización del extremismo no se limita a EE. UU. En todo el mundo, líderes autoritarios y populistas han ganado terreno, explotando tensiones sociales y económicas para afianzar su poder. Para algunos expertos, la experiencia de Brasil con Jair Bolsonaro y la pronta respuesta institucional ante sus intentos de debilitar la democracia contrasta con la situación en EE. UU. De este ejemplo, para ellos, se desprenden lecciones valiosas sobre la resiliencia democrática, la importancia de la vigilancia institucional y pública, y la necesidad de instituciones sólidas e independientes para proteger la democracia.
La supervivencia de la democracia en la era moderna dependerá de la capacidad de las instituciones para adaptarse y responder a estos desafíos. Esto incluye no solo la regulación de las plataformas de redes sociales y la lucha contra la desinformación, sino también la promoción de una cultura política que valore el diálogo, el respeto mutuo y el compromiso con los principios democráticos. La educación cívica juega un papel crucial en este proceso, preparando a los ciudadanos para participar de manera informada y crítica en la vida democrática. Es momento de que los Estados tomen un papel más activo, utilizando las actuales tecnologías, medios de comunicación masiva y redes sociales para la formación de las actuales y de las nuevas generaciones.
La intersección de polarización y desinformación política ha magnificado las divisiones ideológicas y socavado la confianza en la democracia, especialmente a través de las redes sociales, que propagan informaciones falsas para influir en la opinión pública y el discurso político. Esta dinámica no solo intensifica el debate público, sino que también permea las esferas personales, generando preocupaciones sobre la estabilidad democrática y hasta la posibilidad de conflictos civiles.
Redes sociales y política moderna
En este contexto, las redes sociales han tenido un papel crucial en la política actual. Su poder para influir en la opinión pública y en las conversaciones políticas nos hace reflexionar sobre su impacto en la democracia. Lo que hemos visto en las elecciones de EE. UU. nos muestra cómo la desinformación y la polarización que se propagan a través de estas plataformas pueden afectar profundamente nuestra convivencia democrática.
Las redes sociales han cambiado la manera en que los políticos se comunican con el electorado, presentando nuevos desafíos. Estas plataformas permiten que tanto políticos como seguidores compartan ideas muy rápidamente, a una velocidad que los medios tradicionales no pueden seguir. Esto puede intensificar la polarización y debilitar la confianza en las instituciones democráticas.
Aunque las plataformas de redes sociales intentan frenar la desinformación y las noticias falsas, muchas veces sus respuestas llegan tarde o no son suficientes. Esto nos hace preguntarnos sobre su responsabilidad de proteger nuestra convivencia democrática. Lo que ha pasado en EE. UU. resalta la necesidad de una regulación más efectiva y de una mayor responsabilidad por parte de estas empresas para asegurarse de que no se conviertan en herramientas que desestabilicen nuestra democracia.
Conclusión
A medida que nos adentramos en este 2024, el escenario electoral se presenta como un punto de inflexión crucial en la historia de la democracia global. Este año se caracteriza no solo por la participación récord de ciudadanos en elecciones alrededor del mundo, sino también por los desafíos significativos que enfrentan estos procesos electorales. América Latina y el Caribe atraviesan un período crítico, marcado por la expectativa de una desaceleración económica y el desafío de mantener la estabilidad ante restricciones fiscales que amenazan con derivar en recesión. En este contexto, se espera que los líderes electos proporcionen respuestas efectivas y soluciones viables a las preocupaciones de sus ciudadanos.
A nivel global, el desafío es igualmente complejo, con un crecimiento económico mundial proyectado de apenas 2.4% y una situación agravada por conflictos bélicos y tensiones especiales en el Medio Oriente.
Esta coyuntura revela una democracia global que navega entre la resiliencia y el riesgo de deterioro, donde los procesos electorales se erigen como pilares fundamentales en la defensa de la voluntad popular y la legitimidad del poder.
La coyuntura electoral actual brinda una oportunidad única para reflexionar sobre la dirección deseada por los ciudadanos para sus países y el mundo. En un contexto marcado por desafíos globales sin precedentes, es más importante que nunca participar activa y conscientemente en la democracia. Las elecciones de EE. UU., en particular, son un evento clave que puede tener un gran impacto en la geopolítica mundial y en cómo enfrentamos los desafíos comunes.
Estas elecciones se desarrollarán en un sistema que, en el mundo moderno, puede parecer contradictorio, donde la voz del pueblo a veces queda opacada por una estructura que da un peso desigual a los diferentes estados. Esto nos muestra lo complicado que es mantener un equilibrio entre representación y democracia directa, y nos hace pensar en los retos que enfrentan nuestras democracias hoy en día. El futuro político de EE. UU. y su influencia en el mundo dependerán en gran medida de las decisiones tomadas en las urnas, recordándonos la importancia de la democracia como herramienta esencial para una gobernanza efectiva y un progreso compartido.
En América Latina y el Caribe, lo que suceda en estas elecciones, tanto en EE. UU. como en nuestra región, será determinante para nuestro futuro político, económico y social (migraciones y problemas sociales surgen o se exacerban a partir de aquí). La manera en que se entrelacen las políticas internas y externas y la influencia de actores internacionales serán clave para definir estrategias hacia la estabilidad regional.
Además, la erosión de las normas democráticas, agravada por la polarización y el poder de las redes sociales, nos recuerda la importancia de reafirmar nuestro compromiso con los valores democráticos y mantener una vigilancia constante sobre nuestras instituciones democráticas. Este momento electoral es crucial para definir el rumbo de la democracia y nuestro futuro político y económico, tanto a nivel nacional como global.
En el año 2024, lo que está en juego va más allá de la simple expresión de la voluntad popular. Nos encontramos ante un momento crucial para enfrentar los desafíos que el mundo y nuestras regiones están atravesando. Con todos los ojos puestos en el resultado de las elecciones en EE. UU., es muy importante que hagamos un análisis profundo y crítico de lo que está sucediendo.
Es esencial entender que la democracia no es solo una cuestión de formalidad. Para construir un futuro mejor y más próspero para todos, necesitamos democracias fuertes y ciudadanos bien informados que participen activamente. Esto es crucial para garantizar que nuestras democracias continúen evolucionando y no queden atrapadas solo en símbolos. Es muy importante que seamos críticos y estemos siempre buscando mejorar nuestras elecciones, adaptándonos a los cambios que ocurren en el mundo. La democracia sigue siendo la base para una buena gobernanza y para el progreso que todos compartimos en nuestro mundo actual.
Notas
1 United Nations Human Rights Council, «“Mega election” 2024 could be a landmarkfordemocracy: UN rightschief», UN News [en línea], https://news.un.org/ en/story/2024/03/1147207. [Consulta: 03/04/2024].
2 The Economist Intelligence Unit, «EIU report – DemocracyIndex 2023» [en línea], https://www.eiu. com/n/campaigns/democracy-index-2023. [Consulta: 06/04/2024].
3 Latinobarómetro, «Informe Latinobarómetro 2023: La recesión democrática de América Latina» [en línea], https://www.latinobarometro.org/lat.jsp. [Consulta: 06/04/2024].
4 V-DemInstitute, «Democracy Report 2024: Democra- cy Winning and Losing at the Ballot» [en línea], https://vdem.net/publications/democracy-reports. [Consulta: 06/04/2024].
5 Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «La democracia, el derecho a participar y el proceso electoral», OHCHR [en línea], https://www.ohchr.org/es/topic/democracy-right-participate-and-electoral-process. [Consulta: 06/04/2024].
6 United Nations Human Rights Council, «“Mega election” 2024 could be a landmark for democracy: UN rightschief», UN News [en línea], https://news.un.org/ en/story/2024/03/1147207. [Consulta: 03/04/2024].
7 Centro UC Estudios Internacionales – CEIUC, «Riesgo Político América Latina 20221» [en línea], http://centroestudiosinternacionales.uc.cl/. [Consulta: 06/04/2024].
8 La Tercera, «Transnacionales del crimen: Los grupos que aterrorizan a América Latina» [en línea], https:// www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/trans- nacionales-del-crimen-los-grupos-que-aterrorizan-a- america-latina. [Consulta: 06/04/2024].
9 Deutsche Welle, «¿Qué le espera a América Latina con Trump o Biden?» [en línea], https://p.dw.com/ p/3kY2n. [Consulta: 06/04/2024].
10 Folha de S. Paulo, «EUA investem em agenda ver- de para conter China na América Latina» [en línea], https://www1.folha.uol.com.br/mercado/2023/11/ eua-investem-em-agenda-verde-para-conter-china-na- america-latina.shtml. [Consulta: 06/04/2024].
United Nations Human Rights Council, «“Mega election” 2024 could be a landmark for democracy: UN rightschief», UN News [en línea], https://news.un.org/ en/story/2024/03/1147207. [Consulta: 03/04/2024]. 7 Centro UC Estudios Internacionales – CEIUC, «Riesgo Político América Latina 20221» [en línea], http://centroestudiosinternacionales.uc.cl/. [Consulta: 06/04/2024].
11 Departamento de Seguridad Nacional de España, «Cumbre por la Democracia – EE.UU» [en línea],https://www.dsn.gob.es/es/actualidad/eventos-seguridad nacional/cumbre-por-democracia-eeuu-0. [Consulta: 06/04/2024].
12 BBC Mundo, «América Latina, el aliado más ines- perado de Donald Trump» [en línea], https://www.bbc. com/mundo/noticias-america-latina-49902746. [Con- sulta: 05/04/2024].
13 Levitsky, Steven y Ziblatt, Daniel, Cómo mueren las demo- cracias, Penguin Random House, Barcelona, 2018.
14 G1, «Eleições nos EUA: os candidatos que tiveram mais votos, mas não viraram presidente» [en línea], https://g1.globo.com/mundo/eleicoes-nos-eua/2020/ noticia/2020/10/30/eleicoes-nos-eua-conheca-os-can- didatos-que-tiveram-mais-votos-mas-nao-viraram-presi- dente. [Consulta: 03/04/2024].
15 Folha de S.Paulo, «Problemas eleitorais dos EUA re- montam à Constituição» [en línea], https://www1.folhauol.com.br/folha/mundo/ult94u100945.shtml. [Con- sulta: 06/04/2024].
16 United States Senate, «Constitution of the United States» [en línea], https://www.senate.gov/about/ori- gins-foundations/senate-and-constitution/constitution. htm. [Consulta: 06/04/2024].
17 Folha de S.Paulo, «Único ex-presidente a reconquistar a Casa Branca ofrece lições a Trump, diz biógrafo» [en línea], https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2021/03/unico- ex-presidente-a-reconquistar-a-casa-branca-oferece-licoes- a-trump-diz-biografo.shtml. [Consulta: 06/04/2024].
18 Pew Research Center, «How America Changed Du- ring Donald Trump’s Presidency» [en línea], https:// www.pewresearch.org/2021/01/29/how-america- changed-during-donald-trumps-presidency/. [Consulta: 06/04/2024].
19 Pew Research Center, «In a Politically Polarized Era, Sharp Divides in Both Partisan Coalitions» [en línea], https://www.pewresearch.org/politics/2019/12/17/ in-a-politically-polarized-era-sharp-divides-in-both-par- tisan-coalitions/. [Consulta: 06/04/2024].
20 Pew Research Center, «Republicans and Democrats alike say it’s stressful to talk politics with people who disa- gree» [en línea], https://www.pewresearch.org/short-re- ads/2021/11/23/republicans-and-democrats-alike-say- its-stressful-to-talk-politics-with-people-who-disagree/. [Consulta: 06/04/2024].
21 National Archives, «Electoral College History» [en línea], https://www.archives.gov/electoral-college/his- tory. [Consulta: 06/04/2024].
22 Folha de S. Paulo, «Brasil e EUA testam respostas diferentes a Bolsonaro e Trump» [en línea], https:// www1.folha.uol.com.br/opiniao/2024/03/brasil-e-eua- testam-respostas-diferentes-a-bolsonaro-e-trump.shtml. [Consulta: 08/04/2024].
23 Levitsky, Steven y Ziblatt, Daniel, Cómo salvar la demo- cracia, Editorial Planeta, 2021.
24 Jornal da USP, «Relatório do Cepal projeta baixo crescimento econômico para a América Latina em 2024» [en línea], https://jornal.usp.br/radio-usp/relatorio- do-cepal-projeta-baixo-crescimento-economico-para-a- america-latina-em-2024/. [Consulta: 06/04/2024].
25 Banco Mundial, «Economia Global deve ter o pior desempenho em meia década dos últimos 30 anos» [en línea], https://www.worldbank.org/pt/news/press-re- lease/2024/01/09/global-economic-prospects-january- 2024-press. [Consulta: 06/04/2024].
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