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Entrevista a: Carlos Muñoz “Lamento cuando las encuestas se transforman en elemento de perversión”

por Elvira Lora
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Las elecciones generales del 2012 se conocerán por propiciarse la “guerra de las encuestas”. Cuarenta y cinco estudios de intención del voto fueron publicados en los medios de comunicación considerados tradicionales en sólo 11 meses, lo que revela la intensidad subliminal de una contienda persuasiva sustentada en porcentajes numéricos. Es como si el fantasma de un matemático rondara por el escenario político de la República Dominicana, y el “ser o no ser” de William Shakespeare fuera determinante para conocer al favorito del imaginario colectivo de los votantes durante el último año de la campaña presidencial. No obstante, hacemos la salvedad de que el número de encuestas no publicadas –sólo para el consumo de los equipos de campaña de los partidos mayoritarios- sotto voce sobrepasó el centenar.

El investigador español Carlos Muñoz, estudioso de los procesos electorales dominicanos desde el año 2000, es enfático al solicitar a las academias dominicanas un sistema de autorregulación de los estudios preelectorales y su publicación. Sostiene que si bien no hay pruebas concluyentes sobre la incidencia de las encuestas en los resultados electorales, no es menos cierto que suscitan un alto grado de atención y de polémica en torno a sus resultados sobre todo en lo relativo a la intención de voto publicada.

Muñoz observa que hubo ocho nuevas firmas encuestadoras en relación a elecciones anteriores de las que publicaron resultados y se produjo alguna situación insólita como la de una firma encuestadora que descalificó públicamente a otras y apostó 10,000 dólares a que los resultados de sus predicciones eran las correctas y desenmascararon a las firmas más conocidas. También reseña la escasa información que contenían las fichas técnicas de algunos estudios publicados.

¿Por qué las encuestas adquieren un valor vital para impulsar el triunfalismo político en las elecciones de la República Dominicana, partiendo del aluvión de publicaciones durante las elecciones presidenciales de 2012?

Las encuestas electorales sirven a los candidatos y a los partidos fundamentalmente para establecer su estrategia electoral. Permiten conocer la forma en que los ciudadanos perciben el país, los problemas que les preocupan, cómo ven al gobierno actuante, al candidato, a sus adversarios, cuáles son sus principales problemas de imagen, insumos que constituyen la información básica para las estrategias y tácticas que conduzcan al éxito. Permiten seguir la evolución de la campaña, los impactos de las actuaciones y los mensajes propios y de los adversarios, la posición de los distintos segmentos y estratos de la población electoral. El buen uso de esa información es vital para el desarrollo de la campaña. Muchos de esos estudios tienen carácter interno y no se publican. También hay otras instituciones, empresas o particulares que encargan estudios electorales para consumo interno. Después están las encuestas que se publican. Habitualmente un candidato o partido político no difundirá los resultados de encuestas preelectorales que lo sitúen por debajo de sus adversarios, al menos que no lo coloquen en una posición ascendente. Cuando se publican resultados de encuestas procedentes de candidatos o de instancias afines es porque los resultados le son favorables y persiguen establecer entre la audiencia y los lectores la percepción de ser los que están arriba en la intención de voto de los electores, como un instrumento de persuasión más. Hay otros destinatarios de la publicación de los resultados, como son los activistas de la campaña y las personas y empresas que financian la campaña del candidato, que pueden apoyar en mayor o menor medida a los aspirantes dependiendo de la evolución de los resultados de las encuestas. Se publican otras encuestas electorales que no son encargadas por los partidos o candidatos, sino por los medios de comunicación o bien por otras instancias interesadas en la publicación de encuestas. 

¿A qué atribuye que más firmas encuestadoras asuman por sí mismas la publicación (a través de espacios pagados) de los resultados de las encuestas en las elecciones presidenciales?

Hay encuestas electorales que no se publican que en mi opinión son la mayoría. De las publicadas los encargados de presentar los resultados fueron los responsables o delegados locales de las firmas encuestadoras y varios fueron entrevistados en los medios de comunicación para explicar aspectos relevantes de los resultados o de la metodología de trabajo. ¿Es casualidad esa situación? Una de esas firmas convirtió la presentación de sus resultados en un espectáculo con apuestas, retos y descalificaciones incluidas. Es un ejemplo extremo de cómo se llega a convertir una encuesta de intención de voto en un instrumento de manipulación y propaganda.

A raíz de este panorama que describe, ¿sería un riesgo decir que puede certificarse que sí hubo una guerra de encuestas?

Ciertamente existió una guerra de encuestas que se intensificó conforme se acercaba el 20 de mayo. Fue una guerra desigual, puesto que al conjunto de las empresas que ya habían publicado en otras elecciones presidenciales se le agregaron ocho nuevas empresas, de las cuales seis ofrecieron resultados siempre favorables a Hipólito Mejía.

En el terreno postelectoral se atribuye mayor credibilidad a las encuestadoras de mayor acierto, pero ¿qué criterios debieron tomarse para que estas 45 encuestas fueran consideradas creíbles?

Es fundamental conocer la experiencia de la empresa, saber qué hay detrás de cada firma encuestadora. La mayoría de las 19 empresas que publicaron estudios de la intención de voto tienen experiencia acreditada a nivel internacional o local. Algunas no se dedican exclusivamente a encuestas de opinión pública, sino que desarrollan sus trabajos en otros campos de la investigación social o de mercado, con clientes que son grandes empresas de distintos sectores y que no arriesgarán su prestigio y su negocio por una encuesta electoral, por unos “fuegos artificiales”. Por lo general, la credibilidad de los resultados de una investigación descansa en buena medida en sus garantías metodológicas, es decir, en la calidad del procedimiento utilizado para obtener los datos. De las encuestas electorales debe observarse la ficha técnica del estudio, en esta debe figurar con claridad la población de referencia, el diseño de la muestra, el tamaño de la muestra y su distribución, el error de la muestra para el total y los distintos segmentos analizados, el nivel de confianza, el proceso de selección de los entrevistados, la forma de realización de las entrevistas, las fechas en la cual se hizo el trabajo de campo, las preguntas realizadas en su literalidad, las tasas de rechazo y de respuesta. Además debe constar si los resultados son brutos o estimados. Si han sido estimados hay que señalar cuales variables han formado parte de la ponderación de los resultados brutos. Son condiciones necesarias, aunque no suficientes, son criterios de transparencia simples. Por otra parte, las empresas encuestadoras deben tener al alcance de la población la forma de contactarlas, páginas electrónicas actualizadas y un índice de sus trabajos y clientes. Como profesional, lamento los casos en que las encuestas se transforman de elemento de persuasión en elemento de perversión.

El fenómeno de más firmas encuestadoras y más estudios de la intención de voto, ¿es un caso particular de las elecciones dominicanas o se repite en otros países del mundo?

La proliferación de firmas encuestadoras y el aumento de las encuestas preelectorales no es único de la República Dominicana, es un fenómeno generalizado y en aumento. Como ejemplo podría valer las elecciones presidenciales en Argentina o las más recientes en México o las encuestas que se realizan actualmente en Venezuela. En muchos casos se han convertido en un elemento propagandístico más, con resultados muy disimilares entre ellas y que generan mucho ruido y polémica, afectando al prestigio de todas las firmas y colocándolas a todas, desde la percepción de las personas, en un saco.

¿Qué pasa con las encuestas encargadas por los medios de comunicación y la difusión de los datos más noticiosos de estos estudios?

Algunos medios de comunicación encargan estudios preelectorales. En las elecciones de mayo de 2012, dos periódicos y una estación de televisión encargaron encuestas y han sido las que más acertaron. Greenberg, de Diario Libre, acertó en el rango de los resultados electorales, aunque semanas antes de la conclusión de la campaña electoral había publicado que Hipólito Mejía ganaría. Penn, Shoen & Berland (psb) se aproximó en igual medida, y fue encargada por Noticias sin, de Antena Latina. Gallup, encargada por el periódico Hoy, si bien concertaron mucha polémica los resultados publicados en el mes de noviembre de 2011, en la encuesta publicada en mayo de 2012 estuvo en el rango adecuado. Estas encuestadoras fueron las que más se aproximaron en sus últimas encuestas publicadas al resultado electoral. Los medios de comunicación, también, son receptores y difusores de muchas encuestas preelectorales (y de otro tipo de sondeos) y a veces son poco cuidadosos o poco exigentes con sus fichas técnicas y deben insistir en publicarlas, pues estas son fotografías del momento de la campaña. La difusión de las encuestas en los medios es más recurrente en la medida en que se acercan las elecciones, pues la pretensión de generar percepciones favorables a los candidatos es más intensa. 

¿Incide o no este bombardeo de encuestas en el voto?

Sobre la posible incidencia de la publicación de la intención de voto procedente de encuestas, se ha escrito mucho e investigado algo menos. En todo caso no hay datos concluyentes al respecto y creo personalmente que la publicación de intención de voto no gana elecciones. Las investigaciones realizadas apuntan a una posible incidencia sobre el voto “débil” o mayor medida sobre los indecisos -que en las últimas elecciones presidenciales las encuestas revelaron que eran un subconjunto pequeño-. Se han estudiado varios posibles efectos como el denominado bandwagon que apunta a la tendencia a subirse al carro ganador, contrarrestado por el efecto disuasorio de participar en la votación si se percibe que tu candidato está muy distanciado de sus oponentes en las encuestas. También se ha descrito el efecto underdog que provoca la tendencia a ayudar al que está debajo en las encuestas. En determinadas circunstancias puede operar la denominada “espiral del silencio” cuando la opinión dominante es contraria a un determinado candidato. En resumen, es muy difícil establecer el resultado final de un conjunto de vectores que inciden en la formación de la voluntad de los electores, entre los que la publicación de encuestas de intención de voto no es más que unos de esos vectores. Esto no impide que cada vez más los políticos estén convencidos de que la publicación de la intención de voto es un instrumento de incidencia y de persuasión sobre el electorado y de que no puede perderse esa carrera.

Al desconocer el efecto real que causan las encuestas en la intención del voto, ¿considera que estas publicaciones deberían ser normadas para ser publicadas?¿Se podría regular que cada candidato tenga un número de encuestas establecidas que pueda publicar?

Hay fundamentalmente dos posiciones: La primera, llamémosla liberal, sostiene que basta con la autorregulación, tal como ocurre en la mayoría de países. Esta autorregulación necesita que las firmas encuestadoras asuman un código deontológico sobre las características que deben cumplir los estudios que realizan. En países como Perú hay un código de ética para la difusión de encuestas elaborado por la Asociación Peruana de Empresas de Investigación de Mercados (apim). Hay asociaciones de carácter internacional muy conocidas, como esomar o wapor, con códigos de autorregulación muy detallados. Como inciso cabe señalar que en la República Dominicana no existe una asociación de empresas y profesionales de investigación social y de mercado. Sería necesaria la existencia de una institución de este tipo y debería de impulsarse con el concurso de los interesados y de la academia dominicana. La otra postura señala que no basta con la autorregulación sino que las instituciones públicas deben regular la publicación de encuestas electorales. Así ocurre en países como México, Venezuela, Perú, Canadá, en América, o en Francia, Alemania y España por citar algunos países en Europa. Las regulaciones afectan básicamente dos cuestiones. La primera tiene que ver con el registro de las empresas y los estudios que realizan que deben cumplir ciertos requisitos en relación con la población objeto de estudio, la muestra, su tamaño y diseño, el proceso de selección de los entrevistados, los errores de la muestra y su nivel de confianza, la fecha de realización del trabajo de campo, la técnica de recolección de datos, las preguntas y el orden en que fueron realizadas, la tasa de rechazo, el método de estimación de los resultados o quién encarga el estudio. El otro tema que puede ser objeto de regulación es el tiempo en que pueden publicarse los resultados de encuestas de intención de voto: desde un mes antes de las elecciones hasta cinco días antes de la votación, como ocurre en España. Hoy en día con Internet es posible que se publiquen resultados fuera del país objeto de la regulación, por lo que la eficacia de la regulación es relativa.

¿Deberían regularse las encuestas en boca de urna? 

Este tipo de encuestas son objeto de controversia y discusión en la República Dominicana. La legislación actual en todo caso prohíbe su difusión antes de que la Junta Central Electoral emita los resultados de la votación. ¿Qué sentido tiene la realización de este tipo de encuestas si no pueden divulgarse? Pero nadie puede impedir que sus resultados puedan colocarse en Internet y divulgarse en medios de comunicación extranjeros. Sin embargo, en otros países, como España, los medios de comunicación dan a conocer los resultados de los sondeos a boca de urna.

A los sondeos de productos que se hacen por Internet se les otorga credibilidad, pero a los de intención del voto no… ¿Por qué?

Son cada vez más frecuentes los sondeos por Internet que plantean preguntas en un sitio web e invitan a los visitantes del sitio a dar su opinión o manifestar su intención de voto. Sin embargo, es imposible obtener una muestra representativa de la opinión pública usando Internet, pues la población no está igualmente representada. Piénsese en la representatividad del voto urbano y el voto rural; la rural tiene un acceso a Internet menor y, por lo tanto, esta carece de una probabilidad no representativa. Es muy difícil obtener una muestra representativa incluso de los usuarios de Internet mediante este método ya que es casi seguro que estará sesgada a favor de los usuarios más frecuentes, que son los que tienen las mayores posibilidades de llenar el cuestionario. El problema es mayor por las redes sociales cuando, además, los participantes pueden invitar a otras personas o conocidos a votar en la encuesta, ampliando así los sesgos. Al final la encuesta no medirá la preferencia de la población sobre los candidatos, sino qué grupos de seguidores tiene mayor capacidad para reclutar a más personas para que llenen encuestas.

Otro tipo de sondeos son los que los sujetos se identifican mediante el número de su cédula de identidad. Pero nada impide que alguien tenga acceso a varios números de cédulas, accediendo al padrón electoral, o que un grupo de personas vote más de una vez, pues hay quienes tienen software que permite hacerlo. Estos sondeos por Internet no tienen representatividad, se trata de un ejercicio perfectamente legítimo en aras del entretenimiento. El colmo es que en las elecciones de mayo de 2012 se ha llegado a comparar los resultados de estos sondeos con encuestas serias, realizadas por firmas establecidas y con credibilidad probada. Por cierto, estos sondeos tenían un claro ganador: Hipólito Mejía. En las recientes elecciones presidenciales celebradas en México, la mayoría de las encuestas publicadas en blogs u otros sitios de noticias en Internet, donde invitan a votar, se obtenía un resultado bastante similar: López Obrador iba a la cabeza de todos estos sondeos que tenían la plataforma de Internet, en tanto que el grueso de las encuestas publicadas por las distintas firmas encuestadoras situaban a Enrique Peña Nieto a la cabeza.

¿En qué medida influye el uso de las redes sociales en las encuestas?

No puede negarse la enorme utilidad de las redes sociales y que el candidato que no esté presente en este escenario está perdido; pero aún existe una desigualdad muestral, digámosle así, en su uso. Igual, cuando se realiza un análisis de contenido del uso que los equipos políticos dieron a las redes sociales se nota que son simples canales unidireccionales de comunicación, no retroalimentan… Fíjese que los retweets son un grupo pequeño de usuarios; claro, producen una presencia que podría percibirse como masiva, pero no son muestras válidas.


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