Revista GLOBAL


Recientemente fue inaugurado el Observatorio Político Dominicano (opd) de Funglode, cuyo objetivo principal es analizar e investigar la realidad política nacional desde una perspectiva multidisciplinaria con la finalidad de construir y divulgar el conocimiento. Respaldado por la Universidad de Salamanca y el Instituto de Ciencias Políticas de París, el opd es una iniciativa de Funglode que tiene como propósito la realización de análisis e investigaciones acerca de temas sociopolíticos tanto del país como a nivel internacional. El opd se halla dirigido por uno de los más reputados pensadores del país: el doctor César Cuello. Los que conocemos a César Cuello estamos al tanto de su afán por proveer de recursos metodológicos fiables y de valores éticos a las investigaciones que se realizan en el país. Por lo tanto, el observatorio se encuentra bien capitaneado, y sin duda alguna se convertirá dentro de poco en una de las grandes referencias sobre estudios políticos en el área del Caribe. César Cuello, a partir de sus trabajos como investigador y catedrático, ha demostrado una consistencia y sobre todo una ética que está cada vez más infravalorada en nuestro medio. Ha realizado aportes en la investigación no sólo en el país, sino también internacionalmente, donde ha trabajado en estudios de transferencia tecnológica, urbanismo y medioambiente. Debido a su entusiasmo por el conocimiento y el quehacer científico, ha realizado estudios en lugares tan disímiles como Rusia, Estados Unidos y Costa Rica, donde ha desarrollado una capacidad multidisciplinaria que diversos textos atestiguan. De estos podemos señalar: Desarrollo sostenible en teoría y práctica, Prácticas de gestión humana en la República Dominicana 2005, Saturno devorado por el padre tiempo. Para los que no conocen a César Cuello, la entrevista que aparece a continuación es un acercamiento interesante a sus ideas y a su pensamiento. Para los que ya lo conocen, es una excelente oportunidad de reencontrarse con él. 

Empecemos hablando del Observatorio Político Dominicano de Funglode, que usted dirige y coordina. ¿Cómo surge? Llegó al Observatorio cuando ya el equipo estaba formado, ya tenían un documento y habían discutido su razón de ser y a mí se me llama a coordinarlo. Entendí claramente que la preocupación por el Observatorio viene de la necesidad de elevar la calidad del debate: hay un déficit en el nivel del debate público, y además un vacío en el fundamento de la toma de decisiones en la esfera política del país. Esta preocupación lleva a idear el Observatorio, como una forma de dar insumos para el análisis, la discusión y la construcción de una perspectiva mucho más objetiva del acontecer sociopolítico del país. Esa es la razón y la premisa que le da sustento al Observatorio Político Dominicano (opd). A partir de allí entonces comenzamos a construir el observatorio, ya hay una estructura que se delineó, y se construye el observatorio en el sentido de elaborar la información y los materiales, así como localizar esa información donde estaba dispersa para irla integrando en las diferentes unidades de trabajo. En este tiempo, aproximadamente año y medio, hemos logrado tener ya una plataforma a la que se puede acceder por la página web del opd (www.opd.org.do). 

¿Cuáles son los aportes que ofrecería opd al estudio de la realidad política nacional e internacional? El Observatorio obviamente se va a ocupar de temas internacionales, de hecho ya se plantean trabajos comparados con América Latina, pero su énfasis será la realidad sociopolítica del país. En estos momentos, la plataforma de datos e información que hemos trabajado está relacionada con siete unidades de observación, que son: partidos políticos, sistema electoral, poder judicial, poder legislativo, gobierno local, políticas públicas y sociedad civil. Tengo un excelente equipo multidisciplinario de profesionales al frente de cada una de estas unidades, entre los que se cuentan sociólogos, politólogos, filósofos, abogados, economistas y psicólogos, y debo decir que, si bien estoy al frente de la gestión y coordinación general de todo el quehacer de la entidad, de ellos es el crédito en el levantamiento de los datos, así como en la elaboración de la información y los documentos. Para cada una de las unidades hemos trabajado una especie de panorama diagnóstico que dé cuenta a grosso modo de qué está pasando en cada área temática, todo ello disponible en el sitio web del observatorio. Adicionalmente, se ha elaborado un marco teórico para cada una de estas unidades de observación, como una forma de esclarecer el aparato conceptual que le sirve de referencia a la labor de búsqueda específica de cada una de ellas. También hemos rastreado la bibliografía fundamental que existe, tanto en el país como fuera, sobre cada temática. Se está trabajando, además, en la elaboración de perfiles de los principales protagonistas dentro de esas áreas. Esto es un trabajo en marcha. Hemos elaborado bibliografías anotadas, no simplemente una bibliografía, sino en el sentido más amplio, que le pueda servir al usuario del observatorio. Y como se trata de facilitar las cosas, le damos una idea del contenido de cada una de estas fuentes bibliográficas. En eso hemos trabajado todos estos meses, desde mayo de 2008 que comenzó el trabajo de construcción del observatorio. A estas alturas tenemos ya muchos documentos, no sólo relacionados con el perfil, sino con antecedentes, estructura legal de las diferentes áreas, con la composición y los tipos de dinámica que se dan dentro de las diferentes unidades. La idea es poder hacer análisis de esto y poder también más adelante profundizar en la elaboración teórica y desde luego, realizar investigaciones puntuales de diferentes situaciones. 

Además de los aportes académicos, ¿el opd trabajará directamente en el desarrollo de propuestas de políticas públicas? La idea de cada una de las unidades del observatorio es ofrecer datos e información del quehacer y la dinámica de cada área temática, así como de sus aspectos estructurales y legales. Pero también poder hacer análisis e investigaciones que sirvan para el debate público. Nuestra presencia se orientará no solamente a dar insumos a través de la página a los investigadores y académicos que puedan utilizar esa fuente, sino también a generar un debate abierto y directo con éstos y otros sectores de la sociedad por medio de conversatorios, talleres, conferencias, coloquios, charlas, etc. Poder entrar en el debate con los diferentes sectores, no en forma valorativa, sino en forma analítica, propositiva y creativa. No pretendemos valorar o evaluar a nadie, sino entrar en un intercambio de información e ideas que refuerce, que apoye y que aporte al debate y a la construcción de conocimientos en cada una de estas unidades. Porque sabemos que hay una gran debilidad en las ciencias sociales en el país, y lo que venimos es a apoyar ese necesario repunte de las Ciencias Sociales y del debate, obviamente derivado de ese conocimiento de la realidad social y política a partir de los fundamentos teóricos y metodológicos de las ciencias sociales. También pensamos que una tarea que tiene por delante el opd es rescatar toda la producción del pensamiento dominicano que no se ha dado a conocer, reseñarla y traerla a la luz pública. Esa es una de nuestras aspiraciones, traer lo que se está produciendo en cada una de esas áreas, no sólo lo que se produce en el país, sino también lo que producen dominicanos fuera y que se queda por ahí perdido en las universidades donde se hacen. Mi propia tesis doctoral está en Estados Unidos y nunca se publicó completa aquí. Y así sé que hay muchos casos de otros profesionales dominicanos. Tenemos que atraer al debate a las personas formadas en el campo sociopolítico, lo que yo veo es una desvinculación entre la gente que estudia Ciencias Sociales y la acción política. Hay que acercar esos campos. Tenemos una tarea importante por delante, que consiste en contribuir a acercar lo que las ciencias sociales y políticas plantean con las políticas públicas, y de manera muy particular con las políticas sociales, pero de igual modo, contribuir a un acercamiento de las ciencias políticas con la gestión en la esfera política. Es un reto que tenemos claro y que hay que trabajarlo, para que haya esa retroalimentación entre esos dos niveles del hacer y el pensar que no deben marchar separados, pues en ello radica su enriquecimiento y su contribución efectiva al avance de nuestra sociedad. Eso es lo que dará otro nivel tanto a la gestión política como al debate político en el país. Ese es uno de los retos estratégicos que tiene el opd. Eso sólo se puede alcanzar haciendo cosas, adquiriendo credibilidad, que la gente crea en lo que estamos haciendo y entienda que eso tiene una razón de ser. Lo lograremos con el tiempo. El Observatorio es un proyecto que se irá construyendo día a día, en la práctica. 

¿Qué diferencia establecería entre este observatorio y otros que operan en el país e internacionalmente? A mí me parece que aunque cada observatorio tiene sus énfasis, en el fondo, tal vez no haya mucha diferencia en cuanto a su orientación hacia la gente. Lo que nosotros buscamos es ser un complemento a lo que ya existe. No venimos aquí ni a duplicar ni a suplantar lo que ya se está haciendo. Queremos hacer cosas que aporten, queremos hacer cosas que sean originales, pero siempre complementando. ¿Complementando en qué sentido? De que siempre sean espacios tanto para nutrirse de información y de ideas como también para el debate y reflexión. Creo que eso en mayor o menor medida lo tienen los demás observatorios. ¿Qué aportamos? Tal vez que nosotros estamos sistematizando un conjunto de áreas vinculadas de una u otra forma con la esfera sociopolítica, de manera que tanto el legislador, el diseñador de políticas públicas o quien toma las decisiones, el juez o el abogado, tanto el miembro de la sociedad civil como el síndico, puedan tener donde consultar, debatir o adquirir información relevante que le ayude. Eso es lo que buscamos. 

Pasemos a hablar entonces sobre su larga trayectoria como académico e intelectual. Tengo entendido que en su juventud realizó un periplo internacional como estudiante por países tan disímiles como Rusia, Estados Unidos y Costa Rica. ¿Qué tanto las experiencias en estos países le aportaron a su desarrollo personal y académico? 

Soy lo que soy gracias a esa experiencia. Yo salí del país muy joven, dejé mi carrera de Sociología más o menos a mitad, y me fui a estudiar a Rusia en 1972, a la Universidad Lomonosov de Moscú, donde ingresé en la carrera de Filosofía, siempre con la mira puesta en la Sociología, porque ese era mi gran interés. Pero al llegar allí me encontré con que la carrera de Sociología no se estudiaba como tal en aquel país, sino que era una especialidad dentro de la carrera de Filosofía, pero me entusiasmé con la filosofía y me hice filósofo, aunque siempre me decidí por una concentración en Sociología. En el esquema de estudio de la antigua Unión Soviética uno se especializaba a partir del tercer año, y yo me especialicé en Teoría Sociológica. Lo que ellos llamaban teoría sociológica en ese tiempo era en realidad materialismo histórico. Tomé cursos especializados y eso realmente cambió mi visión del mundo, porque tenía una formación filosófica y sociológica que me había enriquecido grandemente. Cuando regresó al país se integró de inmediato a trabajar en la uasd como docente en el Departamento de Filosofía, y luego un año después entró al Departamento de Sociología. Me mantuve en ambos por mucho tiempo. Unos años después, en 1982, ingresó también como docente al Instituto Tecnológico de Santo Domingo (intec). Realmente antes de entrar a intec a mí me interesaban más cuestiones abstractas como la lógica, la dialéctica y la epistemología, pero allí me involucré más con los problemas socioculturales de la ciencia y la tecnología, así como con sus aspectos metodológicos y epistemológicos. Trabajé con profesionales de gran calidad de los que aprendí mucho, como Fernando Ferrán, Nélida Cairo, José Ramón Albaine, José Tomás Pérez, entre otros colegas de la Cátedra de Quehacer Científico. Llegué luego a ser coordinador de esa cátedra, en tanto que a la par seguía trabajando también con la Cátedra de Hombre y Sociedad. Debo decir que alguien que me aportó mucho en mi crecimiento intelectual fue José Alcántara, quien coordinaba esa cátedra y fue a través de él como ingresé al intec. Varios años después, siendo yo decano, le cambiamos el nombre a la cátedra por Ser Humano y Sociedad, que es como se llama actualmente. En 1985 salí a hacer una maestría a Estados Unidos en Historia de la Ciencia y la Tecnología con dos énfasis claros en transferencia de tecnología y filosofía de la tecnología. En esa ocasión gané una beca de la Fulbright y me fui al Center for Philosophy and Technology, en la Polytechnic University de Nueva York, donde terminé a mediados de 1987. Regresé al país a inicios de 1988, porque me quedé seis meses como académico invitado en la universidad, trabajando con quien había sido mi tutor en la maestría, el doctor Carl Mitcham, quien dirigía el centro donde estudié. Después traduje al castellano uno de sus libros titulado Qué es la filosofía de la tecnología, y que luego se publicó en la editorial Anthropos de Barcelona. Al regresar al país me reintegré a la uasd y al intec, llegando en este último, un año después a ser designado decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades. Allí duré hasta mediados de 1991, cuando decidí irme a hacer el doctorado en el Center for Energy and Environmental Policy (ceep) de la Universidad de Delaware. Mi doctorado, en urbanismo y políticas públicas, se focalizó en desarrollo sostenible y políticas medioambientales. Mi tesis doctoral la hice justamente en ese tema en Costa Rica, y parte de ella está recogida en el libro que se titula Desarrollo sostenible en teoría y práctica, publicado recientemente por la uasd. Para estudiar en Delaware obtuve una beca de investigación que me otorgó el ceep. Además de estudiante de doctorado, se me integró al centro como asistente de investigación con la responsabilidad de trabajar varias horas a la semana en los proyectos que allí se desarrollaban. Esta actividad de investigación era parte del compromiso en mi doctorado y ello me permitía aprender y retroalimentar de mis profesores investigadores y de mis compañeros estudiantes. Esto, sin duda, contribuyó muchísimo a mi formación, ya que se trataba de un equipo interdisciplinario y multinacional realmente de mucho nivel y de vasta experiencia. En 2007, el director del cep, John Byrne, como parte del Panel Internacional sobre el Cambio Climático (ipcc, por su sigla original) fue elegido para compartir el Premio Nobel de la Paz junto a Al Gore por sus aportes en la lucha contra el calentamiento global y el cambio climático. Al terminar los requisitos presenciales de mis estudios doctorales a finales de 1992, me trasladé a Costa Rica a terminar mi tesis y luego volví a Delaware a defenderla. A mediados de 1993 entró a trabajar como parte de una ong ambientalista, una de las más grandes en Costa Rica, la Fundación Neotrópica. Allí trabajé un tiempo diseñando propuestas, evaluando proyectos y buscando recursos económicos para la organización. Un año y medio después me designaron director técnico de toda la fundación, con lo que pasé a ser prácticamente el segundo a bordo de la organización, ocupándome de todos los proyectos de campo ubicados en varias regiones del país. En esa posición permanecí hasta 1997 cuando salgo para pasar a trabajar como supervisor y coordinador de proyectos para Centroamérica en Nepenthes, una ong internacional danesa que financiaba proyectos para la región. Allí duré hasta el año 2000, cuando termina mi contrato y me concentro en otras actividades, fundamentalmente académicas. Estas fueron experiencias extraordinariamente enriquecedoras para mí, pues estuve haciendo algo totalmente diferente a lo que había hecho hasta llegar a Costa Rica. Trabajé con proyectos e iniciativas muy diversas, asesorando varias ong de comunidades locales, orientando en la parte de sostenibilidad social y medioambiental, desarrollando indicadores de sostenibilidad para los proyectos, diseñando y evaluando proyectos, etc. A la par de esto, un año después de llegar allá ingresé como docente al Instituto Tecnológico de Costa Rica, donde impartí por muchos años un seminario denominado Estudios Filosóficos e Históricos, cuyo contenido era realmente un enfoque social y filosófico de la ciencia y la tecnología. Luego entré a trabajar en la Universidad Nacional a nivel de postgrado, impartiendo las asignaturas Política Económica para el Desarrollo Sostenible y Evaluación de Impacto Ambiental. Bien, esa fue mi experiencia de aproximadamente diez años en Costa Rica, muy práctica pero también de tipo académica. Fueron experiencias que literalmente me cambiaron la vida y que me han servido mucho para reinsertarme en la República Dominicana. 

Hablemos un poco de su producción. ¿Se puede referir a su producción científica, a textos como Prácticas de gestión humana en la República Dominicana (escrito junto a Miguelina Veras) y a Desarrollo sostenible en teoría y práctica?

Prácticas de Gestión Humana en la República Dominicana es el resultado de un estudio que realizamos en 2005- 2006 con la licenciada Miguelina Veras, que en ese tiempo trabajaba como vicepresidenta de Ross Consulting y ahora es presidenta de su propia compañía de gestión humana, Macros. Miguelina es una persona muy interesante por su formación en esa área y una gran amiga, con ella aprendí muchísimo, con esa investigación me introduje en la temática de la gestión del talento humano y ahora realizó una investigación en el intec titulada Gestión del Capital Intelectual en Universidades de la República Dominicana. El libro, como su nombre lo indica, trata de las prácticas de gestión humana en el país, y busca ver un poco la estructura y la dinámica de las prácticas de gestión humana a partir de una muestra de empresas y organizaciones dominicanas a las que aplicamos un cuestionario que aparece al final de la obra. Este estudio fue financiado por varias organizaciones que aparecen también en el texto. Fue una iniciativa de Miguelina Veras en su condición de vicepresidenta de Ross Consulting y el intec, impulsado por su rectora en ese momento, la doctora Altagracia López. Es un libro que pretende ser un granito de arena en el estudio de las prácticas de gestión humana. Fíjate que no le estamos llamando recursos humanos, porque la visión que queremos posicionar en él es la de que el ser humano y su talento no son un recurso. Un recurso es algo que se usa, es un medio para algo, no un fin en sí mismo. Partimos de la visión ética deontológica de que todo ser humano es un fin en sí mismo, no un medio, no un recurso, sino que es un fin, es un sujeto ético, y como sujeto ético tiene un valor intrínseco, para sí mismo, no un valor para algo o para otro, y por eso le llamamos gestión humana a la gestión de personas, no recursos humanos. No creemos, ni Miguelina ni yo, que el ser humano sea un recurso. Es el ser humano que acepta ser usado, pero conscientemente, para hacer un trabajo, pero él no se degrada a la condición de recurso, sino que sigue siendo esa totalidad donde trabajo productivo, trabajo útil, no es todo lo que el ser humano es y hace, el ser humano es mucho más que eso. Somos entes complejos que existimos en múltiples contextos y dimensiones individuales y sociales. Desarrollo sostenible en teoría y práctica, por su parte, fue un libro publicado por la editorial de la uasd, al que lamentablemente no se le ha dado ninguna difusión, y lo digo con mucha tristeza, pues la Universidad nunca se preocupó por divulgarlo. Lamentablemente, la UASD suele publicar libros y los desaparecen o los divulga ni siquiera en su propia tienda, el Economato. Sinceramente no sé por qué sucede ésto, eso tienen que responder las autoridades de esa alta casa de estudios. Ese fue mi caso y conozco otros casos. No entiendo por qué nunca se ha vendido el libro en el Economato, a pesar de que se puso en circulación en la Feria del Libro del 2008, nunca se ha visto su distribución. Y un tema como este, se trata en asignaturas de grado y postgrado en las universidades del país, pero algunos profesores que me lo han pedido, particularmente en la maestría en Gestión Ambiental del intec, solo han tenido acceso a los ejemplares que yo he distribuido gratuitamente, porque no he querido vender las copias que me tocaron a mí. Lo que trato en este libro es una visión holística del desarrollo sostenible. Partiendo de que el desarrollo sostenible nunca debe reducirse a crecimiento económico o crecimiento sostenible y mucho menos sostenido, como lo entiende mucha gente, pretendiendo que están hablando de desarrollo sostenible. Como yo lo analizo, el desarrollo sostenible es una visión integral, compleja, de la relación ser humano-naturaleza. El ser humano no puede existir sin la naturaleza; la naturaleza, intervenida ya por el ser humano tampoco puede existir sin el ser humano. Es decir, es una naturaleza construida, por decirlo de alguna manera. Esa no es la naturaleza realmente virgen a la que se refiere muchas veces la gente. Realmente todo el contexto, y yo argumento eso en mi libro, todo el contexto de la naturaleza en el que actúa el ser humano ya no es natural, no es virgen o silvestre, es construido, modificado de alguna manera por el ser humano. Por tanto no podemos referirnos a esa naturaleza como la naturaleza virgen. Yo entiendo que la naturaleza construida existe fundamentalmente en relación con el ser humano, y es responsabilidad de éste el cuidarla y conservarla. Esta naturaleza modificada ya no está en capacidad de autorregenerarse, solo se podría autorregenerarse si el ser humano desapareciera de la faz de la Tierra, pero no va a desaparecer, ni estamos alegando que desaparezca. Lo que estamos reivindicando es la responsabilidad ética del ser humano de cuidar la integridad de ese medio ambiente, y muy particularmente de la naturaleza, en el entendido de que ésta tiene una razón intrínseca para existir y además tiene una razón de existir para los humanos. Esto lo veo a dos niveles, porque muchas veces se defiende la naturaleza de manera utilitaria, o sea, la defendemos porque la necesitamos, pero no nos ponemos a pensar que ella exista por sí misma y no para nosotros, que antes de que existieran los humanos en el mundo la naturaleza ya existía y no necesitaba de éstos. Entonces, si es así, la naturaleza existe como una realidad que tiene una razón de ser por ella misma. El ser humano la ha querido someter, a veces desconociendo esa realidad. En fin, es una lástima, reitero, que este libro no se esté distribuyendo. Afortunadamente, recientemente lo sometí a la editorial de la Universidad Nacional de Costa Rica y me acaban de informar que aceptaron publicarlo, incluso con carácter de prioridad, lo cual me satisface grandemente, pues veo que en otras tierras se valora lo que escribo. Aun así, me gustaría hacer una segunda edición en el país que verdaderamente se distribuya y llegue al público interesado en estos temas. 

En cuanto a su producción literaria, ¿podría abundar sobre Saturno devorado por el padre tiempo, novela que publicó en el 2008 y que es una narración dramática y yo diría que hasta ética de la realidad dominicana? Ciertamente, es un enfoque ético muy dramático y hasta trágico de la realidad hecha ficción. Los hechos reales que pasaron, están allí desde luego desdibujados, pues no era la idea reproducirlos tal cual acontecieron. Reconozco que soy un neófito en literatura, pero siempre me ha interesado cultivarla, he escrito poemas desde mi adolescencia, aunque sólo he publicado unos cuantos, he escrito algunos cuentos y actualmente estoy trabajando en un libro de cuentos cortos y en una segunda novela que espero poder terminar pronto. En cuanto al título de la novela, la metáfora obviamente viene de la mitología griega, Saturno devorando a sus hijos, y el libro muestra que en cierto sentido el Saturno de la obra devoró a sus hijos, pero él también es devorado, ¿por qué? Esto se presenta a través de una serie de acontecimientos y episodios dramáticos y trágicos que se van dando para mostrar que nuestra destrucción muchas veces no es realmente una destrucción física, es más que todo una destrucción moral. Y la destrucción moral suele ser peor que la física. En algún momento, uno de los personajes habla de que la muerte moral es peor que la muerte física, porque en la muerte física usted desaparece y ya no se cuestiona nada, simplemente desaparece, y con su desaparición desaparece también su capacidad de pensar y de razonar, pero con la muerte moral usted sigue vivo y sigue pensando, solo que se ha degradado moralmente y por ende en su condición humana. Y esa muerte o degradación moral te va matando poco a poco. Yo utilizo la metáfora de Prometeo encadenado, donde el gran peso de la culpa va poco a poco degradando tu humanidad. Realmente, la peor muerte que se puede tener es la muerte moral, es lo más terrible que le puede pasar a un ser humano sensible, y todos los personajes de esta obra son de una manera u otra sensibles a su realidad, pero como seres humanos, desde luego tienen todas sus virtudes y defectos, esta muerte moral es sin duda la peor tragedia que le puede pasar a un ser humano. En cuanto a lo que hablábamos antes, el ser humano es un sujeto ético, si pierde eso, ya está reducido y diluido en lo común, somos entonces animales iguales que los demás. El ser humano es un ser racional, dotado de conciencia y como tal está llamado a mirarse para dentro y a reflexionar sobre su entorno, con base en eso, ordena y mide su actuar acorde a las valoraciones éticas que tiene, y si pierde esas valoraciones éticas positivas, entonces es ahí donde viene su degradación como humano. Este libro es realmente una reflexión crítica, si se quiere, de ese proceso de degradación que se da en el ser humano cuando no actúa tomando en cuenta la integridad personal suya y la de los demás. A lo largo del texto se ven situaciones en las que los personajes se olvidan de que son entes integrales, están mutilados y solo realizan una sola de esas facetas. Utilizo muchas metáforas mitológicas, de dramas intensos, como las tragedias de Sófocles, Edipo Rey, tragedias de Esquilo, etc. Lo que busco en parte es tanto entretener como hacer pensar. Lamentablemente, Saturno devorado por el padre tiempo es una obra que también ha circulado muy poco, si bien la primera edición de 500 ejemplares ya se agotó por completo. Pero ello se debió a que muchos profesores del intec, donde se publicó la obra, la han puesto como lectura a sus alumnos. Pero casi no se conoce fuera de esta universidad. Y aunque a intec hay que celebrar que se preocupa por publicar la producción científica y literaria de sus profesores, esta institución tiene también el mismo problema que la uasd, no tiene mecanismos efectivos de difusión y comercialización de los textos que produce su Departamento de Publicaciones. Recientemente se discutió una nueva política de publicaciones y esperamos que este problema de la divulgación comience por fin a superarse.

Su capacidad multidisciplinaria es asombrosa. Estudió Filosofía y Sociología. Se ha especializado en ética, medio ambiente y en tecnología. Al mismo tiempo, dirige este observatorio de política, es catedrático universitario y poeta y novelista. A partir de lo que conozco de su trabajo, lo interesante es cómo logra que todas esas disciplinas converjan entre sí. Esto me hace pensar de inmediato en Juan Bosch, quien escribió sobre tantas áreas disímiles, pero que al final de una u otra manera todas se relacionaban. ¿Cree que nuestros profesionales están un poco homogeneizados y que su interés raras veces va más allá de sus propias profesiones? En mi próximo libro titulado La compleja existencia de la tecnología, yo analizo el problema de la complejidad y el pensamiento fragmentado. Según expone allí, la fragmentación y unidimensionalidad del pensamiento es una herencia de la modernidad. Es la tendencia del pensamiento unilateral que introdujo la modernidad, que aportó muchísimo desde luego al desarrollo de la humanidad, hasta tal punto que se podría decir que somos un producto directo de ello, pero que al mismo tiempo nos legó también un modelo de pensamiento lineal y fragmentado que se expresó en una educación mecanicista e instrumentalizadora del ser humano. Este pensamiento lineal deviene como una necesidad histórica, derivada de la presión por fragmentar y especializar el trabajo humano en la moderna sociedad capitalista que se instalaba. En síntesis, la idea del libro lleva hasta la necesidad de desarrollar una visión compleja de la realidad y particularmente de la tecnología, principal medio que el ser humano usa para intervenir y recrear dicha realidad. Entonces, respondiendo específicamente a la última parte de tu pregunta, me parece que el problema está, como plantea Edgar Morín, en que este conocimiento fragmentado según las disciplinas, se convierte en un gran obstáculo para aprehender los vínculos entre las partes y el todo. Por ello, sostiene Morín, la educación actual debe orientarse a potenciar la capacidad natural del ser humano de aprehender las cosas en sus contextos, sus complejidades y sus conjuntos.

Las políticas públicas: breve aproximación conceptual 

Autor: Gabriela Santoni Bisonó cursó estudios de Administración de Empresas y Filosofía en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (pucmm). Durante cuatro años, coordinó la Agenda del Poder Ejecutivo en la Dirección de Información, Análisis y Programación Estratégica de la Presidencia (diape). A lo largo de este período, condujo investigaciones en el ámbito de las políticas sociales en la República Dominicana. Actualmente, coordina la Agenda Internacional en la diape. Entre otros proyectos, labora en la construcción de un Índice de Desempeño Gubernamental (idg) y la fundamentación de una ética dialógica en el contexto de una nueva gobernanza global.

Categoría: Política 

La definición del término ‘política pública’ resulta problemática. Dicha situación se debe al uso equivocado dado al término, ampliamente popularizado en las últimas décadas. Como afirma Omar Guerrero Orozco (1993), hay tantas acepciones de políticas públicas como “enfoques que destacan discrecionalmente” alguno de sus aspectos. El presente trabajo trata de definir aquello que se implica por política pública mediante una delimitación conceptual progresiva, a los fines de establecer un referente teórico para contextualizar las investigaciones promovidas por la Unidad de Políticas Públicas de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (opd-Funglode). En consecuencia, constituye un punto de partida provisional a ser enriquecido por posteriores debates y contribuciones. 

Consideraciones etimológicas 

El término política pública proviene de la expresión anglosajona “public policy”, retomada por Harold Lasswell en 1951. Empero, su traducción al español se dificulta: en este idioma, política se refiere tanto a politics como a policy. Mientras politics denomina la política en su acepción tradicional, policy implica un determinado tipo de acción gubernamental. En ese sentido, Carlos Ángel Hoyos (1998) señala que “política pública implica, de suyo, una reiteración”. Tanto política como pública se refieren al “plano de la esfera pública”: política al implicar la vida en la polis, en colectividad, y pública por contraponerse a lo privado, en tanto que referencia a lo colectivo por oposición a aquello individual. Según indica, si la política pública se refiere al entramado de relaciones conjugadas en la vida colectiva, privado se refiere a aquello que escapa a la colectividad. Lo anterior se debe a que el interés individual no necesariamente coincide con el colectivo. Por tanto, subyace una tensión que sólo puede resolverse mediante la negociación entre lo individual y lo colectivo. Sin embargo, la acotación “pública” resulta necesaria. Se establece así la diferencia entre aquellas políticas adoptadas en el ámbito empresarial de aquellas que se insertan en la esfera nacional. Mientras unas se orientan a la solución de los problemas en el seno de lo privado, las segundas emergen como respuesta a las demandas de amplios grupos sociales. Consecuentemente, un problema será público o privado dependiendo de su alcance. Si afecta exclusivamente a uno o varios individuos, será privado, y deberá resolverse mediante esfuerzos privados (Huang, 2002). Por el contrario, un problema público incide en la sociedad en su conjunto; es decir, es compartido socialmente y debe ser resuelto de manera colectiva. 

La Ciencia de las Políticas y la Ciencia de la Administración 

Las políticas públicas constituyen un campo del saber de reciente desarrollo. Enriquecido con aportes de la Economía, la Sociología, la Estadística, la Administración y otras ciencias, este estudio genera un nuevo tipo de conocimiento orientado hacia la resolución de prioridades prácticas y situaciones problemáticas determinadas en el ámbito de lo público. Según Thomas Dye (1986), política pública es todo aquello que el Gobierno hace o deja de hacer. Empero, esta definición no facilita distinguir entre la Ciencia de las Políticas de aquella de la Administración Pública. Dado que ambas se centran en el Gobierno y, por extensión, en la labor gubernamental, conviene delimitar las propiamente. En 1887, Woodrow Wilson señaló la necesidad de una ciencia de la actividad gubernamental que sustentase las decisiones surgidas en el seno estatal. Para Wilson, las “cuestiones administrativas no son cuestiones políticas”. Así legitimó una ciencia de la Administración Pública orientada al mejoramiento de la acción gubernamental. Al evidenciar la necesidad de un conocimiento rigurosamente elaborado en el ámbito estatal, Wilson plantea una ineludible relación entre académicos y políticos. La posibilidad y beneficios evidentes de esta relación sientan las bases para una posterior Ciencia de las Políticas. Sin embargo, esta disciplina no surge como tal hasta los años cincuenta. Para esa época, la estrecha vinculación existente entre la Ciencia de la Administración y la Ciencia de las Políticas generó espacios en los cuales las diferencias se tornan difusas. De hecho, un gran número de académicos se resistió a reconocer en las Políticas Públicas una ciencia. En consecuencia, resulta propicio distinguir una de otra. Guerrero Orozco (1993) sugiere establecer la “diferencia específica” a partir del tipo de acción gubernamental que compete a cada una de las disciplinas. En el caso de las Políticas Públicas, el análisis se enfoca esencialmente en las acciones gubernamentales orientadas a propiciar la cooperación social o a desestimular el conflicto (Frohock, 1979). En este sentido, Frohock estima que “las políticas públicas son patrones de acción que resuelven conflictos y proveen de incentivos a la cooperación. Los patrones de acción no actúan aisladamente, sino dentro del marco más general de los programas de gobierno. Así pues, son actos específicos de gobierno” (Guerrero Orozco, 1989). Es decir, las políticas son el resultado de una praxis social; no constituyen un evento aislado. Por el contrario, resultan de interacciones complejas entre los actores sociales. Guiados por sus intereses y necesidades, estos actores generan procesos mediante los cuales establecen prioridades negociadas en el marco de unas reglas de juego previamente establecidas. 

Antecedentes de la Ciencia de las Políticas 

Desde el surgimiento del Estado, los pueblos intentan mejorar las relaciones entre personas e instituciones mediante la aplicación de conocimiento a las decisiones gubernamentales (Peter De León, 1997). Como señala Omar Guerrero Orozco (1989), “la emisión de juicios razonados para la solución de problemas políticos” se remonta a filósofos como Platón, Hobbes y otros pensadores dedicados a la comprensión del Estado. En su esfuerzo por determinar la naturaleza de los gobiernos y sus prioridades, estos pensadores han analizado la acción estatal en el seno de sus sociedades. Asimismo, asesoran a gobernantes y contribuyen al desarrollo de una teoría del Estado. Sin embargo, esta asesoría se daba de manera personal. Por tanto, se encontraba condicionada por las preferencias e intereses de estos asesores, cuyos objetivos no necesariamente obedecían al espíritu científico (De León, 1997). Así, las reflexiones de Hobbes sobre el Leviatán pretendieron justificar la monarquía inglesa. Recién a finales del siglo xix el desarrollo de las ciencias sociales propició el surgimiento de una ciencia aplicada de la política. Sin duda alguna, la Sociología, la Economía y el surgimiento de nuevas metodologías de investigación científica contribuyeron a una revalorización del conocimiento científico en la praxis política. 

Grandes aportes que posibilitaron la Ciencia de las Políticas A partir de lo anterior, Woodrow Wilson planteó la necesidad de “desarrollar una doctrina científica aplicada a la administración” (Saldivar, 2008). Como señala Marcelo González Tachiquín (2008), el político estadounidense derivó dicho requerimiento de la necesidad de separar “la decisión política ante la ejecución burocrática”. Es decir, la urgencia de institucionalizar las decisiones. Posteriormente, el pragmatismo estadounidense generó condiciones para una Ciencia de las Políticas. En oposición a la tradición europea, William James planteó una concepción “pragmática” de la realidad. Dicha concepción implica que la validez de todo sistema de creencias (fuere científico, religioso o ético) dependerá esencialmente de sus efectos prácticos. Tomando como referencia tales desarrollos, surge el utilitarismo de John Dewey. Éste amplía las nociones pragmáticas de James, proporcionándoles una orientación instrumental. De acuerdo a Dewey, la investigación científica no debe perseguir una interpretación abstracta de la realidad; además, debe centrarse en la transformación de una determinada situación (De León, 1997). Sustentado en lo anterior, Dewey abordó los problemas del buen gobierno y “Lo público y sus problemas” (Wyne Parsons, 2007). Es decir, la manera mediante la cual una sociedad define sus prioridades e identifica aquello que asume como problemático y que, debido a dicha calidad de “problemático”, debe ser modificado. En este contexto, Walter Lippman propició una reflexión sistemática en torno a una ciencia de los procesos decisorios asociados a la acción política. En 1932, el autor afirmó que “nuestra capacidad para obtener lineamientos prácticos a partir de las ciencias teóricas es fundamentalmente limitada”. Durante la misma década, el politólogo Charles Merriam (1940) trabajó en un referente teórico que vincula la teoría política con la praxis concreta. Merriam pretendía sustentar científicamente las acciones políticas y de los Estados ante las exigencias ciudadanas. Con este objetivo, se enfocó en las decisiones de orden público y las dinámicas que las engendran. 

El surgimiento de la Ciencia de las Políticas Autores como Peter de León (1996), Ives Meny y Jean Claude Thoenig (1992) coinciden en atribuir a Harold Lasswell la paternidad de las “ciencias de las políticas”, en referencia a lo que entendemos por el análisis de las “políticas públicas”. Como acota Alejandro M. Estévez (2002), Lasswell construyó el primer modelo teórico acabado sobre las políticas públicas. En el texto Ciencias de las Políticas: desarrollos recientes en alcance y método, Lasswell distinguió “el conocimiento del proceso de las políticas” del “conocimiento en el proceso de las políticas” (Aguilar, 1993). El modelo teórico desarrollado por el autor distingue dos enfoques distintos en relación con la conceptualización y entendimiento de aquello que denominó “ciencias de la política”. En este sentido, Joan Subirats (1993) explica que “si el énfasis se coloca en el análisis del proceso de la política, entonces los resultados son más bien descriptivos y explicativos”. Por el contrario, “si el acento se coloca en la elaboración e implementación de la política, el análisis tiende a desplazarse hacia la vertiente más descriptiva y se llena de recomendaciones para el gestor”. Como indica Gary Brewer (1973), el modelo emergió como “actividad profesional discernible”. En un ensayo editado por la Rand Corporation, justifica la necesidad de la delimitación del ámbito específico de la disciplina, así como sus metodologías propias para dotarla de la rigurosidad necesaria para hacer de ella una ciencia. David Easton (1953) se interesó por un modelo teórico que explicase la vida política. Tras revisar el “estado de la teoría” política, se dedicó a la conceptualización del modelo, influenciado por la teoría general de sistemas. Desarrollada en la Universidad de Michigan, esta teoría incide de manera determinante en la concepción de Easton. Según Eduardo Arnoletto (2007), para Easton política se refiere a “la distribución autoritaria de valores”. Por “autoritaria” implica que “los miembros de la sociedad aceptan que esa distribución de valores es vinculante”. De esta manera, afirma que es “uno de los pocos intentos serios y sistemáticos de fundamentar el empleo del análisis de sistemas en el campo de la Ciencia Política”. Mediante el enfoque de sistemas, Easton (1953) asume el conjunto político como una articulación integrada de procesos interrelacionados, siendo esta característica el fundamento de su unidad. Dicho sistema se inscribe en un entorno específico: la sociedad. Al estar integradas en el sistema, las demandas son asumidas como insumos o inputs. Mediante sus acciones, las autoridades transforman estas demandas en productos u outputs. La retroalimentación o feedback informa al sistema del resultado de la intervención: el impacto de las políticas. Aunque éstas resultan de procesos decisorios en el interior del sistema, su efectividad selo puede determinarse mediante la retroalimentación. Consecuentemente, las políticas son asumidas como resultado del sistema. De acuerdo a Meny y Thoening (1992), se pierde así una dimensión importante: ¿cómo condicionan las políticas al sistema político? En opinión de ambos autores, esta insuficiencia evade el necesario planteamiento de cómo las políticas determinan lo político. Denis Monière (1976) plantea que el trabajo de Easton presenta desafíos de orden epistemológico. Según explica, toda práctica social se funda en una ideología, incluyendo la práctica científica. En consecuencia, en tanto que prácticas sociales, los desarrollos teóricos se encuentran también condicionados por dicha ideología. Lo anterior implica que no hay una ruptura epistemológica entre los desarrollos teóricos y las realidades fenomenológicas que pretenden representar. Es decir, para Monière, la ciencia no se divorcia de la ideología; se encuentra condicionada por ella: teoría e ideología se articulan, fundamentando los conceptos de la praxis científica. Ya para los años sesenta, la teoría administrativista definió política pública como toda intervención estatal orientada a la consecución de objetivos; es decir, acciones dirigidas a transformar “situaciones sociales” (Revista Internacional de Ciencias Sociales, 2004). Entre otras limitaciones del enfoque administrativista, Subirats señala que exige una clara definición de los objetivos, mientras que el terreno en el cual se gestan y desarrollan las políticas es ambiguo y complejo. En el seno de las colectividades se contraponen intereses contradictorios. Dado que los recursos son limitados, su asignación se realiza en detrimento de otras iniciativas. Consecuentemente, las políticas se asumen como una expresión de las relaciones entre el Estado y la sociedad. 

Las políticas públicas: una noción resbaladiza 

Aguilar considera que las políticas constituyen “una empresa de teoría positiva que busca producir descripciones, definiciones, clasificaciones y explicaciones del proceso por medio del cual un sistema político dado y, en especial, el Gobierno, elabora y desarrolla las decisiones relativas a asuntos públicos” (vol. 1, p. 52). Para Jean-Claude Thoenig, las políticas públicas remiten a “la acción de las autoridades públicas en el seno de la sociedad”. Junto a Yves Meny (1992), plantea la existencia de dos enfoques: el socio-céntrico y el estado-céntrico. Representado por los modelos funcionalistas, marxistas y neomarxistas, el primero enfatiza las luchas de clase por el poder. Por el contrario, el segundo asume al Estado como un entramado institucional que incorpora a los segmentos sociales en la formulación de las políticas. Esta última perspectiva posibilita procesos deliberativos para la articulación de las elecciones públicas (Meny, 1992). Así, las políticas públicas son consideradas como resultado del proceso colectivo deliberativo. En 1983, la introducción del concepto Neocorporativismo (P. Schmitter, 1983) concilió ambos enfoques. El Estado deja de ser interpretado como un ente ajeno a las pugnas de poder. Por el contrario, se encuentra enfrentado a los demás grupos sociales. Empero, puede promover procesos de negociación a favor de la resolución de conflictos. 38 Posteriormente, Douglas North (1993) planteó que “el crecimiento económico sostenido sólo puede lograrse en un ambiente institucional propicio para que surjan soluciones cooperativas” (Prado Robles, 1998). Definiendo las instituciones como las reglas del juego predominantes en una sociedad, North propone nuevas bases para la formulación de políticas. A este fin, redescubre el rol del Estado en las dinámicas de poder y su capacidad para reconfigurar las. Superando la visión conductista que relegaba la incidencia del contexto en el comportamiento de los actores, plantea que el poder de un Estado no depende exclusivamente de su capacidad para imponer decisiones (Mendíaz, 2004). Además, esta capacidad depende de la configuración estatal: el entramado institucional que lo constituye. Resultado de la distribución de poder al interior de una colectividad, las instituciones a su vez condicionan los desarrollos posibles de ésta. Así determinan la distribución de los recursos y el ámbito de acciones posibles en la esfera pública. Responsable de la redistribución de los recursos colectivos, el Estado articula respuestas a las demandas sociales. Es en esta función que radica el sentido mismo de la democracia deliberativa. Sin embargo, la arquitectura institucional, los valores culturales predominantes y la cohesión social existente determinan Posteriormente, Douglas North (1993) planteó que “el crecimiento económico sostenido sólo puede lograrse en un ambiente institucional propicio para que surjan soluciones cooperativas” (Prado Robles, 1998). Definiendo las instituciones como las reglas del juego predominantes en una sociedad, North propone nuevas bases para la formulación de políticas. A este fin, redescubre el rol del Estado en las dinámicas de poder y su capacidad para reconfigurar las. Superando la visión conductista que relegaba la incidencia del contexto en el comportamiento de los actores, plantea que el poder de un Estado no depende exclusivamente de su capacidad para imponer decisiones (Mendíaz, 2004). Además, esta capacidad depende de la configuración estatal: el entramado institucional que lo constituye. Resultado de la distribución de poder al interior de una colectividad, las instituciones a su vez condicionan los desarrollos posibles de ésta. Así determinan la distribución de los recursos y el ámbito de acciones posibles en la esfera pública. Responsable de la redistribución de los recursos colectivos, el Estado articula respuestas a las demandas sociales. Es en esta función que radica el sentido mismo de la democracia deliberativa. Sin embargo, la arquitectura institucional, los valores culturales predominantes y la cohesión social existente determinan su capacidad para ello. Desde dicha óptica, la inacción estatal resulta en sí misma una política de Estado. Ésta implica la racionalidad que orienta la formulación y ejecución de las políticas, asumidas como resultado y expresión del sistema que las engendra. Así se define el horizonte de la política, en el cual se insertan sus objetivos, metas, estrategias y programas. 

El futuro del estudio de las políticas públicas  

Como señala Peter De León, los autores más pesimistas coincidieron con Schon y Rein (1994). Según explica, ambos autores afirman que “el movimiento analítico de las políticas que Harold Laswell inició a principios de la década de los cincuenta ha fracasado en gran medida”. Sin embargo, la adopción de nuevas herramientas evidencia que esta exploración rinde sus frutos. Aunque gran cantidad de problemas estructurales persisten, es evidente que la Administración Pública se ha enriquecido con aportes metodológicos y conceptuales provenientes de esta reflexión. En la actualidad, varios organismos multilaterales y gobiernos recurren a la estructuración de procesos que plantea Gary D. Brewer (1973). Como afirma Theodore J. Lowi (1993), “los estudios de caso sobre el proceso de elaboración de las políticas son uno de los métodos más importantes de análisis de la ciencia política”. Estos estudios permiten determinar el impacto real de las acciones gubernamentales y proporcionan referentes empíricos a partir de los cuales redefinir la acción estatal.

Bibliografía 

Arnoletto, E. J. (2007), “Curso de teoría política”, tomado el 19 de marzo de . Brewer, G. D. (1973), “The Policy Science Emerges: to nurture and structure a discipline” en The Rand Paper Series, Santa Monica: The Rand Corporation. De León, P. (1996), “Una revisión del proceso de las políticas: de Laswell a Sabatier”, tomado el 23 de enero de 2009 de . De León, P. y S. Overman. (1997), “A history of the policy sciences”, en J. Rabin, W. B. Hildreth, and G. J. Miller (eds.), Handbook of Public Administration, pp. 467-506. Dye, T. (1986), Understanding Public Policy, Englewood Cliffs: Longman Higher Education. Easton, D. (1953), The Political System: An Inquiry Into the State of Political Science, Alfred A. Knopf. Frohock, F. (1979), Public Policy: Scope and Logia, Englewood Cliffs, New Jersey: Prentice-Hall. Guerrero Orozco, O. (1989), “Políticas públicas: ¿una resurrección de la ciencia de la policía?”, Teoría y praxis administrativa, II (11), 41-44. Guerrero Orozco, O. (1993), “Políticas públicas: interrogantes”, Revista de Administración Pública, 84, 83-88. González Tachiquín, M. (2008), “Orígenes de los estudios de las políticas públicas”, en Syntesis, 45, 1-4. Hoyos Medina, C. (1998). “Política pública y sujeto: la condición de la universidad pública”, en Revista Perfiles Educativos, (79), 94-117. Centro de Estudios Sobre la Universidad cesu unam. Huang, R. (2002), “On the Nature of Public Policy”, en Chinese Public Administration Review 1(3/4), 275-282. Lippman, W. (1932), “The Scholar in a Troubled World”, en The Atlantic Monthly, 148-152. Lowi, T. J. (2000), “Políticas públicas, estudios de caso y teoría política”, en La hechura de las políticas públicas, Luis Aguilar V., Ed., (2000), 89-117. México, Miguel Ángel Porrúa. Mendíaz, M. G. (2004), “El Estado y las políticas públicas. Las visiones desde el neoinstitucionalismo”, tomado el 12 de abril de 2009 de http:// biblioteca.puntoedu.edu.ar/dspace/ handle/2133/847. Merriam, C. (1940). “Public Administration and Political Theory”, Journal of Social Philosophy, 5 (4), 293-308. Monière, D. (1976), Critique épistémologique de l’analyse systémique de David Easton, Ottawa: Les Éditions de l’Université d’Ottawa. Parsons, W. (2007), Políticas públicas: Una introducción a la teoría y a la práctica del análisis de políticas públicas, México: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Prado Robles, G., “El pensamiento económico de Douglas C. North”, revista Laissez Faire, núm. 9 de septiembre de 1998. Revista Internacional de Ciencias Sociales, (2004) “Los efectos de las investigaciones en la política: Monografías en torno a los vínculos entre ciencias sociales y políticas públicas”. Saldivar, G. (2008), “Nacimiento y desarrollo de las políticas públicas”, tomado el 21 de diciembre de 2009, de . Subirats, J. (1993), “Análisis de políticas públicas y gestión pública: promesas y riesgos de una vida en común”, Ekonomiaz, 26 (146), 144-149. Wilson, W. (1887), “The Study of Administration”, tomado el 21 de febrero de 2009 de . Zimerman, H. J. “Origen y actualidad de las políticas públicas”, Ciudad Política, revista electrónica, tomado el 12 de febrero de 2009.


9 comentarios

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