La hipercompetencia global en los mercados internacional y local es el nuevo nombre del juego en la economía mundial. El jugador más veloz impone el ritmo de la competencia, forzando a los demás jugadores a elevar su capacidad y agilidad de respuesta a los cambios de los mercados. El estancamiento económico y exportador de México en los últimos años, ante la velocidad de crecimiento económico, industrial y exportador de China, está rezagando el posicionamiento de este país dentro del mercado de Estados Unidos. Las consecuencias de este fenómeno pueden ser mucho más graves para México de lo que se percibe en la actualidad, suponiendo que el dinamismo chino es temporal.
En 2001, observamos dentro del mercado estadounidense que la ventaja competitiva relevada que es la participación en el mercado (market share) de México, lo colocaba en el segundo lugar con 11.51%, después de Canadá (18.95%). Sin embargo, en 2003 China escaló al segundo lugar con 12.01% del mercado, desplazando a Japón y a México, que disminuyó su participación a 11.05%, lo cual indica que el país no sustentó su ventaja competitiva. En 2006, las exportaciones chinas conformaron el 16% con un valor total de 287,000 millones de dólares, mientras que las de México se mantienen en el 11% y son de poco menos de 200,000 millones de dólares.
Dentro de los sectores mexicanos, el que más se ha visto afectado es el del calzado, tanto en el mercado estadounidense como en el mismo mercado local. En 2006, el mercado estadounidense de importación de calzado alcanzó un valor superior a los 19,000 millones de dólares; China es el líder del mercado con una participación de 72.49%, mientras que México ocupa la séptima posición con tan sólo el 1.43%.
La competencia de China, sin duda, ha venido desplazando a las empresas mexicanas, sobre todo en algunos nichos de productos como tenis de plástico y en general el zapato económico. Asimismo, el mercado local se ha visto afectado por la introducción de artículos de bajo costo y casos de competencia desleal como el contrabando. Más aún, en el mercado mundial la participación de este país asiático pasó de concentrar 3.8% del mercado en 2000 a 6.5%, mostrando un incremento constante, mientras toda la región de América del Norte, es decir, del tlcan, disminuyó su participación en casi cuatro puntos porcentuales, concentrando en 2004 el 14.47%.
México perdió su posicionamiento porque basó su ventaja competitiva en factores temporales y no sustentables, lo cual se manifestó ante la entrada de China como nuevo jugador internacional. La fuente de ventaja competitiva sustentable para México ya no puede ser la manufactura de ensamble, la mano de obra barata, las importaciones subsidiadas por un tipo de cambio sobrevaluado, ni el tener un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Ahora requerimos un modelo exportador basado en la competitividad sistémica y en nuevas fuentes de ventaja competitiva sustentable fundadas en la mano de obra productiva y en la manufactura de alto valor agregado; esto es la innovación.
La maquila de ensamble se observa en los datos de exportación de México; del total de las exportaciones de manufactura, las importaciones asociadas a la exportación son el 60%; esto es que de los cinco carros que conforman la locomotora exportadora, tres son de importación y sólo dos son de contenido nacional. A este respecto, el Banco Mundial fue muy claro en su evaluación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte 10 años después:
México parece no experimentar un cambio favorable en su actividad innovadora. Ello es evidencia de que México no tiene un fuerte encadenamiento de su Sistema Nacional de Innovación, al grado de que su dinámica sólo se sustenta en la ventaja temporal de los bajos costos de mano de obra, en un proceso simple de maquila, y no en el desarrollo de una base de conocimiento dirigido por la innovación que haría sustentable el crecimiento de los sectores.”1 Asimismo, de acuerdo con diversos estudios de importantes organismos internacionales como la cepal y el bid, los gobiernos latinoamericanos no han logrado consolidar el desarrollo de la ciencia y la tecnología, ni el mejoramiento continuo de sus sistemas educativos, ni crear una infraestructura acorde a las nuevas necesidades, ni mucho menos crear sistemas financieros orientados a servir como pilar de desarrollo. Es importante enfatizar que las estrategias de inserción en la globalización deben ser activas; deben reconocer la existencia de asimetrías y limitaciones en los recursos disponibles. También es importante intentar desarrollar aquellos sectores y regiones que por su importancia y condiciones resulten prioritarios. Sólo de esta manera podrá Latinoamérica incentivar la acumulación de capital y la innovación, como fuentes de un crecimiento robusto y sostenido.
México y América Latina requieren una nueva estrategia de competitividad que implique no sólo un pacto y una alianza entre los sectores. En el caso de México, se debe reconocer que ha perdido y lo sigue haciendo su participación en el mercado internacional ante China, porque se ha agotado el modelo exportador basado en la manufactura de ensamble, y requerimos un cambio de estrategia y de política de competitividad.
De lo anterior, otro gran ejemplo es la inversión de la industria automotriz china en Tijuana. La empresa estadounidense Chamco Autos y la firma china ZX Auto China firmaron una carta de intención para instalar una fábrica en la ciudad mexicana de Tijuana, la primera de la marca asiática en América, en la que ambas firmas invertirán 400 millones de dólares en los próximos cinco años. La planta generará 5,000 empleos en Baja California y fabricará un número todavía no determinado de vehículos utilitarios y camionetas. Según el acuerdo, ZX Auto China fabricará los automóviles y Chamco Autos se encargará de distribuirlos a los diferentes mercados, principalmente Estados Unidos. Los vehículos que se fabricarán en la planta tendrán diseño chino.
Si no reconocemos la necesidad del cambio de modelo, la perspectiva es poco alentadora, dado el estancamiento de México y América Latina y el rápido crecimiento de China. De acuerdo con la cepal, los países de América Latina y el Caribe en el 2006 crecieron alrededor de 4%, tasa ligeramente superior a la observada durante 2005. Asimismo, se proyecta una leve reducción de la tasa de crecimiento promedio de la región para 2007, de aproximadamente medio punto porcentual, producto de la culminación de los procesos de recuperación de Argentina y Venezuela, principalmente.3 La economía mexicana en el sexenio pasado creció en promedio 2.2% anual, mientras la industria manufacturera decreció de 2000 a 2004 en 0.48%. Por su parte, la economía china creció un 10% anual y la producción industrial lo hizo un 20%. Esto quiere decir que en menos de cuatro años China duplicará su planta industrial y por lo tanto su capacidad productiva y exportadora.
La estrategia china
La hipercompetencia global en los mercados local e internacional implica velocidad de cambio. Es urgente aterrizar las reformas estructurales con una política de competitividad sistémica y sectorial con visión de largo plazo, pues el modelo de apertura a la globalización implica que el país no puede crecer si no es competitivo. Los seis objetivos delineados en el Programa de Desarrollo Económico y Social de China reflejan la importancia fundamental de que un país cuente con una estrategia dirigida al crecimiento económico sustentable. Ello requiere la alineación de la política económica y social con el fortalecimiento del aparato productivo y el desarrollo integral de la población como elemento esencial para el fortalecimiento de la fuerza laboral de un país. China buscará mantener sus tasas de crecimiento económico a los mismos niveles que ha alcanzado durante la última década, así como desarrollar empresas competitivas internacionalmente que permitan posicionar marcas chinas como líderes en el mercado mundial.
La estrategia de desarrollo de China tiene varias lecciones fundamentales para América Latina. Primero, la estrategia de desarrollo del país debe de ser sistémica, es decir, por un lado estar enfocada al fortalecimiento del aparato productivo, y de manera simultánea, al fortalecimiento de la fuerza laboral y a la sustentabilidad de los recursos naturales; todo ello enfocado al desarrollo de empresas internacionalmente competitivas. La estrategia de China también refleja la necesidad fundamental de contar con un marco institucional eficiente que fomente la creación y desarrollo de nuevas empresas, y que sea atractivo para la inversión extranjera. Ello es un elemento fundamental de la competitividad sistémica de un país, pues el marco institucional afecta el desempeño de la economía en todas sus vertientes. Finalmente, América Latina, al igual que China, debe enfocar su estrategia hacia el desarrollo de productos y servicios de mayor valor agregado, a través de un upgrading continuo de su economía. Así, la combinación de estos distintos elementos de la estrategia de desarrollo de China es fundamental para el caso de México, y la única vía para el desarrollo económico y social sustentable para nuestro país. La prueba de ello es que China continúa creciendo a tasas del 10% anual, su industria a un promedio del 18%, y se mantiene como el segundo socio comercial más importante de Estados Unidos.
En este contexto, resulta relevante aprovechar la experiencia y las lecciones derivadas del desarrollo económico de China, el cual, como mencionamos, se basó en una estrategia de competitividad paralela al proceso de apertura, mientras que México y América Latina en general siguieron una estrategia pasiva ante la apertura, carente de políticas de competitividad. En este marco se hace evidente la importancia de implementar una política industrial de competitividad e inserción activa en la globalización como vía al crecimiento balanceado.
El cuadro anterior presenta un resumen de la estrategia de apertura tanto de China como de México, en donde el primer país presenta una estrategia activa para cada nivel micro, meso y macroeconómico, al mismo tiempo que cree en la competencia cooperativa y alianzas estratégicas, mientras que el segundo se basa en el dicho “la mejor política industrial es la que no existe” y opera bajo el concepto de competencia darwinista.
La entrada de China a los mercados internacionales ha puesto frente a los países latinoamericanos un férreo competidor por flujos de capital, que también presenta un alto grado de especialización en las manufacturas. Por el momento, en casos como los de México y la República Dominicana se observa cierta resistencia a la competencia comercial china, especialmente en sectores en donde los costos de transporte son decisivos y existe una fuerte integración vertical con la producción estadounidense, aspectos que compensan en cierta forma la ventaja china en costos; pero en general China se está consolidando como la fábrica mundial.
China ha puesto de manifiesto las grandes transformaciones de la economía mundial que representan retos y oportunidades, donde América Latina debe aprovechar su competencia como impulsor para modernizar y fortalecer su sector industrial y aprovechar un mercado creciente por medio del intercambio comercial y las alianzas estratégicas. En términos generales, podemos concluir de la experiencia china:
• Se debe partir de un objetivo claro y de largo plazo, una visión de nación compartida por los encargados de diseñar las estrategias e implementar los mecanismos para lograrlos. Además del compromiso compartido entre los diversos actores económicos.
• Reconocer que el sector primario (agropecuario) juega un papel fundamental en el desarrollo equilibrado de la economía de un país y que no se debe abandonar.
• Se deben reconocer los alcances, el potencial y las limitaciones de los recursos disponibles, por lo tanto, a partir de un diagnóstico de la economía nacional se deben desarrollar aquellos sectores y regiones que por su importancia y condiciones resulten prioritarios.
• La competencia es fundamental para el desarrollo de empresas de clase mundial, ya que quienes compiten son las empresas; es por ello que los gobiernos deben adoptar su papel como promotores del desarrollo apoyando a las empresas, fomentando el incremento de la competitividad y generando las condiciones necesarias para ello.
• La base para el incremento de la competitividad se encuentra en el desarrollo de tecnología de productos, procesos y administrativa; la mejora de la infraestructura física y de telecomunicaciones, y la generación de un sistema financiero que permita el desarrollo de las empresas por medio de la disponibilidad de los recursos necesarios para su crecimiento y modernización.
• Por último, aunque no menos importante, es indispensable la buena implementación de los instrumentos y las acciones dirigidas a cada sector y al conjunto del sistema económico.
Ante este contexto, el reto para América Latina es avanzar hacia una nueva etapa de industrialización exportadora con articulación de cadenas productivas que permitan disminuir la importación de bienes intermedios y generar un nuevo proceso de sustitución competitiva de importaciones; etapa donde la industria retome su papel como motor del crecimiento, basado en una política de competitividad industrial, con crecimiento balanceado entre el mercado interno y externo, dentro de un modelo macro de crecimiento competitivo con estabilidad, todo esto concretado en una política económica de competitividad sistémica que genere un entorno competitivo para el desarrollo de empresas competitivas y sustentables tipo ifa (Inteligentes en la organización, Flexibles en la producción y Ágiles en la comercialización),4 con base en un enfoque sistémico, integral y de crecimiento competitivo.
La estrategia de inserción activa implica que los sectores productivos realicen transformaciones en su estructura, tanto productiva como comercial, que permitan obtener productos de mayor valor agregado; es decir, realizar un escalamiento productivo. Asi, la nueva estrategia de México y América Latina debe ser una apertura activa: “La mejor estrategia de defensa es el ataque con una política de competitividad sistémica y crecimiento sostenido y sustentable”. Dentro de este nuevo enfoque, la política de competitividad está dirigida a desarrollar las capacidades competitivas de los sectores, fomentando el desarrollo industrial con una política de incentivos, no de subsidios, permitiendo que las empresas aumenten su competitividad de manera sustentable, articulando las cadenas productivas, agregando cada vez mayor valor a los bienes y servicios e innovando a lo largo de toda la cadena global de valor, así como escalando a cadenas de valor con mayor valor agregado
Notas
1 Banco Mundial, 2003. Lecciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte para los países de Latinoamérica y el Caribe. 2 cnn Expansión. 28 de junio de 2007. 3 cepal, 2006. América Latina y el Caribe: proyecciones 2006-2007. Serie de estudios estadísticos y prospectivos. 4 Ver Villarreal, René. ifa: la empresa competitiva sustentable en la era del capital intelectual. México. Mc Graw Hill, 2003.
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