Revista GLOBAL

Gobierno electrónico y percepción sobre la corrupción

por Reyson Lizardo Galvá
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A pesar de que la tecnología tiene cada vez mayor presencia en la sociedad moderna y el desarrollo del Gobierno electrónico es cada vez más avanzado, esto no se refleja necesariamente en una reducción de la corrupción, especialmente en América Latina. Este artículo resume los resultados del trabajo de investigación realizado para examinar en esa región la relación entre el desarrollo del «Gobierno» y la percepción ciudadana de corrupción, buscando encontrar factores que la expliquen. 111 l igual que el resto del mundo, en la última década América Latina ha acusado un significativo avance en el uso de las TIC en la Administración Pública, al tiempo que ha aumentado la penetración del Internet 1 y se ha cerrado cada vez más la brecha digital.2 Un indicador ampliamente utilizado por investigadores y académicos para medir ambos elementos es el e Government Readiness Index, o Índice de Preparación para el «Gobierno», del e Government Survey de Naciones Unidas (UN).

En los informes de UN de 2003, 2005, 2008, 2010, 2012 y 2014, América Latina presenta una puntuación de 0.444, 0.476, 0.504, 0.480, 0.542 y 0.522 (ONU, 20032014). Mientras esto pasa, y también como parte de una tendencia mundial, los países latinoamericanos han desarrollado en el mismo período todo un andamiaje normativo que ha permitido un avance vertiginoso en materia de transparencia (Tornos, Arroyo, Martínez y López, 2012). De los 18 países que componen la región, los cuales cuentan en su totalidad con una normativa de transparencia, nueve garantizan el acceso a la información pública a nivel constitucional y dieciséis han promulgado una ley especializada (PNUD, 2008). Sin embargo, y como afirma Transparencia Internacional (TI), la región sigue siendo afectada por una alta percepción de corrupción por parte de sus ciudadanos, ya que todavía no consigue en promedio superar los cinco puntos (en una escala del 1 al 10). En todo caso, se percibe en la última década una paulatina mejora en el desempeño regional en este aspecto, como lo demuestran los informes de TI del Índice de Percepción de Corrupción de los años 2003, 2005, 2008, 2010, 2012 y 2014, donde América Latina registró en promedio 3.38, 3.48, 3.56, 3.55, 3.84 y 3.86, respectivamente (Transparencia Internacional, 20032014). Teorías fundamentales Antes de hacer el análisis, era necesario un relevamiento bibliográfico que permitiera construir un marco metodológico para poder testear las variables identificadas en el proceso y llegar a conclusiones contrastables y apegadas al método científico. De esa forma, se examinaron los conceptos de Estado, ciudadanía y democracia, encontrándose que diversos autores coinciden en que los Estados latinoamericanos surgieron de Estados autoritarios y que en su evolución hacia regímenes democráticos no necesariamente asumieron los valores propios de las instituciones burocráticas modernas (O´Donnell, 2008).

Esto explica las dificultades de estas sociedades para fundamentarse en la confianza como valor público, indispensable para el buen funcionamiento de la democracia y de la propia sociedad (Durkheim, 2006). También fue posible determinar que la calidad de la democracia es una condición indispensable para reducir la corrupción (Villoria, 2006). Estos hallazgos teóricos revelan la necesidad de que se exploren en toda su dimensión todos los mecanismos subyacentes de una sociedad democrática moderna, en especial en lo inherente a la relación de las administraciones públicas con sus ciudadanos. A priori, no luce que la incorporación de las TIC a la gestión pública sea suficiente para garantizar que el Estado funcione de forma idónea y satisfaga de forma integral las expectativas ciudadanas. Quedó claro que los países de la región son democracias con defectos, con problemas de eficacia política, de corrupción y rezago en los derechos civiles (PNUD, 2010). Por tanto, son Estados que requieren imperativamente legitimarse (Villoria, 2015), y el «eGobierno»3 sería una estrategia excelente para ello, porque puede mejorar la confianza no solamente en las instituciones públicas sino A ¿Cuál es el grado de incidencia del «eGobierno» en la reducción de «la percepción de corrupción»? 112 también en los procesos inherentes al Estado (Levi, 1998; Tolbert y Mossberger, 2006). Es evidente que, siendo «percepción de corrupción» la variable dependiente de este estudio, además del «eGobierno» aflora la «confianza política» como una variable explicativa con gran potencial.

Aunque muchos autores establecen que la desconfianza de los ciudadanos a nivel general se debe más a la corrupción que a cualquier otro factor (Bargsted et al., 2016), la condición de Estados pre burocráticos de los países latinoamericanos permite inducir que los altos niveles de desconfianza política se deban probablemente más a la poca madurez (o calidad) de sus democracias (y por tanto a la ineficacia del sistema) que a la alta percepción de corrupción, aunque sin dejar de reconocer que la corrupción es un causal importante de desconfianza. La multicausalidad de la corrupción, sus múltiples efectos y el círculo vicioso que genera han sido ampliamente estudiados (RoseAckerman, 2007). Otra razón para incluir la «confianza política» como variable explicativa es por la conclusión de la OCDE (2000) sobre el efecto positivo de las TIC en la confianza de la ciudadanía, por lo que se espera encontrar un efecto potenciador de la confianza sobre el «eGobierno» en su incidencia en la reducción de la percepción de la corrupción. Esta misma lógica llevó a considerar la propia «madurez de la democracia» como variable relevante, ya que varias teorías apuntan a que a mayor calidad de la democracia, menor será la corrupción (Villoria, 2006). Además, ante los desafíos cada vez mayores que hoy día afronta la democracia (Dahl, 2004; Villoria, 2015; Rosanvallon, 2009), las TIC se constituyen en un mecanismo legitimador y de consolidación democrática (Villoria, 2015), por lo que la combinación de ambas variables («eGobierno» y «madurez de la democracia») tienen una potencial capacidad explicativa en la reducción de la «percepción de corrupción». Otra variable que la literatura sugiere incluir es la concerniente a la «institucionalidad» o al «Estado de derecho», ya que diversos autores coinciden en que las causas político institucionales son las de más peso para explicar la corrupción (Leys, 1970;

Lederman et al., 2001). Aunque podría considerarse la «institucionalidad» como un componente de la madurez de la democracia, el enfoque emprendedor del «Gobierno» tiene una alta incidencia en el funcionamiento de las instituciones y su propia reforma (Tolbert y Mossberger, 2006), por lo que, analizado en combinación con la variable «eGobierno», podría arrojar luz sobre el tema. La bibliografía también sugiere que valores como la transparencia, convertida en la variable accountability, podrían tener potencial explicativo en el fenómeno de la «percepción de corrupción» 113 (Villoria, 2006), ya que por sí misma contribuye a cerrar la brecha natural que la burocracia crea entre el Estado y los ciudadanos, al tiempo que elimina las obstrucciones de la observación externa (Fenster, 2010). Por tanto, para los fines de esta investigación, podría funcionar perfectamente como variable de control. Igual razonamiento fue aplicado con la variable «participación ciudadana» y que es definida por diversos autores como uno de los mecanismos indispensables para el buen funcionamiento de una democracia (Dahl, 2004), y cuyo incentivo es uno de los remedios contra la desafección política que sufren las democracias de hoy (Villoria, 2015). Por tal razón, resultó pertinente incluirla como variable de control en la investigación y se consideró saludable incorporar en la misma el concepto de «participación electrónica», visto como un mecanismo de fortalecimiento de la democracia a través de las TIC (Macintosh, 2004) y como una herramienta de legitimación por proximidad de la propia democracia (Rosanvallon, 2009). Por otro lado, uno de los objetivos secundarios de la investigación era determinar cuál componente del Índice de Desarrollo de Gobierno Electrónico ejerce más influencia en el comportamiento de la variable «percepción de corrupción». Resultan relevantes las conclusiones de la investigación de Criado y Gil García (2013) sobre el descuido de los países latinoamericanos en cerrar la brecha digital (que está más vinculado a infraestructura de telecomunicaciones), donde se concentra en el desarrollo de nuevos servicios en línea. Esos resultados sugieren que el crecimiento en el componente de servicios en línea ha incidido muy poco en la reducción de «la percepción de corrupción» en Latinoamérica, como indican los informes de Transparencia Internacional, por lo que el análisis empírico de este trabajo de investigación confirma si es así o, por el contrario, es otro componente del concepto «eGobierno» el que tiene mayor incidencia. Diseño de la investigación El propósito de la investigación era determinar la relación entre el nivel de desarrollo del Gobierno electrónico (en lo adelante «el Gobierno») con la «percepción de corrupción» por parte de la ciudadanía.

La pregunta de investigación fue la siguiente: ¿Cuál es el grado de incidencia del «eGobierno» en la reducción de «la percepción de corrupción»? Además, con el desarrollo del estudio, se pretendía encontrar respuesta también a las siguientes interrogantes:  ¿Qué otros factores, vinculados al «Gobierno», tienen incidencia en la «percepción de corrupción»?  ¿A partir de qué grado de desarrollo del «Gobierno» empieza a impactar positivamente la «percepción de corrupción» de la ciudadanía?  Dentro de los subindicadores del «eGobierno», ¿cuál de ellos tiene más peso en la «percepción de corrupción»? Otras interrogantes relacionadas con las preguntas de investigación estarían dirigidas a determinar cuál es el grado de relación de la «percepción de corrupción» con otras variables complementarias, como es el caso del accountability y la «participación ciudadana». Para lograr contestar estas preguntas se estableció un diseño del tipo no experimental cuantitativo y con un alcance explicativo, con un esquema longitudinal del tipo panel. Se recolectó información de los dieciocho países de América Latina (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela) en mediciones realizadas en los años 2003, 2005, 2008, 2010, 2012 y 2014. No se incluye el año 2016 porque al momento de elaborar el estudio los informes correspondientes a ese año todavía no habían sido publicados por algunos de los organismos internacionales que sirven de fuente al mismo. El caso de Cuba, que sí forma parte de América Latina, queda fuera del estudio por la escasez de información disponible.

Las variables identificadas para el estudio fueron las detalladas en el cuadro 1. Con los datos recabados se elaboró una ficha para cada país con la cual se construyó un perfil individual con sus mediciones en materia 114 de «eGobierno», «percepción de corrupción», «institucionalidad», «confianza política», «madurez de la democracia», accountability y «participación activa»; y de esa forma establecer correlaciones entre las distintas variables. Una vez recopilada toda esta información, se aplicaron varias pruebas estadísticas cuantitativas, como el coeficiente de correlación de Pearson, para medir el nivel de relación entre las variables definidas, y los modelos de regresión múltiple, que ayudan a evaluar el efecto de dos o más variables explicativas sobre una variable dependiente, además de predecir el valor de dicha variable. En total, fueron cuatro las hipótesis que se plantearon al inicio de la investigación: H1: En los países de América Latina, a mayor nivel de desarrollo del «eGobierno», menor será la «percepción de corrupción» de la ciudadanía. H2: A mayor grado de «institucionalidad», «confianza política» y madurez de la democracia, menor será la «percepción de corrupción»de la ciudadanía. H3: A partir de un desarrollo transaccional del Gobierno se refleja una incidencia en la «percepción de corrupción». H4: Entre los subindicadores de «Gobierno», se espera que cuenten con mayor peso en la «percepción de corrupción» por parte de la población los relacionados con la oferta (servicios en línea), respecto a la demanda (difusión de la infraestructura de telecomunicaciones y desarrollo del capital humano). Según las Naciones Unidas, existen cuatro etapas en el desarrollo del «eGobierno» (figura 1). En función de eso, se clasificaron los países latinoamericanos según el nivel de desarrollo del «eGobierno» en que se encuentran (figura 2).

Las fuentes de estos datos serán el UN e Government Survey de Naciones Unidas (para las variables «eGobierno» y participación electrónica); Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional (variable «percepción de corrupción»); Índice Global de Competitividad, pilar instituciones, del Foro Económico Mundial (variable «institucionalidad»); Índice de Desarrollo Democrático de América Latina de la Fundación Konrad Adenauer (variable «madurez de la democracia» y accountability); Latinobarómetro, indicador «confianza en el gobierno» (variable «confianza política»); y el Índice de Cuadro 1: Variables del estudio Tipo Nombre Alias Fuente Independiente el Gobierno EGDI Encuestas de Gobierno Electrónico ONU 20032014 Intervinientes Institucionalidad INST Reportes de competitividad Global WEF 20032014 Confianza política CONF Latinobarómetro 20042013 Madurez de la democracia MADUREZ ADDLast LAS 20032014 Dependiente Percepción de corrupción CPI Índice de Percepción de Corrupción De control Accountability ACC IDD Lat KAS 20032014 Participación Activa PAR Índice de Democracia EIU 20062014 Encuestas de Gobierno Electrónico ONU 20032014 Fuente: Elaboración propia FIGURA 1: ETAPAS DEL DESARROLLO DEL GOBIERNO ELECTRÓNICO Fuente: UN e Government Survey 2014 Conectado Transaccional Mejorado Emergente 115 Democracia de la Unidad de Inteligencia de The Economist (variable «participación política»). Para el análisis empírico se utilizarán las pruebas estadísticas del coeficiente de correlación de Pearson y la regresión lineal múltiple, para poder calcular y predecir el efecto de más de una variable independiente sobre otra dependiente. Resultados Los datos cuantitativos analizados estadísticamente en este estudio determinaron que en cuanto al nivel de desarrollo del «eGobierno» los países han promediado en los seis años de la muestra (2003, 2005, 2008, 2010, 2012 y 2014) un valor de 0.4945 (en la escala del 0 al 1), lo que refleja un desarrollo medio del «eGobierno» como región y superior al promedio mundial en 2014, que fue de 0.4712 según la ONU (2014). Este promedio se ha ido incrementando cada año, como han destacado diversos autores y organismos internacionales (ONU, 2014; Criado y Gil García, 2013). En cuanto a la «percepción de corrupción», el promedio regional en esa muestra es de 3.61 (en la escala negativa del 0 al 10), lo que refleja una muy alta «percepción de corrupción». Si tomamos en cuenta que el promedio mundial a 2014 de «percepción de corrupción» fue de 4.32, según Transparencia Internacional (2014), se confirma que en la región de Latinoamérica existe un serio desafío en este aspecto (RoseAckerman, 2007; Villoria, 2006), y al mismo tiempo, en la validez del problema de investigación planteado en este estudio. En cuanto a la «institucionalidad», la media regional es de 3.62 (en la escala de 0 al 7), correspondiente a un bajo nivel de «institucionalidad», y por debajo de la media mundial en 2014, que fue de 3.98, según la WEF (2014). Esto refleja una falencia importante que puede resultar clave para este trabajo de investigación, y confirma lo sustentado en diversos estudios previos (O’Donnell, 2008; RoseAckerman, 2007; Villoria, 2006).

En cuanto a la «madurez de la democracia», América Latina promedió 4.94 (en una escala de 0 a 10), para un nivel medio de desarrollo democrático; y en cuanto a la «confianza política», el promedio fue de 37.8 (en la escala de 0 a 100), correspondiente a un valor medianamente bajo, coincidente este resultado con lo afirmado por varios expertos (O’Donnell, 2008). En accountability, Latinoamérica refleja un promedio de 5.8 (en la escala de 0 al 10), para un valor medio en lo relacionado con rendición de cuentas, algo que puede estar vinculado al pasado relativamente reciente de gobiernos autoritarios que promueven la opacidad (Tornos et al., 2012). Desde el punto de vista de la participación activa, la región registra una media de 0.386, lo cual indica niveles de participación medianamente bajos. Si lo comparamos con el promedio mundial de «participación activa» (0.4494), podemos observar que la región latinoamericana está bastante rezagada en este aspecto. Este promedio mundial fue obtenido de fusionar la ponderación equitativa de dos valores: la media mundial de participación electrónica a 2014, ascendente a 0.3947 (ONU, 2014), y la media mundial de participación política de ese mismo año, con un valor de 5.04 (EIU, 2014). El rezago es más notorio en la participación política, motivado más por la inequidad, la exclusión social y la falta de confianza política (Romero, 2011), que en la participación electrónica, donde incluso se advierte un crecimiento sostenido de la penetración del Internet y el uso de las redes sociales (Criado y Gil García, 2013). FIGURA 2: ETAPAS DEL DESARROLLO DEL GOBIERNO ELECTRÓNICO Fuente: Elaboración propia con los datos del UN e Government Survey 2014 Etapa 1 (Emergente) Etapa 4 (Conectada) Etapa 2 (Mejorada) Etapa 3 (Transaccional) Ninguno Guatemala Nicaragua y Paraguay Chile, Colombia, Costa Rica, Perú y Uruguay Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Honduras, Panamá, Rep. Dom. y Venezuela 116 Por tanto, analizando las variables del estudio se pudo comprobar que Latinoamérica no saca buenas notas como región en casi ninguna de las materias, siendo la peor justamente la relacionada con la «percepción de corrupción». En la siguiente fase de la investigación se procedió a buscar la combinación de factores necesaria para crear la fórmula que permita hacer bajar esa percepción mediante la estrategia del «Gobierno».

Los resultados de los análisis estadísticos inferenciales arrojaron que el «Gobierno» explica el 38.8% de la variación de la «percepción de corrupción» en los países latinoamericanos, teniendo ambas variables un coeficiente de correlación de 0.623, y que por 1 punto (en una escala del 0 al 1) de desarrollo del «Gobierno» se reduce en 2.68 puntos (en una escala del 0 al 10) la «percepción de corrupción». También se pudo determinar que las variables intervinientes «institucionalidad», «madurez de la democracia» y «confianza política» tienen una correlación con la «percepción de corrupción» igual a 0.831, 0.846 y 0.424, respectivamente, por lo que los datos resultantes sugieren que «institucionalidad» y «madurez de la democracia» son los factores que más inciden en la «percepción de corrupción». Se pudo contestar la pregunta de investigación relacionada con el nivel de desarrollo del «Gobierno» que más impacta en la «percepción de corrupción», y la respuesta fue el nivel transaccional, en el cual se determinó que la incidencia sobre la «percepción de corrupción» casi se triplica con relación a otros niveles de desarrollo del «eGobierno». La respuesta encontrada para la interrogante sobre el subindicador de «Gobierno» que más impacta la «percepción de corrupción» fue la correspondiente a la «infraestructura de telecomunicaciones», seguida muy de cerca por «servicios en línea», porque ambas tienen niveles de correlación muy parecidos con la variable «percepción de corrupción». Con el nivel de correlación de accountability y «participación ciudadana» con la «percepción de corrupción», fue de 0.233 y 0.332, respectivamente, por lo que presentan correlaciones positivas, pero débiles. Todas las hipótesis fueron verificadas, con excepción de la número cuatro, ya que los resultados arrojaron que «infraestructura de telecomunicaciones» tiene más peso en la «percepción de corrupción» que «servicios en línea», aunque los coeficientes son bastante aproximados. Uno de los hallazgos más importantes de la investigación fue determinar que el «Gobierno» por sí mismo no tiene un impacto tan significativo en la «percepción de corrupción», al menos, en los países de la región latinoamericana. Lo anterior sucede a menos que las variables intervinientes tengan una medición que supere la media de su propia escala, en cuyo caso el nivel de incidencia del «eGobierno» se incrementa en un 270% (si el nivel de «institucionalidad» supera la media regional), como se puede ver en la figura 3.

Por otro lado, el nivel de incidencia del «eGobierno» se incrementa un 54.20% si el nivel de madurez de la democracia supera la media regional, como se ve en la figura 4. FIGURA 3: CORRELACIÓN DE CPI CON EL GOBIERNO SEGÚN EL NIVEL DE INSTITUCIONALIDAD Fuente: Elaboración propia INDICADOR CPI EGDI Bajo nivel INSTITUCIONALIDAD CPI 1 EGDI 0.161 1 Alto nivel INSTITUCIONALIDAD CPI 1 EGDI 0.596 1 Fuente: Elaboración propia 117 Si es el nivel de «confianza política» el que supera la media de la región, entonces la incidencia del «Gobierno» aumenta un 15.61% (figura 5). En otras palabras, los resultados del estudio sugieren que si un país latinoamericano no alcanza niveles de «institucionalidad», «madurez de la democracia» y «confianza política» que superen la media latinoamericana, el desarrollo del «eGobierno» poco incidirá en bajar la «percepción de corrupción» de los ciudadanos. Esta conclusión tiene implicaciones importantes porque supone que los esfuerzos en políticas de «Gobierno» deben acompasarse con estrategias que fortalezcan la «institucionalidad», la «madurez de la democracia» y la «confianza política». Iguales cálculos fueron realizados a nivel descriptivo con los subcomponentes del «eGobierno»: «servicios en línea» (OSI), «infraestructura de telecomunicaciones» (TII) y «capital humano» (HCI). En el caso de la media de estos tres subcomponentes: OSI (0.4654), TII (0.2065) y HCI (0.8121), indican que en «servicios en línea», la región se encuentra, en promedio, en el stage 2; que en «capital humano» tiene una buena puntuación (0.8121 de 1.0); pero que en «infraestructura de telecomunicaciones se refleja una gran brecha digital en la región con 0.2065 de 1.0, siendo el componente más deprimido de todos. Al correlacionarse con «percepción de corrupción» (CPI) se obtuvieron los siguientes resultados: OSI (0.501), TII (0.550) y HCI (0.310), para establecerse de ese modo que la «infraestructura de telecomunicaciones» tienen mayor incidencia en la reducción de la «percepción de corrupción» que el resto de los componentes de «eGobierno». Otro hallazgo relevante en los coeficientes de correlación calculados es que la fase o stage 3 del desarrollo del «eGobierno» (EGDI) tiene una mayor correlación con CPI que el resto de las etapas o stages, con un valor de 0.416, muy superior al coeficiente de 0.102 del stage 2 y 0.179 del stage 4 (no hay ningún país latinoamericano en el stage 1). En cuanto a los modelos de regresión aplicados, el modelo n.o 1 fue el que mayor nivel de explicación obtuvo sobre la variable CPI, con un coeficiente de 0.931, obteniendo un nivel de INDICADOR CPI EGDI Bajo nivel MADUREZ CPI 1 EGDI 0.393 1 Alto nivel MADUREZ CPI 1 EGDI 0.606 1 Fuente: Elaboración propia INDICADOR CPI EGDI Bajo nivel CONFIANZA CPI 1 EGDI 0.570 1 Alto nivel CONFIANZA CPI 1 EGDI 0.659 1 Fuente: Elaboración propia FIGURA 4: CORRELACIÓN DE CPI CON EL GOBIERNO SEGÚN NIVEL DE MADUREZ DE LA DEMOCRACIA Fuente: Elaboración propia FIGURA 5: CORRELACIÓN DE CPI CON EL GOBIERNO SEGÚN NIVEL DE CONFIANZA POLÍTICA Fuente: Elaboración propia 118 significancia 4 0.00 para las variables explicativas EGDI, INST, MADUREZ y CONFIANZA. Los demás modelos (que incorporan el resto de las variables ACC y PARTICIPAC) no lograron los niveles de significancia apropiados para una investigación científica. Al hacer la prueba de cumplimiento de los requisitos de una regresión lineal múltiple al modelo n.o 1 aplicado (linealidad, normalidad, equidistribución de residuos, no multicolinealidad, etc.), los mismos fueron validados. En base al modelo de regresión aplicado, se establecieron varios escenarios prospectivos para conocer cuáles valores adoptaría la variable CPI (percepción de corrupción) según los valores dados a las variables que representan a «eGobierno», «institucionalidad», «madurez de la democracia» y «confianza política». Conclusiones Para determinar el grado de incidencia de las variables intervinientes, se construyeron escenarios donde se clasificaban los países según su nivel de «institucionalidad», «madurez de la democracia» y «confianza política».

En los tres casos se demostró que a mayor nivel de medición de esas tres variables, mayor es el impacto del «eGobierno» en la mejora de la «percepción de corrupción». De hecho, cuando en un país de América Latina se desarrolla la «institucionalidad» por encima de la media regional, aumenta la correlación entre «el Gobierno» y «percepción de corrupción» en un 270%. Si el desarrollo por encima del promedio es en la «madurez de la democracia», la misma correlación aumenta en un 54.20%; y si es en la «confianza política», la correlación se incrementa en un 15.61%. Por tanto, los resultados obtenidos confirman que es correcta la tesis de Leyes (1970) sobre que la falta de mecanismos eficientes de auditoría, sanción y control social es una de las principales causas de la corrupción, y por ende, de su percepción. Al mismo tiempo, también se comprueba como cierta la afirmación de Lederman et al. (2001) de que un mal funcionamiento de la democracia y la inestabilidad política son causales también fundamentales de la corrupción. Otra tesis corroborada por los resultados es la de Villoria (2006) que afirma que, a mayor calidad democrática, menor será la corrupción. De hecho, la mayor correlación detectada en este estudio fue la existente entre las variables «percepción de corrupción» y «madurez de la democracia», con un 0.846 de coeficiente de correlación entre ambas, lo que indica claramente que, a mayor madurez o calidad democrática, menor es la «percepción de corrupción». También los postulados de RoseAckerman (2008) y Bargsted, Castillo y Somma (2015) sobre la vinculación de la corrupción con la pérdida de legitimidad política (y por tanto de «confianza política»), quedan confirmados parcialmente por la correlación positiva detectada entre las variables «percepción de corrupción» y «confianza política». Como se determinó que había una relación causal entre ambas, donde la «percepción de corrupción» era el efecto, queda pendiente ampliar la investigación para determinar una causalidad a la inversa. Igual situación se presenta con la variable «Gobierno», cuya incidencia en la «percepción de corrupción» fue ampliamente demostrada por los resultados obtenidos, pero quedaría pendiente demostrar que el desarrollo del «Gobierno» fomenta también el desarrollo del sistema democrático como plantea Barros (2012). Lo que sí quedó claro, según la evidencia recolectada, es la fuerte correlación de las variables «eGobierno» y «madurez de la democracia». Tampoco se pudo demostrar empíricamente que el «Gobierno» incremente la «confianza política», como afirman Tolbert y Mossberger (2006), ya que se encontró incluso una correlación bastante débil entre ambos indicadores. Una nueva investigación debería profundizar sobre este tema y la relación entre ambas variables.

Sin embargo, la tesis de Parent et al. (2005) sobre que la autoeficacia política («institucionalidad» y «madurez de la democracia») tiene más incidencia en la «confianza política» que el «Gobierno» queda confirmada con los resultados de la correlación entre estas cuatro variables, ya que «confianza política» refleja más del doble de correlación con «institucionalidad» y «madu 119 rez de la democracia» que la que presenta con «eGobierno». De todas las variables intervinientes e independientes definidas en este estudio, «confianza política» fue la que presentó menores niveles de correlación con las demás variables. Esto podría sugerir que es correcta la tesis de Dahl (2004) sobre la crisis actual de la democracia como sistema político, y que los bajos niveles de «confianza política» se ven reflejados por el desgaste del sistema representativo, inequidad, escasa participación política y otros factores que afectan a la mayoría de las naciones del mundo, especialmente a Latinoamérica, aunque habrá que hacer estudios más profundos al respecto. Llama poderosamente la atención que la menor correlación presentada entre todas las variables fue la existente entre «confianza política» y «participación activa». Autores como Arnstein (1969) explican cómo a mayores niveles de participación se consolida la confianza y niveles de asociación de los ciudadanos con el Estado. Sin embargo, la evidencia empírica señala que no existe correlación en la muestra tomada para esta investigación. Esto puede deberse a que, como los niveles de «participación activa» en América Latina todavía son bajos, no han podido alcanzar los tres últimos escalones planteados por Arnstein (asociación, delegación de poder y control ciudadano). Habrá que ampliar este aspecto en un estudio posterior. Queda como una tarea pendiente determinar en Latinoamérica cuánto incide el nivel de confianza interpersonal en los bajos niveles de «confianza política», para así constatar la teoría de Inglehart (1988) sobre la necesidad de que en una sociedad determinada las personas tengan confianza en los demás para que así se genere una cultura política pro democrática y participativa. Profundizar en este aspecto permitiría determinar si las sociedades con bajo nivel de confianza interpersonal son sociedades que desarrollan sistemas democráticos con poca «confianza política». En otro orden, aunque se detectó una correlación positiva entre accountability y «percepción de corrupción», la misma no era en un grado tan fuerte. De hecho, accountability no presentó ninguna correlación positiva siquiera en grado medio con ninguna otra variable, lo cual difiere de lo que el sentido común sugiere. Eso podría indicar que existe un problema con los componentes que conforman ese indicador en el IDD Lat y tal vez sea necesario identificar otras fuentes que miden de otra forma la rendición de cuentas en los países latinoamericanos. Por esta dificultad, no pudo demostrarse de forma contundente el postulado de Olken (2007) sobre que la falta de rendición de cuentas es una de las principales causas de la corrupción. Por iguales razones queda en el tintero continuar investigando para demostrar las afirmaciones de Fenster (2010) sobre el papel clave que juegan las TIC para mejorar la transparencia y rendición de cuentas. Fue posible comprobar, por otro lado, la hipótesis de que el nivel «transaccional» es el que refleja una mayor incidencia en la reducción de la 120 «percepción de corrupción». Con relación al nivel «mejorado», aumenta la correlación de «Gobierno» con percepción de corrupción en un 308%, y con relación al nivel «conectado», el incremento es de un 132%. Todo indica que el nivel de desarrollo de los servicios en línea tiene una relación no lineal con la «percepción de corrupción»: esta decrece según va aumentando el desarrollo del «eGobierno», teniendo su mayor repunte cuando esté madura hasta el nivel «transaccional», pero disminuye el ritmo cuando alcanza el nivel de «conectado». Eso podría estar motivado porque en el nivel «conectado» se registran los mayores niveles de «participación electrónica» y los datos sugieren que a mayor participación de los ciudadanos (que implica un mayor nivel de conciencia sobre su rol de ejercer control social y de sensibilidad sobre el manejo de la cosa pública), tiende a aumentar la «percepción de corrupción», como reflejan los resultados de algunos modelos de regresión aplicados, lo que tiende a confirmar los resultados del estudio de Rainie y Purcell (2011).

De hecho, se pudo determinar que si el nivel de participación de los ciudadanos (en base al constructo «participación activa», que incluye «participación política» y «participación electrónica») se eleva por encima de la media regional, el impacto del «eGobierno» en la «percepción de corrupción» disminuye en un 33%. Los resultados permitieron comprobar que, de los subindicadores de «eGobierno», no és «servicios en línea» el de más impacto en la «percepción de corrupción», sino la «infraestructura de telecomunicaciones», aunque no es mucha la diferencia que los separa. Esta situación podría estar motivada en que la «infraestructura de telecomunicaciones» es el subindicador más vinculado al cierre de la brecha digital y este efecto positivo en la «percepción de corrupción» podría deberse a que el despliegue de esta conectividad no solo acerca la tecnología a la población, sino que también incide en la inclusión social, en la consolidación de ciudadanía, y, en consecuencia, como apuntan los resultados, en la mejora de la «percepción de corrupción». Anteriormente, otros investigadores habían analizado la relación entre «Gobierno» y «percepción de corrupción» (Andersen, 2006; Shim y Eom, 2008; Criado y Corojan, 2010; Mistry y Jalal, 2012). Andersen demostró que existe correlación entre el desarrollo del «Gobierno» y la «percepción de corrupción» en 126 países del mundo, aunque sin establecer causalidad a nivel estadístico. Shim y Eom, por su parte, en un estudio que abarcaba 146 países, lograron también comprobar la efectividad del «Gobierno» como estrategia para reducir la «percepción de corrupción», pero no establecieron causalidad estadística tampoco ni mecanismos subyacentes que potenciarán el impacto del «eGobierno» en la reducción de esa percepción. En el caso de Criado y Corojan, se centraron en un análisis más cualitativo de los países centroamericanos, y señalaron que del 2001 al 2009 estos países mejoraron sus mediciones en «Gobierno» y en la «percepción de la corrupción». Por otro lado, Mistry y Jalal sí lograron 121 establecer causalidad estadística en su análisis empírico de 108 países, donde demostraron la fuerte correlación entre el desarrollo del «Gobierno» y la mejora en la «percepción de la corrupción», utilizando modelos de regresión para poder predecir los valores de la variable de resultado. Los rendimientos del presente estudio confirmaron las conclusiones de esas investigaciones precedentes, pero su mayor aporte fue el incorporar variables explicativas no incluidas anteriormente («institucionalidad», «madurez de la democracia» y «confianza política») y aplicar los modelos de regresión múltiple a los 18 países de América Latina, estableciendo causalidad estadística en la relación entre las variables independientes y la dependiente, y construyendo un modelo predictivo que permite estimar la «percepción de corrupción»de un país latinoamericano en función del eventual desarrollo del «Gobierno», de la «institucionalidad», la «madurez de la democracia» y la «confianza política». Adicionalmente, este estudio pudo exitosamente determinar el nivel óptimo de los indicadores correspondientes a las variables intervinientes para que el «Gobierno» tenga verdadera incidencia en la reducción de la «percepción de la corrupción».

El enfoque principal de este trabajo era presentar al «Gobierno» como una estrategia efectiva para enfrentar la corrupción, en el contexto global de un creciente interés de mitigar en los países la brecha económica y social que los afecta, y de promover la «gobernanza» y la responsabilidad social. Está ampliamente demostrado que la corrupción está presente a nivel mundial y obstaculiza el crecimiento económico, por lo que se hace perentorio implementar políticas y medidas disciplinarias similares. Una de ellas es el «eGobierno». Sin embargo, está claro que esta estrategia por sí misma no es suficiente para erradicar la corrupción y mucho menos su percepción. Los resultados reflejan que paralelamente a la provisión de «servicios en línea», implementación de «infraestructura de telecomunicaciones» y el desarrollo de capacidades y habilidades del «capital humano», se hace necesaria la consolidación de la «democracia», de la «institucionalidad» y de la «confianza pública».


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