Revista GLOBAL

Honduras: entre el xique y la punta

by Hernán Amador Orellana
39 views

El xique y la punta son dos géneros musicales de Honduras cuyo origen conocen pocas personas. Desde el ámbito de la etnomusicología son pocos o nulos los estudios realizados para indagar en profundidad en sus raíces y su estado actual en las comunidades donde surgieron. Hablar de punta en el país tiene dos acepciones, pues existen sendas expresiones culturales asociadas al término y que se toman de forma indistinta. El autor explica, de forma somera, el origen de estas danzas hondureñas y su estado actual.

Honduras es un país de la América Central que limita al norte y al este con el mar Caribe (océano Atlántico), al sur con Nicaragua y el golfo de Fonseca (océano Pacífico), y al oeste con Guatemala (noroeste) y El Salvador (suroeste). Posee una población de orígenes culturales muy diversos. En la actualidad cuenta con siete pueblos originarios y dos grupos afrodescendientes, además de todo el fruto del mestizaje que ha resultado desde la llegada de Cristóbal Colón a nuestro país en el año 1502. Honduras tiene un estimado de 10.5 millones de habitantes y, aproximadamente, el 90% de su población es mestiza.

Desde la época prehispánica, el territorio de la actual República de Honduras ha sido considerado una zona de encuentro de culturas, pues acá se empieza a delimitar la frontera sur de la Mesoamérica, cuya cosmovisión gira alrededor del maíz. Además, se encuentran acá los últimos pueblos macrochibchas, que son considerados descendientes de las tribus chibchas que vivían en la región de los bosques bajos de la actual Colombia, en el norte de América del Sur, y se hallaban en este lugar miles de años antes de la llegada de los conquistadores españoles, con una cultura alimenticia basada originalmente en la yuca.

Con la llegada del colonizador español, se suman a estos grupos étnicos los creoles o negros de habla inglesa llegados desde las islas del Caribe y el pueblo garífuna. Este último ha sido el resultado del mestizaje entre africanos traídos al continente para ser convertidos en esclavos —encalló el barco que los transportaba frente a las costas de Yurumein (San Vicente)— y los arahuacos y otros pueblos originarios de la región, lo que dio como resultado un nuevo grupo poblacional conocido como negros caribes o kalínagu, llamados en la actualidad garífunas.

Cada uno de estos grupos étnicos a lo largo de los últimos cinco siglos, junto a otras migraciones menores como ingleses en las Islas de la Bahía y la Mosquitia, chinos y árabes, han hecho grandes aportes a la conformación de la identidad multicultural hondureña, como se aprecia especialmente en la gastronomía y la música, los elementos más reconocidos de nuestra tradición.

En lo correspondiente al campo de la etnomúsica, nuestras expresiones artísticas son tan amplias como lo es nuestro territorio nacional y la cantidad de grupos étnicos que habitan en él, pues se ejecutan diferentes ritmos musicales tales como polka, destró, mazurca, guapango, punta, paranda, gunchey, yancunú, calipso y muchos otros que pertenecen a las diversas culturas del país y que aún se encuentran vigentes en muchas comunidades.

De acuerdo con Muñoz Tábora (2003), la organología hondureña está conformada principalmente por dos grupos de instrumentos. El primer grupo es el de los instrumentos autóctonos y se refiere a los que han sobrevivido desde antes de la época de la colonia y aún son ejecutados en nuestros días en las comunidades. Entre ellos tenemos lungku, brátara, tambor de parche, ocarina, maraca, pito de carrizo, ínsuba, llamador de venado, llamador de jaguar, entre otros, que pertenecen a las culturas lenka, mískitu, pech, tawahka y tolupán. De las culturas chortí y nahua no tenemos un instrumento que haya sobrevivido hasta la fecha.

El segundo grupo son los instrumentos transculturados, que llegaron como parte de un proceso de la dinámica de la cultura conocido como transculturación, entendiéndose este término como el intercambio entre dos culturas igualmente complejas que da paso al proceso de creación de una nueva identidad cultural, ya sea voluntaria o forzada. Son instrumentos que encontramos en las diferentes comunidades del país y que son parte de los conjuntos musicales típicos. En esta categoría se encuentran: concertina, acordeón, guitarra, violín, vihuela, guitarrón, bajo (contrabajo), banyo, banyo bajo, marimba, xilófono, caramba, rival, toms, platillos, trompeta, saxofón y otros heredados de las culturas europeas. Estos los podemos encontrar en comunidades mestizas, afrodescendientes y de culturas originarias de Honduras.

Los instrumentos transculturados, de acuerdo con Amador (2023), se pueden subclasificar en instrumentos de fabricación local (en las comunidades), como guitarra, violín, marimba, caramba, entre otros, y en instrumentos importados, como acordeón, platillos, saxofón, etc. Todos los instrumentos que acompañan la música de tradición oral y los llegados con las diferentes migraciones forman parte de la música popular y tradicional del pueblo hondureño, cuyos ritmos y letras nos permiten conectarnos con nuestros antepasados y, a su vez, conocer nuestra propia historia través de las tradiciones de nuestros abuelos y de las de los abuelos de nuestros abuelos.

La música folclórica es una forma de arte que nos enriquece y nos invita a conocer y valorar la diversidad cultural de Honduras, contribuyendo a fortalecer el sentido de pertenencia y el orgullo de ser parte de un pueblo, de una comunidad, de una nación, a través de sus canciones, que también nos transmiten valores, costumbres y conocimientos ancestrales.

La música aborigen
Se refiere a la música de tradición ancestral de los pueblos originarios, la cual es practicada con instrumentos autóctonos desde antes de la llegada de los españoles. No se incluye la música producto del sincretismo resultado de las conquistas o imposiciones culturales, con instrumentos llegados de otras latitudes, específicamente las europeas. La escasa música aborigen que ha sobrevivido es la ejecutada en el Guancasco entre las comunidades lenkas de Intibucá y Yamaranguila, que cuenta solamente con el toque del tambor de parche y el pito de carrizo, o las que aún son interpretadas en algunos pueblos miskitus con la brátara y el lungku.

Esta música está en proceso de desaparición debido a los siguientes factores: la llegada de instrumentos y ritmos de otras regiones que tienen mayor difusión en los medios de comunicación masiva, la pérdida del apego de los pobladores a sus raíces y la adopción de costumbres totalmente ladinizadas, que olvidan sus ceremonias y otros rituales.

Música mestiza de tradición oral y música mestiza popular
La música mestiza es parte del acervo cultural de los pueblos hondureños, y en la actualidad se conoce como la música folclórica o típica. En esta categoría se incluyen algunas canciones muy conocidas del repertorio nacional que son de herencia española, como «El Candú», «A la capotín», «La Valona», «Flores de Mimé», «Sensible despedida», «Adiós Garcita Morena», «La Valencita», «El Pitero», «El Torito Pinto», «El Barreño», la mayoría de versiones que fueron recopiladas y divulgadas desde los centros educativos por Acevedo (1969), de las cuales podemos encontrar algunas versiones o reminiscencias en otros países de América tan distantes como Perú. Muchas de estas piezas, y otras canciones que llegaron con el conquistador, eran ejecutadas por estudiantinas que aún a finales del siglo XX vestían con sus ropas medievales y portaban su arsenal de guitarras y otras cuerdas. Estos grupos en España se conocen como tunas.

Otras canciones forman parte de la creación de nuestro pueblo, lo que muestra ese mestizaje cultural generado durante la colonia, como se aprecia en «La espinaleña», «Sos un ángel», «El palito verde», «Guapango chorotega», «El zapateado», «La correa», que eran ejecutadas en diferentes espacios o fiestas de las comunidades ladinas de Honduras, y al igual que las mencionadas anteriormente han caído en el total olvido y solo forman parte del folclore no vigente de nuestro país.

En los usos y costumbres sociales de los siglos XVI al XIX, en las grandes fiestas de los peninsulares y de los criollos se ejecutaban diferentes ritmos musicales europeos, y se aprecian durante ese período similitudes entre la música de las clases altas y la de las populares, pues los mestizos poco a poco asimilaban esos ritmos y los adoptaban, más por la imposición cultural y el despojo de sus propias tradiciones que por gusto propio.

Los ejemplos más claros de ello son las polkas, mazurcas, valses, minués, que aprendieron los músicos mestizos y de los pueblos originarios a lo largo de los siglos hasta que generaron con el tiempo sus propias versiones, y son estos los ritmos que han llegado hasta la fecha y se ejecutan en fiestas populares de comunidades a lo largo y ancho de nuestro país.

El xique o sique
Es un ritmo ternario en compás de tres cuartos que fue el resultado del sincretismo cultural de la música típica de diferentes grupos culturales de la región sur y sureste de Honduras, con predominancia de los instrumentos transculturados. Tiene el acento en el primer tiempo musical a diferencia del vals, que lo tiene en el tercero. Según Manzanares Aguilar (1974), toma su nombre de la voz onomatopéyica del roce del caite o sandalia contra el suelo en el momento del baile. Membreño (1982) lo describe, a finales del siglo XIX, como un «baile que se efectúa brincando y haciendo posturas un tanto deshonestas». Es considerado el ritmo nacional de nuestro país, representativo del folclore mestizo nacional.

En resumidas cuentas, el xique no es más que la transformación de la música europea que sonaba en las fiestas de la época y que, posteriormente, ejecutaron los hábiles músicos mestizos, principalmente de la región sur y suroriente, que fueron capaces de emular y adaptar no solo la música de los grandes señores, sino también de elaborar sus propias versiones de los instrumentos musicales que se traían del otro lado del océano y que aún siguen fabricando.

En la vida musical hondureña, los etnomusicólogos y folcloristas no han desarrollado una investigación profunda que dé a conocer las raíces de este ritmo musical que era muy popular a finales del siglo XIX y que permitan diferenciarlo de otros bailes de la región, más allá del colorido, alegría y fuerza con que se bailaba este ritmo que nos legó piezas musicales como «El olvido», «La pieza del indio», «El xixique» o «La picoteña», entre otras del repertorio. En la actualidad, solo son ejecutadas y bailadas por grupos de proyección folclórica y, en la mayoría de los casos, resultan completamente desconocidas para los pobladores de las comunidades donde esas canciones eran ejecutadas y se les brindaba la popularidad y el reconocimiento merecido.

Hoy en día, el xique es un ritmo musical que, a pesar de haber gozado de la predilección de diferentes comunidades, ha caído en el olvido; sus reminiscencias solo viven en la memoria de muchos adultos que en su juventud pasaron días y noches de fiesta y diversión bailando estos ritmos alegres, que dieron paso con el tiempo a las celebraciones con polkas y otros géneros musicales que aún se ejecutan para el deleite de grandes y chicos en las diferentes ciudades, pueblos y aldeas. Se mantiene el uso de instrumentos cordófonos y aerófonos característicos de las orquestas campesinas de la región de Choluteca y alrededores, que constituyen un testimonio del legado cultural de la zona, son el alma de las celebraciones y llenan de vida las fiestas de las comunidades.

Punta, bunda o bangidi
Con la llegada de los garífunas a las Islas de la Bahía y a las costas del Caribe hondureño en el año 1797, venía una tradición de siglos de raíces tanto africanas como caribeñas y sudamericanas. La punta es una de esas tradiciones que ha salido de su tierra ancestral de Yurumein y ahora forma parte de la tradición del pueblo garífuna asenta do en los actuales Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua, y, por efectos de la migración, también en algunas ciudades de Estados Unidos de América. Entre los géneros musicales de los garínagu o garífunas hay diferentes cantos, divididos en dos tipos: los uyanu, que son cantos ancestrales (dügü, [oumajaní] arumahaní / abeimahaní, abeyanú); y los uremu, los cantos para bailar (punta, paranda, jüngüjüngü, gunchey, wanaraguá o yancunú).

Bangidi es el nombre con el que fue nombrada esta expresión del folclore garífuna conocida comúnmente como punta o bunda. Además de baile meramente social, es un ritual que se acostumbra a practicar durante las ceremonias fúnebres y el novenario de una persona adulta, donde se realizan nueve días de rezos a favor de un difunto en los que se pide a los antepasados con cantos que apoyen y guíen al espíritu para que, al dejar su cuerpo, pase al Seiri (tierra de los ancestros) en una etapa completamente espiritual. Originalmente, era realizado solo con el sonido de las palmas de las manos y las maracas; posteriormente, se comenzó a usar el acompañamiento de los tambores primera y segunda, siempre con las maracas o sonajas. Se consideraba que los tambores atraían el alma y no permitían que pasara a su próxima etapa junto a los antepasados.

Al fallecer un garífuna, otro está por llegar; por eso, el bangidi estaba prohibido para los niños y jóvenes por su contenido sensual, pues es una representación de la procreación desde esta manifestación artística que, frente a la creencia de muchas personas, no se baila en la punta de los pies, sino descalzo: la planta del pie está apoyada completamente en el suelo y el desplazamiento se realiza con la ayuda de los dedos de los pies, para ayudar al alma del difunto en la transición.

Según Armando Crisanto Meléndez, del Centro de la Cultura Garínagu de Honduras, a lo largo de la historia los garífunas han enfrentado una serie de problemas por la tenencia de la tierra. Una de las personas que los combatió fue John Bulnes. Cuando falleció, con gran emoción celebraron su muerte bailando en todas las comunidades garífunas de un extremo al otro, es decir bailando de punta a punta, naciendo acá el término con el que esta expresión cultural es más conocida.

La solemnidad y el respeto es algo esencial de esta manifestación que forma parte integral de la cosmovisión del pueblo garífuna. Bailar bangidi es recordar a un pariente, un amigo, un familiar, especialmente si la letra de la melodía tiene que ver con los hechos en vida de esa persona. Es recordar las raíces africanas del pueblo. Con el círculo que se forma alrededor de los tambores, percusionistas, coro y bailarines, se representa simbólicamente el universo en su forma circular y su conexión con el mundo espiritual.

Punta catracha
Lejos de ser parte de la cultura garífuna, la punta catracha se refiere específicamente a un fenómeno musical que nació en Honduras a finales del siglo XX y fusionó ritmos tropicales como el calipso y la soca, entre otros, e incluyó frases en el idioma garífuna. Recibió el nombre de «punta» para hacer referencia al ritmo musical ejecutado por los garífunas del Caribe hondureño durante los ritos funerales desde hace siglos. Buscando un producto que resultara novedoso y exótico a la vez, se realizó de esta forma una apropiación cultural en busca no tanto de un beneficio económico sino de una verdadera representación o promoción de la cultura garínagu. Este ritmo fue popularizado por grupos musicales mestizos o ladinos, como la Banda Blanca, a partir del lanzamiento de la canción «Sopa de caracol», adaptación de la composición realizada por el garífuna Hernán Chico Ramos, que se convirtió al inicio de la década de los noventa en un éxito de grandes proporciones a nivel mundial y aún hoy sigue sonando en muchos países como un referente de la música hondureña. Otros exponentes de este género en sus inicios fueron Los Gatos Bravos, Los Roland y Silver Star, quienes viajaron por Norteamérica y el Caribe dando a conocer el ritmo.

El baile en la punta de los pies, los movimientos provocativos de cadera y glúteos que rayan en lo vulgar y las faldas cortas adornadas con flecos caracterizan a las bailarinas de los grupos musicales con los que nació este ritmo. La orquestación no incluía instrumentos musicales propios de la etnia garífuna, pues hasta los tambores usados eran de tipo conga, y los instrumentos de viento de bronce y otros electrófonos complementaban la organología de los conjuntos musicales con los que se dio a conocer este género en sus inicios.

Con la llegada a la escena musical de artistas garífunas como Aurelio Martínez, Fernando Herrera Lambert, Tencoa, entre otros, a mediados de la década de 1990 se inició el acercamiento entre la recién nacida punta catracha y el bangidi o punta garífuna, pues con su origen étnico influenciaron todo el movimiento tanto en Honduras como en Belice. En la actualidad, la punta catracha se ha consolidado como una parte muy importante de la música popular de Honduras que es reconocida a nivel mundial y se acerca cada vez más, en la parte musical, a la mencionada raíz garífuna.

Los conjuntos o bandas más reconocidos del género están conformados por cantantes cuyo origen está en el pueblo garínagu —Kazzabe y El Sherif están entre los máximos representantes de la punta catracha—, y la organología actual incluye instrumentos como el caracol, el tambor primera y el tambor segunda, y en casos menores son emulados de forma electrónica. Por otro lado, la parte del baile entre los ladinos se parece más a otros géneros musicales garífunas y se baila indistintamente.

En nuestros días, y a nivel general, a la mayoría de las expresiones musicales del pueblo garífuna que incluyen tambor los mestizos de nuestro país las conocen con el nombre de punta, independientemente del género musical al que pertenezcan o de la parte social o ceremonial, incluso pueden ser cantos laborales. A partir de este fenómeno han surgido fusiones con otros géneros musica les, y ya se ha hablado de ranche-punta —mezcla con rancheras mexicanas—, electro-punta —que incorpora los efectos de la música electrónica o instrumentos electrófonos— y punta-rock —una variabilidad que va dirigida principalmente al público ladino, que ya no solo la usa en sus fiestas y carnavales, sino que la ha llevado a otros ámbitos, alumbrando así la zumba-punta, música creada para hacer ejercicios—. Hoy en día, por los cambios sufridos a lo largo de una trayectoria de más de 30 años, la punta catracha goza de mayor aceptación de parte del pueblo garífuna.

Conclusión
Al hablar de la música popular y tradicional hondureña, la población en general se centra en dos ritmos, xique y punta. A pesar de no estar vigente en las comunidades, aún se sigue hablando del xique a nivel general en el país y forma parte del folclore que se enseña en las escuelas. Y el pueblo en general identifica al folclore dancístico mestizo como xique, independientemente de si es una polka, un xique, un guapango o una mazurca. El simple hecho de usar una vestimenta tradicional no vigente y de cualquier región del país es motivo para preguntar al portador de dicha indumentaria: ¿a qué hora bailarán xique?, o ¿usted baila xique?

Las expresiones folclóricas mestizas han sido implantadas en la cultura hondureña desde la institucionalidad, y son los grupos de instituciones educativas, a través de los concursos, los encargados de mantener esta pseudotradición. Estos bailes se ejecutan únicamente en un escenario, y violines y guitarras fueron sustituidos, desde la oficialidad de la Secretaría de Cultura, por la marimba; en consecuencia, los grupos de proyección bailan una versión completamente distorsionada de este género musical.

Por otro lado, tanto la punta garífuna como la punta catracha, junto con otros ritmos regionales menos conocidos, son verdaderas expresiones culturales y del folclore del pueblo hondureño, mas no las únicas, y se encuentran tanto en diferentes fiestas y celebraciones de las comunidades en diferentes estratos sociales, en zonas rurales y urbanas, como en los funerales y otras ceremonias de la cultura garífuna.

Estos ritmos, de una forma u otra, forman parte de las tradiciones musicales de la hondureñidad y constituyen verdaderas representaciones vernáculas extraídas del corazón del pueblo. La punta catracha, que ha servido para amalgamar dos culturas en un solo nombre: punta, se baila en los cuatro puntos cardinales del país donde los mestizos están presentes, adaptándose con los diferentes instrumentos que tradicionalmente usa cada comunidad, y está adherida a nuestra identidad hasta el punto de decirse que todo buen hondureño sabe bailar punta (catracha).


4 comments

google diciembre 25, 2024 - 10:57 pm

I loved as much as you’ll receive carried out right here. The sketch is tasteful, your authored material stylish.

Reply
droversointeru diciembre 31, 2024 - 9:20 pm

Write more, thats all I have to say. Literally, it seems as though you relied on the video to make your point. You clearly know what youre talking about, why throw away your intelligence on just posting videos to your blog when you could be giving us something enlightening to read?

Reply
noodle magazine. enero 11, 2025 - 3:39 pm

Noodlemagazine Nice post. I learn something totally new and challenging on websites

Reply
noodle magazine. enero 13, 2025 - 6:37 am

Noodlemagazine I appreciate you sharing this blog post. Thanks Again. Cool.

Reply

Leave a Comment

* Al utilizar este formulario usted acepta el almacenamiento y manejo de sus datos por parte de este sitio web.

Global es una publicación de la Fundación Global Democracia y Desarrollo y su Editorial Funglode. Es una revista bimestral de naturaleza multidisciplinaria, que canaliza las reflexiones sociales y culturales, acorde con el pensamiento y la realidad actual, elevando de este modo la calidad del debate.

© 2023 Revista GLOBAL. Todos los derechos reservados. FUNGLODE.

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?
-
00:00
00:00
Update Required Flash plugin
-
00:00
00:00