Revista GLOBAL

La mora adictiva

228 visualizaciones

Hace más de medio siglo apareció en la escena cinematográfica mundial una rubia perturbadora. Lucía un cabello desenfadado, como un presagio de los violentos cambios sociales que vendrían en las décadas posteriores y que pondrían fin a la conservadora sociedad de la década de 1950. Su nombre es Brigitte Bardot, pero el mundo la conoció también como bb. Millones de personas, especialmente varones, fueron adictos a esta sigla durante más de 20 años, porque junto a su polémica sensualidad y hermosura, la francesa demostró un polifacético talento que la llevó a ser modelo, cantante y activista social. Apenas comenzado el siglo xxi, las nuevas generaciones han renovado su conocimiento y devoción por bb. Pero ya no se trata de la actriz, aunque las iniciales siguen siendo sinónimo de seducción, revolución y versatilidad. Al introducir la sigla en el buscador Google, el primer resultado de la lista nos actualiza su significado: Blackberry.

Pero hacer este ejercicio no es necesario en realidad. Basta preguntar qué es bb a cualquier joven de ese segmento cada vez más amplio que accede a la telefonía celular. En efecto, desde el advenimiento de las tecnologías inalámbricas de comunicación personal y el indiscutido éxito de los teléfonos celulares, pocos dispositivos han obtenido tanto favor y fervor como lo hizo y continúa haciendo el Blackberry. En sólo una década, este aparato de la empresa canadiense Research in Motion (RIM) ha entrado en la mente y el corazón de millones de personas, comenzando por los usuarios corporativos a quienes deslumbró con sus prestaciones de comunicación permanente y portátil, y continuando con los usuarios masivos, gracias a los emergentes escenarios que produjo la convergencia entre telefonía e Internet. Y aunque existen numerosos dispositivos dentro de esta categoría de teléfonos inteligentes (smartphones), que poseen iguales virtudes que un Blackberry, no hay asomos de estancamiento en su popularidad; pese a que en los últimos años han aparecido formidables competidores en el mercado como el iPhone y otros que comienzan a reinventarse, como Palm, haciendo más entretenida la disputa por las porciones de la lucrativa torta de la comunicación personal.

Además de la comunicación por voz, la plataforma Blackberry basa su poder en la combinación de diversos servicios de mensajería y manejo de documentos, entre los cuales es fundamental el correo electrónico llevado al usuario automáticamente (push e-mail). Como herramienta de trabajo, trasladó las principales funciones de una computadora de escritorio a la palma de la mano (handheld), modificando la dinámicas y estructuras operativas de muchas organizaciones y ejecutivos de todo el mundo. Y, pese a no ser la primera plataforma en reemplazar las funciones de un asistente personal por un dispositivo digital que hiciera las mismas tareas (pda), sí se transformó en una de las más demandadas. En años recientes, la consolidación de la web como primera fuente de información y noticias actualizadas, el asentamiento de la mensajería instantánea (chat) como un hábito universal, la popularidad de las redes sociales como Facebook y Twitter, y la integración de capacidades multimedia y de entretenimiento, ampliaron el espectro de usuarios de Blackberry, los que pudieron así prescindir de las computadoras de escritorio e incluso de las portátiles. Aunque en principios se llamaría fresa (strawberry) por la similitud de los pequeños botones del teclado con las semillas de esa fruta, se escogió finalmente otro nombre de la familia de las rosáceas. Así visto, la mora (blackberry) es dulce como el azúcar; cuando todas las necesidades de comunicación personal posibles pueden ser cubiertas con un dispositivo que está, literalmente, al alcance de nuestra mano y de nuestro bolsillo, no queda más que satisfacerlas. Y hasta la saciedad. Pero somos una especie que no parece saciarse. En este punto comienza la adicción.

Crackberryzados, ¿la nueva tribu?

Rendidos ante el dominio de los anglicismos cuando de tecnología se trata, un nuevo acrónimo asoma desde hace algún tiempo para describir el fenómeno de adicción que causan estos dispositivos. La expresión crackberry, en alusión a la adictiva droga sintética crack y al teléfono Blackberry, se refiere entonces al uso excesivo o adicción al famoso aparato. Se trata de una serie de comportamientos empíricos que generan ansiedad, desconcentración, insomnio y fatiga digital (de los dedos) entre sus usuarios, e incomodidad y conflictos comunicacionales entre quienes viven o trabajan alrededor del adicto. Por supuesto, como toda adicción, es difícil lograr que quienes la padecen la reconozcan. En rigor, no es una enfermedad clínica pero al igual que otras obsesiones y compulsiones, ya se le asocian diversos síntomas que conviene no desatender. El principal es la imposibilidad de fijar la atención en otra cosa que no sea el Blackberry. Un estudio de caso de tres investigadores de la Sloan School of Business, del Massachusetts Institute of Technology (mit), la entidad más reputada a nivel mundial en nuevas tecnologías, reveló que a los empleados a quienes sus jefes les dieron un dispositivo Blackberry para establecer “un mejor balance entre la vida laboral y personal”, al poco tiempo se les volvió imposible dejar de revisar el dispositivo cada cinco minutos en busca de algún correo o mensaje entrante. Resultó falsa la premisa de la empresa de que los trabajadores tendrían tiempo libre para disfrutar en casa si aprovechaban antes los tiempos muertos de la fila en el supermercado, los semáforos y otros lugares, respondiendo mensajes pendientes.

Los empleados terminaron respondiendo y enviando mensajes desde cualquier lugar y situación, borrando el ya difuso límite entre vida laboral y personal. Además, cundió la necesidad de estar conectados, bajo la presunción de disponibilidad mutua y permanente para los demás colegas. Y no resultó infundada esta presunción; se encargaban de comprobarla cada minuto. Debido a esto, los trabajadores dejaron de responder eficazmente a las interlocuciones “reales” de sus hijos, amigos y parejas, por atender los mensajes virtuales durante las vacaciones, desde el baño, a media noche, en un velorio, en el cine, o en la playa, por citar algunos ejemplos. Lo más alarmante fue la convicción final de los empleados que, pese a los inconvenientes sociales que les ha generado su adicción al Blackberry, no tienen intención alguna de dejarlo. Situaciones como estas abren la puerta a futuros debates sobre el derecho al descanso y la privacidad. Si el uso del teléfono celular acentuó dinámicas de control entre las personas, el uso del Blackberry y en general de los teléfonos inteligentes, comienza a operar como un mecanismo de control social agravado por los comportamientos compulsivos. La adicción lo complica todo. Al estar la relación empleador-empleado y sus transacciones mediadas por un Blackberry y la voluntariedad de su uso, se hace difícil precisar la situación de trasgresión a los derechos de ocio, descanso, e intimidad. El empleado responde cuando quiere.

El problema es que siempre quiere o entiende que debe responder. Muchos empleadores saben eso y se comunican a cualquier hora. Debido a la cultura laboral estadounidense, seguramente no pasará mucho tiempo antes de producirse enfrentamientos entre directivos y sindicatos que terminen en leyes que irán más allá de las normas internas de la empresa. Por ahora, las flotas [de teléfonos móviles] corporativas en la República Dominicana no entregan masivamente un Blackberry u otro dispositivo similar, pero parece ser cosa de tiempo. En cuanto a conducta, está comprobado que el grado de desatención al entorno que muestran los usuarios de Blackberry les lleva a situaciones peligrosas; caminan por la calle sin dejar de atender los mensajes y causan la ira de sus interlocutores a quienes hablan sin mirarlos a la cara mientras manipulan el dispositivo. Es frecuente encontrar en cualquier lugar y circunstancia a muchos en una postura de profundo recogimiento con las manos juntas y la cabeza inclinada, para orar cree la mayoría, cuando en realidad atienden disimuladamente mensajes en su Blackberry. Esta nueva tribu urbana de crecimiento exponencial es un verdadero ejemplo de la cada vez más famosa paradoja de la comunicación digital; acerca a los que están lejos y aleja a los que están cerca. Existen adictos famosos, como el presidente norteamericano Barack Obama, las cantantes Beyonce y Madonna, el futbolista David Beckham o el actor Bruce Willis.

Al primero, una vez que asumió como mandatario fue imposible quitarle el dispositivo, pero su par francés Nicolas Sarkozy se recuperó a tiempo para descartar su uso y cambiarlo por un nuevo aparato galo con poderosas capacidades de encriptación de voz y datos llamado Teorem. Aunque para llegar a este punto debió comprender las implicaciones de seguridad asociadas a su cargo y vivir un bochornoso episodio, cuando casi disgusta al Papa, luego de no poder resistirse a echar un vistazo a su Blackberry durante una audiencia privada con el sumo pontífice. Tal vez inspirados en este tipo de acontecimientos, la administración del Hotel Sheraton de Chicago fue la primera en ofrecer gratuitamente un “Programa de Desintoxicación del Blackberry”, sustentado en la tenencia de los aparatos de los clientes, a petición de estos durante el tiempo que estimen pertinente para desconectarlos del mundo y permitirles concentrarse en reuniones cara a cara y relaciones con otras personas y descanso con la familia. Menos generosa es la propuesta de algunos spa de los hoteles Park Hyatt de Estados Unidos y Canadá, donde desde hace tres años ofrecen, por casi 100 dólares, un tratamiento para el alivio sintomático de las manos cansadas por el uso excesivo del Blackberry. Y es que no son pocas las personas que sufren del llamado Blackberry Thumb, afección similar al síndrome del túnel carpiano que causa fatiga y dolor debido al movimiento constante y repetitivo de la bolita de navegación o trackball de la mayoría de los modelos de Blackberry, llevando al límite el uso del dedo pulgar. Y aunque rápidamente estos teléfonos se han vuelto inteligentes, y lentamente más ergonómicos, nadie se atreve a presentar aún quejas al respecto para no sacrificar el tamaño y potencia de un Blackberry.

Más dominicanos 

Las clásicas tarjetas de presentación dejaron de existir, para muchos, la primera opción para propiciar el contacto posterior entre personas que acaban de conocerse. Y no se debe a cambios de nombres institucionales o nuevos nombramientos, que éstas ya no sirven. Parece que los usuarios confían más en la memoria de su Blackberry que en un trozo de papel impreso. De puño y letra, los números y direcciones se perciben frágiles en tiempos en que basta sólo un carácter erróneo para fallar en el envío de un mensaje. Es más fácil, en opinión de los partidarios del dispositivo, revelar al otro el bb pin, un número único por cuenta y aparato que les permite a los demás comunicarse con el poseedor de un Blackberry mediante un servicio de mensajería universal propio de la plataforma. Siempre y cuando el otro tenga un Blackberry también. Típica presunción del adicto. En la República Dominicana, las prestadoras de servicios de telecomunicaciones han hecho su trabajo. Según el Instituto Dominicano de Telecomunicaciones (Indotel), el aumento de las líneas móviles de 3,6 millones en 2005, a 8,5 millones a comienzos de 2010, supuso no sólo la reciente asignación de un nuevo código de área país (849) que se suma a los dos ya existentes para satisfacer la demanda actual y futura, sino también el logro de prácticamente el 100% de la teledensidad telefónica, es decir, la existencia de una línea telefónica por cada dominicano. Sin embargo, tales cifras no quieren decir que todos acceden a la Internet mediante dispositivos móviles inteligentes, porque estos tienen un costo superior a los teléfonos celulares convencionales y requieren la contratación de un plan de datos.

Esta diferencia permitió durante un buen tiempo disfrutar de un argot tecnológico a una fracción de dominicanos de situación económica holgada; “¿cuál es tu bb pin?, ¿cómo te salió el 8220?, ¿sabes de alguna aplicación nueva para descargar?”, fueron y siguen siendo preguntas frecuentes entre los poseedores de un Blackberry. A favor del consumidor, la declarada competencia mundial en el segmento de los fabricantes de teléfonos inteligentes, así como la competencia interna entre los proveedores de telefonía inalámbrica de datos, han puesto el Blackberry al alcance de una cantidad creciente de dominicanos y, de paso, condicionado la asociación entre el aparato y un estatus social elevado, exclusivamente a la aparición del último modelo de la línea, y es que para este tipo de cosas, al dominicano promedio parece no faltarle dinero nunca. Destinados a las nuevas generaciones de adictos a Internet, han aparecido también diversos planes “sociales” más económicos que, sin generar gran tráfico de datos, permiten el acceso a los servicios y aplicaciones más demandadas; redes sociales, correo electrónico y mensajería instantánea. Se espera con esto un aumento sostenido del número de usuarios de teléfonos inteligentes, entre los cuales el Blackberry goza aún de gran reputación para captar nuevos adictos. Parecen ser estas excelentes noticias para los empleadores en general y para las empresas telefónicas en particular. Noticias de cuidado para quienes no deseen terminar como los ejecutivos y trabajadores que, cual efecto pavloviano, se movilizan ante cualquier cambio en la lucecita del Blackberry por la expectativa de encontrar nuevos mensajes, incluso si acaban de comprobar que no los hay. Y malas noticias para los amigos, hijos y cónyuges que esperan más atención de sus seres queridos y descubren con incredulidad que ni siquiera sus enfados logran apartar al adicto de su querido Blackberry.

¿Síntomas de adicción?

La siguiente es una lista de las situaciones que pondrán al descubierto a todos aquellos que estén crackberry zados. Si se reconoce en más de tres, llame al centro médico más cercano. A través de su Blackberry, naturalmente. 

1.- Camina de manera torpe y cruza la calle… mientras lee su Blackberry. 
2.- Responde el correo electrónico desde su Blackberry, pese a tener la computadora conectada y en frente. 
3.- Lo oye sonar, lo siente vibrar… pero su Blackberry está apagado. 
4.- Va al baño a medianoche y usa su Blackberry como linterna. 
5.- Se siente incompleto y nervioso cuando no tiene su Blackberry a mano. 
6.- Se le corta la respiración unos segundos si el Blackberry se le cae de las manos. 
7.- Revisa en búsqueda de mensajes, aun cuando el led del Blackberry no esté en rojo. 
8.- Le llegó un correo importante del jefe, cuando le reclaman dice que fue por no dejar tranquilo el Blackberry. 
9.- Responde correo, chatea y navega en su Blackberry, pero sólo es un sueño. 
10.- Al usar su Blackberry, es capaz de conversar con alguien más, pero no tiene idea de lo que le dijo.


4 comentarios

namo89 julio 21, 2024 - 7:07 pm

… [Trackback]

[…] Information to that Topic: revistaglobal.org/la-mora-adictiva/ […]

Responder
echome agosto 25, 2024 - 12:25 am

… [Trackback]

[…] Information to that Topic: revistaglobal.org/la-mora-adictiva/ […]

Responder
dk7 septiembre 14, 2024 - 8:34 pm

… [Trackback]

[…] Information on that Topic: revistaglobal.org/la-mora-adictiva/ […]

Responder
https://stealthex.io septiembre 16, 2024 - 10:31 am

… [Trackback]

[…] Read More Information here to that Topic: revistaglobal.org/la-mora-adictiva/ […]

Responder

Deja un Comentario

* Al utilizar este formulario usted acepta el almacenamiento y manejo de sus datos por parte de este sitio web.

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?
-
00:00
00:00
Update Required Flash plugin
-
00:00
00:00

Global es una publicación de la Fundación Global Democracia y Desarrollo y su Editorial Funglode. Es una revista bimestral de naturaleza multidisciplinaria, que canaliza las reflexiones sociales y culturales, acorde con el pensamiento y la realidad actual, elevando de este modo la calidad del debate.

© 2023 Revista GLOBAL. Todos los derechos reservados. FUNGLODE.