Hasta donde puedo recordar, en la literatura dominicana de ciencias sociales, principalmente la de sociología y antropología, no existe otro texto como el que el lector tiene en sus manos. De hecho, creo que es el primero que enfoca sistemáticamente, tras una revisión conceptual y crítica de 71 artículos y 22 libros del antropólogo y filósofo francés de origen belga Claude Lévi-Strauss, un aspecto a la vez importante pero poco tratado en los estudios sobre este relevante intelectual e investigador del siglo XX. La relevancia de Lévi-Strauss para el desarrollo de la antropología y las ciencias sociales en general (sociología, psicología profunda, historia) difícilmente puede ser ignorada.
Sus escritos se prestan para ser estudiados, como bien lo señala el autor de este texto, Julián Valdés, desde el punto de vista estricto de las ciencias sociales, así como desde una perspectiva cultural y literaria. No en balde Lévi-Strauss, en su condición de etnólogo, y Roman Jakobson, en su condición de lingüista, unen sus fuerzas en 1962 para emprender la tarea de visibilizar las estructuras profundas de un poema del poeta francés Charles Baudelaire, «Les Chats» (Los gatos). Leamos lo que Lévi-Strauss manifiesta en el inicio del texto: «Quizá sorprenda encontrar en una revista de antropología un estudio consagrado a un poema francés del siglo XIX. Pero la explicación es simple: si un lingüista y un etnólogo juzgaron oportuno unir sus esfuerzos para tratar de comprender cómo estaba hecho un soneto de Baudelaire, es porque, independientemente uno de otro, se enfrentaron con problemas complementarios. En las obras poéticas, el lingüista distingue estructuras que muestran una analogía sorprendente con las que el análisis de los mitos revela al etnólogo. Este, por su lado, no podría ignorar que los mitos no consisten solamente en ajustes conceptuales: son también obras de arte que suscitan en quienes los escuchan (y en los mismos etnólogos, que los leen en transcripciones) profundas emociones estéticas. ¿No será que ambos problemas constituyen uno solo?» (p. 11). En este y otros de sus cuantiosos textos se evidencia una característica innegable de este pensador: su mirada abarcadora, diversa y compleja sobre la realidad social y humana, así como su agudeza analítica y crítica a la hora de descifrar los misterios que anidan en la misma. Lévi-Strauss propone hipótesis que suelen ser tan penetrantes como temerarias.
La relación que propone entre la prohibición o tabú del incesto y el origen del lenguaje, en la medida en que el sistema de reglas que prohíbe unirse con ciertos individuos cercanos en términos de consanguinidad también prescribe con quién unirse, prefigura las reglas del lenguaje, mediante el cual, en vez de mujeres, se intercambiarán palabras; o la hipótesis de que el tabú del incesto constituye el mecanismo que empuja el paso de la naturaleza a la cultura. Estas proposiciones destacan no solo como hipótesis de indiscutible valor analítico, sino también como indicación de una vasta imaginación teórica que atraviesa las fronteras de las disciplinas y apunta hacia un conocimiento de la cultura y la sociedad de carácter «caleidoscópico».1 En este libro, Julián Valdés se propone explorar un aspecto de la obra de Lévi-Strauss que él considera que ha sido pobremente tratado por los estudiosos de las contribuciones del importante antropólogo francés. Ese aspecto es el de la relación entre la naturaleza y la cultura. A nosotros esta afirmación de Valdés nos extrañó desde un principio, teniendo a mano la consideración que el propio Lévi-Strauss hace en el primer capítulo de una de sus principales monografías, frecuentemente citada, Las estructuras elementales del parentesco: «Entre los principios que formularon los precursores de la sociología, sin duda ninguno fue rechazado con tanta seguridad como el que atañe a la distinción entre estado de naturaleza y estado de sociedad. En efecto, es imposible referirse, sin incurrir en contradicción, a una fase de la evolución de la humanidad durante la cual ésta, aún en ausencia de toda organización social, no haya desarrollado formas de actividad que son parte integrante de la cultura. Pero la distinción propuesta puede admitir interpretaciones más válidas» (p. 35). Es decir, que en esta obra tan cardinal entre las contribuciones de Lévi-Strauss él señala el insensato abandono en la tradición sociológica de la distinción entre naturaleza y cultura, y suponemos por ello que en este estudio él trataría de restituir a dicha distinción conceptual sus merecidos méritos en el campo de la investigación sociológica y antropológica.
Quienes conocen dicha obra tienen que llegar a la conclusión de que Lévi-Strauss logró en gran medida su objetivo. No obstante, Valdés, con argumentos válidos, señala que este aspecto no ha sido tocado por los estudiosos de la obra de Lévi-Strauss ni con la frecuencia ni la profundidad que debiera esperarse: «¿Se debe esta ausencia a la irrelevancia del tema naturaleza-cultura en el pensamiento de Lévi-Strauss? Sostenemos que no. El antropólogo estructuralista ha sido reconocido por muchos como el pensador que más ha insistido sobre dicho binomio temático en el campo de la antropología cultural y la oposición entre naturaleza y cultura, considerada por los críticos como una tesis recurrente y central en la antropología estructural de Lévi-Strauss» (p. 23). En este nivel de la argumentación debemos admitir que coincidimos con el autor una vez que hemos leído los elementos que propone, que no vamos a detallar aquí. Basta con citar con sus propios términos el objetivo de la investigación que se ha propuesto en este libro: «En este estudio nos proponemos ser consecuentes y presentar la relación naturaleza-cultura como clave hermenéutica del pensamiento de Lévi-Strauss. Por lo tanto, nos disponemos a leer toda su obra a partir de esta clave y a interpretar la significación y las implicaciones filosóficas de dicha relación en el pensamiento del padre de la antropología estructural» (p. 33). Y, en efecto, según nuestra evaluación del texto, consideramos que el autor cumple con lo que ha prometido en su exposición. A lo largo de sus páginas los lectores podremos lograr una comprensión bastante ajustada de lo que el autor considera las tres etapas de la evolución del tema naturaleza-cultura en los textos de Lévi-Strauss.
Recurro nueva vez, en bien de la claridad de este prólogo para la comprensión de los lectores, a las palabras textuales del autor: «En este estudio nos proponemos ser consecuentes y presentar la relación naturaleza-cultura como clave hermenéutica del pensamiento de Lévi-Strauss. Por lo tanto, nos disponemos a leer toda su obra a partir de esta clave e interpretar la significación y las implicaciones filosóficas de dicha relación en el pensamiento del padre de la antropología estructural. Demostraremos que en la obra de Claude Lévi-Strauss existen tres concepciones distintas de la relación naturaleza-cultura, no simultáneas sino sucesivas. Esas concepciones delimitan claramente tres distintas etapas en su teorización, que evoluciona en un proceso que va de lo particular a lo general, de lo etnológico a lo antropológico, de lo etnográfico a lo cosmológico. Detrás de cada una de las tres concepciones de la relación se esconde una visión filosófica que pretendemos explicitar y analizar» (p. 33). Esta vez, parafraseando y citando al autor, resumimos las tres concepciones que él identifica en la obra de Lévi-Strauss sobre la relación entre naturaleza y cultura, lo cual es el objeto de la indagación de Valdés. La primera concepción de la relación entre naturaleza y cultura es aquella en la cual los seres humanos dominan la naturaleza y se someten está a los dictados de la cultura. Valdés recalca la filiación de esta concepción con la idea que tenía Hobbes sobre la naturaleza humana y el carácter del rol de la autoridad estatal con respecto a la sociedad civil. La segunda concepción integra una noción según la cual la naturaleza se corresponde con un orden original, frente al carácter artificial de la cultura, o sea, esta se considera como una creación del ser humano.
Esta etapa, según el autor, se relaciona con la concepción de Rousseau, para quien el llamado «salvaje» representaba un paradigma de la naturaleza humana no corrompida por las instituciones propias de la sociedad moderna. Es en este momento cuando Lévi-Strauss cuestiona el supuesto de la superioridad de una cultura sobre otra, e inaugura un programa de investigación y estudio de la diversidad cultural y social humana. La tercera concepción está dominada por una noción según la cual la cultura se disuelve en la naturaleza. Valdés sostiene: « […] el autor ha venido planteando una identidad entre las leyes del pensamiento y las leyes de la materia, como manera de garantizar un espacio de objetividad para las ciencias humanas. Con tal propósito, termina instaurando una sustancia independiente de la conciencia, intermedia entre la res cogitans y la res extensa de R. Descartes, a la que nos atrevemos a nominar res inconsciens. La res cogitans y la res extensa se transforman en modos de la res inconsciens, que constituye la verdadera sustancia» (p. 35). En lo adelante, el texto de Valdés se convierte en una rigurosa y fascinante exploración y reflexión sobre las distintas formas en que la naturaleza y la cultura se relacionan, se interpenetran, se inscriben recursivamente la una en la otra –es decir, abordar aspectos de la cultura nos lleva al encuentro dentro de sí misma de la naturaleza, de la misma manera que el estudio y análisis de eso que identificamos como naturaleza nos revela la presencia de la cultura, no en vano el ser humano es a la vez un ente biológico y cultural–, atendiendo a lo que las reglas inscritas en las estructuras hacen posible. Valdés emprende esta indagación resaltando oportunamente las diversas influencias y filiaciones filosóficas y científicas que contribuyen a dar forma al pensamiento de Lévi-Strauss, resaltando en particular la contribución de la lingüística estructuralista de Ferdinand de Saussure, cuya distinción entre lengua (langue) y habla (parole) pasará a ser clave para la construcción del concepto de estructura, el cual tendrá la forma de un código colectivo e inconsciente que posibilita la producción de sentido. Asimismo, sitúa la influencia de Marcel Mauss en la construcción de su modelo etnológico de investigación, así como la deuda con el marxismo, el psicoanálisis, el pensamiento de Rousseau y la filosofía kantiana. No vamos a ahorrarle al lector el esfuerzo de hacer su propia indagación en el texto de Valdés, y nos limitaremos a señalar que a nuestro parecer las conclusiones del autor expresan coherentemente las implicaciones científicas, filosóficas y éticas de la obra de Claude Lévi Strauss en lo atinente a la relación entre naturaleza y cultura. Estamos ante una obra novedosa que enriquece sin duda la bibliografía de ciencias sociales en la República Dominicana, a la vez que pone a la disposición de profesionales de las ciencias sociales, profesores universitarios y estudiantes avanzados una inteligente exposición y análisis de un aspecto cardinal del pensamiento de Claude Lévi-Strauss, sin duda uno de los intelectuales más relevantes del siglo XX.
Notas
El sociólogo argentino Eliseo Verón, en su introducción al texto Antropología estructural (Eudeba, 1968, Librairie Plon, 1958), expresa este rasgo sin desperdicio, al comentar el impacto de una de las principales monografías de Lévi-Strauss, Las estructuras elementales del parentesco (Mouton y Co., 1949): «El estudio de los fenómenos de parentesco indicaba la existencia, en uno de los niveles fundamentales de la organización social, de un sistema de reglas lógicas de intercambio, susceptible de un tratamiento formal con ayuda de instrumentos matemáticos. A partir de este momento, resultaba posible llevar adelante un análisis detallado de la organización social de los pueblos ágrafos, cuyos principios internos no difiere cualitativamente del pensamiento lógico de la sociedad moderna, con lo cual se acelera la destrucción de la imagen tradicional del primitivo, sumergido en los laberintos de la afectividad y la irracionalidad. Simultáneamente, Lévi-Strauss elaboraba los primeros lineamientos de una teoría general de los fenómenos sociales como procesos de comunicación definidos por sistemas de reglas, con lo cual su pensamiento convergía con algunos de los más importantes desarrollos de las ciencias humanas contemporáneas: la lingüística desde Saussure y luego la teoría de la comunicación, la teoría de la información, la cibernética y la teoría de los juegos»
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