La nueva Constitución de la República Dominicana, en su artículo 81, punto 2, prevé en la composición de la Cámara de Diputados: «Cinco diputadas o diputados elegidos a nivel nacional por acumulación de votos, preferentemente de partidos, alianzas o coaliciones que no hubiesen obtenido escaños y hayan alcanzado no menos de un uno por ciento (1%) de los votos válidos emitidos». Guadalupe Valdez, usted fue elegida como diputada de una de estas cinco diputaciones, ¿cómo considera la creación de esta nueva figura legislativa?
La introducción de esta figura legislativa en la reforma constitucional de 2010 fue, sin duda, un gran avance para lograr la representación de las expresiones políticas minoritarias en el Congreso de la República. Fue un planteamiento que llegó tanto desde los partidos políticos emergentes como desde distintos sectores de la sociedad. Sin embargo, en la ley de aplicación correspondiente, se mantiene una fórmula ambigua que abre la posibilidad de presentar sus candidaturas también a las alianzas de partidos, limitando el espíritu que motivó la creación de esta nueva figura legislativa.
Es por esta razón por la que las cinco diputaciones electas en 2010 no representan a las fuerzas minoritarias, sino que cuatro de ellas representan a los dos partidos mayoritarios y una, la mía, representa a un partido emergente (2% de las preferencias del electorado), pero también dentro de la coalición política con el Partido de la Liberación Dominicana (pld). De hecho, mi entrada como candidata a una diputación nacional fue fruto de un acuerdo político entre la Alianza por la Democracia (apd) y el pld. Personalmente, creo que la ley debe ser modificada, espero que antes de las elecciones congresuales de 2016, para que las cinco diputaciones nacionales sean solamente para los partidos minoritarios emergentes, y no para las coaliciones de partidos.
¿Qué desafíos se abren, en el panorama político partidario nacional, para la representación directa de todo el país y no solamente de una determinada demarcación electoral y, por ende, de uno de los dos partidos mayoritarios?
Antes que todo, tenemos que considerar que es la primera vez que tenemos diputados de esta naturaleza; por tanto, su mandato es un desafío y, en esta gestión 20102016, nosotros los primeros cinco diputados nacionales tenemos el deber de darle carácter y contenido al proceso de representación nacional. ¿Cómo tomar en cuenta las características y diversidades de todos los territorios del país, las diferentes regiones, provincias y municipios? Este es, naturalmente, el gran desafío. Nosotros los legisladores tenemos que construir marcos legales que respondan a los intereses de las grandes mayorías, de todos los ciudadanos y ciudadanas y que no nazcan de una lógica partidista, localista u oportunista. Construir una mirada política nacional, sin desligarla de los acontecimientos tanto globales como locales, es también un desafío porque nos señala que los ciudadanos dominicanos deberían votar abiertamente a los diputados por las propuestas programáticas que estos encabezan, y sobre las cuales tienen que rendir cuentas a todos, no solamente a sus electores. Pierde importancia, entonces, el apoyo asistencial o clientelar de partido, al cual estamos lamentablemente acostumbrados, mientras que retoman centralidad, como creemos que debe ser, los compromisos temáticos y concretos que respondan a las necesidades y a los derechos de la ciudadanía.
¿Cuáles son los principales puntos de trabajo de su diputación?
Inicialmente planteamos tres ejes programáticos: 1) educación, cultura e identidad; 2) economía solidaria y empleo, y 3) enfoque de derechos (con más atención en mujer, juventud y medio ambiente). Actualmente, después de dos años y tres meses de trabajo legislativo, hemos ampliado, redimensionado y caracterizado aún más los ejes, a partir del diálogo con las organizaciones sociales, comunitarias y productivas con las cuales hemos mantenido relaciones constantes y cercanas inmediatamente después de las elecciones. Con estas organizaciones, y gracias al apoyo de un equipo de asesores solidarios, formado por ciudadanos expertos en diferentes temáticas y provenientes de los más diversos ámbitos sociales del país, hemos desarrollado el Plan Estratégico de la Diputación Nacional 2011-2016. Discutimos ejes, contenidos, temas fuertes y actuales, y los socializamos en las diferentes regiones del país para que los ciudadanos validaran el Plan. Una práctica bastante innovadora para el país.
El resultado de este proceso fue la ampliación y reorganización del Plan 2011-2016 para incluir cinco ejes estratégicos: 1) Presupuesto General del Estado, en el cual se concretan tanto las políticas públicas como el enfoque de derecho; 2) Defensa de la Institucionalidad y Estado de Derecho; 3) Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional; 4) Educación, y 5) Enfoque de Género,(con acciones afirmativas respecto a la participación política de la mujer). Estos cinco ejes se nutren de cuatro propósitos que alimentan el espíritu de la diputación nacional: a) contribuir a los cambios de la cultura política también a través de la práctica legislativa; b) cambios en el modelo económico, que tiene que dar un giro radical para dirigirse sobre todo a los más marginados, a los dominicanos y dominicanas que están en situación de pobreza e indigencia, para que sean los actores protagónicos de su desarrollo; c) justicia social, y d) movilización social e inclusión. En este sentido, el nuevo modelo tiene que ser un modelo económico solidario, que incentive la producción local, el desarrollo de capacidades de los campesinos, de los pequeños productores, que genere a nivel nacional nuevas y más eficientes políticas de empleo, financieras, fiscales, que no respondan a intereses corporativos de determinados grupos o sectores de este país, sino que respondan a todos los ciudadanos, pero primero a los más necesitados.
A pesar de las características generales del país y sus posibilidades reales, el enfoque de desarrollo que se ha ido defendiendo en las últimas décadas se basa cada vez menos en un verdadero desarrollo rural, y se define cada vez más a través de una mirada hacia fuera, hacia la comparación con modelos de desarrollo insostenibles y profundamente alejados de la realidad regional caribeña.¿Qué factores culturales cree que influyen cotidianamente en la aproximación a cierto modelo de desarrollo?
Tiene mucho que ver con nuestra dependencia histórica respecto a la economía norteamericana; por esto hay que volver la mirada hacia un desarrollo integral de los actores locales. Culturalmente, ello nos obligará a generar políticas públicas que contribuyan a este cambio de mirada, a este cambio de enfoque. Las experiencias de otros países de la región, por ejemplo en los temas de economía solidaria o soberanía y seguridad alimentaria y nutricional, son fundamentales, y nos ayudarían a compararnos con realidades mucho más cercanas a la nuestra que la norteamericana o europea. Nuestra sociedad siempre ha sido una sociedad principalmente rural, pero en los últimos años se ha vivido una migración masiva hacia las grandes ciudades, sobre todo hacia el gran Santo Domingo, y hacia otros países, debido a la falta de una verdadera política rural que garantice a los campesinos niveles de vida dignos para seguir manteniéndose en el campo, y a toda la sociedad un equilibrio interno.
Los porcentajes de población rural y urbana se han invertido (30% y 70%), pero para muchos migrantes la situación no ha cambiado: en educación, salud, seguridad social, empleo o vivienda, los déficits y las desigualdades siguen siendo muy altas y las condiciones de vida en los suburbios urbanos pueden ser incluso peores que las de una comunidad rural. ¿Cómo generar entonces esa necesaria reflexión que nos lleve a mirarnos primero hacia adentro y que le dé la posibilidad a quien haya nacido en esta isla de quedarse a vivir en sus comunidades pero de manera digna? Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de preguntarlo, y nosotros los legisladores tenemos la responsabilidad de canalizar los recursos necesarios para generar políticas públicas en cada uno de los aspectos fundamentales de nuestra vida. No solo en Santo Domingo, donde se concentran gran parte de las inversiones públicas, sino en todo el país.
Sí, es cierto. Todavía persiste, tanto en las élites políticas como económicas, aquí como en la mayoría de los países del mundo, esa mentalidad que sigue identificando la urbanización, por sí sola, como un indicador de mejoramiento de la calidad de vida, cuando la realidad habla de otra cosa. Y en América Latina es bien visible el nivel de precariedad en el cual están obligados a vivir los campesinos emigrados a las grandes ciudades. Volvamos a la práctica legislativa. ¿Cree que el hecho de no pertenecer a ninguno de los dos partidos mayoritarios le ayuda en el desempeño de esta función de representación nacional?
Sí, creo que tanto pertenecer a una organización minoritaria emergente como mi posición personal sobre cómo deben cumplirse las funciones legislativas me está facilitando la labor de diputada nacional. Lo que menciona es un elemento importante, porque en nuestro país, como en muchos otros, la mayoría de los diputados todavía actúa según las líneas del partido. Sé hace lo que dice el partido. Los legisladores tenemos que avanzar hacia un cambio de actitud: podemos ser perfectamente militantes partidarios, pero al tener un cargo de representación legislativa tenemos que defender los intereses que favorezcan a la ciudadanía. Es por esta razón por la que desde la diputación nacional que represento fomentamos la universalidad, la equidad, la participación, la transparencia y la rendición de cuentas como principios clave del ejercicio legislativo. Ojalá otros legisladores que no sean nacionales apoyen esta visión; estoy segura de que los hay. No significa nada más y nada menos que cumplir con el mandato constitucional.
¿Ha podido trabajar de manera conjunta con los otros cuatro diputados nacionales?
Hemos tenido varias reuniones de trabajo, bilaterales, y por ejemplo lo impulsamos una iniciativa común: en la Cámara de Diputados, la Comisión de Género realiza un reconocimiento a mujeres destacadas por su labor a nivel nacional y nosotros cinco presentamos, en 2011, la candidatura de Mercedes Hernández, más conocida como Mechi, sobre todo por sus aportes a la educación inicial y la primera infancia. Además, hemos dialogado varias veces sobre temas centrales como la institucionalidad o los recursos estatales que recibimos los legisladores, con el objetivo de generar alguna propuesta en conjunto para un uso de estos recursos según las funciones que establece la Constitución de la República para los legisladores.
¿Cómo considera el actual sistema partidario vigente en la República Dominicana, y en general la democracia representativa liberal, en cuanto a sistemas de representación?
Pienso que el sistema de partidos en la República Dominicana está viviendo momentos muy difíciles. El sistema y los propios partidos no están dando respuestas a lo que de verdad se espera de ellos: en lugar de ser la puerta o puente de diálogo entre la ciudadanía y las instituciones, y los canales para concretizar sus visiones de gestión o gobierno, los partidos están anteponiendo a todo sus intereses particulares y los intereses de sus militantes. Por eso, la ruptura entre los partidos y la sociedad dominicana. Es una desconfianza general que caracteriza a los partidos políticos en todo el mundo. Las elecciones no se están ganando por las propuestas programáticas, sino por prácticas clientelares, corruptas y de compra de votos durante las desde el ámbito legislativo ha sido uno de los aspectos más emocionantes de la labor que ahora estoy desarrollando. Siempre había estado acompañando el trabajo de fortalecimiento de las organizaciones sociales y comunitarias del país, o participando en ellas directamente. Pero ahora, desde este nuevo ámbito de trabajo, hemos entendido que también las diputaciones son espacios desde los cuales se puede campañas electorales. Los partidos, tanto aquí como en muchos otros países, tienen que generar cambios y transformaciones importantes para promover la institucionalidad y para convertirse de verdad en espacios de reflexión y diálogo desde los cuales se presenten ideas, propuestas, mecanismos de participación e intercambio entre los ciudadanos y la clase política.
Durante toda su vida y su trayectoria profesional, ha trabajado y ha estado siempre en contacto con organizaciones sociales, asociaciones de base, organizaciones no gubernamentales. ¿De qué manera sigue manteniendo estos estrechos lazos de colaboración con las organizaciones sociales?
La verdad es que ponerme a trabajar con esas mismas organizaciones construir colectivamente. El nivel de compromiso y de interés de las organizaciones y asociaciones con la construcción de una mejor institucionalidad y la preocupación por marcos legales con un enfoque de derechos son elementos que me brindan cada día más esperanza y confianza en el trabajo con las organizaciones. Con las que han estado defendiendo una educación digna y de calidad en la República Dominicana, las que trabajan el tema de la vivienda, como la Red Urbano Popular, o el desarrollo rural, como Articulación Nacional Campesina, la Red de Organizaciones de Economía Solidaria y la Coordinadora de Comercio Justo; las organizaciones y colectivos de jóvenes, y muchas otras. Con Alianza ong, que actualmente está impulsando un proyecto de ley sobre el voluntariado a través de consultas participativas con jóvenes de todo el país; con Participación Ciudadana o la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), que apoyan procesos de fiscalización y rendición de cuentas de las autoridades en todos los niveles; también trabajamos con las asociaciones de migrantes y el tema de los documentos de identidad, las políticas migratorias y el reglamento de la ley; con La Multitud, que impulsa acciones con jóvenes, y con muchas otras. En todas ellas encontramos un compromiso con la búsqueda de soluciones y con la creación de alternativas y propuestas, que tenemos el deber de canalizar a través del Congreso. Lo que nosotros hemos hecho concretamente fue invitar a estas organizaciones al proceso de validación del Plan Estratégico de la Diputación Nacional, para identificar de manera conjunta los ejes de trabajo.
Usted ha subrayado la necesidad de renovar la política partiendo de un enfoque de derechos. ¿Qué significa renovar la política en un mundo gobernado por los grandes intereses económicos y financieros, donde «los golpes de mercado», como afirma el expresidente Leonel Fernández, sustituyen a los golpes de Estado?Renovar la política, para mí, es sobre todo partir del ejemplo: hacer política, en cualquier momento y espacio, es tener una mirada crítica de la sociedad y del mundo en los cuales estamos viviendo y basarnos en principios éticos fundamentales, para poder responder y dar la cara a los electores y a toda la ciudadanía sobre las políticas ejecutadas. Basarse en el ejemplo y en los principios es un proceso individual pero también colectivo. Renovar la política significa hacer un ejercicio político pensando en el bien común y no en intereses particulares; pensar en las grandes mayorías que hoy día están afectadas por políticas financieras, fiscales y económicas que no toman en cuenta la dignidad de la vida de la gente, sino la llamada estabilidad económica y los intereses de determinados sectores que son los que siempre salen ganando. Los que tienen menos, los que menos acceden al empleo, a los bienes básicos, a la educación o a la salud, son los grandes afectados, los excluidos por este sistema. Renovar la política significa también repensar la vida de manera distinta, individual y colectivamente. Y poner en marcha un modelo con mayor justicia social, con inclusión social de las que son mayorías pero en la práctica siguen siendo minorías: disminuir las desigualdades a través de una real redistribución de las riquezas. Todo esto tiene que estar reflejado en el presupuesto del Estado. ¿Para qué sirve la política? ¿Para que un partido político se presente a las elecciones? ¿Para qué se elige un presidente de la República? ¿Para qué se designan ministros? A estas preguntas hay una sola respuesta: para generar políticas públicas que permitan a la gente vivir mejor y con dignidad.
Usted ha mencionado algunos puntos que me parecen centrales en el desarrollo de una nueva política. Solo para citar algunos: la consulta como estilo de gobierno, subordinarse al consenso, transparencia y rendición de cuentas en los actos del gobierno y de las instituciones del Estado, someterse al control popular, no discriminar, comprender la manipulación electoral como delito (compra de votos, mal manejo, etc.), equidad para todas las opiniones políticas y para su expresión en los medios de comunicación, transparentar el financiamiento de los partidos políticos e impedir que sectores de influencia los financien. Son todos elementos que, directa o indirectamente, evidencian la debilidad de un sistema en apariencia democrático y donde los partidos políticos tienden más a autorrepresentarse que a representar a los ciudadanos. ¿Cuáles son sus consideraciones al respecto?
La gente ha perdido confianza en sus representantes, en los partidos y en el sistema de partidos en general. Para recuperar la confianza perdida, la rendición de cuentas, por ejemplo, es fundamental. No es posible que un candidato hable de algo en las campañas y, una vez alcanzado el objetivo electoral, cambie su postura, sus objetivos, cambie incluso su vida, su manera de ser, se aleje de la gente, de la misma base que lo ha elegido. Por eso es tan fácil escuchar comentarios como «los políticos solo vienen cada cuatro años a buscar el voto». No existe un ejercicio permanente, sistemático, de la Política (con la P mayúscula). Es ahí donde tenemos que recordar y retomar las enseñanzas de figuras como Juan Bosch, que vivían la política de manera intensa, cotidiana, permanente y solidaria, pensando siempre en el bien común; personas a las cuales nunca faltaba el compromiso con las mayorías.
Habló de renovar la política a través del ejemplo y mencionó a Juan Bosch. ¿Cuáles otras personas, con sus experiencias de vida, influyeron profundamente en su manera de entender y hacer política hoy?
Sin duda, mi padre, Nicolás Quírico Valdez, miembro militante de la lucha antitrujillista, activista sindical y uno de los impulsores de las ideas comunistas y fundador del Partido Socialista Popular en la República Dominicana. Su inquebrantable fe y confianza en que los pueblos siempre encuentran los caminos para su liberación, para su redención, su compromiso, su honestidad y su lucha permanente al lado de los obreros y trabajadores, han sido grandes ejemplos y enseñanzas de vida. De la misma manera, mi madre −Lucía San Pedro− también ha sido un ejemplo, sobre todo por su firmeza. A pesar de no haber militado y de no ser dominicana, comprendía perfectamente la importancia de la lucha del pueblo dominicano y la acompañó. Después, quiero resaltar la importancia de otra mujer en mi vida política: Isabel Rauber Ella ha generado una profunda reflexión sobre cómo construir el poder desde abajo, desde la gente y las organizaciones comunitarias. El poder no se toma un día, sino que se construye cotidianamente a través del protagonismo de la gente en el proceso de su propio desarrollo.
Toda su reflexión sobre la articulación y las relaciones entre lo social y lo político, lo reivindicativo y lo político, ha sido para mí una Nuestros movimientos sociales están avanzando; hemos llegado tarde y tenemos que aprender mucho de los levantamientos y las experiencias en América Latina y en el mundo; sin embargo, también esencial. Leo permanentemente varios de sus libros, por ejemplo «Con la terquedad de la esperanza»,en el cual Isabel defiende la idea de que hay que ser tercos, tenaces, si queremos avanzar en la construcción de cambios y transformaciones tanto nacionales como regionales y mundiales, y que la esperanza en la construcción de otra política, de otro mundo, nunca muere. La lucha de Isabel por la emancipación de los países del mundo es un ejemplo para todas las mujeres, y para todos aquellos que mantenemos viva la esperanza de un cambio global profundo.
¿Cómo considera el activismo político-social dominicano de los últimos años, sobre todo mirando al nuevo panorama latinoamericano dibujado también gracias a aquellos movimientos sociales que Isabel Rauber describe tan intensamente en sus obras?
Nuestros movimientos sociales están avanzando; hemos llegado tarde y tenemos que aprender mucho de los levantamientos y las experiencias en América Latina y en el mundo; sin embargo, también aquí en la República Dominicana han existido y existen luchas sociales que tenemos que rescatar. Por ejemplo, en estos últimos días hemos celebrado el 40 aniversario del asesinato de los jóvenes del 12 de enero, que luchaban por profundos cambios sociales a comienzos de los años setenta. Décadas de luchas llevan también los estudiantes de la uasd o el campesinado organizado de todo el país. Hay que rescatar luchas como las que se generaron alrededor de las problemáticas ambientales: el caso de la defensa de Los Haitises, por ejemplo, nunca lo olvidaremos. Ha sido una experiencia valiosa que ha logrado aglutinar a muchos jóvenes y tejer redes entre la gente del campo y las organizaciones urbanas. También se han dado importantes movilizaciones sociales contra las extracciones mineras que deterioran los recursos naturales. Estamos seguros de que no serán las últimas. Pero también la lucha del movimiento de mujeres en contra de la prohibición del aborto, incluso del terapéutico, durante la más reciente reforma constitucional. En su lucha ha hecho evidente la fuerza que puede generar la unión entre diferentes organizaciones sociales, que cotidianamente persiguen objetivos diferentes, pero que saben sumarse a plataformas de lucha nacionales en torno a cuestiones de fondo que tocan la vida cotidiana de todos nosotros.
¿En cuáles otros procesos está presente el activismo políticosocial dominicano?
El mismo proceso se ha dado para el tema de la educación: amplios y diferentes sectores se han organizado para reivindicar el cumplimiento del 4% del pib para la educación y para luchar por una educación digna. Con respecto a este tema, hemos comprobado que la lucha de la población y sus organizaciones puede alcanzar importantes victorias en la construcción de políticas públicas. El 4% del pib a la educación, de hecho, ya ha sido incorporado en el Presupuesto General del Estado 2013. Más recientemente, tenemos que recordar las movilizaciones contra la reforma tributaria, que si bien no logró generar cambios importantes, sí mostró que existe una parte de la población atenta y dispuesta a protestar cuando cree que está siendo perjudicada por la actuación de los poderes públicos.
Otro ejemplo es el gran respaldo que ha tenido por parte de los sectores sociales nuestra propuesta de eliminar del presupuesto de la Cámara de Diputados y del Senado las partidas destinadas a gastos sociales, que son ayudas que se otorgan al sector privado bajo un esquema asistencialista y clientelar, lo que no es función de los legisladores. Todos estos reclamos de la sociedad civil y las organizaciones populares tienen una connotación eminentemente política. Nos están diciendo a los políticos que no están conformes con la forma en que estamos ejerciendo nuestras funciones. La población pide transparencia, inversión en los sectores sociales, una justicia más eficiente, pero también está solicitando cambios en la forma de gobernar y ejercer la política. La lectura que hacemos es que existe un gran distanciamiento entre gobernados y gobernantes, entre representante y representados, y creemos que esta forma de hacer política tiene que cambiar.
¿Se podría hablar de un despertar del activismo políticosocial?
Sin duda, hay un despertar de la población. Nosotros lo vemos con mucho optimismo. La población se ha dado cuenta de que, organizada, con objetivos claros y métodos pacíficos, puede constituirse en un gran poder para impulsar cambios en el Estado. Estamos avanzando, y este avance cotidiano tienen que hacerlo, desde abajo, los movimientos político-sociales y las organizaciones comunitarias, tomando también experiencias como las europeas o las del norte de África, por ejemplo. Cada vez más, sobre todo los jóvenes, entienden que son los protagonistas del presente y no solamente del futuro. Quieren expresar sus ideas, sus ideales, su disconformidad y desilusión con un sistema que no los representa, con la forma en la que están siendo gobernados. Y lo están haciendo con métodos nuevos, rompiendo esquemas. Están, sin duda, trazando un camino a seguir, y será su camino. La soberanía reside exclusivamente en el pueblo. Así lo expresa nuestra Constitución. Y es el pueblo el que tiene que decidir cuáles son sus necesidades, cuáles son sus demandas y cómo quiere ser gobernado. Y nuestro deber es traducir estas demandas en un proyecto de país.
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