En un mundo donde la información se ha convertido en uno de los activos más importantes para el crecimiento económico, social y cultural, contar con bibliotecas modernas, eficaces y capaces de cubrir la necesidad de información de un país resulta vital para el desarrollo. La información, más que nunca, es poder y hace a los seres humanos libres para decidir y desarrollarse.” Tomamos este párrafo con el que arranca el artículo que abre la tripleta de esta edición porque resume perfectamente la idea que queremos traer a nuestras páginas: la “materia prima” sobre la que se sustenta hoy el desarrollo de una nación es la información, y los gobiernos y los estados deben velar por garantizar el “acceso universal” a esta información y promover, desde todos los estamentos posibles, políticas de información.
Como explica este trabajo firmado por Eva Méndez y Aída Montero, en la Sociedad de la Información las sociedades desarrolladas y “ricas” en información tienen acceso a un elenco de bibliotecas y servicios fundados en las más avanzadas tecnologías, mientras que las sociedades en vías de desarrollo, catalogadas como “info pobres”, dependen de aquéllas para su desarrollo industrial y cultural.
¿La solución para los países en vías de desarrollo? Políticas para la conformación de sistemas nacionales de información que asistan a la investigación científica y técnica, y programas de cooperación entre naciones para compartir recursos y aumentar su potencial en materia de información. Desde el primer periodo de gobierno del doctor Leonel Fernández se vienen haciendo grandes esfuerzos en nuestro país en este sentido, esfuerzos que hoy están comenzando a dar sus frutos y que han cambiado el panorama sombrío de hace muy pocos años –en el que los fondos de las bibliotecas eran insuficientes e inadecuados y los procesos anacrónicos, a lo que se añadía la falta de formación del personal, las deficientes instalaciones y el incumplimiento de la Legislación– en una perspectiva moderna en la que las bibliotecas se están convirtiendo en verdaderos centros de recursos para el aprendizaje y la investigación.
Cerramos esta reflexión con una aclaración: como dicen los expertos, las bibliotecas modernas deben incluir no sólo libros, sino todo tipo de materiales audiovisuales, sonoros y multimedia, así como el acceso a Internet y a todos los servicios de información electrónica; pero como dice otro de los autores de la tripleta, nuestro amigo Rafael Martínez Alés, es un error diagnosticar, como muchos diagnostican, un horizonte negro a la cultura escrita. El tacto, la vista, el olfato, se funden en la experiencia intelectual de leer un libro. Y, a pesar de la tecnología –o gracias a ella– eso no va a cambiar.
8 comments
Existe – T – Il un meilleur moyen de localiser rapidement un téléphone portable sans être découvert par celui – Ci?
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