A principios del siglo XX, la emigración rusa hacia Francia aportó grandes intelectuales y artistas, entre ellos Chagall, Kandinsky, Kupka, quienes reforzaron los planteamientos estéticos y formales de los años fuertes e intensos del cubismo, del dadaísmo y del surrealismo, ofreciendo sus experiencias en el marco del expresionismo lírico que habían recibido de sus trayectorias con las vanguardias rusas. Muchos expertos han analizado los cambios de luces y colores en la obra de Chagall a partir de su integración en el medio mediterráneo de la Riviera francesa, así como las mutaciones de composición y estilo a partir de su encuentro con Picasso.
Los años parisinos de Diego Rivera le llevaron una corta etapa incursionada en el cubismo que dejó una obra íntima y específica surgida del encuentro excepcional con los artistas de la escuela de París. Wifredo Lam compartió unos años después las dudas y las experimentaciones de las vanguardias españolas, y al igual que Diego Rivera fue muy activo en sus periplos, intercambiando con los diferentes movimientos y escuelas del momento. La creación artística se ha difundido internacionalmente a través de los viajes y desplazamientos incesantes de los artistas que van formando las diásporas de pensamiento y creación, convirtiéndose en un instrumento incesante de intercambios, reflexiones y diversidad, que enriquecen cada vez más la creación universal en sus perspectivas globales. La exposición Away: Mujeres, Diáspora, Creatividad y Diálogo Intercultural, presentada en la Unesco de París el pasado mes de marzo con motivo de la celebración del Día internacional de la Mujer, reunió a diez creadoras contemporáneas dominicanas residentes en Estados Unidos y Europa: Scherezade, Iliana Emilia García, Miguelina Rivera, Yolanda Naranjo, Inés Tolentino, Raquel Paiewonsky, Rosario Rivera Bond, Charo Oquet y Natalia Ortega, que fueron seleccionadas por su influencia dentro de las artes contemporáneas dominicanas y cuyas obras se vienen realizando dentro del espacio creativo de la diáspora, expuestas así a la multiculturalidad. Estas artistas evocan a través de sus obras, indiscutiblemente, un diálogo permanente entre su tierra de origen y sus sociedades de acogida. La muestra permite en su colectividad evidenciar la relación del origen cultural y social de estas artistas en un diálogo abierto con las tendencias y los cuestionamientos del arte en sus países de residencia.
Scherezade, en sus dibujos tendidos al capricho de los vientos, mantiene una relación de “orilla a orilla” entre Santo Domingo y New York. Presentado en transparencias, sus dibujos son auténticas radiografías del viaje y de la memoria, en los que la historia se mueve en el imperfecto ritmo de las olas. La evocación de la figura humana se revela en dos rostros que navegan por el mar. Inés Tolentino, residente en París, dispone una instalación que señala la sedentariedad y la apropiación del espacio en un conjunto habitacional perfecto con códigos y señales de la infancia en la tierra de origen. La cama sobre el césped recoge la nostalgia del jardín perdido… Estas dos artistas marcan y recogen un espacio visual, dentro de la colectiva Away, que reúne la relación y el diálogo de la diversidad y del desplazamiento como materia de creación. Así como en la obra de Inés Tolentino encontramos un dominio perfecto del espacio, con elementos visuales minimalistas en el detalle y en la sugerencia, la instalación de Scherezade responde a una composición conceptual nutrida por la abundancia discursiva del pop art. Encontramos en estas creadoras un diálogo visual óptimo, cuya lectura nos permite matizar un análisis sobre las metáforas y la poética en una obra contemporánea de factura femenina. En su conjunto, Away pone en evidencia el origen por medio de una poética del tiempo y de la memoria que se puede intensificar a través del testimonio o de la pura evocación de la tierra percibida como madre y matriz en la integración migratoria. Charo Oquet, residente en Miami, recurre a un escenario de cintillos multicolores y de mástil. Compone un conjunto de detalles compuestos por muñequitos y barcos que referencia la herencia de la tierra madre desde una perspectiva de instalación ritual con el eco de África.
La exuberancia, la diversidad, la abundancia de detalles en el conjunto de la obra nos refiere a la cantidad de objetos y detalles que se encuentran en la ritualidad de los bateyes y de las celebraciones religiosas de la República Dominicana. Sin embargo, hemos conocido de esta artista obras de mayor intensidad visual y plástica, justamente hace unos diez años, en una instalación en memoria de su fallecida abuela dominicana. La pieza instalada en Away carece de la tensión emocional que ella supo transmitir entonces. Los materiales utilizados responden en su conjunto a recursos puramente “kitch” que todavía funcionan en el escenario de Miami, Florida.
Raquel Paiewonsky, de regreso a su tierra nativa después de diez años de residencia en la ciudad de Nueva York, vuelve a presentar sus metáforas de belleza y fealdad que le confieren un espacio específico en la creación contemporánea del Caribe. Estamos frente una obra cuyo peligro consistiría en dejarse encerrar emocionalmente por su monstruosidad. Sin embargo, el conjunto nos atrae por un discurso visual coherente, manejado con elementos eróticos y banales de la cotidianidad, así como va la vida bajo el trópico, donde en permanencia estamos confrontados por la belleza y por el horror…
Ahora bien, la capacidad creativa de Raquel Paiewonsky debió permitirle traer a esta exhibición una obra original y reciente, verbigracia, con el sentido dramático del tema de la metamorfosis que maneja desde hace varios años. Yolanda Naranjo, residente en Atenas, acompañó su presencia con una instalación de denuncia que llama al pacifismo y al cierre de las operaciones bélicas y nucleares. Tiene un discurso frontal minimalista, en el que la inmediatez y la urgencia contribuyen a una colección de octavillas que contienen la totalidad del leit motiv “no más”. La intervención de Yolanda Naranjo responde a un gesto de espontaneidad convocador de conciencias que en muchos casos encontramos en Europa, durante, mientras y después de las grandes concentraciones ciudadanas. La presencia de este tipo de expresión visual demuestra la capacidad de las artistas de la diáspora en adaptarse al medio y a las sociedades de adopción.
Ileana Emilia García trabaja en la fotografía la imagen de la silla que por muchos años ha sido la referencia emblemática de su obra. “La silla” tiene una connotación que llama al descanso y a la sedentaridad, y, justamente, es la silla criolla, la de madera y guano, en una perspectiva de mar y tierra que evoca el medio ambiente criollo con referencia a la güira y a la tambora. La toma en gran formato de la fotografía, así como el alineamiento de los sujetos, nos conduce a un estado de nostalgia popular, pues la ausencia humana en la imagen señala la pérdida y la partida…
La fotografía de Natalia Ortega, residente en Holanda, ofrece un ensamblaje fotográfico, voluntariamente geométrico, con pequeños formatos que representan objetos de la realidad, pero también recreados e intervenidos por esta joven artista que señala en el conjunto de la obra presentada un buen manejo de la composición. Miguelina Rivera trabaja y vive en Montpellier, Francia. En la actualidad vuelve a desarrollar el recurso a la cera y al jabón, logrando una instalación de intensa poética en el que pétalos de flores y panes facilitan una interpretación abierta. Esta artista integró en su trabajo una pintura sutil de su referenciado nido, elemento gráfico casi permanente en su obra, que atrae una alegoría de ida y vuelta.
La artista Rosario Rivera Bond, residente en Londres y Miami, presentó pinturas de grandes formatos. Es una obra de pulsión expresionista cuyo gesto libre e impetuoso produce un efecto pictórico de gran colorido y de líneas tortuosas y atormentadas que parecen vencer la angustia y el miedo. Sus piezas pictóricas pertenecen a un registro de experimentación personal con el arte que se nutre de las referencias de la década del setenta, con la figura emblemática de muchos artistas americanos en el arte gestual y espontáneo, heredado de Pollock.
Teresa Díaz, llegada de Amsterdam, interpreta “in situ” la evocación del dictador Trujillo, con recursos gestuales que podrían estar influidos por el teatro de sombras y el Nò japonés. La artista se transformó en el mismo dictador y su performance evidenció en el conjunto de la muestra la referencia de la historia en el arte, pero su intervención, entre mimo y títere, pertenece más a la ocurrencia de una show woman que a los cánones de un performance. La referencia a la tierra y a su pérdida en el conjunto de las obras exhibidas es perceptible en una variación muy dispersa en los recursos objetivos y técnicos, pero concluimos con la idea de que la creación artística es más que un elemento estético y visual. Es un ángulo de observación humana de sutil veracidad. Las diez artistas de la colectiva Away conforman obra tras obra una relación visual permanente que abre un espacio de reflexión sobre las evoluciones, transformaciones y facturas de la obra de arte en el proceso migratorio. Pero el concepto de la colectiva es algo más, es percibir estas evoluciones desde la perspectiva de género. Como una convocatoria original, dicha colectiva ofrece por primera vez la posibilidad de investigar la creación de mujeres artistas en su condición de emigrantes.
Fue muy acertado innovar estos espejos plásticos y visuales a la vez que, en las salas de la sede de la Unesco, se llevaba una reflexión internacional sobre el tema “Mujeres, diálogo intercultural y diáspora” en el que las artistas dominicanas pudieron intercambiar con las investigadoras de África, América y Europa, sobre el rol de la mujer en sus nuevas tierras de acogida.
De tal intercambio queda un espacio abierto e innovador, que es la base para mantener una relación con el arte de mujeres pertenecientes a las diversas diásporas, pues la visión crítica de las obras nos lleva a matizar la creatividad humana y en este caso la creatividad femenina, como un componente fundamental de supervivencia y transformación.
El exilio, la emigración, suscitan una relación particular con el arte. Las creadoras dominicanas ocuparon con sus obras el campo del imaginario y de la memoria a través de sus diferentes medios y soportes visuales, y conformaron una sinfonía de señales donde la poética se caracteriza por el arte como transmisión y evocación de la tierra de origen. Concluimos señalando que así como la vivencia dentro de nuevos valores sociales y culturales requiere de una gran madurez emocional e intelectual, lo mismo sucede con el arte. Pertenecer a una diáspora artística e intelectual significa, ante todo, adentrarse en toda la problemática de la coexistencia con los nuevos valores. El tiempo es fundamental para nutrir ese valor de la distancia y el sufrimiento producido por la lejanía y ciertas rupturas con la tierra de origen que fecundan obras maduras en el caso de las y los artistas.
Entendemos que en la colectiva Away, ese aspecto ha sido logrado en gran parte y emana con emoción en las obras de Inés Tolentino y de Scherezade, así como en las de Ileana García; justamente, artistas que pertenecen de lleno a “las dos orillas” desde hace más de 20 años y que llevan sistemáticamente un trabajo sostenido e implicado con su tierra de origen y con su país de residencia o acogida. Señalamos que no podemos confundir emigración de artistas de manera ocasional o circunstancial con el concepto de “diáspora”, un concepto que significa obra de vida y obra de arte… Algunas de las artistas presentes en la exhibición no han pasado el proceso del tiempo, ni en su vida y estadía, ni en su obra o trabajo realizado, aunque el concepto y la idea de hacer participar el arte en la reflexión y en la conciencia de la diversidad cultural nos parece fundamental y una excelente idea de mostrar el país a través del arte y la cultura.
Destacamos que se debe seguir intentando el desarrollar proyectos curatoriales y, a grandes rasgos, Away cumplió sus objetivos, pero deben lograrse con mayor precisión, tiempo, y quizás madurez. Esta colectiva se convirtió en un diálogo con las diferentes delegaciones internacionales y grupos de reflexión que se dieron cita en París a propósito del Día Internacional de la Mujer, y gracias a la delegación dominicana ante la Unesco, Away: Mujeres, Diáspora, Creatividad y Diálogo Intercultural, muestra de la creación femenina contemporánea dominicana, pudo estar presente como referente fundamental de la diversidad y de la complementariedad en el proceso de la globalización y en los aspectos concernientes a la cultura contemplados en los Objetivos del Milenio.
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