Se me ha pedido que hable sobre el rol de los centros de pensamiento. Creo que es válido decir que estos institutos juegan actualmente un rol tan importante en los Estados Unidos como los info grupos o incluso los mismos partidos políticos o el Congreso. En Estados Unidos los definimos como instituciones públicas que son centros de investigación y consejos que no solo investigan, sino que también promueven políticas dentro de Washington. Esto los diferencia de las universidades, que hacen estudios académicos, ya que los centros de pensamiento realizan investigaciones orientadas hacia las políticas públicas.
Todo el trabajo que hacemos en los centros de pensamiento de Washington está relacionado con políticas públicas, por eso no encontrarán en ellos, hasta donde yo sé, un departamento de química o de biología o de física, porque no somos universidad, somos centros de pensamiento enfocados en las políticas públicas y nuestro propósito es influenciar el debate sobre políticas interiores o internacionales. Estos centros de pensamiento apenas son conocidos en el exterior. Algunos embajadores como Flavio Darío Espinal y Bernardo Vega se han interesado en saber cómo funcionan y qué tan grande es su influencia en la creación de políticas públicas, y cómo un país pequeño como la República Dominicana puede llevar su mensaje hasta Washington para que alguien le preste la debida atención. Así que algunos de sus embajadores han sido bastante inteligentes y se han involucrado y participado en la vida de los centros de pensamiento de Washington ya que conocen la importancia de su rol. Su expresidente, Leonel Fernández, ha hablado probablemente en todos los centros de pensamiento de Washington, o casi todos. Él entiende su rol en la política americana y la creación de Funglode es un indicativo de que un centro de debate de políticas públicas puede ser importante en la República Dominicana.
También quiero debatir cómo los centros de pensamiento de Washington han reemplazado, en gran medida, a las universidades como la fuente de las ideas políticas públicas. Algunos de ustedes son lo suficientemente mayores para recordar que durante los gobiernos de Kennedy y Johnson existía una conexión cercana entre las investigaciones universitarias y el Gobierno. «La nueva frontera» de Kennedy y «la gran sociedad» de Johnson salieron de las universidades. Lo que ha pasado en los últimos 50 años es que estas han sido reemplazadas por los centros de pensamiento, como por ejemplo Obama Care (este es un punto al que regresaré más tarde).
Finalmente, quiero sugerir que los centros de pensamiento se han vuelto tan importantes debido a que el Gobierno ya no piensa. Existe esa noción de que los centros de pensamiento lo han reemplazado. No sé si hay miembros de la Embajada americana aquí que se sentirán aludidos al decir que el Gobierno americano ya no piensa, pero si hablamos con los funcionarios norteamericanos, incluso del Departamento de Estado y de Relaciones Internacionales, dirán que están tan ocupados en reuniones, en trámites burocráticos, en discusiones interminables, e inmersos en todo el sistema, que no les queda tiempo para pensar. Lo que ha pasado en Washington en los últimos 30 años es que el Gobierno en un sentido ha privatizado su pensamiento. Por ejemplo, para ilustrar esto, he escrito discursos para presidentes; algunos que ustedes habrán escuchado o leído fueron escritos por mis colegas o por un servidor. También he trabajado en el presupuesto de defensa. Se sorprenderán al oír que en una burocracia compuesta de casi tres millones de personas, como es el Departamento de Defensa de EE. UU., ya este no redacta su propio presupuesto. Pueden ver en este contexto que estos centros de pensamiento hacen cada vez más el trabajo que se hacía en el Gobierno, incluso escribir estudios, análisis históricos, informes de políticas públicas para el presidente, la Casa Blanca y el Consejo de Seguridad, redactar presupuestos, testimonios de funcionarios para presentar al Congreso. Los centros de pensamiento han venido a llenar todos esos roles.
Centros de pensamiento de Washington
Quizá les hará gracia saber que en 1980 me ofrecieron una embajada en las Naciones Unidas. Al poco tiempo me llamaron para decirme que lo sentían mucho, que habían ofrecido más puestos de los que tenían disponibles, pero que por qué no iba a Washington y trabajaba con políticas internacionales en uno de los centros de pensamiento. De esa manera llegué a Washington. En esa época había cinco grandes centros de pensamiento, lo que denominaremos en lo adelante como los cinco grandes, que ocupaban posiciones distintas en el espectro político, desde la extrema izquierda (o lo que en la política norteamericana se considera extrema izquierda) a la izquierda moderada, el centro y hasta la extrema derecha. Algunos de ustedes los conocen o han leído sus informes o hasta los han visitado. Analizaré brevemente cada uno.
The Institute for Policy Study era el centro de pensamiento marxista de Washington. Puesto que Estados Unidos no es un país marxista se imaginarán que no ha sido muy influyente. Nunca llegó a considerar favorablemente ninguna estructura militar, ni una política exterior, ni un negocio privado. A pesar de su limitada influencia, llegó a enviar a una o dos personas a las administraciones de Carter, Clinton y Obama. En la izquierda moderada se ubica la llamada Brookings Institution, de mucha más importancia e influencia que la anterior. Algunos de ustedes la conocerán: tiene un hermoso edificio en la avenida Massachusetts, en Washington. Este centro envió a muchos de sus especialistas e investigadores a las administraciones de Kennedy y Johnson, luego a la de Clinton, pero no muchos a la de Obama, y veremos luego por qué. En el centro, y debo señalar que esta es la institución a la que estoy actualmente adscrito, está el Center for Strategic and International Studies conocido como csis. Así como Funglode es el principal centro de pensamiento de Santo Domingo, el csis ha sido clasificado como el principal del mundo. Es el único centro de pensamiento de Washington totalmente dedicado a la política exterior. La mayoría de los otros empezaron como centros de política interior. Y a la derecha está el American Enterprise Institute (aei), orientado a los negocios y asociado al Partido Republicano.
Para un servidor, que estudia estos patrones, resulta interesante el hecho de que cuando el Partido Demócrata se halla en el poder todos sus consejeros económicos (al menos durante los períodos de Johnson, Kennedy y Carter) pertenecen a la Brookings Institution. Cuando los republicanos están en el poder, sea en los períodos de Nixon, Ford o Reagan, todos sus consejeros provienen de aei. ¡Y ya se imaginarán la diferencia! La Brookings Institution sigue una línea de pensamiento keynesiano en la que el Estado juega un gran papel en la regulación de la economía, mientras que los economistas de aei están más orientados hacia el sector privado, hacia el capitalismo y el libre comercio. En la extrema derecha está la Heritage Foundation, que es considerado el centro de pensamiento americano más conversador. En los 70, cuando Carter era presidente, todos estos centros de pensamiento, concentrados en política económica e interna, empezaron a contratar expertos en política internacional. En esa época fui por primera vez a Washington como experto en política internacional. La razón de esto es que la política internacional en los 70 y 80 era un tema candente: la guerra fría estaba en su apogeo, la Unión Soviética estaba siendo agresiva y había conflictos en Centroamérica, África del Sur y del Este, el Medio Oriente y China (que empezaba a despuntar), por lo que todos los centros de pensamiento llegaron a la conclusión de que para lidiar con estos temas necesitaban grupos de expertos en política internacional junto a los de política interior y económica. Hay otros cambios que se empiezan a introducir al sistema, pero no quiero aburrirlos, así que seré breve en este punto. Uno de estos cambios fue que algunos de los centros localizados fuera de Washington se mudaron a la capital, porque ahí estaban el Gobierno, los contratos y el dinero.
Ese fue el caso, por ejemplo, de la Hoover Institution de California, el Hudson Institute, la Rand Corporation (que empezó como un centro de pensamiento de la Fuerza Aérea). El segundo cambio que puedo señalar fue que se volvieron tan importantes en los 70 y 80 que inspiraron la creación de otros más pequeños y especializados. En Latinoamérica, por ejemplo, existe el llamado Diálogo Interamericano, que se especializa en la región. También está la Washington Office on Latin America (wola), con una base religiosa. Recuerdo que cuando acudía ante el Congreso durante los años ochenta, wola tenía esta monjita que había trabajado en Centroamérica y era muy bella, por supuesto esto la hacía muy atractiva a los congresistas, y cuando ella testificaba todos estaban ahí encantados y pendientes de cada palabra suya. Cuando lo hacía yo, todos se iban, no era tan atractivo. Tienen un lobby religioso orientado hacia Centroamérica, especialmente tras el asesinato de las monjitas en El Salvador, que muchos recordarán. También está el Counsel on Hemispheric Affairs, asimismo dedicado a Latinoamérica, que consta de una sola persona. Esta es la nueva tendencia, centros pequeños y especializados en un tema o región.
El tercer cambio fue el surgimiento de un nuevo centro de pensamiento dentro de los cinco grandes, el Cato Institute. Se trata del centro de pensamiento libertario. Debo decirles que un gran número de mis estudiantes se sienten atraídos por esta filosofía: no creen que el Gobierno funcione –quién puede discutir eso, no creen que ni el Congreso ni el Gobierno trabajen bien, reducirían el tamaño del Gobierno y están a favor de la mayor libertad posible. No quieren que ni el Gobierno ni nadie les diga con quién pueden estar o con quién deben casarse, no quieren que el Gobierno intervenga en sus vidas. Adivinarán que uno de los candidatos actuales de los Estados Unidos, Rand Paul, es un libertario y está muy cercano al Cato Institute. El cuarto cambio fue que el Marxist Institute for Policy Study desapareció. Está ahí, pero no hace nada, no escribe nada. Ha sido reemplazado por el Center for American Progress, que ideológicamente se encuentra cerca del movimiento socialista europeo. Así que tenemos un nuevo centro de pensamiento en la izquierda, en el que Obama reclutó a muchos de sus consejeros. Así que si quieren saber cuál es la ideología del gobierno de Obama, no solo a nivel presidencial sino de las personas que trabajan con él, todo lo que tienen que hacer es leer las publicaciones del Center for American Progress y podrán predecir lo que será su política tanto nacional como internacional. Unos 30 miembros de este centro de pensamiento se fueron al gabinete de Obama y desde ahí influyen políticamente en todos los niveles. En otras palabras, las administraciones norteamericanas no solo se definen por el presidente en el poder, sino también por los consejeros que cada uno de ellos lleva a la Casa Blanca. Estén atentos a esto ya que será importante para saber el resultado de las elecciones norteamericanas de 2016.
Centros de pensamiento y las universidades
El siguiente es uno de mis puntos favoritos, y es analizar por qué estos centros de pensamiento tienen mayor influencia que las universidades. En los últimos 40 o 50 años, desde Kennedy y Johnson, la influencia política pasó de las universidades hacia los centros de pensamiento de Washington. En ese sentido, institucionalmente ha habido un cambio político en Estados Unidos, en el que el Gobierno se ha alejado de las universidades como fuentes de ideas nuevas, en favor de los centros de pensamiento de Washington. Todas las nuevas ideas de los últimos 20 años, como el Obamacare o la reforma del sistema de seguridad social, han salido de los centros de pensamiento, no de las universidades.
Para aquellos decepcionados al escuchar esto, una de las razones es que el estilo de escritura es diferente. Si usted es un académico, presta mucha atención a la metodología y a la teoría y trata de construir una estructura conceptual que refleje sus ideas o los resultados de su investigación; por otro lado, si usted escribe desde el punto de vista de los centros de pensamiento de Washington para no especialistas en sociología, debe escribir de otra forma, debe ser directo, llano, no puede haber teoría (aunque en mis escritos suelo incluir algo de teoría porque creo que es bueno para el Congreso entender un poco sobre los modelos conceptuales), uno debe ser muy práctico, esencialmente para gente ocupada a quienes debes decir cómo deben votar al día siguiente en el Congreso.
También debe saber cuándo y cómo dar a conocer sus ideas, sus investigaciones, sus posiciones, dentro del proceso político; no lo puede hacer a distancia, no lo puede hacer desde una universidad, no puede estar en Ohio y esperar influir en las políticas desde allí. Debe estar en Washington y conocer los intríngulis políticos. Al igual que en la República Dominicana, debe saber cuáles facciones del gobierno están subiendo y cuáles están en declive, quien será el sucesor y cuáles grupos suben o bajan en cualquier momento. Para esto debe estar aquí, en medio de la acción. Lo mismo en los Estados Unidos. Y debe saber cuándo sus recomendaciones serán aceptadas o rechazadas y a quién llamar y cómo asegurarse de que su libro, estudio, investigación, esté en el escritorio de la persona indicada en el momento de tomar una decisión sobre qué recomendar al presidente. Debe ser un insider, debe ir a todas las cenas y recepciones de Washington. Debo decirles que a mi edad soy muy saludable, pero creo que estas fiestas, a las que he acudido ininterrumpidamente durante 35 años, han estropeado mi salud: es el precio que he tenido que pagar. Hay que estar ahí y saberlo todo. Es difícil para los embajadores y los que son nuevos en el ambiente de Washington. Yo solía dar conferencias a los embajadores en Washington; lamento decirlo, pero cuando vas como embajador a Washington y presentas tus credenciales asumes que las cosas serán más o menos iguales que aquí, es decir, que una vez presentadas las credenciales te llamará el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado, etc. Pero no funciona así, usted debe saber cómo influir en las políticas, cómo tener acceso a los grupos de interés, a los centros de pensamiento, a las organizaciones de lobbying, y asegurarse de que su punto de vista es escuchado dentro del Gobierno de los Estados Unidos. Es un trabajo complicado de aprender. En cuanto al tema de la influencia, ¿cómo hacen los centros de pensamiento? Primero, en los grandes centros de pensamiento diariamente hay siete u ocho eventos a los que debes ir. Desayunos, recepciones, cenas, cocteles.
En mi centro de pensamiento hay nueve o diez al día. Hay mucha actividad, siempre hay un ministro de Defensa, de Relaciones Exteriores, un presidente. Vas a todos estos eventos y te das a conocer. Segundo, es preciso dar conferencias y escribir libros o artículos. El centro de pensamiento al que perteneces tiene expertos que se aseguran de que lo que escribes llegue a las manos de las personas correctas, no solo a académicos, también a los que están en posiciones de poder, para que tengan tus ideas en su mano al pensar en políticas públicas. Tercero, la televisión. Cuando llegué a Washington me sorprendió que mi centro de pensamiento tuviera su propio estudio de televisión. No teníamos que cruzar la calle, teníamos nuestro propio estudio listo para enviarlo a cnn o Fox. Cuarto, los testimonios congresuales, de los que no hablaré mucho. Quinto, cuando llegué a Washington estaba en la Casa Blanca al menos una vez a la semana. Les estoy hablando de los años de la administración Reagan. Cuando fui por primera vez, me cubría los ojos y decía: «No me lo creo, no me lo creo». Tras un tiempo dejé de cubrirme los ojos y empecé a escribir, y hoy tengo probablemente una de las colecciones más valiosas de minutas de reuniones de la Casa Blanca, en donde Reagan habla sobre el caso de Nicaragua o con Margaret Thatcher.
Así que tenía acceso directo a la Casa Blanca, estaba en el Departamento de Estado al menos una vez al mes, o en la cia cada seis meses. También los empleados de los centros de pensamiento tienden a entrar y salir del servicio gubernamental regularmente. Un grupo de nosotros ha formado una organización llamados In and Outers. Entramos por unos meses o años al Gobierno sin intención de hacer una carrera. Por ejemplo, cuando yo fui por primera vez a Washington, se me pidió que fuera el consejero principal de la Comisión Kissinger sobre Centroamérica. Ambos comprendimos que nuestro rol era el de trasladar la posición de Reagan de la extrema derecha al centro. Si leen el informe de la Comisión Kissinger, lo deben ver no solo como una empresa académica sino como un documento político que quería alejar a la administración Reagan del callejón sin salida que representaba una política exterior militarista, conduciéndola a un acuerdo diplomático negociado, que fue finalmente como se manejó.
Los centros de pensamiento en la actualidad
Hoy en día los centros de pensamiento tienen sus propios medios digitales; supongo que Funglode también los tiene. Tenemos sitios web, estamos en todos los canales, Twitter, Facebook…, comunicación instantánea con el sistema de políticas públicas que antes no existía. Hay un método que usábamos para medir nuestra influencia. Si tengo su artículo o su libro frente a mí al estar escribiendo mis memos al secretario de Estado o al consejero de Seguridad Nacional, significa que se utilizan sus ideas y van directamente al proceso de formulación de políticas públicas. He presentado una imagen bastante buena de los centros de pensamiento. Debo decirles que pueden ser excelentes lugares en los que trabajar, especialmente si usted es un académico frustrado, que se la pasa escribiendo artículos académicos que nadie lee. Creo que, en mi época como académico, mi decano nunca leyó uno de mis artículos, lo que hacía era sencillamente ponerlo en una balanza, y si pesaba lo suficiente entonces me promovían, pero nunca leyó nada. Por ello quedé sorprendido cuando fui a Washington y la gente por primera vez en mi vida estaba leyendo mis escritos. Pensé: «Wao, debo tener cuidado con lo que digo y mejorar mi estilo». Los centros de pensamiento pagan muy bien, el doble de una universidad, tienen grandes oficinas y comedores maravillosos donde llevar a tus amigos, y, además, presidentes y primeros ministros de todas partes vienen y comen con nosotros. Puedo decir que una vez escuché sobre un oscuro personaje, un teniente coronel que hacía todo tipo de trabajos en el sótano de la Casa Blanca y, como el comedor está subsidiado, pensé en invitarlo a comer, y resultó que era Oliver North, el autor del escándalo Irán-Contra que algunos de ustedes recordarán. Así que vino a comer y lo conocí bastante bien.
La verdad es que hay demasiados centros de pensamiento. Probablemente conocerán esa clasificación donde Funglode aparece en una prestigiosa posición. Pues ahí se habla de que hay más de 400 centros de pensamiento solo en Washington y 1700 en Latinoamérica. Cuando llegué a Washington en los 80 me enviaron a un tour por Latinoamérica a ver si había centros de pensamiento con tendencias similares a los que podríamos incluir en una especie de «Internacional Socialista», y todo lo que encontré en esos días fue instituciones con tendencias fascistas. Recuerdo haber entrevistado al general Banzer en La Paz, el famoso violador de los derechos humanos, que quería que le ayudara a formar un centro de pensamiento en Bolivia que funcionara como un frente para sus actividades políticas, y que tenía prohibido hacer porque era el dictador depuesto. La proliferación de los centros de pensamiento se debe a muchos factores. Ustedes saben que las firmas de abogados de Washington tienen mucho poder. Las más grandes e importantes, quizá no muy conocidas aquí, están integradas por mil, mil quinientos abogados, y han descubierto que, en lugar de contratar un centro de pensamiento para hacer sus investigaciones, contratan ellos mismos sus sociólogos, politólogos y economistas. Todas las grandes firmas de abogados, relaciones públicas, organizaciones de lobbying, ahora tienen sus propios centros de pensamiento, y ya no contratan a los existentes.
Una de las razones por las que he vuelto a la vida académica, aunque sigo con mis conexiones como ya mencioné, es que ahora te presionan para que busques subsidios para tus programas. Cuando fui por primera vez a Washington tenía un salario muy bueno, recursos ilimitados para viajar, investigar y contratar personas, ya eso no existe. Cuando vas a un centro de pensamiento hoy, el presidente te dirá que tu primer trabajo es buscar tus fondos. Bueno, entonces por qué voy a dejar mi trabajo como académico en un lindo lugar para buscar dinero, es una locura, encima de esto debes pagar impuestos, facturas de electricidad, limpieza, etc. El expresidente Fernández fue víctima indirecta de esto. Durante su primer período teníamos una relación muy buena con su gobierno: hicimos muchas cosas, muchos programas, lo invitamos a Washington, fue todo muy productivo. Pero de repente el director del programa para Latinoamérica del csis cambió, y el nuevo no estaba interesado ni en el Caribe ni en la República Dominicana, y desafortunadamente esos lazos cercanos con el csis ya no fueron los mismos. Yo diría que también están declinando los productos de investigación. Los centros de pensamiento de Washington producen cada vez menos investigaciones serias, más bien producen breves informes, y esto significa que contratan a menos personas con doctorado y a más que solo tienen maestría. Hay más gente con experiencia en defensa o en el Departamento de Estado, en otras palabras, personas que no tienen experiencia en investigación o escribiendo, que carecen de experiencia académica, por lo que los resultados han bajado de nivel. Ahora se producen menos análisis que en el pasado y, a medida que Estados Unidos se ha polarizado, se han vuelto más parcializados. Hemos pasado de la extrema derecha bajo Bush a la izquierda bajo Obama; el país ya no es el mismo de décadas atrás.
Elecciones de 2016
¿Qué podemos esperar de los candidatos individuales en las elecciones de 2016 sabiendo de dónde provienen sus consejeros de política internacional? Entre los demócratas está claro que Hillary Clinton y Joe Biden, el vicepresidente, se están moviendo hacia la izquierda. Veíamos a la señora Clinton como una demócrata moderada que seguiría los consejos de Brookings Institution, una entidad de centro izquierda, pero en lugar de esto se ha movido a la izquierda en la línea de Obama. Esperamos que elija algún consejero de Brookings, probablemente uno o dos del csis, aunque la mayoría será del Center for American Policy, y eso significa una ideología socialista que históricamente, hasta Obama, no había sido poderosa ni influyente, pero ahora lo es.
Hay que añadir que la Sra. Clinton ha estado en Washington durante casi 30 años y tiene su propio staff, en el que confía, que data de la época en que fue primera dama. Todos asumen que ella será la candidata demócrata. Hay un par de nombres que mencionaré: Elisabeth Warren, senadora de Massachusetts; Martin O’Malley, antiguo gobernador de Maryland; Bernie Sanders, el único socialista en el Senado americano. Todos están más a la izquierda que la propia señora Clinton. Así que si ella falla o pasa algo, los demócratas se decantarán por uno de estos candidatos, aunque nadie parece creer que eso ocurra: asumiremos que ella será la candidata.
Es más interesante del lado republicano, donde hay más candidatos. Primero está Rand Paul, muy cercano al Cato Institute, que empezó con una buena posición en cuanto a política exterior, ya que decía: No debimos meternos en Afganistán y definitivamente no debimos meternos en Irak, no debemos meternos en Siria –y recuerden, esta es la posición libertaria–, la guerra fría se terminó, traigamos a nuestras tropas de Alemania y Corea del Sur, esos países no necesitan de nuestras tropas para defenderse. Esa posición resultó muy popular hasta que apareció el Estado Islámico. De repente su política de sacar a Estados Unidos de esa parte del mundo no resultaba muy atractiva. En un sentido, Paul empezó con mucho apoyo, pero el mundo cambió y su posición de no involucrarse en los asuntos externos se ha disuelto bajo el peso de este horrible grupo terrorista que ha decapitado americanos y otros en el Medio Oriente. A pesar de que es un tipo interesante, que hasta es médico, me parece que se ha ido desvaneciendo. Los otros tres candidatos que mencionaré son Jeb Bush, a quien todos conocemos; Marco Rubio, que, como Jeb Bush, es de Florida; y Scott Walker, el gobernador de Wisconsin. Estos tres buscan sus consejeros en política exterior tanto en American Enterprise Institute y la Heritage Foundation, es decir, en los centros de pensamiento más conservadores, aunque hay cierta variación. Por ejemplo Jeb Bush tiene muy buena relación con el csis, que es de centro. Por eso a Jeb Bush se le considera un candidato más de centro que los demás republicanos, mucho más conservadores, y esto se debe a que ha tomado algunos de sus consejeros del centro, no solo de los de derecha, como han hecho los otros candidatos republicanos.
Hay un par más que mencionaré: Mike Huckabee, antiguo gobernador de Arkansas, y Donald Trump. Es bastante obvio que ambos, para bien o para mal, serán sus propios especialistas en política exterior. Ya saben la respuesta que quieren dar a la cuestión y no buscarán consejeros en los centros de pensamiento de Washington. Seguro que habrán visto el espectáculo de Donald Trump, no creo que la suya sea una posición deseable en política exterior, ni para él ni para ningún otro candidato, pero está claro que «The Donald», como le llaman, tendrá su propia política exterior, cualquiera que sea. Hay otros candidatos, quizás hayan visto a Carly Fiorina, la única mujer que se postula por el bando republicano. Es una candidata atractiva, tanto por su inteligencia como por su rapidez mental, y se sabe manejar muy bien en los debates, aunque no tiene experiencia política, y hasta donde yo sé no tiene tampoco experiencia en política externa, a pesar de que cuando fue ceo de Hewlett Packard viajó por el mundo y sabe mucho de asuntos internacionales desde el punto de vista de los negocios. Quizá hayan visto que Bobby Jindal es el primer hindú-americano en lanzarse como candidato para la presidencia de los Estados Unidos. Es un tipo muy inteligente, proveniente de la academia, que probablemente no será nominado, pero quién sabe, ni él ni los otros han formado aún su comité de consejeros.
Como conclusión, quiero decir que si Hillary Clinton es la candidata nominada por el Partido Demócrata, que es lo más probable, estamos bastante seguros de cuál será su política externa. Estará muy cercana de la de Obama, porque ella siente que debe moverse hacia la izquierda de la administración de su marido para ganar esos votos que forman parte de la coalición de Obama. En el lado republicano hay una mayor variedad y está claro que los demócratas se han movido a la izquierda bajo Obama, y los republicanos desde Bush hijo se han movido a la derecha y se han vuelto aún más conservadores, lo cual quiere decir que sus candidatos buscarán sus consejeros del American Enterprise Institute y de la Heritage Foundation, con las políticas ultraconservadoras que estos grupos promueven. Seguramente no escogerán muchos consejeros del csis o de Brookings y demás centros de pensamiento de izquierda moderada que en el pasado aportaron algunos consejeros. Nota: Charla pronunciada en el auditorio de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode) el 24 de junio de 2015. Revisada y corregida posteriormente por el autor. Traducción del inglés al español: Giselle Rodríguez Cid.
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