Al igual que en el primer semestre de 2008, el mundo está enfrentando un aumento casi sin precedentes de los precios de los productos primarios, insumos y principales alimentos. De hecho, de acuerdo al índice de precios de alimentos que calcula la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (fao, por sus siglas en inglés), estos se encuentran en su nivel real más elevado de las últimas décadas. A esto hay que añadir que el petróleo también se encuentra en una escalada alcista preocupante y, aunque no ha llegado a los niveles observados en el 2008, su tendencia hacia el alza es clara, y ya supera los 100 dólares el barril. Las perspectivas no son buenas debido a los problemas políticos que están afectando a países productores de este bien, como Egipto y Libia, y existe el riesgo de que estos problemas se extiendan a otros países de esa región.
En 2010 el país importó alrededor de 3,500 millones de dólares de petróleo y sus derivados. En la primera gráfica se observa el aumento del valor de nuestras importaciones de petróleo en la última década, que llegan a su máximo nivel en 2008, cuando el precio del petróleo alcanzó niveles históricos sin precedentes. Este aumento de la factura petrolera tiene importantes consecuencias para la economía dominicana e impone una presión importante sobre nuestras cuentas externas de la balanza de pagos y, por tanto, impacta el mercado cambiario. Esto se observa en la evolución del resultado de la cuenta corriente de la balanza de pagos. En 2008 tuvimos el mayor déficit de la década. Por otro lado, todavía nuestra matriz de generación eléctrica depende cerca de un 50 por ciento de combustibles derivados del petróleo, por lo que el impacto es considerable en el sector eléctrico. Si se mantienen los precios actuales del petróleo y sus derivados, es probable que el Gobierno deba aumentar el monto previsto para el subsidio eléctrico en el Presupuesto Nacional, el cual está fijado en 350 millones de dólares, pero bajo el supuesto de un precio de los combustibles menor al que se registra actualmente.
El impacto en la inflación
En vista de que dependemos en un 100% de combustibles importados, esto se está reflejando ya en un aumento de los precios de los combustibles de consumo masivo como la gasolina y el gasoil. El aumento de los precios de los combustibles tiene un impacto directo en la inflación, en la medida en que aumentan los precios de la gasolina y el gasoil, con su impacto inmediato en los costos de transporte. Pero este mayor costo del transporte se transmite a otros precios de la economía, sobre todo al de los productos agropecuarios, provocando entonces el efecto indirecto del aumento de la inflación como consecuencia del aumento del precio del petróleo. De hecho, de acuerdo a los datos del Banco Central, más del 75% de la inflación correspondiente al mes de enero de este año correspondió a los grupos transporte y alimentos. Esta situación perjudica aún más a los pobres, ya que de acuerdo a la nueva canasta de referencia del Banco Central, para el 20% más pobre de la población dominicana los gastos en ambos renglones tienen una ponderación considerablemente mayor en la canasta de consumo que para los otros grupos de la población. Es decir, el aumento del petróleo y de los alimentos impacta de forma desproporcionada sobre los grupos más pobres del país.
La crisis de 2008
En 2008 se verificó en el país una situación similar de aumento de precio de los bienes importados, tanto del petróleo como de alimentos y materias primas. El Gobierno tuvo bastante éxito en contener los efectos negativos de esta situación y evitar una crisis macroeconómica. El Banco Central recurrió a aumentar las tasas de interés para contener las presiones inflacionarias y reducir el consumo privado, y el Gobierno aumentó la asistencia social a través del Programa Solidaridad. Esto evitó que aumentara la indigencia en el país durante 2008. Pero el Gobierno no lo puede todo. Los datos indican que la pobreza moderada aumentó debido en gran parte al aumento de los precios durante el primer semestre. Además, a partir de 2008 el Gobierno recurrió a un mayor déficit fiscal y endeudamiento para aplicar una política expansiva que contrarrestara los efectos de la recesión internacional. Ahora tenemos tres años consecutivos con un déficit fiscal de alrededor de 50,000 millones de pesos anuales y un sector público con un mayor endeudamiento que hace tres años. Es decir, el Gobierno enfrenta la actual crisis internacional con mucha menor holgura con la que contó en 2008.
Lecciones de la crisis
Ante la crisis internacional de 2008 fue evidente que los países aprendieron de situaciones anteriores y la reacción de los gobiernos fue rápida, interviniendo en la economía para evitar el colapso del sector bancario y dinamizar las economías. Esto se logró a través de disminuciones de las tasas de interés, aumento de la cantidad de dinero por los bancos centrales y un aumento sin precedentes del gasto público. Igual ocurrió con la crisis alimentaria y de precios del petróleo de 2008: sus efectos no fueron ni remotamente los que habían sido en el pasado. Es decir, se realizaron mejores políticas económicas que ayudaron a la economía en general y ayudaron a los grupos más pobres de la población a sortear con relativo éxito el aumento de los precios de los alimentos.
Al mismo tiempo, los organismos de financiamiento internacional, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, también han aprendido de crisis anteriores. Estos organismos han flexibilizado o incluso cambiado radicalmente sus reglas tradicionales y pusieron a disposición de los países más pobres una cantidad de dinero sin precedentes, para que dispusieran de recursos que les permitieran enfrentar la crisis. Ante este nuevo aumento de precios, los organismos internacionales deben jugar nuevamente un rol importante para financiar a los países, sobre todo con programas directos que ayuden a suavizar el impacto en los grupos de la población más afectados por los aumentos. Esto deben hacerlo al mismo tiempo que flexibilizan las condiciones que imponen a los países para prestar dinero, de manera tal que la ayuda llegue con la premura que demanda la situación.
¿Qué hacer?
En esta coyuntura, los gobiernos de países pequeños, como el nuestro, no tienen la capacidad ni las herramientas para aplicar rescates masivos como los diseñados en los países ricos, por eso es importante que el Gobierno diseñe mecanismos para ir en auxilio de los grupos más vulnerables de la población con políticas de protección y asistencia social bien diseñadas. Esta debe ser la prioridad del Gobierno dominicano. No debemos olvidar que numerosos estudios ya han confirmado que en la crisis macroeconómica del período 2003-2004 más de un millón y medio de dominicanos cayó bajo la línea de pobreza. Esto es algo que los dominicanos nunca más debemos permitir. Apoyamos todas las iniciativas del Gobierno que vayan en ayuda de estos grupos más vulnerables, tales como el aumento de la asistencia que otorga el Gobierno a través de la tarjeta Solidaridad, aumento de todos los planes de asistencia social, muy en especial aquellos que son dirigidos por el Gabinete de Políticas Sociales, y programas de venta de alimentos a precios subsidiados a través de las plazas agropecuarias. También el Gobierno debe estudiar la eliminación de las restricciones arancelarias y cuantitativas que encarecen considerablemente el precio de algunos productos agropecuarios en el país, a la vez que aumenta las transferencias al Ministerio de Agricultura para hacer frente a la situación.
A nuestro juicio, el Gobierno debe evitar los subsidios generalizados que en el fondo no benefician a los más pobres y dar prioridad a los subsidios focalizados que van directamente a quienes más los necesitan. Es necesario también permitir que el mecanismo de precios funcione y tanto el Gobierno como la población deben entender que será inevitable que aumenten algunos productos, como los combustibles y algunos alimentos. Estos mayores precios serán la señal que da el mercado para reducir el consumo y fomentar el ahorro. Si el Gobierno decide asumir todo el aumento y evitar que se traspase al consumidor, entonces no está haciendo más que provocar una crisis fiscal que a la larga será pagada con más impuestos o con mayor inflación. Por otro lado, la población no debe depender exclusivamente de lo que haga o le imponga el Gobierno. De manera voluntaria, los dominicanos debemos colaborar en medio de esta crisis a través de una reducción del consumo de combustibles y de energía eléctrica, eliminando el consumo no esencial. Debemos entender que este es un problema de todos y, por tanto, la solución también es de todos.
Bibliografía
Banco Central de la República Dominicana: base de datos disponible en. Banco Mundial: base de datos de “commodities”. Fondo Monetario Internacional: base de datos de “commodities”. Krugman, Paul: “Commodities: This Time is Different”, en The New York Times, enero de 2011.
12 comments
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