Revista GLOBAL

Presentación en Washington de Ideas en conflicto. Diálogo póstumo entre Juan Bosch y John Bartlow Martin, de la autoría de Leonel Fernández

por Frank Moya Pons
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Frank Moya Pons

En estos últimos años, mientras la mayoría de sus conciudadanos observaba al presidente Leonel Fernández dedicado a la actividad política y a las gestiones académicas propias de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), él también venía trabajando calladamente en la preparación del libro cuya circulación en los Estados Unidos nos reúne hoy, en este histórico monumento de la Unión Panamericana. Esta obra, cuyo autor titula Ideas en conflicto, no es un libro común pues, a diferencia de la mayoría de los libros de historia que acostumbradamente se publican, no es la típica narración escrita por un observador externo a los hechos, ni tampoco un estudio elaborado a partir de fuentes diversas, sino un diálogo (un diálogo póstumo) entre los dos personajes que formaron el vórtice de las relaciones domínico-americanas entre 1961 y 1965: Juan Bosch y el exembajador de los Estados Unidos en la República Dominicana, John Bartlow Martin. Este diálogo, como el presidente Fernández expone en su prólogo, es una construcción intelectual suya elaborada a partir de las memorias de ambos personajes. Esta construcción le fue motivada al presidente Fernández por la lectura de un ejemplar de las memorias del embajador Martin con anotaciones de Juan Bosch. Como muchos de ustedes saben, esas memorias fueron publicadas en 1966 con el título Overtaken by Events: The Dominican Crisis, from the Fall of Trujillo to the Civil War. Como editor de esta obra, el presidente Fernández ha hecho que ese diálogo se adhiera casi todo el tiempo a la cronología de los acontecimientos, de manera que el lector pueda ir siguiendo la evolución política de la República Dominicana entre 1961 y 1965, junto con la aplicación de la diplomacia estadounidense en ese país.

Para escribir sus memorias el embajador Martín se auxilió de los memorandos y telegramas que él y sus asistentes producían y enviaban a su Gobierno casi diariamente, preparados muchas veces inmediatamente se sucedían los acontecimientos. Por ello, prima facie, la narración de Martin se percibe vestida de una objetividad casi periodística, pues los informes que enviaba eran vistos o redactados no solamente por él, sino también por el encargado de negocios y otros funcionarios de su Embajada. 

De ahí la importancia de esta obra como fuente primaria para entender mucho de lo que ocurría políticamente en el país en aquel convulso período que sucedió a la dictadura de Trujillo. Igual de importante para el mismo propósito es la narración escrita por Juan Bosch sobre esos mismos acontecimientos y acerca de las causas del golpe de Estado que puso fin a su Gobierno en septiembre de 1963. Ese recuento está recogido a manera de memoria analítica en su bien conocido libro Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, publicado en 1964, poco tiempo después de su derrocamiento.

En esa obra Bosch analiza muchos de los mismos acontecimientos que el embajador estadounidense describe y examina en su obra, y llama la atención que entre ambas narraciones existen muchas coincidencias factuales por lo que terminan casi completándose una a la otra. Ambos libros coinciden bastante en lo que respecta a las causas generales del golpe de Estado como habiendo sido organizado y promovido por los dirigentes de la Unión Cívica Nacional junto con la clerecía católica, los grandes terratenientes, industriales y comerciantes, y la alta oficialidad de las fuerzas armadas.

Es curioso que, habiendo titulado esta obra Ideas en conflicto, la organización de los materiales que ha hecho su editor termine resaltando también las coincidencias entre ambas obras. Esas coincidencias resaltan porque el presidente Fernández agrupó las diferentes secciones de ambas obras por su parecido, pertinencia cronológica o cercanía temática. Así, las convergencias entre ambas narraciones hacen que el conflicto abierto entre ambas perspectivas no se haga muy evidente hasta pasada la mitad de la obra. Ello se explica porque tanto en el libro de Bosch (Crisis de la democracia) como en el de Martin (Overtaken by Events) se observa un sincero empeño de ambos personajes de llevarse bien conciliando los intereses y políticas de sus respectivos Gobiernos. Ambos dicen admirarse como personas y como escritores y, ciertamente, ambos fueron hábiles narradores capaces de retratar situaciones complejas en apenas dos o tres párrafos u oraciones. Ambos teorizan sobre la composición social de la sociedad dominicana; ambos describen la fisonomía moral de las clases sociales; ambos poseen juicios éticos similares acerca de las fuerzas armadas de Trujillo o sobre la herencia espiritual de aquellos 31 años de tiranía.

Sin embargo, ambos personajes fueron divorciándose paulatinamente sin que uno de ellos (Bosch) lo supiera, pues mientras el presidente dominicano desplegaba todos los colores de su rico intelecto y su energía emocional para combatir en sus discursos y acciones a los que él creía (con razón) que conspiraban contra su Gobierno, Martin y sus colaboradores, poco a poco, iban perdiendo confianza en él, aun cuando continuaban transmitiéndole su apoyo y simpatía.

Martin no entendía cómo un líder político que había realizado una brillante y magistral campaña electoral podía estar tan ciego ante las demandas de lo que hoy se llaman «poderes fácticos», esto es, los industriales, la Iglesia católica, los terratenientes, la alta oficialidad de las fuerzas armadas, y lo que el mismo Bosch indistintamente llamaba la «gente de primera» o la alta clase media. 

Bosch, por su parte, no entendía, o no aceptaba, que el Gobierno del país modelo de sociedad democrática, los Estados Unidos, le presionara con tanta insistencia, casi todos los días, para que fuera más duro y represivo con los incipientes líderes comunistas que habían surgido en el país inspirados por el triunfo de la Revolución cubana.

Según Bosch repetía continuamente, tanto en sus discursos al país como ante Martin en privado, él no podía ni quería perseguir a nadie por sus ideas políticas porque, según él, eso contradecía las reglas de la democracia en cuanto al respeto a la libertad de pensamiento. 

Cuando ustedes lean esta obra podrán darse cuenta de cuán importante fue la discusión entre Bosch y Martin acerca de la presencia comunista en la República Dominicana en aquellos años. En los textos de ambos escritores queda claro que esa reticencia de Bosch de reprimir o expulsar del país a los líderes comunistas sirvió para justificar la campaña nacional e internacional que preparó el golpe de Estado contra su Gobierno. En el caso de Martin, esa reticencia fue una de las raíces del desencanto de este embajador y su equipo con un presidente que parecía no darse cuenta de, o no quería actuar conforme a, las prioridades geopolíticas del Gobierno estadounidense en unos momentos en que Cuba revolucionaria emergía como un factor de desestabilización política en América Latina y el Caribe.

La imagen del Bosch «flojo con los comunistas» o «blando con los comunistas» llegó a constituirse en un elemento central de la opinión prevaleciente en Washington y en la misma Embajada de los Estados Unidos en Santo Domingo, a tal punto que los agregados militares norteamericanos, en una ocasión, le confesaron al embajador que se les estaba haciendo cada vez más difícil defender a Bosch ante los militares dominicanos.

Bosch no estaba enterado de esos detalles y solo vino a conocerlos cuando leyó el libro de Martin en octubre de 1966. Entonces se sintió traicionado porque allí leyó gran parte de lo que Martin escribía confidencialmente a su Gobierno sin ocultar su creciente desencanto político y personal con el primer presidente libremente elegido en la República Dominicana en 38 años. Martin retrata a Bosch como un presidente honrado, trabajador y democrático que defendía con terquedad ciega los principios de la democracia representativa, pero que no contemporizaba con sus adversarios. Según Martin, por haber pasado más de veinte años fuera de la isla, Bosch no conocía bien su país. Además, no complacía a los Estados Unidos; había aprobado una Constitución laica; anunciaba confiscaciones de tierra sin compensaciones; quería limitar los beneficios de las empresas azucareras a través de un impuesto de plusvalía sobre el precio del azúcar, etcétera, etcétera. 

Bosch asumió el libro de Martin como una traición personal pues entonces descubrió que su amigo embajador actuaba más en función de los intereses del Gobierno de los Estados Unidos que por razones de amistad personal. No podía ser de otra manera pues, aunque Martin defendía la democracia dominicana, su misión era, ante todo, defender los intereses de su país. Bosch quedó profundamente herido cuando, entre otros juicios parecidos, leyó a Martin diciendo que «aunque me caía simpático, el presidente Bosch no servía como tal. Desde entonces, continué  actuando como si fuese a tener éxito. Continué luchando por él lo mismo que había luchado por el Consejo de Estado. Pero me di cuenta de una cosa de la que no me había dado cuenta completamente hasta ese momento, y era que ya no luchaba por Juan Bosch, sino por el principio […] de la democracia constitucional representativa, el derecho del pueblo dominicano a elegir su propio presidente».1 Reflexionando sobre lo ocurrido el 25 de septiembre, Martin escribió que «Bosch había sido, ciertamente, un mal presidente, pero, en mi opinión, eso no justificaba el golpe porque no solo derrocaba a Bosch, sino que también echaba abajo los principios: el gobierno constitucional, la democracia representativa, el derecho del pueblo a elegir sus propios gobernantes. Esto era lo que no comprendían los cívicos».

Esos y otros juicios similares ofendieron profundamente a Bosch. Entre las palabras que más le dolieron estuvieron las que Martin expresó luego del golpe de Estado en una reunión celebrada con el presidente Kennedy en la Casa Blanca, el 4 de octubre de 1963. Al abrir las conversaciones el presidente Kennedy le preguntó a Martin: «Supongo que no queremos que vuelva Bosch», a lo cual el embajador respondió «No, señor presidente». «¿Por qué no?», preguntó Kennedy. «Porque no es un presidente», dijo Martin, queriendo decir que no era un buen presidente.

Este pasaje, más muchos otros, quebraron para siempre la amistad entre estos dos hombres y, a partir de entonces, Bosch se dedicó a tratar de corregir la narrativa de Martin construyendo y diseminando su propia narrativa.

Más de las cuatro quintas partes de este libro editado por el presidente Fernández descansan en las dos obras ya mencionadas (Overtaken by Events y Crisis de la democracia). Como dijimos, en numerosas instancias las narraciones de ambos autores se complementan o coinciden y hay poco conflicto entre ellas.

Pero hay una quinta parte, recogida en la última sección de estas Ideas en conflicto en la que el presidente Fernández recoge de otras fuentes el profundo disgusto de Bosch con el libro de Martin. Bosch escribió varias piezas y las publicó en el curso de los años para desmentir a Martin, comenzando con un artículo escrito en los primeros días de la guerra civil de 1965, titulado A Tale of Two Nations (junio de 1965). Todavía no había salido el libro de Martin, pero este artículo marca el inicio de la ruptura entre ambos protagonistas, pues en él Bosch denunció la intervención militar estadounidense y los intentos de Martin para que Bosch apoyara esa intervención. Esa primera ruptura tuvo lugar en Puerto Rico, un año antes de la publicación de Overtaken by Events, pero anticipaba lo que sería el profundo abismo que terminó separando a estos dos hombres.

Los más amplios y emotivos desmentidos de Bosch fueron publicados muchos años después cuando comenzó a construir un nuevo partido político que entonces él llamó «marxista, no leninista» y «de liberación nacional». En esas piezas Bosch dejó salir agresivamente su amargura llamando mentiroso a Martin y endilgándole otros fuertes calificativos a quien él creyó que era su amigo mientras no conoció sus íntimas opiniones. De ese período, llamémosle de elaboración de una nueva narrativa en la que los culpables del golpe de Estado no eran ya los cívicos ni los militares trujillistas, sino el Gobierno estadounidense y su embajador, son sus artículos contra Martin titulados «De errores y falsedades históricas» (Listín Diario, 1 de mayo de 1981), «La historia secreta del golpe de Estado» (Revista Política, Teoría y Acción, septiembre de 1983), «Discurso del 24 de abril de 1983» (Vanguardia del Pueblo, mayo de 1983), y «John Bartlow Martin» (El Nacional de ¡Ahora!, enero de 1987), entre otros.

El presidente Fernández ha recogido lo esencial de esos artículos y de otros textos políticos publicados por su partido que contienen los argumentos de Bosch contra Martin (ver las referencias bibliográficas, pp. 403-404), y los ha incorporado a esta singular obra histórica, porque, en esencia, estas Ideas en conflicto constituyen en sentido estricto una obra de historia. Pero esta no es una obra de historia convencional. Es un contrapunteo entre dos visiones y dos perspectivas intelectuales; entre dos conciencias políticas conformadas por experiencias educativas y profesionales diversas; entre dos conjuntos de intereses nacionales defendidos, a su manera, por ambos actores. Ambos textos reunidos en esta obra recogen dos concepciones geopolíticas en medio de la coyuntura de la guerra fría y del nuevo escenario regional surgido con la irrupción de la Revolución cubana. Ideas en conflicto las hay, y muchas, además de las coincidencias que ya hemos mencionado. La forma en que el presidente Fernández ha organizado los mencionados materiales para enfatizar esos desencuentros y esas perspectivas contradictorias nos lleva a una última consideración con la cual deseamos cerrar estas palabras.

Esta consideración es de orden epistemológico y es algo con lo que los historiadores, como los jueces, tenemos que lidiar todo el tiempo cuando nos encontramos con testimonios contradictorios de dos o más autores, o fuentes, que describen o dicen recordar un mismo hecho como habiendo ocurrido de manera diferente. En esos casos, lo aconsejable es no perder de vista el principio de no contradicción que establece que dos argumentos contradictorios entre sí no pueden ser simultáneamente verdaderos. Pero cuando las narrativas se perpetúan por la repetición y la frecuente publicación de las mismas, ¿cómo hace el lector para saber en dónde reside la verdad? ¿Quién tiene la razón? ¿Quién es más objetivo en la descripción de los hechos narrados? ¿Cuál es la narración más verdadera? Podríamos elaborar todo un cuadro de posibilidades para responder a esas preguntas, pero el tiempo que nos asignaron para estas palabras se ha terminado y, por lo tanto, debemos dejarlas sin respuestas para que ustedes, los lectores, lean este extraordinario libro y saquen sus propias conclusiones. Eso, por un lado. Por otro, finalmente, permítanme felicitar al presidente Leonel Fernández por su sobresaliente trabajo y, a la vez, agradecerle su invitación a participar en esta interesante conversación ante un público tan distinguido como ustedes.

Juan Daniel Balcácer 

Al examinar el formato en el que está concebido el libro Ideas en conflicto. Diálogo póstumo entre Juan Bosch y John Bartlow Martin, del doctor Leonel Fernández, expresidente de la República Dominicana, una primera impresión que podría formarse el lector es que se encuentra frente a una obra de ficción. Dos son los motivos que, a mi modo de ver, sustentan tal percepción: primero que, de entrada, el subtítulo revela que se trata de un intercambio de opiniones entre dos personajes ya fallecidos; y, segundo, que en la introducción el autor confiesa que para recrear este «diálogo póstumo» se inspiró en la tradición clásica griega (y también de la Ilustración), según la cual el diálogo, como género literario, era un medio idóneo para transmitir ideas y opiniones de eminentes pensadores. En sintonía con esa tradición secular, el doctor Leonel Fernández juzgó apropiado comenzar su relato adoptando un estilo similar al que empleó Homero, el célebre aeda griego, en el primer canto de la Ilíada.

Pero esa primera impresión pronto se desvanece, pues en la medida que discurre la lectura de los textos que integran el corpus de la obra, puede constatarse que detrás del recurso literario del «diálogo póstumo» prevalece un texto en el cual el doctor Leonel Fernández, con admirable maestría, combina realidad y ficción. El resultado de esa operación intelectual es un formidable texto de historia política dominicana contemporánea, si nos adherimos al significado que Benedetto Croce confirió al concepto «historia contemporánea», que es toda aquella narrativa que abarque un período de tiempo considerado un «pasado relativamente cercano». Otros especialistas también llaman a este género «historia vivida o historia del presente». Mucho se ha escrito acerca de la frágil línea fronteriza que separa la narrativa de ficción de la narrativa histórica. En cierta ocasión un prestigioso historiador británico se refirió a tres métodos diferentes para contemplar y representar los objetos de nuestro pensamiento, al igual que los acontecimientos del pasado. «El primero —escribió— es la indagación y registro de hechos; el segundo es la elucidación, mediante un estudio comparativo de los hechos establecidos, de leyes generales; el tercero es la recreación artística de los hechos en forma de ficción». Así, mientras la indagación y el registro de los acontecimientos pasados forman parte intrínseca del método de la ciencia histórica, la ficción deviene instrumento exclusivo del drama y de la novela. Algunos cientistas sociales sostienen que en la escritura de la historia con cierta frecuencia se producen confluencias entre técnicas de ficción y técnicas historiográficas, sin que esas coincidencias desvirtúen el rigor académico de un determinado texto histórico.

La historia, antes que ciencia social, comenzó como un género literario, razón por la cual Arnold Toynbee destacó la asombrosa coincidencia existente entre historia y ficción. Por ejemplo, al referirse a la Ilíada escribió que «todo el que comienza leyéndola como Historia encuentra que está llena de ficción, pero que, igualmente, todo el que empieza leyéndola como ficción encuentra que está llena de Historia». Porque sencillamente «todas las Historias se parecen a la Ilíada en la medida en que no pueden prescindir por completo del elemento ficticio».6 En Ideas en conflicto. Diálogo póstumo entre Juan Bosch y John Bartlow Martin, el doctor Leonel Fernández nos entrega una obra de carácter eminentemente histórico y político cuyo contenido permite una aproximación bastante objetiva al conocimiento de hechos o sucesos ocurridos en el lapso comprendido entre 1961 y 1966. Amparado en una suerte de licencia literaria, el autor recurrió a una técnica artística mediante la cual —a manera de diálogo póstumo— pudo configurar con admirable fidelidad una nueva narrativa histórica con las opiniones que desde diferentes perspectivas tanto Martin como Bosch escribieron en distintas épocas, articuladas brillantemente alrededor de un personaje imaginario de la cultura helenística que funge como narrador central del texto: me refiero a Clío, la musa de la historia. John Bartlow Martin (1915-1987) fue un periodista, escritor y diplomático norteamericano —oriundo de Ohio— que estuvo estrechamente vinculado al pueblo dominicano durante el lustro inmediatamente subsiguiente al ajusticiamiento del dictador Rafael L. Trujillo. A pocos meses del tiranicidio, la Administración de John F. Kennedy envió a Martin a la República Dominicana en misión especial de reconocimiento y evaluación política. (Se recordará que desde 1960, cuando la OEA impuso sanciones diplomáticas al régimen dictatorial, los Estados Unidos habían retirado su embajador del país, dejando apenas una reducida representación consular y una unidad de la CIA.)

Una vez en el país, Martin sostuvo reuniones con los principales representantes de los partidos y agrupaciones que entonces iniciaban su accionar en la arena política y, en el mes de septiembre de 1961, escribió un pormenorizado Informe que resultó sobremanera útil para los eventuales planes de la administración Kennedy respecto de la República Dominicana en el marco de la Alianza para el Progreso. 

Al siguiente año, cuando se había instalado el gobierno colegiado conocido como el Consejo de Estado, el presidente Kennedy decidió nombrar el primer embajador de los Estados Unidos en la República Dominicana tras la muerte del dictador Trujillo. La designación recayó nada menos que en John Bartlow Martin, quien permaneció al frente de la misión diplomática estadounidense por espacio de dos años. Aquellos fueron tiempos sobremanera difíciles y delicados para el pueblo dominicano, entonces inmerso en un convulso período de transición desde un régimen autoritario hacia un modelo de pluralismo político y democracia representativa totalmente desconocido en Santo Domingo.

De esa manera, el embajador Martin fue testigo de acontecimientos verdaderamente trascendentales en el país, tales como el proceso de destrujillización, la apertura democrática, la emergencia de nuevas fuerzas políticas, la lucha entre sectores oligárquicos y la emergente clase media, la cuestión militar y el engranaje jurídico político de la maquinaria dictatorial, que permaneció intacta hasta mucho tiempo después de desaparecido el tirano. Asimismo, Martin actuó directamente en muchos episodios y presenció el surgimiento y desarrollo de uno de los liderazgos políticos más carismáticos y auténticos que entonces experimentó el pueblo dominicano: me refiero al liderazgo del profesor Juan Bosch y, en especial, a la abrumadora victoria electoral que lo consagró como el primer presidente constitucional después de 30 años de tiranía. Meses después, Martin también fue testigo del fatídico golpe de Estado que derrocó al presidente Juan Bosch, traumática experiencia de la cual se dice no estuvo desvinculado del todo.

Como era más periodista y escritor que diplomático, Martin asentaba en un diario todo cuanto entonces le parecía de importancia, además de sus notas personales y la enorme cantidad de documentos que desde su función oficial intercambiaba con el Departamento de Estado. Con la ayuda de esas fuentes escribió el libro Overtaken by Events algo así como Desbordado por los acontecimientos), que vio la luz pública en inglés en 1966, en el que se propuso «mostrar» y no «contar» cómo habían sucedido los hechos que, a su juicio, condujeron al pueblo dominicano «al desastre». Como es de suponer, dicho texto no fue del conocimiento de la generalidad del pueblo dominicano hasta que en 1975 circuló la primera y única edición en español bajo el título de El destino dominicano. La crisis dominicana desde la caída de Trujillo hasta la guerra civil. Esta obra de inmediato generó acalorados debates entre políticos e intelectuales, al tiempo que algunos juicios del autor sobre determinados actores merecieron un rechazo generalizado en la opinión pública. Varios años después, en 1986, Martin publicó sus memorias It seems like only yesterday. Memoirs of Writing, Presidential Politics and the Diplomatic Life, obra en la que también dedicó un extenso capítulo a la República Dominicana.

Quien lea todo cuanto John Bartlow Martin escribió sobre Santo Domingo, sus actores y los acontecimientos que tuvieron lugar durante el período 1961-1966, auspicioso y tormentoso a la vez, no debe soslayar el hecho de que se trata de las opiniones y percepciones vertidas por el representante de los Estados Unidos en nuestro país y que muchos de esos juicios personales no necesariamente reflejaban toda o parte de la verdad sobre los episodios acaecidos y narrados. No me corresponde en esta ocasión examinar con sentido crítico el libro de Martin, en el cual abundan inexactitudes históricas y apreciaciones incorrectas sobre determinados hechos y personajes; pero, si se es justo, no debe perderse de vista que estamos frente al testimonio de un actor de primer orden en aquella etapa crucial de la transición de un régimen opresivo hacia una sociedad abierta, y que, por tanto, su testimonio constituye una fuente primaria fundamental para conocer y comprender la época objeto de estudio. 

Paralelamente a los escritos de Martin, figuran las obras publicadas por Juan Bosch durante el mismo período, y también las de algunos años después de la guerra patria de abril de 1965, cuando en nuestro país surgieron nuevos paradigmas o escuelas históricas que brindaron el marco teórico y metodológico adecuado para representar e interpretar de manera más objetiva el pasado dominicano. Esas obras de Bosch son Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo (1962), Crisis de la democracia de América en República Dominicana (1964), Dictadura con respaldo popular (1969) y Composición social dominicana (1970), a las que debemos agregar algunos ensayos y artículos. En cada uno de esos textos, Bosch abordó temas decisivos con el fin de comprender y explicar no solo la estructura social dominicana heredada de la dictadura, sino también gran parte de la compleja dinámica de los acontecimientos políticos nacionales y regionales. Bosch no tuvo tiempo de responder de manera exhaustiva, con la amplitud que ameritaba el caso, El destino dominicano de John Bartlow Martin, no porque subestimara su contenido ni desdeñara a su autor, sino porque evidentemente se lo impidieron sus innumerables compromisos políticos al frente de las dos organizaciones que creó y dirigió, primero el PRD, y finalmente el Partido de la Liberación Dominicana. Sin embargo, hoy sabemos que un ejemplar de Overtaken by Events, que conservaba Juan Bosch, contiene innumerables notas y comentarios suyos, a manera de glosas al margen, que proporcionan suficientes claves para analizar los diferentes hechos y personajes en torno de los cuales ambos escritores tuvieron profundas diferencias de percepción y de criterio. Y es precisamente en este punto donde Ideas en conflicto adquiere singular dimensión y relevancia, porque con esta nueva entrega, según José Rafael Lantigua,7 el doctor Leonel Fernández logra su mejor libro en función del contraste entre las opiniones de Martin, los comentarios de Bosch al texto Overtaken by Events, así como de los numerosos juicios y reflexiones que cada uno de ellos emitió en otras obras y contextos.

Ideas en conflicto. Diálogo póstumo entre Juan Bosch y John Bartlow Martin no es un libro resultado del simple cotejo de opiniones contrapuestas de dos prominentes personajes: es, más bien, producto de una meticulosa investigación y de un admirable ejercicio intelectual mediante los cuales su autor ha logrado configurar una original obra de historia política cuyo contenido permitirá que las jóvenes generaciones conozcan y comprendan objetivamente los hechos y personajes de un período crucial del devenir democrático nacional.

Son múltiples, y de gran significación histórica, los temas dilucidados en este formidable libro, tales como la herencia de la dictadura, los conflictos políticos interclasistas, la construcción de la democracia, las elecciones de 1962, el efímero Gobierno constitucional de Juan Bosch, el conflicto con Haití, el tenebroso golpe septembrino y la eclosión del conflicto armado de 1965 que devino en guerra patria. Como se podrá comprobar, Ideas en conflicto. Diálogo póstumo entre Juan Bosch y John Bartlow Martin es un libro que debe ser leído y consultado por todos los amantes de los temas histórico-políticos contemporáneos de la República Dominicana

Notas 

1 John Bartlow Martin, citado en Ideas en conflicto, p. 328. 2 John Bartlow Martin, citado en Ideas en conflicto, p. 348. 3 Ideas en conflicto, p. 361. 4 Benedetto Croce: Teoría e historia de la historiografía, 1955; y Julio Aróstegui, La historia vivida. Sobre la historia del presente, 2004. 5 Arnold Toynbee, Estudio de la historia, Compendio I/IV, 1970. 6 Toynbee, ibíd. 7 «Bosch y Martin, desbordados por los acontecimientos», Diario Libre, 30 de marzo del 2019.


24 comentarios

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