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Raíces de la danza y el baile en la República Dominicana

by Xiomarita Pérez
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Las danzas y bailes dominicanos reflejan una rica herencia cultural resultante de influencias indígenas, africanas y europeas. Los taínos tenían danzas rituales, pero la colonización española y la llegada de esclavos africanos introdujeron nuevos ritmos y movimientos. A través de los años, han evolucionado, incorporando nuevas influencias y adaptándose a tendencias contemporáneas. Aunque algunas danzas han desaparecido, otras se mantienen vivas, celebrando la diversidad y la historia del país. La autora realiza un recuento pormenorizado de las danzas y bailes de la República Dominicana, resaltando la permanencia de algunos y la vigencia en zonas específicas de otros.

La República Dominicana tiene una rica herencia cultural que se refleja en sus danzas y bailes, los cuales son una fusión de diversas influencias históricas. Desde sus raíces indígenas, pasando por la colonización española y la influencia africana, cada elemento ha contribuido a la creación de un vibrante panorama de expresión artística.

Los taínos, los pueblos indígenas originales, tenían danzas rituales que celebraban la vida y la naturaleza, pero no dejaron remanentes porque fueron exterminados. Con la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XV se introdujeron nuevas formas de danza y música que, mezcladas con las tradiciones africanas traídas por los esclavos, dieron lugar a estilos únicos.

El merengue, considerado el baile nacional, tiene sus orígenes en el campo dominicano y refleja la historia de la nación con su ritmo alegre y contagioso. Por otro lado, la bachata, surgida en la región rural en el siglo XX, también condensa el amor y la vida cotidiana a través de letras melancólicas que reflejan sentimientos y emociones. Estos ritmos no solo son entretenimiento, son un medio de identidad y resistencia cultural que celebra la historia y la diversidad de la República Dominicana. Aunque muchos de estos ritmos han desaparecido, otros se mantienen vigentes y otros siguen evolucionando, incorporando nuevas influencias y adaptándose a las tendencias contemporáneas, pero siempre manteniendo sus raíces vibrantes.

Herencia indígena
Forma parte de nuestras raíces históricas, a pesar de la rápida desaparición de los indígenas, ocasionada por el maltrato a que fueron sometidos. Musicalmente, solo existió el areíto, que se ejecutaba en festividades sagradas y recreativas que incorporaban el baile y el canto en colectividad, y en él se narraban las historias legendarias de los héroes ancestrales de la comunidad. Como herencia de esa cultura nos quedan las maracas y el güiro de bangaño.

Según el maestro cubano Fernando Ortiz, en Danzas y bailes folklóricos dominicanos de Fradique Lizardo, el areíto era en principio un baile colectivo que asumía diversas formas con algunas características importantes:

«Era un baile canto, guiado por un individuo, que solía ser el jefe en algunas ocasiones, se practicaba en diversas ocasiones y por diferentes motivos, como bodas, nacimientos o festivales, y era además una forma de fortalecer los lazos sociales y culturales entre los miembros de la comunidad. Se acompañaba por un tambor de madera ahuecada y maracas; los cantos eran guiados y el coro respondía en una especie de antífona. Se embriagaban durante el baile con tabacos o con bebidas, siendo en muchas ocasiones, la misma embriaguez, el motivo de finalizar el areíto. También podía incluir elementos rituales y espirituales, conectando a los participantes con sus creencias y prácticas ancestrales. Estos areítos también servían como crónicas, ya que en sus letras se iban conservando las memorias de los sucesos, así como de la genealogía de su gente, batallas libradas».

Herencia africana
A partir del siglo XVI, con la llegada de los esclavos africanos, se introdujeron ritmos y movimientos que se entrelazaron con las tradiciones indígena y española. Estas influencias africanas se reflejan en la percusión, el uso del cuerpo y la improvisación que caracterizan a muchos bailes dominicanos. El merengue y la bachata, aunque tienen raíces diversas, incorporan elementos rítmicos y estilísticos de la herencia africana, creando una expresión cultural rica y única.

Herencia europea
Existe más influencia europea en los bailes y en el aspecto coreográfico que en los instrumentos musicales, pues la mayoría son de origen africano. El tres, el cuatro, la guitarra y el acordeón son de origen europeo.

La mayoría de las danzas que se practican en parejas, sueltos de las manos y con sustitución de pareja son de origen africano, a diferencia de los bailes donde las parejas bailan agarradas de las manos y con coreografía circular, que son de origen europeo.

Bailes populares
La bachata, el merengue y el son nacieron y crecieron marginados y poco a poco han sido asimilados y aceptados por la clase social alta, proceso que luego tuvo un significativo aceleramiento.

Bachata (baile)
Aunque el merengue es el baile nacional por excelencia, tuvo presencia en los salones a partir de 1930 y ha sido reconocido Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la bachata, a pesar de ser más joven, «le ha comido los caramelos» en poco tiempo. El merengue se ha mantenido activo en el gusto del público, principalmente el merengue típico, en la zona que lo vio nacer, en los campos del Cibao y la Línea Noroeste.

La bachata, también Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 2019, le ha quitado protagonismo en menos de seis décadas, viajando por todo el mundo y conquistando un público joven y fiel a ese género musical y bailable. En la mayoría de los países de América Latina, sus canciones tienen los mismos elementos que posee nuestra bachata: amor, desamor, traición, tristeza, que se interpreta con el alma.

La música y el baile de la bachata son los que más difusión han tenido, no solo entre los dominicanos que viven dentro y fuera del país, sino también a nivel mundial y en todas las clases sociales. Este género, que en principio fue denominado música de guardia, de patio o de amargue, surgió de manera marginal. En la actualidad, ha despertado inquietudes y creatividad en artistas jóvenes, tiene una diversidad de estilos bailables y las letras van tomando otros giros, matizadas en el amor, lo que ha permitido que el mundo lo haga suyo transformándolo en contenido y baile.

Fue en 1962 cuando se conoció ese bolero, cuando José Manuel Calderón grabó «¿Qué será de mí?» o «Condena», con el Trío Los Juveniles, que se acompañaba con maracas y, según se dice, fue Blas Durán quien sustituyó esas maracas por la güira. La letra de la música de tríos era romántica y de desamor. La instrumentación en la bachata es lo que la hace diferente, cuerdas, güira, bongó, y con el predominio de la cuerda de metal y el bajo eléctrico. En esa época fue una fusión isleña y se formó como nuevo género. La bachata pasó de rural a suburbana y luego a urbana, y dejó de ser música de amargue o de guardia cuando Luis Días, Sonia Silvestre, Víctor Víctor y Juan Luis Guerra pusieron lírica a sus letras, que fueron comercializadas luego nacional e internacionalmente.

En nuestro país, la emisora que le dio empuje a la bachata y rompió parámetros en su difusión fue Radio Guarachita, «La emisora del pueblo», a partir del año 1964. Allí también se escuchaban esos ritmos y los intérpretes de países latinos, los cuales aportaron musicalmente; se convirtió esa emisora en la discoteca más grande en contenido musical, folclórico y popular, en la de mayor alcance en la República Dominicana, con amplios seguidores a nivel rural y suburbano. Además, Charlie Charles popularizó la bachata a través de Radio Tricolor, emisora propiedad de Hugo Hernández Llaverías, locutor que se hacía llamar «el Chacho de las Chachas», refiriéndose a las trabajadoras domésticas, que eran quienes escuchaban esa música.

Ya en los años 60 se escuchaban los ecuatorianos Olimpo Cárdenas y Julio Jaramillo, con «Temeridad» y «De cigarro en cigarro», respectivamente. Y Tommy Figueroa con «Sonámbulo», y qué decir de Ivette Pereyra con su «Complejo», de Babín Echavarría. Un tema que hizo escuchar la bachata a la capa más alta de la sociedad fue «Dos rosas», interpretado por Bernardo Ortiz.

¿Quién la internacionaliza? Los hombres y mujeres que salieron del país a Europa y Estados Unidos buscando mejor vida, con su casete debajo del brazo, como una forma de añoranza, nostalgia, buscando el enlace con su país. Y los resorts turísticos, donde los animadores, en su mayoría provenientes de barrios y aldeas dominicanas, comenzaron a introducir la bachata para divertir a los huéspedes. Posteriormente, llegó su comercialización nacional e internacional.

La bachata antes se bailaba como el bolero «rítmico», pero con movimientos del torso. Lo que ha acontecido posteriormente es que se ha enriquecido con nuevos movimientos. En los años 60 y 70 tenía un matiz más romántico, las parejas bailaban más pegadas, sin «quemarse», balanceando el cuerpo, incluido el torso, era un bolero-son.

En 1975, Ismael Miranda graba «Cipriano Armenteros», que es la historia de un bandolero panameño de 1806, con un contenido de salsa narrativa, que le dio a Rubén Blades su primer éxito como compositor. A partir de ahí cambian los movimientos, y sube la cadera en el cuarto tiempo. En la mencionada salsa, las parejas bailaban hacia delante y hacia atrás, se soltaban, se daban vueltas, luego se enlazaban, sin perder el ritmo en la cadera con sus levantamientos. Además de «Cipriano Armenteros», mencionemos a «El buen pastor», con Raphy Leavitt y La Selecta. Los tres primeros tiempos o pulsaciones (un, dos, tres) se marcan alternando los pies en el piso, y el cuarto se marca levantando las caderas del pie que corresponde. La otra modalidad es haciendo énfasis con el pie en el piso para evitar subir la cadera, bien porque no les gusta, bien porque no les favorece en el aspecto varonil.

A comienzos del siglo XXI la bachata ha dado otro giro en el baile. Ya es de carácter dinámico. Los car wash, colmadones y carrandales son el escenario de este baile polirrítmico. Los pies tienen más movimientos; esta bachata barrial la he catalogado como bachata de exhibición, donde el hombre hace figuras con los pies que son propias del son. Cuando agarra a su pareja de ambas manos y se separan un poco y el hombre le da vueltas, son pasos y movimientos de la salsa. Y al marcar con los pies: un, dos…, un, dos, tres, es la calistenia rítmica del chachachá. Citamos a Joe Veras con «Que se mueran de envidia» y «El cuchicheo», y a Teodoro Reyes con «Mis dos estrellas».

El Distrito Nacional y los municipios de la provincia de Santo Domingo, lo que hoy se denomina el Gran Santo Domingo, concentran población de todos los lugares del país, incluyendo la zona rural, por lo que en estas comunidades se pueden observar los diferentes estilos y pasos de las fusiones señaladas.

Lo interesante de esta modalidad bailable es que la mayoría de los ejecutantes no saben que tiene fusionados tres ritmos, porque están bailando de una forma espontánea, su vida es bailar y disfrutar y no les importa saberlo o no; pero, como investigadora, analizo los cambios creativos que sufren estos bailes, y con sobradas razones si es una observación participante.

Merengue (baile)
Es el baile nacional por excelencia, el más comercializado y difundido a nivel nacional e internacional. Consta de tres partes: el paseo, que no se baila; el desarrollo o cuerpo, y el jaleo, el cual marca el final del baile.

Este género es una mezcla de tres culturas. Nació en los primeros años de la República, de 1844 a 1845, como modalidad de la danza. En sus inicios fue interpretado por un conjunto musical integrado por instrumentos de cuerda traídos de España, como el tiple, el tres, etc., que se encargan de la parte melódica; por la tambora, instrumento rítmico traído de África por los esclavos, y por la güira, que muchos investigadores consideran de origen indígena. La extensión geográfica del merengue típico está en la Línea Noroeste y el Cibao Central y la del merengue popular a nivel nacional. Las modalidades de la música y el baile de este género son el merengue folclórico (perico ripiao), típico, popular, clásico o tradicional y sinfónico.

En el merengue folclórico las parejas nunca se sueltan de la mano. Dan vueltas y contravueltas, y al finalizar la pieza musical el hombre gira sobre el eje de la mujer dibujando con los pies alternados una «muliana».

La época dorada del merengue en la República Dominicana, que abarca principalmente las décadas de 1980 y 1990, representó un período de gran auge y popularidad para este género musical. Durante este tiempo, se consolidó no solo como la música nacional del país, sino también como un fenómeno internacional. El merengue se convirtió en un símbolo de identidad nacional, y surgieron figuras icónicas como Juan Luis Guerra, Wilfrido Vargas, Johnny Ventura y Fernando Villalona, quienes llevaron el merengue a audiencias internacionales y contribuyeron a su evolución. En Puerto Rico aparecieron el Conjunto Quisqueya (de amplia penetración), Los Sabrosos del Merengue, Grupo Manía, Manny Manuel, Elvis Crespo y Olga Tañón, entre otros, que lograron influencia y penetración.

Durante esta época se experimentó con la fusión del merengue con otros géneros, como la salsa y el pop, ampliando su atractivo, y se incrementó la producción de discos y la realización de conciertos; esto permitió una mayor difusión a través de los medios de comunicación, además del reconocimiento a nivel internacional, consolidándose como un género respetado en el ámbito musical global.

La época dorada del merengue marcó un hito en la historia musical de la República Dominicana, se estableció el ritmo como un emblema cultural y se abrieron las puertas a su reconocimiento internacional.

En el año 1996 el Ballet Folklórico de la UASD presentó el espectáculo «El merengue: antes, durante y después», dedicado al cantante Alberto Beltrán, que recorrió las décadas de la Era de Trujillo, los merengues de Ángel Viloria, Joseíto Mateo, Francis Santana, Johnny Ventura, Las Chicas del Can. Otros subgéneros del merengue de los 90 que se incluyeron en ese espectáculo fueron el merengue house, que fusiona el merengue tradicional dominicano con elementos de la música electrónica y se popularizó en la República Dominicana y en comunidades dominicanas en el extranjero. También, el merengue hip hop, fusión musical que combina elementos del merengue tradicional dominicano con el hip hop creando un estilo dinámico y moderno, y que también ganó popularidad en el país y entre la diáspora dominicana.

El merengue de calle es un subgénero del merengue que surgió en la República Dominicana a finales de la década de 1990 y principios de este siglo. Se caracteriza por su conexión con la cultura popular y urbana, diferenciándose del merengue más tradicional o de salón. Este estilo se originó en la calle y en ambientes informales donde los músicos y bailarines se unían para celebrar y compartir su cultura. El merengue de calle, a menudo, incluye letras que abordan temas cotidianos, sociales y de la vida urbana, reflejando la realidad de muchas comunidades.

Respecto a los instrumentos, antes el merengue se tocaba con cuerdas; fueron sustituidas por el acordeón, que llegó por Puerto Plata en la década de 1870. El merengue folclórico se toca con güira, tambora, acordeón y marimba (bajo). Cuando se le integra otro instrumento, como el saxofón, es llamado conjunto típico, y el conjunto cambia de nombre a medida que se le van agregando instrumentos (pericombo, combo, banda, orquesta, etc.)

• Son (baile)
La mayoría de los investigadores mencionan que este ritmo de folclore suburbano es de origen cubano. En la República Dominicana se baila con un estilo diferente al de Cuba, aunque en este último país tiene más incidencia la música que el baile.

Fue a finales de los 80 cuando hizo su entrada por primera vez a un hotel con el Grupo Maniel, aunque siempre ha estado vigente en la parte alta de Santo Domingo y comunidades cercanas. Los instrumentos de este baile son la conga, el bongó, la clave, la guitarra, el tres, el contrabajo, las maracas, etc. Respecto a los bailadores, el hombre es el que lleva el baile y la mujer le sigue. Baila haciendo punteos con los pies, mientras que el bailador cubano coloca el pie completo en el piso. El hombre hace todas las figuras y la mujer marca el paso con garbo y elegancia, con buen acoplamiento, ya que de ahí depende que se pueda hablar de «una buena pareja sonera». El hombre hace las figuras con algunos instrumentos de base, como el bongó, que luego de repicar cae en ritmo con su pareja, ya que la mujer sigue con su paso base. La mujer coloca su mano izquierda en el cuello del hombre, como una posición de entrega al baile y a su pareja. El hombre mueve la cintura de forma marcada, al igual que los pasos, a diferencia del danzón, donde no se mueve tanto la cintura y los desplazamientos son más largos.

El son es un baile en pareja, pero no con cualquier pareja. Para que un sonero baile son tiene que estar seguro de que la mujer es bailadora, que se deja llevar, por lo menos en el baile. Es importante destacar que no se dan vueltas, ni contravueltas, ni los danzantes se sueltan de la mano.

La indumentaria del sonero es, normalmente, chacabana (guayabera), o camisa de manga larga con breteles para lucir más casual. Algunos, buscando más elegancia, se colocan un sombrero, combinado con la vestimenta. Otros usan boinas «guapachosas». La mayoría de las veces la vestimenta es blanca y los accesorios de otro color, combinados la cinta del sombrero, el pañuelo y la corbata. Los zapatos son de dos tonos: marrón y blanco o blanco y negro. La mujer viste sus mejores galas para bailar son. Vestido con brillo, drapeado, la mayoría de las veces negro. El pelo siempre bien cuidado, los zapatos de tacones altos y es muy raro que use pantalones. Por lo regular lleva una cadena en el tobillo.

El son es un baile machista, el hombre es el que se la luce, exhibiendo figuras mientras su pareja marca el compás con elegancia. Destaca la elegancia, así como el orgullo y el derroche de creatividad del hombre al realizar los pasos que lo identifican como sonero.

• Salsa (baile)
Este ritmo caribeño, aunque ya tiene autonomía, es producto de la fusión de varios ritmos afrocubanos. Comenzó a llamarse salsa en la ciudad de Nueva York a partir de los años 60 del pasado siglo XX. Su música y estilo de baile se han difundido internacionalmente.

La salsa es un baile en pareja propio del folclore urbano en el que el movimiento de la cintura se realiza contrario al del pie. La mano derecha del hombre debe colocarse en la cintura (badén), no en la espalda de la mujer, de modo que esta sienta que un hombre la está agarrando. La mano izquierda del hombre debe estar palma con palma con la mano derecha de la mujer, y la posición de los brazos debe estar más o menos al ras con los hombros de la pareja. La mano izquierda de la mujer descansa en el hombro derecho del hombre, sin presión.

Los instrumentos de la salsa son: conga, bongó, piano. Hay ocasiones en que el bajo y el piano puede que sean los que ejecuten el ritmo (como en «Sonido bestial»), pero lo hacen imitando la conga y el bongó, es decir, ocupando los tiempos de estos. En la salsa, la melodía es ejecutada generalmente por el trombón y a veces por la trompeta, aunque el piano y el bajo pueden participar también, pero lo hacen acompañando a los instrumentos rítmicos principales, o a veces se escuchan estos solamente como instrumentos rítmicos.

Bailes folclóricos
• Carabiné (baile)
Aunque existen muchas teorías sobre su origen, se considera un baile dominicano, heredado directamente de los españoles, que está inspirado en el baile canario llamado isa, modificado al contacto con el pueblo. También se dice que su nombre deriva de carabina, un arma de fuego que usaban los soldados franceses que llegaron al país en el año 1781. Estos aliviaban el estrés del día bailando en círculos con la carabina al hombro.

Existen dos versiones del baile, pero el que más se conoce es el carabiné «de salón», que no es folclórico porque el autor de la música es Luis Alberti, o sea no es anónimo; además, los grupos de proyección conocen este montaje desde hace varios años y sus directores fueron alumnos de René Carrasco, Casandra Damirón y Fradique Lizardo, fundamentalmente. El único grupo que se trasladó a Elías Piña para investigar el carabiné folclórico y luego hizo el montaje de este baile festivo fue el Ballet Folklórico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo a finales de los 70, y se difundió por primera vez en el espectáculo «Tres noches con lo nuestro» en el aula magna de
ese centro de estudios.

Este carabiné es folclórico y lo practican los portadores de tradiciones de las diferentes comunidades de la región Sur cuando celebran actividades festivas. Tiene un bastonero que ordena y da los mandos para cambiar de pareja y dar las vueltas. La coreografía es circular. Lo bailan las parejas tomadas de las manos. Los hombres son los que se trasladan y las damas siguen siempre su trayectoria. Está extendido en la zona Sur del país (San Juan de la Maguana, Azua, Bánica,
Ocoa, Elías Piña).

Se toca con el conjunto musical llamado priprí, integrado por acordeón, balsié (tambor de un solo parche), tambora, güiro y pandero.

• Mangulina (baile)
Este baile es propio de la región sureña y está vigente aún en el Sur, principalmente en las fiestas patronales; se baila inmediatamente después del carabiné, por lo cual recibe el nombre de «cola». No se brinca ni tiene figuras, pues no es más que la versión criolla del vals y se interpreta con los mismos instrumentos del carabiné.

Rafael Solano fue parte importante en la recuperación y difusión del baile de la mangulina a nivel popular en los años 60 y 70 del siglo pasado, dándole un nuevo impulso y reconocimiento dentro del patrimonio cultural dominicano. Entre las mangulinas que grabó Rafael Solano, con la interpretación de Rico López, Vinicio Franco y Eddy Quiroz, están «Manolao», «Ramón Madora», «Guayacanal» y «Amor profundo». También interpretaron mangulina Fernandito Villalona, «Campesina dominicana»; Joseíto Mateo, «Mangulina pa ti», y Johnny Ventura, «Los yayales» y «Majando».

• Wild indians (baile)
Los inmigrantes que llegaron a la República Dominicana a trabajar en la industria azucarera a finales del siglo XIX y principios del XX procedentes de las islas inglesas (Tórtola, Barbados, St. Kits y otras) llevaron a la región Este su música, danzas, religión, bebidas y gastronomía. Producto de esta fusión inglesa, caribeña y africana, surgen algunos bailes como momise, guloyas, wild indians, zancos, buey, pick cook fighters, David y Goliat, dentro de las recreaciones teatrales con raigambre popular.

El wild indians es la síntesis de estos bailes, y el nombre de guloyas procede de la pieza más popular, que es David y Goliat. La palabra guloya viene de Goliat, que se pronuncia «golaiat», modificado a guloya en el habla dominicana. Este grupo denominado Teatro Cocolo Danzante fue declarado por la Unesco Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

El vistoso traje de los guloyas consta de ocho piezas: pantalón, falda, delantal adornado con piedras multicolores, capa con espejitos y cascabeles, camisa, corazón o pechera, pañuelo y penacho con pedrería y plumas de pajuil. En la mano llevan un hacha de madera para algunas representaciones, recreando las danzas de origen africano. Estas expresiones teatrales callejeras, llenas de colorido y musicalizadas con instrumentos propios, como redoblante, drum, flauta y triángulo, fueron guiadas por el Primo Chiverton, Daniel Henderson (Linda) y luego Juan Felipe Linis Simons (Ruddy). Son símbolos de esa tradición cocola que adquiere características carnavalescas por su vistoso colorido y música. Estas manifestaciones se celebran el 29 de junio (día de San Pedro y San Pablo), el 25 de diciembre y el 1 de enero, y en los carnavales regionales.

• Priprí (baile)
Algunos investigadores consideran que el priprí, que aparece en el siglo XX, no debe llamarse merengue de palo echao porque no lleva la base rítmica de la tambora, como el merengue tradicional, por ser una música y baile festivo que todavía tiene vigencia.

Emilio Rodríguez Demorizi, en su obra Lengua y folklore de Santo Domingo, reporta los mismos instrumentos del conjunto musical que acompaña a la danza: «La diversión favorita del campesino en el baile, que se efectúa en espaciosas enramadas fabricadas a propósito. La rústica orquesta, que se compone de güira, balsié y acordeón, entona merengues y jaleos que son las delicias de la concurrencia». Otros investigadores señalan que el nombre del priprí no tiene su origen en el conjunto que lo acompaña, sino en el sonido del balsié.

La música y el baile del priprí no deben confundirse con el conjunto musical que los acompaña (balsié, güira, acordeón y pandero). En el Sur, este conjunto tiene el mismo nombre e incluye pandero y tambora, pero interpreta merengue, mangulina, carabiné y valse, considerando que es el mismo perico ripiao (güira, tambora, acordeón y marimba) que en Montellano, Puerto Plata y otras zonas aledañas le decían «güiri-güiri» y «guribalsié», este último término de origen haitiano.

Existen dos priprís grabados por dos merengueros: «Las mujeres», de Dionisio Mejía (Guandulito), y «Marola», de Joseíto Mateo, porque el que interpreta Isidoro Flores es un merengue tradicional, no un priprí.

Cuando Luis Días expresó en el año 1999, en una entrevista, que «descubrió» el abuelo del merengue, refiriéndose al priprí, balsié o merengue de palo echao, ya Heriberto Germán (Nicito) lo interpretaba antes de los años 30 en Manoguayabo, con los mismos instrumentos musicales característicos: balsié, instrumento clave en el conjunto, acordeón y güira.

Bailes que han perdido vigencia
Entre los bailes que han perdido vigencia están la polka y la mazurca, que se practicaron en Jarabacoa y La Vega a raíz de una migración europea; quedan personas mayores que cuentan la historia, pero sus vestigios no han sido recreados por la tradición oral, pues el grupo folclórico Anacaona, integrado por adultos mayores, ya no existe.

El valse, de origen europeo, fue recogido en Sabana Larga y Elías Piña, a finales de los 70, por el Ballet Folklórico de la UASD. También, el baile de las cintas, la tumba, la yuca, el guayubín, el chenche, el machacó. De Samaná, el chivo florete, el bamboulá y el brinco (Sidora).

La danza
La danza se diferencia del baile en que desarrolla un argumento, una preparación concebida; la ritualidad es su característica más importante, la cual se percibe en la expresión de los danzantes. No se trata de bailar siguiendo el ritmo, sino de danzar con fervor. Su interpretación tiene fecha fija y, además, se practica en los ritos funerarios de los miembros de la cofradía a la que pertenezca el cofrade. Todas las danzas son rituales.

Palos o atabales
Los palos es una danza nacional porque se practica en la mayoría de las regiones del país, por ser ritual y festiva en ocasiones y porque adquiere diferentes modalidades, dependiendo del lugar donde se practica. Su extensión geográfica abarca, principalmente, el Sur, el Este y algunos lugares del Norte. Su práctica está casi reglamentada por motivos mágico-religiosos, principalmente en velaciones, cabos de año, bancos, fiestas patronales y ritos funerarios. En algunos lugares del Sur es muy común tocar unos palos a la Virgen o a algún santo, como una forma de cumplir una promesa por un favor concedido.

Su coreografía es libre y se baila en parejas sueltas de las manos, las cuales se van sustituyendo. En algunos lugares se utilizan tres palos (un palo mayor y dos alcahuetes o respondones) y en otros se toca con un palo mayor, un palo mediano o adulón y uno pequeño alcahuete, acompañados de una güira. Estos palos solamente tienen un parche. En cuanto a la vestimenta, la mujer viste falda amplia y lleva generalmente un pañuelo en la cabeza. El hombre viste pantalón doblado en el ruedo y camisa suelta.

Congos (siglo XVII)
La Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella se remonta al siglo XVII. La Unesco le otorgó en el año 2001 el reconocimiento como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Su extensión geográfica abarca Villa Mella, Mata los Indios, La Victoria (Santo Domingo Norte), Los Mina, Mendoza, Mandinga (Santo Domingo Este). La fecha de interpretación más importante es la fiesta del Espíritu Santo, que se celebra siete semanas después de Semana Santa (Pentecostés); también se realiza en honor a la Virgen del Rosario (7 de octubre) y en ritos funerarios de miembros de la Cofradía. Su coreografía es libre, la mujer es la que «pone» el baile para estimular a los bailadores y luego entra el hombre y se van sustituyendo las parejas.

En cuanto a los instrumentos que se utilizan, está el congo o palo mayor, el congo menor o conguito, las maracas y la canoíta (instrumento propio de este baile), que hace el papel de la clave y es la que marca el ritmo. Hay que aclarar que los palos o tambores, a diferencia de los palos o atabales, tienen parches en ambos extremos y son rectos. En sus cantos se encuentran 25 vocablos correspondientes a igual número de canciones de origen africano, registrados por primera vez por la investigadora social y notable poeta Aída Cartagena Portalatín. Entre estos citamos «aguatile», «bangara», «corrocotecuña» y «calunga».

En cuanto a la vestimenta, la mujer usa falda ancha; si baila con pantalones debe llevar un pañuelo colocado en la cintura, el cual simula la anchura de una falda. Cuando se realizan ritos funerarios, los dolientes se visten de blanco y solo bailan en el banco, que se celebra cuando el difunto cumple tres, cinco o siete años de muerto y es el tiempo de quitarse el luto. Muchas veces uno de los familiares cae en trance o se le «monta» el difunto durante la práctica mientras quitan el túmulo o el altar.

Sarandunga (danza)
La sarandunga de Baní se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, específicamente a la década de 1870. Este complejo es una manifestación cultural y musical que se ha transmitido de generación en generación en la zona de Baní. Es una danza tradicional que combina elementos africanos y españoles, y constituye un símbolo importante= de la identidad cultural de la zona. Es la música y baile de una cofradía afrodominicana ubicada en la provincia Peravia. Consta de una procesión y devoción en el altar llamada morano y de géneros de baile llamados capitana, bomba y jacana, y otros toques tradicionales.

Tradicionalmente, es un baile rural-suburbano que se practica en el barrio de Pueblo Arriba, de Baní, y en otras comunidades de ese pueblo, como Fundación y La Vereda. Se realizan tres manifestaciones: el 24 de junio (día de San Juan Bautista), el 29 de junio (día de San Pedro y San Pablo) y 15 días después en La Vereda.

En cuanto a su posible origen, las investigaciones realizadas lo asocian a alguna manifestación de origen negro. Otras investigaciones señalan que el verdadero origen está en La Vereda, en cuyo entorno hay lomas y llanuras. Durante el período colonial los negros esclavos se asentaron en esa zona, huyendo de los ingenios azucareros, y formaron manieles en un proceso de cimarronaje. Los instrumentos utilizados son tres tambores rituales, uno grande y dos pequeños, con parches en ambos lados y una güira.

Comarca (danza)
La comarca es una danza liborista que pertenece a un complejo donde varios elementos confluyen y giran alrededor de san Benito y sus santos amigos. Está vigente en Guayabal y Proyecto 12 de Isura, en Azua, y en La Florida, en San Juan de la Maguana.

Desde el 20 hasta el 22 de marzo, y muchas veces el 31 del mismo mes, se practica el baile de las flores, un servicio a san Benito donde niñas, jóvenes y personas mayores danzan con una pucha de flores en una mano. La coreografía es libre. Bailan en parejas sueltas y cada pareja lleva un santo en la mano. Los instrumentos que se utilizan son: güira, tambora, acordeón, marimba, maracas y pandero.

Gagá (danza)
Esta manifestación cultural es el resultado del encuentro entre los pueblos haitiano y dominicano. Es un complejo mágico-religioso dedicado a la fertilidad de la tierra, en donde la simbología está fundamentada en las relaciones hombre-mujer. Se canta en español, creole antiguo y utilizando algunos vocablos de origen africano.

Existen varias expresiones del gagá, como el de Elías Piña, que es teatralizado, y el de Polo, Barahona, ambos en el sur del país, en honor a Damballa. Pero la mayor difusión tiene lugar en los bateyes, vinculada con la producción de caña de azúcar, como en Boca Chica, La Ceja, La Romana, Montellano, Villa Altagracia, Barahona, Imbert, Elías Piña y en la mayoría de los ingenios del país. Se practica en Semana Santa, desde el Jueves Santo a las 12 de la medianoche hasta el Domingo de Resurrección.

La coreografía comprende movimientos de avance y circulares, principalmente para los «mayores» y la reina, quienes danzan con ritmo contagioso, entusiasmo, destreza y colorido. Las canciones son cantadas en creole y en español y un coro responde. Los instrumentos utilizados son: tambú o palo mayor, catalié o palo menor, fotutos, cornetas o caracol y chachá o maraca metálica. Los «mayores» se visten con pañuelos de diferentes colores amarrados a un cinturón, que representan deidades; se lucen con vistosidad cuando el bailador ejecuta los movimientos acompañados de una maraca doble llamada yon. Las reinas llevan vestidos blancos con una mantilla en la cabeza.


1 comment

droversointeru diciembre 31, 2024 - 5:07 am

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Global es una publicación de la Fundación Global Democracia y Desarrollo y su Editorial Funglode. Es una revista bimestral de naturaleza multidisciplinaria, que canaliza las reflexiones sociales y culturales, acorde con el pensamiento y la realidad actual, elevando de este modo la calidad del debate.

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