Revista GLOBAL

Sócrates Moquete “Todos los países con grandes desigualdades necesitan crear experiencias de economía solidaria”

por Marco Coscione
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Desde sus fundamentos teóricos, lanzados a principios de los años ochenta por el profesor chileno Luis Razeto Migliaro, pasando por el célebre llamado del papa Juan Pablo II a construir “en la región una economía de la solidaridad” durante su discurso en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (1987) a finales de la dictadura pinochetista, el concepto de “economía solidaria” se ha enriquecido gracias a las aportaciones doctrinarias y científicas de las más diferentes disciplinas sociales que, sin embargo, mantienen un hilo conductor: entre estas, el uruguayo Pablo Guerra subraya la sociología clásica, económica, del tercer sector, del medio ambiente, los estudios sobre el capital social, el desarrollo local, la antropología económica clásica, económica sustantivista, urbana, la economía institucionalista, de la autogestión, de las donaciones, la economía ecológica y la historia económica.

En América Latina, sobre todo desde el Cono Sur, el mundo académico y de la investigación se está dedicando a la economía solidaria: en Chile, Razeto dirige la Maestría en Economía Solidaria y Desarrollo Sustentable, de la Universidad Bolivariana (Chile), y mantiene la página web economíasolidaria.net donde se comparten todos sus escritos y una amplia bibliografía sobre el tema; en Argentina, el referente teórico principal es el profesor José Luis Coraggio, de la Universidad Nacional General Sarmiento donde se imparte la Maestría en Economía Social y se coordina, en colaboración con el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), el espacio virtual Urbared, “un sitio para debatir, aprender y construir colectivamente otra política social para América Latina”.

Desde Argentina también se coordina la Red de Investigadores Latinoamericanos de Economía Social y Solidaria (riless),  como “proyecto conjunto de la Maestría en Economía Social (maes/icoungs de Argentina), del Grupo de Investigación sobre Economía Solidaria de la Cátedra unesco/ unisinos, de Río Grande do Sul (Brasil), del Colegio Mexiquense de flacso-Ecuador. Asimismo, con este proyecto colabora urbared (ico-ungs/iisunam México)”. En Uruguay, Guerra, profesor de Sociología del Trabajo en la Universidad de la República y de Economía Solidaria en varias maestrías de universidades extranjeras, dirige el curso Teoría y práctica de Economías Solidarias desde la asociación católica Kolping Uruguay.

En Brasil, la unisinos, la jesuita Universidade do Vale do Rio dos Sinos, en el Estado de Rio Grande del Sur (São Leopoldo, Porto Alegre, Caxias do Sul y Bento Gonçalves) cuenta con un Programa de Investigación en Economía Solidaria, al interior del Programa de Posgrado en Ciencias Sociales, en colaboración con Cáritas. A través de la página web del programa se comparten publicaciones sobre economía solidaria y temáticas afines. Desde junio de 2002, la unisinos cuenta con la Cátedra Unesco sobre Trabajo y Sociedad Solidaria.

En la Universidad de São Paulo encontramos a Paul Singer, profesor de Economía, uno de los autores más relevantes en este ámbito y también secretario nacional de la senaes (Secretaria Nacional de Economia Solidária), creada en 2003 por decisión del primer gobierno de Lula Ignacio da Silva. Desde el Pacs (Instituto de Políticas Alternativas para el Cono Sur), en Río de Janeiro, se lleva a cabo un programa de Autodesenvolvimento: Práticas Autogestionárias e Solidárias (Autodesarrollo: prácticas autogestionadas y solidarias).

Pero lo que se está difundiendo en los últimos años, y en este caso las experiencias brasileñas también son pioneras, es la realidad de las llamadas “incubadoras de emprendimientos de economía solidaria” o social, como extensiones de las actividades de Facultades de Economía o Ciencias Sociales. Sócrates Moquete, dominicano arraigado hace casi veinte años en Brasil, es profesor de Economía y Ciencia Política y director del Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad Estatal de Santa Cruz (Universidade Estadual de Santa Cruz, uesc) en Ilhéus, estado de Bahía. Será él quien nos acercará a la experiencia de incubadora de su universidad. 

¿Qué fue lo que lo motivó a irse y después a quedarse en Brasil?

Llegué a Brasil en 1993, con una beca de estudio, para cursar una maestría en Teoría Económica, estimulado primero por la necesidad que sentía de profundizar los conocimientos adquiridos y segundo porque, en aquellos tiempos, no veía verdaderas oportunidades profesionales para establecerme en mi área de formación. A raíz de mi experiencia de estudios de posgrado en Porto Alegre, en el sur de Brasil, me interesé mucho por el proceso político, social y cultural que vivía tanto esa ciudad, sede del primer Foro Social Mundial en 2001, que también ayudé a construir, así como por el país, y decidí quedarme para cursar el doctorado en Ciencias Políticas, en la Universidad Federal de Rio Grande del Sur, también en Porto Alegre. Una vez terminado el doctorado, la Universidad Estadual de Santa Cruz en Ilhéus, ciudad del estado de Bahía, me ofreció trabajo como profesor visitante y acepté con placer, sobre todo porque comenzar mi carrera profesional en una región con indicadores sociales y económicos tan bajos representaba un desafío, y también porque la competencia académica en otras regiones más desarrolladas del país es muy fuerte para doctores de reciente formación. 

¿Qué tipo de institución es la uesc y cuál es el contexto socio-económico de la ciudad de Ilhéus?

La uesc es una universidad relativamente nueva, comparada con otras de Brasil o con la uasd en Santo Domingo; surgió en 1991 como respuesta del Gobierno a las reivindicaciones de la sociedad, que pedía la estabilización de una entidad privada para permitir acceso a la población de clase media y baja de los municipios de la región cacaueira de Ilhéus e Itabuna; son las tierras del reconocido escritor Jorge Amado, autor de varias obras, ya clásicas, de la literatura latinoamericana, y traducidas a muchos idiomas. Es una institución con un perfil regional, al servicio de una población de casi cincuenta municipios, lo que marca mucho sus actividades científicas, tanto las docencias como las investigaciones y las actividades de extensión universitaria.

Entre estas últimas actividades, la uesc ha creado una “Incubadora de emprendimientos económicos solidarios”. ¿Puede contarnos en qué consiste una incubadora? 

Una incubadora es un mecanismo que copia la esencia de aquel aparato, utilizado en el área de salud, que cuida de los recién nacidos que presentan dificultades para sobrevivir en sus primeros días de llegada al mundo. En el área económica, una de las experiencias pioneras fue desarrollada por el gobierno municipal de Porto Alegre en la década de los noventa, durante la dirección del Partido de los Trabajadores, el que a nivel nacional representaba Lula Ignacio da Silva, expresidente de Brasil. Para incentivar la naciente industria informática y de la tecnología de la información en general, ese gobierno creó el programa denominado Incubadora Empresarial Tecnológica (ietec) para aprovechar el gran potencial que las actividades de este tipo representan para el crecimiento económico local y nacional orientado hacia el desarrollo endógeno y autónomo. A partir de experiencias con principios similares a la de Porto Alegre, en el área socio económica vivimos entonces el surgimiento de incubadoras que empezaron a agrupar personas con diferentes conocimientos científicos y profesionales que persiguen ayudar a grupos de trabajadores excluidos del mercado laboral formal, para que sus actividades y sus vidas puedan ser autosostenibles en el largo plazo, reduciendo así el riesgo de volver a someterse a una relación laboral de subordinación a un patrón, propietario de los medios de producción o, más en general, de una empresa capitalista.  

Los trabajadores informales o los desempleados son entonces los primeros beneficiarios de las incubadoras. ¿De qué manera se establecen, por tanto, las relaciones entre los dos actores? 

Las incubadoras de emprendimientos de economía solidaria están llamadas a mostrar a los trabajadores la posibilidad de la emancipación económica y la importancia de reforzar los principios de solidaridad y democracia económica con el fin de sistematizarlos y convertirlos en prácticas centrales de la gestión de sus actividades. Además, la incubación es un proceso donde se identifican, junto con los trabajadores, los problemas que dificultan el arranque o el desarrollo de una determinada actividad, así como las etapas iniciales de diagnóstico y estudio de factibilidad. De hecho, es con base en los resultados de esas primeras etapas que los trabajadores construyen un plan de trabajo, auxiliados por los técnicos, quienes los ayudan a plasmar la realidad del grupo persiguiendo la sostenibilidad de la actividad y, si es necesario, su reorientación hacia otra área que, por ejemplo, se identifique como más adecuada con el perfil del grupo de trabajadores. Todas las decisiones siempre son del grupo y no de los técnicos que apenas apoyan y orientan con sus conocimientos la toma de decisiones económicas y sociales. La incubación puede darse en las más diferentes etapas de un emprendimiento o actividad económica y social: la estructuración del grupo en términos legales, la producción, la comercialización o la distribución. Todo dependerá del momento en el que se encuentre el grupo incubado, una asociación o una cooperativa de trabajadores, por ejemplo. Nosotros normalmente incentivamos a que los grupos se conviertan en cooperativas.

¿Cómo ha sido el proceso de creación de su incubadora?

Nuestra agrupación se llama “Incubadora Bahiana de Emprendimientos Económicos y Solidarios” (ibes). Surgió hace pocos años como forma de agrupar y sistematizar las actividades que realizaban diferentes docentes y estudiantes de la uesc y que, sin embargo, actuaban aislados a través de diferentes proyectos de extensión universitaria, en las áreas económica y social. Jugó un papel central la Vicerrectoría de Extensión (proex), dirigida desde 2004 por el profesor Raimundo Bonfim dos Santos; la proex, en concreto, permitió el funcionamiento y el desarrollo de la incubadora que, actualmente, dispone de varios espacios dentro de la universidad y sus trabajos siguen siendo coordinados por esa vicerrectoría. Además de los profesores, en la ibes participan de forma directa estudiantes de la universidad, como becarios que reciben un apoyo para trabajar en los proyectos de la incubadora; también tenemos a varios técnicos contratados para apoyarnos en distintas tareas y que están adscritos a la proex para esos fines. La mayoría de estos profesionales son egresados de la uesc, con formación en diferentes áreas, principalmente economía, administración y agronomía. Este es uno de los aspectos que subraya mayormente el carácter regional y comunitario de la incubadora.  

¿De qué manera se financia la incubadora?

Los proyectos de extensión universitaria son la base de la incubadora y son financiados por los ministerios del gobierno federal, así como por secretarías del gobierno estatal de Bahía y por instituciones, como la Fundación de Apoyo a la Investigación y Extensión del Estado de Bahía (fapesb).  Entre los principales financiadores a nivel federal están la Secretaría Nacional de Economía Solidaria, senaes, adscrita al Ministerio de Trabajo y dirigida por el conocido intelectual Paul Singer, así como los Ministerios de Educación, de Desarrollo Social y Combate contra la Pobreza y el de Reforma Agraria.

¿Cómo es la participación de los estudiantes en las actividades de la incubadora? 

Los estudiantes ganan becas para trabajar en los proyectos de la incubadora con la condición de que se mantengan activos en sus estudios universitarios y preferiblemente que tengan experiencias previas curriculares relacionadas con los principios de la economía solidaria; por ejemplo, que hayan participado en movimientos populares o colectivos sociales de sus comunidades de origen, o de asistencia social en barrios y empresas. Para cada proyecto de la incubadora se abre una convocatoria pública dentro de la universidad que selecciona los estudiantes según las necesidades del proyecto; una vez seleccionados, los becarios participan en un curso de gestores de incubación de emprendimientos solidarios, cuyas materias las imparten nuestros profesores de áreas como economía, política, sociología, administración, cooperativismo, derecho, entre otras áreas. Hay clases de principios de economía solidaria, estudio de factibilidad económica y gestión democrática, comercio justo, principios de cooperativismo e incubación. Participan también trabajadores y trabajadoras que serán beneficiados con la incubación de sus actividades económicas, lo que hace posible un primer contacto entre los estudiantes universitarios, profesores y grupos incubados. El curso permite capacitar a los estudiantes e insertarlos en los principios de actuación de la economía solidaria y a partir de ahí se convierten en consultores de la incubadora que tienen como papel principal visitar las comunidades donde están localizados los emprendimientos incubados, reunirse con los beneficiados para levantar datos y pasarles orientaciones y ayudas relacionadas con los problemas de cada asociación o cooperativa popular. Luego, los consultores (estudiantes capacitados) se reúnen con nosotros, los orientadores, profesores pertenecientes a la incubadora, y así evaluamos las demandas identificadas y las posibilidades de atención o redireccionamiento a otras instancias para encontrar soluciones a los múltiples problemas que se han presentado. Ese proceso permite un análisis constante de la teoría de la economía solidaria y entonces influye en que los estudiantes se interesen por estos temas y los desarrollen en sus tesinas en los cursos de grado. Es un aspecto fundamental, porque estamos incentivando directamente la producción científica de artículos, libros, papers, entre otras producciones académicas. por los mismos estudiantes e investigadores que, además, tienen la posibilidad de presentarlos en seminarios y encuentros tanto a nivel nacional como internacional, así como publicarlos. 

¿Qué tipo de relaciones se tejen con las autoridades públicas, tanto locales como nacionales?  

En realidad la incubadora actúa de manera paralela a los gobiernos locales y nacionales intentando ayudar a las organizaciones sociales de trabajadores asociados legalmente o no. En ese proceso, tenemos algunos contactos con regidores, síndicos, y dirigentes políticos. A veces conseguimos estimular a los poderes públicos, principalmente locales, para que ayuden en algunos aspectos a los emprendimientos solidarios: por ejemplo, en el transporte hacia los lugares donde se celebran los encuentros y las reuniones; en el uso de espacios adecuados, de las infraestructuras y los bienes mínimos necesarios para desarrollar las actividades. Algunas veces las convocatorias de financiamiento de proyectos establecen la participación de entidades públicas, como parte del proyecto financiado. Sin embargo, más allá de estas esporádicas colaboraciones, no tenemos una relación más formal con los gobiernos o con otras autoridades. En realidad, este es un punto crítico y uno de los primeros desafíos a futuro.

¿Y con organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales u organizaciones de economía solidaria?

Nuestra relación con ese tipo de organizaciones es más intensa, pues son el objeto de nuestras intervenciones. La incubadora desarrolla una relación inicial con los dirigentes de las organizaciones a las que pertenecen los trabajadores, lo que permite identificar la estructura de la organización, sus precariedades organizacionales y sus conflictos internos. En la práctica lo que ocurre es que nosotros hemos dado mayor énfasis al trabajo directo con la base de muchas de esas organizaciones y movimientos porque lamentablemente varios de sus directivos algunas veces se corrompen, otras veces se dividen y dejan a la base sin orientación y sin ayuda, no cumpliendo con la misión de las organizaciones. Por ejemplo, hemos logrado un contacto directo con muchos trabajadores rurales y urbanos que están insatisfechos con algunas de sus organizaciones o que quieren fortalecer sus estructuras de economía solidaria. Este ha sido, sin duda alguna, un trabajo mucho más productivo.

¿Conoce otras incubadoras en otras universidades de Brasil? ¿Y de otros países latinoamericanos?

Al ser Brasil un país continental, nuestra mirada está más dirigida hacia otros estados brasileños. Hay muchas experiencias en otros lugares del país que nos permiten comparar, medir y entonces darle mayor sentido a las actividades de economía solidaria que realiza la incubadora. Tenemos buenas relaciones con universidades de la región Nordeste, donde nos encontramos y anualmente realizamos y participamos en muchos encuentros para intercambiar conocimientos sobre lo que hacemos. También existen foros de vicerrectorías de extensión a nivel de todo Brasil, que permiten un tipo de intercambio más institucional. Por tanto, ese es un aspecto de los más importantes para mantener creciendo el desarrollo de la economía solidaria a nivel nacional. En el caso de otros países hemos participado en congresos, encuentros y seminarios en Uruguay, Argentina, Venezuela y Colombia, donde se discuten también temas y experiencias de economía solidaria latinoamericanas y mundiales. Gracias a Internet el intercambio de experiencias ha crecido mucho.

¿Qué importancia tienen estas experiencias para un país como la República Dominicana? ¿Hay propuestas para “importar” procesos de incubadoras también para el país?

Todos los países, y dentro de los mismos todas las regiones, con bajos niveles de desarrollo económico y social, tienen grandes desigualdades y escasas oportunidades para las capas más desfavorecidas, necesitan crear y enriquecer sus propias experiencias de economía solidaria. La República Dominicana también. Experiencias alternativas a las que el mercado sigue determinando, para poder incluir a la mayoría de su población en un nuevo tipo de contrato económico y social. En ese sentido, un contexto bien articulado y adecuado de economía solidaria puede representar una de esas alternativas. En apoyo a la construcción de este tejido solidario, encontramos el modelo de las incubadoras de emprendimientos económicos y sociales que estimula la gestión democrática por parte de sus asociados y, por ende, un mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad. En mi más reciente visita a la República Dominicana, tuve la oportunidad de impartir un curso sobre factibilidad económica y gestión democrática de emprendimientos asociativos populares, en el cual participaron dirigentes y técnicos de asociaciones, cooperativas de trabajadores y de crédito, representantes y asesores de las ong, así como estudiantes. Los participantes me dejaron una impresión muy positiva. 

¿Cree usted que aquí, en la República Dominicana, haya terreno fértil para este tipo de experiencias?

Pude constatar que existe un gran número de movimientos de trabajadores, pequeños productores, surgiendo e intentando consolidarse al lado de otros ya consolidados, principalmente en el área de la producción agrícola, por ejemplo, de cacao y café. Además, pude observar que el papel de la incubación lo realizan algunas ong y esto es una variación o adaptación de la experiencia del modelo de incubadora que estamos implantando en las universidades brasileñas. Por tanto, en la República Dominicana hay que tratar de involucrar también a las universidades, a los institutos universitarios o centros de estudios para que, por medio de la extensión universitaria o programas específicos, puedan apoyar directamente a los movimientos y las organizaciones sociales que desde abajo generan trabajo y desarrollo respondiendo de manera asociativa a las injusticias de un mercado excluyente y para nada libre. El apoyo dado por las incubadoras a través de los profesores, investigadores, técnicos y estudiantes miembros, ayudarían a multiplicar las experiencias de economía popular y solidaria, sin la presencia de un patrón o único dueño de los medios de producción que busque intereses privados y no colectivos. Las incubadoras, de hecho, contribuyen a la producción de conocimiento científico que permite a los trabajadores y sus organizaciones sustentar directamente sus experiencias y actividades productivas. Ojalá entonces que las universidades dominicanas descubran la importancia de atender a organizaciones de este tipo e identifiquen en los jóvenes estudiantes los potenciales multiplicadores de teorías y prácticas económicas solidarias tanto en la ciudad como en sus comunidades de origen. 

Notas

1 <http://www.luisrazeto.net>.
2<http://www.ubolivariana.cl/rednorte/?page_id=280>.
3<http://www.coraggioeconomia.org>.
4 <http://www.ungs.edu.ar/areas/pos_maestria_economia_social/1/maestriaen-economia-social-maes.html>.
5<http://www.urbared.ungs.edu.ar>.
6<http://www.riless.org>.
7 La riless “Tiene un Comité de Organización coordinado por José Luis Coraggio (ungs-Argentina) y conformado además por Luiz Inacio Germany Gaiger (unisinos-Brasil), Alberto Acosta (flacso-Ecuador), María Arcelia Gonzáles Butrón (Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-México) y Jean-Louis Laville (emes-Europa). El comité de consulta está conformado por Aníbal Quijano (Perú), Luis Razeto (Chile) y Paul Singer (Brasil)”, véase<http://www.riless.org/quienessomos.shtml>.
8<http://kolping.org.uy/economia_solidaria/boletin1.html>.
9<http://kolping.org.uy>.
10 <http://www.ecosol.org.br>.
11 <http://www.unisinos.br/catedra/sociedade_solidaria>.
12 <http://www.mte.gov.br/ecosolidaria/secretaria_nacional.asp>.
13 <http://www.pacs.org.br/programas.php>.
14 “Fundação de Amparo à Pesquisa doEstado da Bahia”, <http://www.fapesb.ba.gov.br>.


3 comentarios

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