Revista GLOBAL

Telesur: algo más que un canal de televisión

por Marco Coscione
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Al hablar de integración latinoamericana, pocos latino americanistas hacen referencia a un proceso de integración tan importante como los demás. Y en este momento histórico quizás aún más. Un proceso de integración de las telecomunicaciones, una televisión latinoamericana, pero no solamente. Un proceso de generación de un discurso político, económico, social, cultural, artístico, musical sobre el Sur, desde el Sur y para el mundo entero. Un proyecto que propone una visión de América Latina desde América Latina. El eslogan de Telesur no podría ser más explícito: “Nuestro norte es el Sur”.  

La importancia de generar discursos diferentes, dentro de la inevitable guerra mediática, ha llegado hasta el nivel internacional. Hoy en día, el ciudadano global “compra” también los discursos interpretativos de la realidad que todos vivimos. En este sentido, que nazcan y se difundan nuevas televisiones informativas globales como AlJazeera o Telesur (con sus diferencias, naturalmente), desde lugares geográficos que no identificamos como el centro (léase Europa y Estados Unidos), es un hecho que solo podemos aplaudir, porque amplía nuestras posibilidades de creer en el discurso que más se acerca, según nuestras percepciones, a la realidad. 

En el mundo de la Internet está claro que las informaciones no pueden seguir siendo manejadas por las mismas agencias informativas de siempre. Los internautas, con frecuencia cada vez mayor, se dan cuenta de que los grandes medios suelen construir un discurso muchas veces descaradamente lejano del escenario real.  

También gracias a la red se están gestando rebeliones, indignaciones y revoluciones; estos hechos no solo demuestran la decadencia de un sistema global que no responde a las necesidades básicas de los seres humanos (ni en regímenes autoritarios ni en las supuestas democracias representativas), sino que también reivindican mayor y mejor información sobre las decisiones de los potentes y las reacciones de los de abajo. La democratización de la información para la creación de un nuevo orden mundial de información y comunicación (nomic) es implícitamente uno de los objetivos centrales de Telesur, que en su misión declara: “Somos un espacio y una voz para la construcción de un nuevo orden comunicacional”.

Como muchas de las propuestas que surgieron durante los años setenta, el nomic quedó en el olvido y las grandes potencias hicieron de todo para enterrarlo. Sin embargo, nos queda un documento muy importante que lamentablemente pocos han leído. Se trata del Informe Many Voices, One World llamado también Informe MacBride, por el nombre de su coordinador, el irlandés Sean MacBride.

En la introducción del documento, se subraya cómo en la comisión que desarrolló el estudio no hubo nadie “que no estuviese convencido de que se requieren cambios estructurales en el campo de la comunicación y de que el orden existente es inaceptable para todos”. Hoy en día tendríamos que retomar ese texto y ver cuánto de él aún sigue vigente y cuáles de las recomendaciones aún deberíamos poner en práctica; también para el caso de Telesur, que naturalmente no está exento de críticas, sobre todo por su total dependencia de la financiación del Gobierno venezolano y otros gobiernos de la región. 

Una vez enterrada la idea del nomic, el camino para la globalización del proyecto de una Sociedad de la Información, con principios bien alineados con los intereses de las potencias occidentales (la expansión, liberalización y desregulación de los mercados info comunicativos para la consagración de las empresas de los países industrializados), quedaba bien abierto y sin obstáculos.

Sin embargo, nadie hubiese imaginado que a las nuevas tecnologías del mercado info comunicativo les habrían devuelto el tiro por la culata. No es una casualidad que el proyecto Telesur haya entendido y entonces aprovechado, desde sus inicios, la importancia de la Web (y de las redes sociales como Twitter y Facebook) para difundir sus contenidos comunicacionales. Sin un segundo de publicidad comercial. 

El decisivo aporte del Gobierno venezolano

Es difícil imaginarse un canal de televisión de calidad sin publicidad; de momento, esto es posible gracias a los aportes estatales que varios gobiernos latinoamericanos han decidido canalizar para que el proceso arrancase (el 24 de julio de 2005, aniversario del natalicio de Simón Bolívar) y cumpla hoy 6 años. El empujón más fuerte, desde sus comienzos, lo garantizó y sigue garantizándolo el Gobierno venezolano, seguido por los de Argentina, Cuba y Uruguay y en un segundo momento por Ecuador, Bolivia, Nicaragua y la República Dominicana. Este último como Estado asociado. 

El presidente Hugo Chávez entendió perfectamente que muchas de las grandes batallas se estaban gestando a nivel de los medios de comunicación: el golpe mediático de 2002 fue otra confirmación más. Visto en su contexto histórico, el proyecto Telesur parecía tener raíces y finalidades políticas claras. Otro proyecto estratégico del comandante Chávez, entonces también sesgado y poco independiente. Tenía que ofrecer el contrapeso a la hegemonía global de medios como la cnn o la bbc y al mismo tiempo empujar hacia la integración latinoamericana.

“Lo que falta es una rigurosidad de conciencia con el proyecto”, afirmaba en noviembre de 2008 Aram Aharonian, fundador y ex vicepresidente de Telesur. “Se supone que es una empresa multiestatal latinoamericana. Pero aún no lo es. Es una empresa venezolana, controlada por gente a la que le interesa manejar presupuestos y no proyectos. Tiene que ver con la lucha interna propia que se vive en el Gobierno de Venezuela […] Quienes entendieron el peligro de Telesur fueron los responsables del Departamento de Estado de Estados Unidos. Antes de que saliéramos, ya nos prohibieron. Ellos vieron la amenaza. Y reaccionaron cambiando los criterios de cnn. tve también cambió. A Telesur no la están matando afuera, sino por dentro, gente que no entiende su real significado”

Quizás cambiar la sede de la televisión pueda ayudar, pero el fuerte papel del Gobierno venezolano es preponderante. Podemos apoyar o no la gestión gubernamental del presidente Chávez, pero no hay duda de que si América Latina ha vuelto a tomar un papel más protagónico en el escenario internacional, esto se debe en gran parte a la presencia histriónica del presidente venezolano y a los nuevos lazos que pudo o intentó construir a lo largo del continente. Telesur es una de estas construcciones estratégicas: “Telesur es, sin dudas, un proyecto político y estratégico”, subrayaba Aram Aharonian. “El objetivo es el desarrollo y la puesta en funcionamiento de una estrategia comunicacional televisiva hemisférica de alcance mundial que impulse y consolide los procesos de cambio y la integración regional, como herramienta de la batalla de las ideas contra el proceso hegemónico de globalización”.

Telesur y la integración latinoamericana

Para poder llegar a una audiencia comprometida pero lo más amplia posible, Telesur conformó un consejo asesor independiente con figuras de alto prestigio como Adolfo Pérez Esquivel, Eduardo Galeano, Tariq Ali, Ignacio Ramonet, Richard Stallman y Danny Glover. La diversidad de experiencias personales y profesionales convergía en una clara impostación antimperialista y de resistencia. Sus fundadores tenían las ideas claras: Telesur tiene que ser un catalizador de la integración latinoamericana. Como otros proyectos apuntan a la progresiva independencia del continente a través de los recursos energéticos, las infraestructuras, las estructuras económicas, del diálogo político, etc., Telesur tenía que crear una alternativa mediática capaz de desvincularse de los yugos que otros impusieron también a través del discurso. 

Como la idea y la identidad europea deberían fomentarse también a través de programas educativos, culturales, de intercambios académicos, artísticos y otros, la misión de Telesur viene a ser la de repensar, producir y difundir contenidos propios desde América Latina. Recuperando la memoria histórica y enriqueciéndola  con las realidades articuladas de la actualidad, Telesur trataría, por tanto, de aprovechar la colorida diversidad del continente para proponer un imaginario común, una identidad común; para conocerse, escucharse y trabajar juntos.

Como proceso integrador, Telesur responde por lo menos a dos de los aspectos que Luis Razeto, en Los caminos de la economía de solidaridad (1996), considera centrales en la constitución de la deseable unidad latinoamericana: esta “deberá buscarse y construirse a través de un proceso de recuperación de todas las diferenciaciones y de todas las complejidades, el pluralismo y la heterogeneidad estructural existente en lo político, económico, demográfico y cultural”. Además, “mientras en la construcción de los Estados nacionales no era posible mirar al pasado y a las tradiciones para encontrar la identidad […], la forma integrativa latinoamericana podrá ser individualizada y construida precisamente mediante una reinterpretación crítica de su historia desde los orígenes. Será necesario, a saber, reencontrar la propia identidad revisitando con el intelecto y recuperando en la conciencia colectiva la historia latinoamericana en sus varias fases”. 

Si algo ha caracterizado la programación de Telesur en el último bienio, es la cantidad y calidad de los debates sobre los bicentenarios de la independencia formal y la necesidad de concretizar la independencia real. Debates entre latinoamericanos y desde Latinoamérica, sin que los latinoamericanistas españoles, europeos o norteamericanos sigan monopolizando también este tema.

Remitirse a las raíces comunes de los pueblos latinoamericanos es un mensaje clave dentro de los discursos que emergen desde Telesur, así como la necesidad de reconstruir una identidad propia a través de la reapropiación de la palabra y el redescubrimiento de todo el patrimonio cultural, político, natural, social y artístico de los pueblos de América. “Ese es el problema mayor que tenemos los latinoamericanos: hemos estado ciegos de nosotros mismos”.

Telesur, expresión de los pueblos del Sur

Entre las recomendaciones recogidas en el Informe MacBride se afirma que “los medios masivos deben contribuir a la promoción de la causa justa de los pueblos que luchan por la libertad y la independencia y por su derecho a vivir en paz e igualdad sin interferencia extranjera. Esto es especialmente importante para todos los pueblos oprimidos que, mientras luchan contra el colonialismo, la discriminación religiosa y racial, se ven privados de la oportunidad de hacer oír su voz dentro de sus propios países”.

En la misión del canal televisivo, se subraya que “Telesur es un multimedio de comunicación latinoamericano de vocación social orientado a liderar y promover los procesos de unión de los pueblos del sur”. Quizás sea por esto que solo a través de Telesur escuchemos términos como los de guardacostas voluntarios de Somalia, mientras todos los demás medios masivos hablan de “piratas”; o de integrantes del “movimiento para la emancipación del delta del Níger” en Nigeria, cuando las grandes empresas petroleras de todo el mundo se empeñan en que se les califique de terroristas. El desconocimiento de las raíces de los problemas en países “lejanos” a los ojos de la opinión pública occidental lleva naturalmente a una información sesgada y que muy poco representa la realidad.  

Telesur es una apuesta revolucionaria”, sigue Aram Aharonian. “Una forma y un intento de cambiar los paradigmas para romper con más de quinientos años de verse con ojos extranjeros y empezar a verse con ojos propios, latinoamericanos, que representen los intereses de la región. 

Volver a ganar la autoestima de los latinoamericanos, ir a la recuperación de la memoria histórica para saber de dónde venimos y saber adónde vamos, porque si no, el destino siempre nos lo impondrán los de afuera”.

La programación y sus contenidos 

A mi juicio, la programación de Telesur aún tiene que llegar a ser plenamente atractiva para el más amplio público. Se concentra demasiado en la parte informativa y muy poco en la parte de entretenimiento. Y la televisión también debe ser entretenimiento. En este sentido, muchos son los caminos que Telesur podría emprender, pero sin olvidarse de su visión y sus objetivos principales.

A pesar del carácter principalmente informativo, en la actualidad la programación es muy variada. En el programa Agenda Abierta, por ejemplo, se analiza la prensa internacional, pero no la prensa oficial, sino un tipo de prensa que normalmente ningún periodista de televisión o de grandes medios presenta a la opinión pública durante sus programas: se leen titulares de periódicos o revistas como El Ciudadano (Chile), Prensa Latina (Cuba), Diagonal (España), La Página (El Salvador), Correo del Orinoco (Venezuela), Página 12 (Argentina) y muchos más. 

En Dossier, el periodista Walter Martínez analiza los principales acontecimientos de la política global (sobre todo desde el punto de vista geopolítico y militar), en “nuestra querida, contaminada y única nave espacial”. Martínez nos ha contado cotidianamente, como pocos han hecho, los pantanos iraquí y afgano, o la colonización israelí de los territorios palestinos.  

Caminos al Sur está dedicado a la historia de un pueblo, una región o una ciudad latinoamericana y sus culturas. En Memorias del fuego se presentan documentales de autores reconocidos y que han sido exhibidos en los festivales de cine documental más importantes del mundo. En Zona Verde se profundizan los principales problemas ambientales que azotan nuestra madre Tierra. 

El programa Justo al medio profundiza las razones de las políticas editoriales de los grandes medios de comunicación masiva. Los intereses que hay detrás de estos y lo que se refleja en sus programaciones. Impacto Económico está asumiendo cada vez más importancia en la programación de Telesur, sobre todo en este momento histórico. En este programa, no solo se analizan las causas y las consecuencias de las diferentes crisis globales, sino que se profundizan temas productivos, de consumo, de políticas económicas tanto desde los distintos países de América Latina, como desde una visión continental. 

Telesur siguió manteniendo los focos encendidos en Honduras cuando todo parecía ya “resuelto”. Nos ha mostrado muchísimas grabaciones, reportajes e investigaciones sobre el intento de golpe en Ecuador. Nos ha acercado a las luchas de los emigrantes latinos en Arizona y otros estados de Norteamérica. Nos ha contado las movilizaciones de los indignados españoles desde adentro; las marchas de los “pingüinos” chilenos ya desde mayo de 2006. El equipo de Telesur fue el único que logró realizar un documental (Fuego sobre el Mármara) sobre lo que sucedió en la Freedom Flotilla, durante su viaje para romper el bloqueo naval de la franja de Gaza. Telesur describió la otra cara de la moneda en Libia, haciéndonos reflexionar sobre los acontecimientos y acusando claramente la fabricación, afuera del país, de algunas de las noticias que los grandes medios internacionales estaban difundiendo: por ejemplo, la llegada a la plaza verde de Trípoli mucho antes que aconteciera de verdad. 

Cada día, el canal da espacio a analistas latinoamericanos para comentar las crisis europeas, hablando de Europa y sus debilidades. Es el mundo al revés, para una opinión pública internacional acostumbrada a escuchar a los blancos europeos hablar de cómo los latinoamericanos deberían “desarrollarse”.

¿Un futuro incierto?

Si bien Telesur está presente, y cada día más, su futuro parece incierto a los ojos de muchos analistas de medios de comunicación. Es cierto que la dependencia del Gobierno venezolano puede comprometer su imparcialidad y su vocación de televisión alternativa, pero también es cierto que los grandes medios privados mundiales no garantizan ni objetividad, ni imparcialidad, y ni siquiera independencia de los poderes políticos de partido, que les garantizan apoyo estatal cuando se necesita.  

¿Qué pasará si un cambio de rumbo en Venezuela trajera consigo una vuelta al esquema comunicacional anterior y entonces a la desaparición de la propuesta Telesur? En este sentido, el proyecto de una televisión realmente integradora y latinoamericana debería asumirse con más fuerza también desde los otros países latinoamericanos. Visto la inversión mínima que hasta el momento ha tenido Telesur, podemos perfectamente pensar que otros países inviertan más y mejor para el desarrollo del canal. 

Si lo consideramos verdaderamente como un proceso de integración, Telesur debería tener un firme compromiso multiestatal. ¿Podría Telesur consagrarse al interior de un proceso integrador como Unasur que actualmente tiene pretensiones de convertirse en el proceso de largo plazo más importante de Suramérica y, quizás pronto, también de América Central y el Caribe?

Personalmente creo que podría ser un camino interesante y desafiante. Si Unasur de momento ha logrado convertirse en un verdadero actor político para el subcontinente, quizás Telesur podría convertirse en la plataforma ideal para su discurso. Un camino de este tipo, a mi juicio, tiene una ventaja y una desventaja evidentes: por un lado podría limitar la preponderante presencia de Venezuela en la programación del canal, y entonces convertirlo poco a poco en un canal verdaderamente latinoamericano; por el otro, podría perder gradualmente la visión alternativa y contrahegemónica y apoyar también los viejos discursos que siguen presentes en las élites del continente y que siguen representados en algunos gobiernos de la región. Esto es el juego democrático y la variedad cromática del abanico latinoamericano. 

Quizás el ciclo de elevada creatividad aún no haya terminado, y tengamos que esperar varios años para empezar un ciclo de consolidación y fortalecimiento del proyecto. Sobre todo en óptica integracionista. Por ahora, estoy sentado en el mueble, con el control en mis manos… entre cnn, bbc, fox o Telesur ya sé que canal voy elegir. ¿Y ustedes?

Notas 

1– Para ver una interesante comparación entre Telesur y Aljazeera léase Cañizález, Andrés y Lugo, Jairo (2007), “Telesur: estrategia geopolítica con fines integracionistas”, en CONfines 3/6, agosto-diciembre de 2007. 

2– Véase: : <www.telesurtv.net>.

3– MacBride, Sean y otros (1980), Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo, Edición del Fondo de Cultura Económica, México (mayo de 1993), p. 20. 

4– Barcía Magaz, José Vicente (2010: p. 210). 

5– Cañizález, Andrés y Lugo, Jairo (2007: p. 56). 

6– Pardo, Eloy, Entrevista a Aram Aharonian, vicepresidente de Telesur Aram Aharonian: “Telesur está tomada por ineptos, contrarrevolucionarios en el amplio sentido de la palabra”, 18 de noviembre de 2008, Mundo Hispano, en . 

7– Aharonian, Aram, “Democratizar la información. Un debate imprescindible en la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados”, 27 de agosto de 2006, Telesur. 

8– Cañizález, Andrés y Lugo, Jairo (2007: p. 56). 

9– Ver el programa Diálogo Bicentenario. 

10– Fundación desc Guatemala, “Telesur, un proyecto político y estratégico”, 12 de agosto de 2011. 

11– MacBride, Sean y otros (1980), Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo, Edición del Fondo de Cultura Económica, México (mayo de 1993), p. 234.


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