Revista GLOBAL

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Causa y efecto de importantes cambios en todo el planeta, la tercera globalización que estamos viviendo beneficiará a los que sepan adaptarse y logren colocarse en una posición estratégica de aprovechamiento de los nuevos tiempos.

Aristóteles tiene el crédito de haber sido la primera persona en sostener la hipótesis del globo terráqueo, en su libro Sobre los cielos, escrito en el año 340 a.C. El filósofo argumentó que la única forma geométrica que siempre proyecta una sombra redonda desde cualquier perspectiva es la esfera, y que, dado que la sombra de la tierra que se proyectaba sobre la luna durante los eclipses lunares siempre era redonda, la tierra tenía que tener forma de globo.

Pero no fue sino 1,800 años más tarde, durante el año 1492 d.C., que Martin Behaim, un geógrafo alemán, construyó el primer mapa en forma de globo para representar al planeta Tierra. El año 1492 también marcó otro hito en el avance de la globalización: fue el año en que finalizó la primera etapa de este proceso y comenzó la segunda.

Antes de empezar la globalización, todos los seres humanos (Homo sapiens sapiens) vivían en África, la verdadera cuna de la especie humana como la conocemos ahora. La evidencia científica existente a la fecha demuestra que hasta hace unos 100,000 años todos los seres humanos vivían solamente en este continente. Posteriormente, hace unos 50,000 años, algunas formas de homo sapiens comenzaron a trasladarse hacia afuera, constituyendo así el primer movimiento migratorio humano en gran escala. Los seres humanos poblaron todos los continentes, incluyendo el americano, hasta que al final de la última edad de hielo subieron los niveles de agua del mar y quedaron separadas las masas continentales de América y Asia. Estos dos mundos quedaron separados y desconectados hasta que Cristóbal Colón aterrizara en una isla del Caribe en el año 1492 e iniciara el segundo movimiento migratorio más grande de la humanidad hasta la fecha y la segunda gran etapa de la globalización.

Esta segunda oleada humana fue en sus inicios, durante sus primeros 400 años, la más grande invasión que un grupo de seres humanos jamás haya realizado hasta la fecha. Durante este mismo periodo, los descendientes de los africanos que poblaron Europa, imitando a los que invadían América, regresaron a África, invadiéndola en una forma similar, procurando fines similares y justificando el uso de los mismos medios. El inicio de esta segunda etapa de globalización fue asimétrico, trágico y muy triste. Las investigaciones de Rummel (1994) nos indican que entre los años 1451 y 1870, la esclavitud de los africanos mató a unos 17,267,000 de seres humanos y que entre los siglos XVI y XIX murieron en América unos 13,778,000 indios. Pero el siglo más mortal fue sin duda alguna el siglo XX, durante el cual murieron cerca de 170,000,000 de personas asesinadas por democidio,1 por sus gobiernos, más de cuatro veces el número de personas muertas en combate en todas las guerras internacionales e internas durante el mismo período, que asciende a unos 41,000,000 de muertos.

Los tres democidios más grandes del siglo XX fueron el de Mao Tse-tung, entre los años 1923-1976, en el cual perecieron 77,000,000 de personas, el de Joseph Stalin, durante 1929-1953, en el cual murieron 43,000,000 y el de Adolf Hitler entre 1933-1945, en el cual murieron 21,000,000 de seres humanos.

En la medida en que se fue ordenando el continente americano, primero en el ámbito del imperialismo en Europa y de la colonización en América y África, y luego en el ámbito de la formación de los estados-naciones en ambos lados del Atlántico, ocurrieron grandes cambios en el Viejo Mundo. A mediados del siglo XVIII cambia drásticamente el rumbo de la humanidad; cambios tecnológicos y organizacionales trascendentales permiten a un número creciente de personas salir de la mera subsistencia y encaminarse por las sendas del progreso económico, social y político. Fogel (1999) ilustra en la figura 2 cómo evolucionó la población mundial durante los últimos 10,000 años en relación al tiempo y la ocurrencia de ciertos inventos, descubrimientos y otros eventos; revelando cómo ocurre un punto de inflexión muy notable a mediados del siglo XVIII, a partir del cual la población mundial crece aceleradamente, en forma explosiva, literalmente hablando.

Antes del siglo XVIII la muerte temprana por hambre, enfermedad e ignorancia era la norma; llegar a una edad avanzada era todo un logro que muy pocos alcanzaban. La mortalidad infantil era altísima; en la época del descubrimiento 1 de cada 4 niños moría antes de cumplir el primer año y 4 de cada 5 niños moría antes de cumplir los 5 años; y su esperanza de vida era de entre 20 y 30 años, mientras que ahora es de unos 67 años a escala mundial y de hasta 80 años en los países más desarrollados. La altura promedio de los europeos era de unas 5 pulgadas menos que ahora, y su peso era de entre 40 y 50 libras menos, como se puede observar en las vestimentas, armaduras y registros militares y civiles de la época. En el presente, en la mayor parte del mundo desarrollado la mortalidad infantil es de menos del 1 por ciento, en países como la República Dominicana es de cerca del 4 por ciento y en África cerca del 10 por ciento, según nos revela el más reciente Informe de Desarrollo Humano del pnud.

Después del siglo XVIII, la humanidad no solo creció y progresó notablemente, sino que miles de millones de seres salieron de la pobreza. Si bien es cierto que hoy en día hay más pobres que nunca en términos absolutos, también es cierto que en términos relativos hay menos pobres que nunca antes en la historia. Como se puede apreciar en la figura 3, la proporción de la humanidad 

La evolución del chip está impactando la productividad del individuo. Más personas tienen a su disposición más capacidad de almacenaje de información y de procesar esa información cada vez más rápido a un costo cada vez menor. La industria de la comunicación se encuentra en expansión, a veces con rendimientos crecientes, sobre todo en la frontera de la producción de alta tecnología. En consecuencia, hoy en día más individuos pueden acceder a una oferta creciente de información, a través de más medios de comunicación, a precios cada vez más bajos. Por lo tanto, se estimulan estos mercados, se genera más información y más comunicación; y quienes la ofrecen y la demandan se benefician y se desarrollan. que vive en la extrema pobreza, definida como“vivir con menos de un dólar diario”, ha descendido desde cerca del 80 por ciento de la población mundial hasta cerca de un 20 por ciento.

El Nuevo Orden global

Los grandes cambios tecnológicos, sobre todo los que se han producido durante los últimos dos siglos, están afectando nuestro movimiento dentro del espacio y el tiempo en que vivimos. Dentro de estos cambios se destacan sobremanera el desarrollo del transporte, el desarrollo de la economía de la información, el comercio internacional y el crecimiento económico.

El desarrollo del transporte nos permite hoy en día transportar más cosas, más pesadas, más rápido, a menos costo y por más medios. Además de los medios tradicionales, por aire, mar y tierra, hemos inventado la transportación espacial, submarina y subterránea. El desarrollo del transporte nos ha facilitado una mayor movilidad de bienes y servicios (comercio), más movilidad de capital (inversión) y más movilidad personal, ya sea con fines permanentes (migración) o temporales (turismo). El desarrollo de la economía de la información ha dado origen a que la información ordenada se esté convirtiendo en un bien y el producirla y ofrecerla en un servicio; así como el proveer los medios de su comunicación. Se está popularizando, amplia y profundamente, el uso de las computadoras como instrumentos para hacer todo mejor.

La relación funcional entre el comercio internacional y el crecimiento económico es biunívoca; el comercio internacional influye sobre el crecimiento económico y el crecimiento económico influye sobre el comercio internacional. Los avances tecnológicos aumentan la producción y la nueva oferta crea su propia demanda y el crecimiento del comercio. La expansión del comercio requiere, y a su vez provoca, el flujo y la expansión de los capitales. La expansión de capitales causa la desinversión en ciertos sectores para invertir en otros sectores. Las inversiones generan el crecimiento de los sectores que reciben ese capital y las desinversiones provocan el decrecimiento de los sectores originarios de ese capital. La expansión del comercio también acelera la migración laboral e intelectual y con ello la introducción de nuevas ideas, muchas de las cuales a su vez generan nuevos intentos y fracasos de hacer cosas y en consecuencia nuevos avances tecnológicos y más progreso.

El Nuevo Orden y el individuo

Estamos comenzando este nuevo siglo con más individuos, más saludables y duraderos que cuando comenzamos el siglo pasado. Estos individuos también son más educados, más útiles y más diversos que antes. En términos sociales, políticos y económicos, estas personas son también más libres. 

Su productividad per cápita aumentó considerablemente durante el siglo XX y en consecuencia aumentó enormemente también el ingreso per cápita de nuestras naciones; y aunque la distribución de estos ingresos refleja diferencias considerables, ésta es ahora mucho más equitativa que la distribución que existía a principios del siglo pasado. Todos estos son hechos que, por nuestra visión cortoplacista, parecemos ignorar; no obstante, son hechos reales y elementos importantes del Nuevo Orden.

El individuo y su relación con el espacio y el tiempo también ha evolucionado. Una población mayor ha hecho más escaso el espacio que ocupamos. Mientras que un mejor y mayor acceso a la transportación ha permitido que la gente amplíe considerablemente su entorno. Al poder comparar las diferentes opciones de hábitat dentro de su entorno, la gente del campo ha emigrado más que nunca hacia los pueblos y las ciudades; e incluso hacia otros países, como nunca antes se había visto en la evolución de nuestra especie. Las poblaciones de diferentes ciudades y países pueden verse a través de la televisión y acercarse sin trasladarse. Las distancias se perciben cada vez más cortas; el tiempo parece transcurrir más rápidamente y hacerse más escaso y también más valioso. Hoy en día el individuo puede relacionarse con más personas que antes, al poder desplazarse (transportarse y comunicarse) dentro de un radio de acción más amplio. El individuo dedica más tiempo a sus actividades productivas y por ende dispone de menos tiempo para dedicarlo a sus relaciones personales. Las relaciones personales de larga duración y con pocos individuos se contraen. Las relaciones personales de corta duración y con muchos individuos se expanden.

El individuo tiene más oportunidades para relacionarse con otros individuos. El individuo puede compararse con un mayor número de personas y notar en qué se parece y en qué se diferencia de los demás. El individuo puede agruparse en más “redes” de individuos similares a él y con intereses comunes. El individuo y los grupos sociales pueden identificarse mejor en relación a los demás y pueden segregarse en comunidades. A medida que se expande la integración internacional, se expanden los mercados y se fortalecen las comunidades internas de las naciones, pues con su acceso a mayores mercados aumenta su viabilidad económica y política. Por ende, surgen y se fortalecen los sentimientos regionalistas y nacionalistas como reacción lógica a la expansión integracionista. La liberalización del comercio internacional también da lugar al encuentro de los mercados nacionales y, por ende, a reacciones en los precios de los bienes y servicios transados. Esta reacción genera fuerzas en la dirección de la igualación de los precios de los insumos móviles como el capital y el trabajo; motivando la igualación de las tasas de interés y de los salarios así como la igualación de los precios de los bienes y servicios producidos con estos insumos y transados en los mercados internacionales.

Uno de los mayores indicadores de una inteligencia superior es una actitud de flexibilidad para adaptarse a los cambios; y, más aún, para minimizar sus pérdidas ante el cambio y para maximizar los beneficios que puede obtener con el cambio. Nos encontramos ante una transición gradual desde un viejo orden conservador hacia un nuevo orden más liberal; y si deseamos sacarle el mayor provecho a estas oportunidades debemos evolucionar progresivamente, debemos tener la flexibilidad de adaptarnos rápidamente a estos cambios.

Combatirlos, tratando de conservar un viejo orden, sólo nos retrasaría en relación a los demás países del mundo y de la región; y ya bastante atrasados estamos. El cambio de orden nos ofrece una oportunidad única de saltar de situación y colocarnos en un escalafón superior al actual en el nuevo orden.

La globalización es causa y efecto de un proceso profundo y amplio de cambios globales y locales, y quienes más se beneficiarán de ella serán los que se adapten a los cambios y se coloquen, o ya estén colocados, en una posición estratégica que les permita beneficiarse de los cambios. Mientras que los que más perderán serán los más inflexibles, los inadaptables o aquellos que simplemente tengan la mala suerte de no poder ser más flexibles para adaptarse al cambio.

El enfoque bionómico

La economía de mercado se asemeja a un ecosistema en proceso de evolución que contiene un enorme número de organizaciones altamente especializadas, así como la naturaleza está poblada por un enorme número de organismos altamente especializados. Todos están vinculados entre sí mediante una red increíblemente compleja de relaciones competitivas y cooperativas. Cada compañía trabaja para sobrevivir en su nicho de mercado así como cada organismo individual trabaja por sobrevivir en su nicho ecológico. Así como la evolución biológica crea nuevas especies, en nuestro ecosistema económico la información tecnológica registrada en los libros, bases de datos, manuales técnicos, códigos de fuente y planos está siendo continuamente alterada por la innovación y la competencia en los mercados. La evolución tecnológica crea nuevas industrias, nuevas empresas, nuevos organismos y nuevas oportunidades de empleo. 

Recordemos que aunque el bosque tropical es la cosa más compleja del planeta, nadie lo diseñó ni lo gobierna. Los fenómenos ecológicos y económicos más complejos no pueden planificarse, emergen espontáneamente. Se auto-organizan y evolucionan guiados solamente por el orden espontáneo de la naturaleza, por el orden natural, que siempre será superior a cualquier orden que podamos inventarnos los humanos.


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