Revista GLOBAL

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Carlos Dore visto por sus pares

by Flavio Darío Espinal
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Aprovechando la publicación de Crónica de una razón apasionada: Artículos periodísticos 1997-2000, la revista Global ha querido rendirle un merecido homenaje al doctor Carlos Dore Cabral. A continuación Flavio Darío Espinal y Laura Faxas abordan los artículos del libro, las razones que motivaron a Dore, y cómo este se valió de su arsenal intelectual y su posicionamiento político para opinar acerca de una variedad de temas. Concluimos con los comentarios de Roberto Cassá, Sherri L. Grasmuck, Rubén Silié, José Alcántara Almánzar, Miryam López, Ida Hernández Caamaño, Esther Hernández Medina, Arturo Victoriano y Leopoldo Artiles, que reflexionan en torno a la trayectoria y los aportes de este gran intelectual dominicano. 

Presentación de la obra Crónica de una razón apasionada: Artículos periodísticos 1997-2000, del doctor Carlos Dore Cabral 

La siguiente ponencia contextualiza el período en que los artículos de Crónica de una razón apasionada fueron publicados. De igual modo, aborda los artículos y las razones que motivaron al doctor Carlos Dore Cabral a escribirlos, y cómo este se valió de su arsenal intelectual y su posicionamiento político para opinar acerca de una variedad de temas sobre la vida política, social, económica y cultural del país en la época en cuestión. Pero, sobre todo, la intención de estas palabras es resaltar y rendirle homenaje a la trayectoria intelectual, política y ética del doctor Carlos Dore Cabral. 

En una carta que le remitiera el Dr. Frank Moya Pons al Dr. Carlos Dore Cabral con ocasión de un artículo publicado por este último en fecha 23 de noviembre de 1998, el distinguido historiador empezó diciendo lo siguiente: «Estimado Carlos: Como las cosas que tú escribes tienen importancia histórica y serán consultadas por los historiadores en el futuro, deseo corregir una afirmación tuya que aparece en un artículo publicado hoy con tu firma en el Listín Diario, en el cual afirmas que yo asistía a las clases del profesor Hugo Tolentino en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en las cuales tú también veías el hoy sacerdote Antonio Lluberes». 

Poco importa en este momento la información aclarada por el Dr. Moya Pons, sino destacar el valor que este le daba a lo que Carlos Dore escribía, tanto en la prensa como en los textos académicos. Aunque no soy historiador, me siento identificado con lo dicho por este destacado intelectual dominicano respecto de la obra de Carlos Dore, pues al leer estos dos volúmenes pude apreciar la importancia histórica de lo escrito en la prensa dominicana por este último durante los años de la primera administración del presidente Leonel Fernández, en la cual Carlos desempeñó de manera ejemplar el cargo de director de la Dirección de Información, Análisis y Programación Estratégica de la Presidencia (diape), además del de coordinador general del Diálogo Nacional en el período 1997-1998. 

Confieso que no simpatizo mucho con los libros que recopilan artículos publicados en la prensa, pues entiendo que estos, en sentido general, por responder a situaciones coyunturales o contener reflexiones a veces fugaces, carecen del rigor propio que se espera de un libro con vocación de trascender en el tiempo y de ser un verdadero aporte al conocimiento. Aunque debo también decir que, en algún momento, todos los que escribimos en la prensa sentimos la tentación de recopilar nuestros escritos, por lo que no se sorprendan si algún día hago lo propio con los míos. De todos modos, debo decir que estos dos tomos con los artículos del destacado intelectual y político, con el sugerente título de Crónica de una razón apasionada, serán de inmenso valor para entender ese importante período gubernamental de la historia política dominicana, el cual, presidido por un joven militante del partido liderado por el profesor Juan Bosch –ya no tan joven, siento decirlo, Presidente–, marcó el comienzo de una nueva era en la política dominicana. 

Si me permiten una nota personal, para mí es un enorme privilegio y distinción estar ante ustedes presentando esta obra del Dr. Carlos Dore Cabral. Conocí a Carlos en los años 1979-1980, cuando venía de Santiago a la capital a seminarios y conferencias, ávido de conocimientos y de participación en los acontecimientos politicos del país. Había leído sus trabajos de Hanlan los Comunistas, aunque el tema de su especialidad profesional –la cuestión agraria– no era de mayor interés para mí, pero sí sus artículos políticos. Cuando lo conocí me sorprendió su sencillez y humildad, algo no tan común en la intelectualidad de izquierda de esa época. A través de los años nos encontramos múltiples veces y conversábamos sobre los temas que nos apasionaban. 

Estuve muy cerca de Carlos cuando el presidente Fernández lo invitó a integrarse al Gobierno, pues formábamos parte de un equipo que trabajaba en un proyecto de reforma institucional auspiciado por el Intec, donde él era profesor, por lo que tuve la oportunidad de conocer sus pensamientos, inquietudes y emociones al aceptar la invitación del presidente Fernández, hecho que, indudablemente, representó un cambio importantísimo en su vida al permitirle promover ideas e iniciativas en las que él creía profundamente, pero esta vez desde una plataforma mucho más amplia y con una capacidad de incidencia mucho mayor que la que él había tenido en su dilatada vida política. 

Aprovecho la ocasión para decir que en esa misma época –hacia finales de 1996– el presidente Fernández me invitó a ejercer la función de embajador dominicano ante la Organización de los Estados Americanos (oea), por lo que en el día de hoy deseo reiterarle mi profundo agradecimiento por ese honor y esa distinción que me confirió, al tiempo que deseo expresarle mi apoyo y solidaridad ante los ataques groseros e injustificados de que ha sido objeto por parte de una persona sin la más mínima credibilidad. 

Lo primero que deseo destacar sobre este libro en dos tomos de Carlos Dore es que, al leerlo, uno recrea con una vitalidad extraordinaria las situaciones políticas que se vivieron durante ese período de gobierno: los cambios, los conflictos, los actores, los debates. Puede decirse que, aunque se trata de una colección de artículos, visto en conjunto es un libro de historia propiamente, aunque obviamente no la historia escrita por alguien que asume una posición neutral frente a los acontecimientos que estudia, sino la historia y el relato que se desprende de alguien que tuvo un posicionamiento político, pero que a la vez se valió de su arsenal intelectual para opinar sobre una variedad de temas sobre la vida política, social, económica y cultural del país en esa época, así como también sobre otros temas que trascendían el ámbito local. 

Por el tipo de obra, no es posible identificar, digamos, una, dos o tres líneas argumentativas centrales, como sería propio de un libro escrito sobre un determinado tema. Hay coherencia intelectual en los planteamientos del autor, pero esta se manifiesta de manera casuística y de múltiples formas en las decenas de artículos recopilados en esta obra. Solo cuando estos se leen y se ponen en perspectiva se puede apreciar la excepcional contribución de los mismos para entender ese importante período de la historia política dominicana moderna, particularmente el papel que Carlos Dore jugó en la vida pública durante esos años como funcionario clave en la estrategia y la comunicación del Gobierno. Tomando en cuenta esta observación, deseo poner de relieve algunos rasgos notables que desde mi perspectiva tiene esta obra. 

El primero tiene que ver con el estilo. Una parte de estos artículos están escritos con el tono frío y desprendido del académico y analista, mientras que muchos otros tienen el sello del polemista comprometido con una causa o una idea. Los disfruté enormemente. Carlos Dore polemizó durante esos años con la dirigencia completa del PRD, con muchos de sus colegas intelectuales, con miembros de la prensa y con viejos compañeros de la izquierda revolucionaria. En buen dominicano, Carlos «no barajaba pleito», iba directo al grano, identificando a su contrincante y marcando con claridad sus diferencias. 

En ese papel de polemista quiero resaltar dos elementos que me parecen de un valor singular. El primero es que Carlos mostró una gran valentía y responsabilidad defendiendo al Gobierno del que formó parte, especialmente aquellos aspectos de los cuales era responsable. Como político de mil batallas desde que era un adolescente, no se convirtió en un burócrata cuando pasó al Gobierno, sino que ejerció desde ese espacio oficial lo que él sabía hacer muy bien, esto es, participar de los debates y las controversias de la vida política. Eso marca una diferencia con otro tipo de funcionario que se desaparece cuando llega el momento de defender una acción o decisión de la que ha sido parte en el ejercicio de la función gubernamental. 

El otro elemento es que, en esa faceta de polemista diestro y enérgico, nunca usó expresiones para descalificar personalmente a su oponente. En ocasiones fue bien duro, pero nunca usó epítetos o calificativos que pudiesen herir o descalificar moral o personalmente a su contrincante. De hecho, muchos de esos con quienes polemizaba eran sus amigos de años, algunos compañeros de lucha política y otros colegas de la academia y el mundo intelectual, pero eso no impedía que él dijera lo que pensaba de manera directa, franca y, por qué no decirlo, provocativa. 

Me pareció interesante la justificación que él daba sobre su estilo polemista, pues vale decir que fue objeto de ataques recurrentes por el papel que desempeñaba como vocero y defensor del Gobierno. Decía que tanto su pasado de izquierda, en el que tenía que participar en las polémicas propias de ese campo ideológico, como su experiencia universitaria en Estados Unidos, donde se fomenta el libre debate de las ideas, lo prepararon para jugar ese papel. 

Aparte del estilo, hay aspectos de fondo que también le dan una riqueza particular a esta colección de artículos periodísticos. Entre la diversidad de temas y problemas que abordó el autor durante esos años –en algunos casos incluso de carácter autobiográfico–, deseo destacar tres núcleos temáticos que me parecen particularmente relevantes. 

El primero se refiere al diálogo como forma de abordar los conflictos. Numerosos artículos de esta colección están dedicados a tratar no solo el Diálogo Nacional como gran iniciativa gubernamental que él contribuyó a articular conceptualmente junto al presidente Fernández, sino los diferentes procesos de diálogo y búsqueda de concertación que promovió desde su posición oficial. Carlos estaba convencido –y tenía razón– de que ante la intensidad de los conflictos sociales y políticos, y ante la realidad de un gobierno que no tenía representación congresual relevante, era necesario encauzar los conflictos por vía del diálogo y la concertación como forma de mantener y fortalecer la gobernabilidad. Polemizó con diferentes líderes políticos e intelectuales en torno a esta temática, pues entendía que la resistencia a participar en esfuerzos de este tipo por parte de algunos sectores era la manifestación del sectarismo político o la estrechez de miras, lo que se hacía a expensas del interés nacional. 

Me resultó fascinante leer las conexiones que Carlos hacía entre su pasado de combatiente revolucionario y su posición como estratega del Gobierno en lo que respecta a sus convicciones sobre la importancia del diálogo en la resolución de conflictos sociales y políticos. Narra que, siendo un joven universitario, participó en una huelga de hambre con algunos de sus compañeros que luego se convirtieron en prominentes dirigentes de izquierda, con el propósito de que las autoridades de la universidad pública se sentaran a dialogar para discutir el tema de los requisitos de admisión en esa entidad académica. Es decir, un método si se quiere radical era usado para buscar diálogo y concertación. Y ya desde el Gobierno, con las posibilidades que daba esa plataforma, se inspiró en aquella experiencia para propiciar mecanismos dialogantes de resolución de conflictos. 

Otro núcleo temático que quiero poner de manifiesto esta noche es el de la crisis y transición del liderazgo y los partidos políticos. Viéndolo con la perspectiva que da el tiempo, Carlos fue certero en casi todos sus análisis sobre esta cuestión. A título ilustrativo, oigamos este pasaje escrito en junio de 1998: «El Dr. Joaquín Balaguer es el prototipo de líder que, cual Saturno, termina devorando a sus propios hijos (a las figuras que crecen bajo su cobija), es el más estéril de los grandes dirigentes del país, en cuanto al legado de nuevos personajes al mundo de la política. No puede pensarse seriamente en uno o dos dirigentes reformistas que, una vez retirado su líder, puedan sustituirlo y mantener unido y vigoroso al prsc». El resto es historia. 

Y escuchen lo que dijo respecto del prd en enero de 1998. Este partido, aseveró, «carece de un claro e indiscutible sustituto o heredero del liderazgo de José Francisco Peña Gómez. Ahí parece residir la fuerza actual del prd, en el sentido de que la posibilidad de división es cero mientras su líder se mantenga en la política activa, pues no hay quien le dispute seriamente el mando de la organización. Empero, esa es quizás su debilidad a plazo mediato, en el sentido de que una vez agotado, por las razones que sea, el liderazgo actual, se corre el riesgo de que el perredeísmo se fraccione en tantos grupos como dirigentes de facciones existan, ya que nadie entre ellos reconoce que alguien que no sea él puede dirigir el partido». El resto es también historia. 

Del profesor Juan Bosch dijo que fue «el más fértil de los líderes nacionales contemporáneos, el que más ha contribuido a la formación de otras figuras que destacan en el escenario político actual». Cuando Carlos escribió estas líneas solo había emergido el presidente Fernández como figura destacada, pero ya ese partido ha producido dos presidentes en un tiempo relativamente corto, de modo que esta afirmación del autor también ha sido validada. 

En cualquier caso, una preocupación central de Carlos Dore era la cuestión del liderazgo político y la gobernabilidad tanto partidaria como nacional en el contexto de un proceso de agotamiento o desaparición de los líderes tradicionales que gravitaron en la vida política del país durante las tres décadas precedentes. 

Otro núcleo temático importante fue la cuestión haitiana. Aunque Carlos no era del agrado de ciertos sectores que vieron en él a alguien desproporcionadamente inclinado a favor de los inmigrantes haitianos y de los dominicanos de ascendencia haitiana, encuentro que sus análisis y juicios sobre esta problemática fueron moderados y responsables. Aquí comparto este pasaje: «La cuestión de la presencia de trabajadores extranjeros en el país no se reduce a los campos de caña ni se soluciona con solo dejar de contratarlos para las zafras azucareras. No. Esa realidad prácticamente permea toda la economía nacional y ese es el universo de su solución. Esto habla de la necesidad de que se norme toda la migración laboral existente en el país […] Para esto el Gobierno requiere del concurso de los patronos y de los trabajadores nacionales, que conjuntamente con las instituciones estatales especializadas en esa cuestión establezcan las bases socioeconómicas, políticas, culturales y jurídicas de la misma». En el segundo tomo hay una serie de artículos sobre la caracterización socioeconómica y cultural de los dominicanos de ascendencia haitiana que merece la pena leer en el contexto del debate actual en el país sobre esta problemática. En cualquier caso, digo con simpatía hacia Carlos que por suerte él no está en el medio político tratando este tema en esta coyuntura de polarización y fanatismo, pues de haberlo estado nos podemos imaginar todo lo que hubiera caído sobre él. 

Como ustedes comprenderán, no puedo abarcar todos los temas que Carlos Dore cubrió en esa prolífera labor periodística como analista político y vocero del Gobierno, pues nos tomaría horas hacerlo. Para cerrar, sin embargo, quiero hacer mención de dos aspectos que tocan la dimensión personal de Carlos. 

El primero es que me impresiona lo precoz que fue políticamente hablando. Carlos narra en uno de sus artículos un encuentro con el profesor Juan Bosch la noche del 31 de diciembre de 1969 en un hotel de París –él como representante del pcd– para coordinar acciones a nivel nacional e internacional y para canalizar ciertos problemas políticos que envolvían a los militares constitucionalistas que vivían en Europa. En ese momento apenas tenía veintinueve años y ya estaba reunido con un gigante de la política dominicana que había pasado décadas en el exilio, que había sido presidente, depuesto por un golpe militar y líder de la mayor fuerza política de oposición del país. Ese bagaje de Carlos de años en la vida política le sirvió de sustento al papel que pasó a jugar en el gobierno del presidente Fernández; de ahí su valentía y su responsabilidad al asumir sus tareas, independientemente de que se estuviera o no de acuerdo con sus juicios políticos. 

Y esto me lleva al último punto. Me refiero a su don de gentes ya su integridad moral. En cuanto a lo primero, una periodista le preguntó una vez: «¿Realmente marean las alturas?». Su respuesta fue la siguiente: «A las personas que sufren de vértigo. Por suerte yo no sufro de vértigo y en realidad no siento que estoy tan alto. Entre los funcionarios y el resto de la población no debe plantearse que unos están arriba y otros abajo». Esa frase me recordó al Carlos Dore que conocí por primera vez, alguien sencillo y humilde, con los pies en la tierra y con conciencia de la finitud humana y de que el ejercicio del poder es para servir. 

En cuanto a lo segundo, su integridad moral, nada que yo pueda decir recogerá plenamente esta dimensión de su personalidad: su carácter, su fortaleza moral y sus convicciones como principios rectores de sus actuaciones. Su ejemplo y trayectoria están ahí. Nada que agregar. 

Por eso esta noche, al presentar esta obra que de manera tan cuidadosa y hermosa ha editado Funglode, deseo rendir tributo a este dominicano excepcional que lleva por nombre Carlos Dore Cabral. Muchas gracias. 

Nota: Esta ponencia fue leída la noche del 19 de febrero del 2015 en el auditorio de Funglode, a propósito del lanzamiento de Crónica de una razón apasionada, de Carlos Dore Cabral. 

Flavio Darío Espinal es un abogado y escritor dominicano. Fue embajador de la República Dominicana ante el Gobierno de los Estados Unidos de América y embajador de la República Dominicana ante la Organización de los Estados Americanos (oea). Su libro Constitucionalismo y procesos políticos en la República Dominicana recibió el Premio Anual de Ensayo Pedro Henríquez Ureña 2001-2002. Fue miembro de la Comisión de Juristas designada por el presidente Leonel Fernández para elaborar el proyecto de texto que sirvió de base a la Constitución del 2010. Es socio fundador de la firma de abogados Flavio Darío Espinal & Asociados. 

Las ciencias sociales y la política: El complejo binomio, casi perfecto, para la toma de decisiones en la esfera pública 

¿Cuál es la función del intelectual en el juego político? ¿Qué diferencia existe entre el intelectual y el experto? Estas preguntas extraídas de Crónica de una razón apasionada: Artículos periodísticos 1997-2000, de Carlos Dore Cabral, hacen surgir una serie de reflexiones. Se aprovecha también para desglosar los aspectos más trascendentes que apasionaron a Dore durante el período en que escribió sus columnas. Por último, en un tono más personal y emotivo, se resalta su figura y su gran aporte en el campo del debate y el pensamiento social dominicano. 

Para mi es un gran hono estar aquí compañando a 

Carlos Dore en la puesta en circulación de este conjunto de reflexiones sobre la dinámica sociopolítica dominicana entre 1997 y el 2000, y, lo que es más interesante, sus propuestas analíticas sobre una serie de problemáticas del mundo contemporáneo, tales como la cuestión de la democracia, los intelectuales y la política, las migraciones, el diálogo como mecanismo de solución de los conflictos, la institucionalidad y reforma del Estado, la ética, los movimientos sociales, etcétera. 

En el prólogo que acompaña estos escritos y que tuve el honor de introducir, centré mi reflexión en el rol de Carlos Dore como analista político, y cómo su capacidad de análisis político fue un elemento importante en la toma de decisiones del presidente Leonel Fernández y permitió la creación, en el seno de la Presidencia, de una unidad profesional orientada a escuchar lo que pasaba en las diferentes instancias de la sociedad dominicana e integrarlas en el proceso de toma de decisiones, y de igual manera, incorporar en el análisis lo que pasaba en el mundo globalizado, que tenía su impacto en las dinámicas sociopolíticas internas. 

En esta presentación quisiera dejar un poco de lado el analista político para hablar del hombre, y ver cómo este conjunto de textos muestran al sociólogo en acción, desempeñando su oficio, y cómo la sociología puede ser un arma de combate, como bien decía el sociólogo Pierre Bourdieu. Combate donde el sociólogo, como intelectual comprometido, tiene un espacio y un rol a jugar en la orientación del que hace política. <<El intelectual comprometido no es el que hace política, sino el que interviene en el espacio público, que puede ser el espacio político, pero sin dejar sus actividades de investigación» (Pierre Bourdieu, La sociología es un deporte de combate, documental sobre los intelectuales y la política). 

En este marco, es clara la diferencia entre el intelectual, que ha sido el rol jugado por Carlos Dore, y el experto. Los expertos son aquellos que aportan sus competencias a actores políticos económicos, indistintamente de si son sectores sociales dominantes o dominados. Los intelectuales son aquellos que asumen y se comprometen con posiciones políticas y ofrecen una mirada experta de la realidad que orienta la acción política. 

Voy a empezar hablando de este libro que nos reúne hoy y terminaré hablando del hombre y de su herencia. 

El libro Crónica de una razón apasionada: Artículos periodísticos 1997-2000 

Estos dos volúmenes agrupan 296 textos de su prolífica pluma, organizados cronológicamente, que incluyen artículos, entrevistas, notas, etcétera, escritos bajo la impulsión de la dinámica política dominicana en su calidad de asesor del presidente Leonel Fernández entre 1997 y el 2000. Estos escritos, que nos muestran la razón apasionada de Carlos Dore por la reflexión, están dirigidos, por un lado, al análisis de coyunturas concretas, a introducir y profundizar sobre ciertos temas, a orientar a la opinión pública sobre asuntos de interés, a crear lazos entre Estado y Sociedad, y a incorporar elementos claves del debate de ideas global al interior de la sociedad dominicana. 

Carlos Dore, el sociólogo 

La pertinencia de abordar a Dore como sociólogo nos permite ir más allá de la comparación que nos propone la editora, Noris Eusebio, sobre estos escritos, entre el momento en que fueron hechos (1997-2000) y «el momento actual», con el interés de poner en evidencia cómo el análisis sociológico y las propuestas metodológicas que están detrás o emergen de muchos de los textos aquí reunidos tienen una vigencia para interpretar la situación actual, a lo que en el día de hoy están confrontadas las ciencias sociales en un mundo en mutación. En este sentido, podemos destacar como un aporte importante:
1. La riqueza y pertinencia de los análisis de la realidad social del país, como la mejor arma para transformar la realidad y dar una respuesta a los problemas que ella plantea, poniendo en primer plano a quienes Pierre Rosanvallon, en su última publicación, llama «el parlamento de los invisibles», es decir, a los de abajo, a los que no tienen voz, a los que son mayoría. Hoy en día ignorar su existencia pone en peligro la idea misma de democracia.
2. En un momento de incertidumbres (Castel), de cambios globales sustantivos, marcados por la tercera revolución industrial y la búsqueda de nuevas utopías, donde el mundo parece deshacerse ante nuestros ojos de manera inquietante, vivimos un aumento de conflictos mundiales de diferente naturaleza, los cuales ponen en cuestión la paz, los valores universales (la dignidad humana, el respeto a la diferencia, la diversidad cultural y religiosa) (Boko Haram, el Estado Islamista, los atentados en diferentes países de Europa, el aumento de un islamismo radical en ruptura con los principios de su religión), donde los científicos sociales hablamos de una mutación social y estamos confrontados a la creación de nuevas categorías para el análisis, porque las que tenemos no nos sirven para analizar la realidad. Como bien dice el Manifiesto por las Ciencias Sociales de Craig Calhoun y Michel Wieviorka: «Los investigadores en ciencias sociales tienen la pasión por el saber. Son científicos que pretenden producir conocimientos precisos y rigurosos; también son humanistas preocupados por comprender en toda su diversidad la vida social, sus transformaciones históricas y sus particularidades culturales. Rompiendo con las ideas preconcebidas y el sentido común, en su lucha contra las ideologías políticas y los consejos prodigados por los gurús del mundo empresarial, ellos develan y hacen posible lo real. Consideran que el conocimiento es útil, que aumenta la capacidad de acción y que contribuye de manera positiva a las transformaciones de la sociedad» («Penser Global», revista Socio, n.o 1, 2013). 

Los textos de Dore y su aporte metodológico pueden ser leídos desde esta perspectiva y son hoy día pertinentes, pues nos dan elementos, como bien dice Alain Touraine, para reconstruir la vida social tras la crisis (Apres la crise, 2010). 

3. Dore aborda una serie de problemáticas que siguen vigentes y/o nos interpelan para valorizar su herencia intelectual en la República Dominicana. En ese sentido, merecen destacarse: 

a. Sus aportes para un nuevo Contrato Social (en toda la experiencia del Diálogo Nacional y de la consulta popular para la Constitución del 2010). 

b. Sus reflexiones sobre la democracia y la concertación social como un mecanismo, ligado a lo anterior, para la toma de decisiones sustantivas, en la base de un proyecto de nación. 

c. El rol de los intelectuales en la vida política y su compromiso.
d. Haber dado a la cuestión migratoria y a las relaciones de la República Dominicana con Haití un estatuto científico y profesional, dejando de lado las pasiones identitarias e incorporando en el análisis el hecho de que la República Dominicana es un país de migrantes. e. Haber sido pionero en los análisis de la cuestión agraria y de la pequeña producción campesina –actor central en la producción de alimentos para la población– y que son un elemento para pensar una política altermundialista y/o alternativa en la República Dominicana. 

Diálogo Nacional y la consulta popular para la Constitución 

Dore es uno de los grandes artífices de lo que nosotros hemos llamado un nuevo Contrato Social, que se inscribe en el corazón de la experiencia del Diálogo Nacional y la consulta popular para la Constitución del 2010. Sobre el Diálogo Nacional, lanzado en el país mediante el Decreto 489-97 del 18 de noviembre de 1997, en Crónica de una razón apasionada aparecen una serie de artículos donde se analiza la necesidad del diálogo para la toma de decisiones, el diálogo como un instrumento central de la democracia, la importancia de establecer un compromiso entre Estado y sociedad civil como mecanismo por excelencia para definir las prioridades nacionales, y la importancia de la concertación y de escuchar todas las voces para establecer un proyecto de nación donde los diferentes sectores y actores sociales se sientan representados. 

Todo esto, de cierta manera, se concretiza en lo que es el instrumento más importante que se ha producido en este país en casi los últimos 50 años: la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030. 

También está el debate sobre la Constituyente y todo el proceso de consulta popular para la Constitución del 2010, que garantizó que en ella se expresara el sentir de los sectores populares. 

Temas abordados 

– Institucionalización democrática: la democracia, la concertación como forma de conducta colectiva y el favorecer un proceso de institucionalización como garantía del ejercicio de esa democracia son elementos a destacar en estos textos. Dore analiza la democracia como un proceso en construcción. 

– El rol de los intelectuales y el poder de las ideas como esenciales en la construcción de la nación y como entes portadores de justicia social. En sus textos rediscute la relación entre los intelectuales y la política y la exigencia social de su compromiso para transformar la realidad en una situación de real politik

– Política y ciencias sociales: en este marco aborda la relación entre esos dos elementos y el rol de las ciencias sociales para descodificar la sociedad. 

– La migración: aborda la cuestión migratoria como una problemática global, es uno de los autores pioneros en la reflexión sobre la migración haitiana y da un estatuto científico, no emocional ni nacionalista, a esa problemática. Invitaría, en este momento que vive el país, a que vuelvan a leer a Carlos Dore. Introdujo en el debate la situación de los dominicanos de origen haitiano, que no tienen ningún estatuto pero que son ciudadanos sujetos de derechos y que reclaman una ciudadanía social. 

– Tema agrario: fue pionero de los estudios sobre la cuestión agraria. Fue de los que apoyó la propuesta de las leyes agrarias de Balaguer, en un proceso de desideologización de esta problemática. Merece la pena recordar que Dore, como dirigente y miembro del comité político del Partido Comunista Dominicano, fue uno de los abanderados de estas leyes, que para el resto de la izquierda dominicana eran la expresión del revisionismo. 

Carlos Dore, el hombre 

Quiero rendir especialmente homenaje a Carlos Dore, al hombre, al intelectual, al amigo, al profesor, quien nos reúne de nuevo para debatir sobre sus ideas y sus propuestas; quien, como siempre, nos hizo pensar a todos nosotros –como parte del legado de su generación– que otro mundo era posible, y que ese mundo de lo posible debía ser construido por nosotros, que cada quien debía poner un granito de arena en ese mundo de lo posible. Y que el debate de ideas, la sociología, era un arma «para tomar el cielo por asalto», como decía el camarada Marx. 

Carlos siempre supo escuchar y reconocer a los otros, tener una sonrisa y una mirada sobre la vida que era apasionada, desde donde estuviera. Lo recuerdo en los pasillos de la Escuela de Sociología de la uasd, vestido de caqui, diciéndonos: «Tienen que leer, tienen que estudiar, ustedes son el futuro de esta nación y es por las ideas que van a transformar este país». Lo recuerdo en el Equis/Intec, en nuestros viajes y encuentros por Haití, en Francia, en México, en nuestro estudio sobre el transporte urbano –que nos permitió pasear en guagua todas las rutas imaginables del transporte de Santo Domingo–, en el Centro de Estudios del Caribe, en Flacso, en nuestros trabajos sobre el sector informal. En fin, lo recuerdo en lo que ha sido una parte esencial de mi vida, que me ha permitido crecer y ser diferente. Esto creo que es extensivo a muchas de las personas que hemos desarrollado nuestra trayectoria al lado de Carlos Dore. 

Carlos, de manera especial, aquí me acompaña Ema-Lou, de quien tú eres su guía según la tradición de los vikingos. Te recuerdo que en esta tradición, cuando nacía un niño, se ponía bajo la égida de un gran guerrero, que, además de las argucias de la guerra, pudiera enseñarle el arte del dominio de los mares, un hombre que le pudiera enseñar el arte de la lucha, el arte del combate, de conquistar los mares, de la aventura. Como bien te dije en esa ocasión, donde celebramos la ceremonia recordando a los vikingos, hoy día en donde es importante que tú seas su guía es en el debate de ideas, en el amor por este país y en su compromiso con los invisibles, a quienes tú dedicaste lo más fuerte de tus esfuerzos. 

Nota: Esta ponencia fue leída la noche del 19 de febrero del 2015 en el auditorio de Funglode, a propósito del lanzamiento de Crónica de una razón apasionada: Artículos periodísticos 1997-2000, de Carlos Dore Cabral. 

Laura Faxas es una socióloga y escritora dominicana. Autora de El mito roto, entre otras publicaciones, es investigadora de Funglode y ha trabajado como socióloga en diversos países. Actualmente es embajadora de la República Dominicana ante la Unesco, en París. 

Carlos Dore visto por sus pares 

A propósito de la publicación de Crónica de una razón apasionada: Artículos periodísticos 1997-2000, Roberto Cassá, Sherri L. Grasmuck, Rubén Silié, José Alcántara Almánzar, Miryam López, Ida Hernández Caamaño, Esther Hernández Medina, Arturo Victoriano y Leopoldo Artiles rinden homenaje a la trayectoria del doctor Carlos Dore Cabral. 

Una de las maneras más idóneas de aproximarnos a los intelectuales que admiramos es a través de los comentarios de quienes los conocen, de quienes los han leído y de quienes han compartido con ellos. Aprovechando que la editorial Funglode ha publicado el libro Crónica de una razón apasionada: Artículos periodísticos 1997-2000, hemos querido rendir homenaje a la trayectoria del doctor Carlos Dore Cabral a partir de los recuerdos y las complicidades de sus amigos, colegas y allegados. Autor de obras como Problemas de la estructura agraria dominicana, Reforma agraria y luchas sociales en la República Dominicana, 1966-1978, y Problemas sociológicos de fin de siglo, Dore es reconocido como un destacado intelectual y un influyente sociólogo, pero también ha sido un importante activista social, un pensador que ha reflexionado constantemente sobre el ejercicio ético y una figura que ha jugado roles valiosos en nuestra historia reciente. A continuación, Roberto Cassá, Sherri L. Grasmuck, Rubén Silié, José Alcántara Almánzar, Miryam López, Ida Hernández Caamaño, Esther Hernández Medina, Arturo Victoriano y Leopoldo Artiles nos hablan de cómo lo conocieron, ponderan su trayectoria y hacen una valoración de su persona, su activismo sociopolítico y su obra. 

Roberto Cassá 

Respondo con todo el gusto a la solicitud para que rememore de manera sucinta las circunstancias en que comencé a tratar a mi amigo Carlos Dore. Esto me remite, en primer término, a la militancia común en el Partido Socialista Popular, que a partir de agosto de 1965 pasó a denominarse Partido Comunista Dominicano. Ingresé a esa organización a mediados de 1964, y en ese momento Carlos Dore ya era miembro, seguramente de reciente ingreso. Inicialmente no hubo contactos entre nosotros, aunque escuché mencionar su nombre en reiteradas ocasiones. Dore era estudiante de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y yo estaba en tercero de bachillerato. De todas maneras, comenzamos a coincidir en reuniones plenarias del Comité Universitario Julio Antonio Mella, a las cuales éramos invitados los estudiantes de secundaria. 

Propiamente, entablé relaciones con Dore en el seno de la Comisión Juvenil del psp, creada hacia enero de 1965, en la que fungí como representante del sector de estudiantes secundarios por ser integrante de la Unión de Estudiantes Revolucionarios desde poco después de su fundación por iniciativa de su líder, Leonte Brea. En ese organismo del psp sesionaban pesos pesados, comenzando por Narciso Isa Conde, su responsable en tanto que miembro del comité central. También estaba Asdrúbal Domínguez, reconocido por su carisma cuando fue secretario general de la Federación de Estudiantes Dominicanos. Pero la conducción de los trabajos universitarios correspondía en ese momento a Dore. 

Las discusiones que se sostenían en ese organismo repercutieron sobremanera en mi militancia, ya que se abordaba la evolución de la coyuntura política y problemas generales de una estrategia revolucionaria. Narciso y posiblemente en mayor medida Asdrúbal expresaban puntos de vista que a veces no coincidían con los lineamientos establecidos por la dirigencia, o bien enfatizaban conceptos para validar determinadas posiciones que consideraban importantes; tal fue el caso de la consigna del retorno de Bosch a la presidencia, esbozada hacia marzo de 1965, que generó ciertas aprensiones en una porción de la dirigencia a causa de las divergencias en el exilio entre Bosch y los comunistas dominicanos. 

Desde esos días aprecié cualidades excepcionales en Dore. Él era ya un militante de amplio reconocimiento a causa de la poca usual integración entre la vocación intelectual y la responsabilidad política. Para mí se hizo visible que Dore había comenzado a familiarizarse con la teoría marxista y con las corrientes clásicas de la sociología. Esto le aportaba la capacidad para resolver problemas cotidianos de la acción, por lo que se tornó en un miembro connotado de la organización. Pero esta disposición emanaba de una voluntad política para mí llamativa, puesto que yo carecía de tal voluntad y visualizaba mi participación restringida a la condición de simple militante de base. 

Esas condiciones le permitieron a Dore ejercer un liderazgo entre un conjunto de estudiantes universitarios. Entonces el psp se perfilaba como el conglomerado de la izquierda donde confluía mayor capacidad reflexiva, lo que se fue ampliando con el tiempo después de 1965, después que salieron del Movimiento 14 de Junio figuras de elevado nivel cultural. 

En los años posteriores se profundizaron las relaciones entre Dore y yo. En París, en mayo de 1970, tuvimos ocasión de intercambiar día a día. Aprecié en él importantes desarrollos intelectuales en la dirección de un marxismo crítico con la herencia soviética. Aunque yo no vivía entonces en el país, pude llegar a la conclusión de que la búsqueda de formulaciones originales que enarbolaba la dirigencia del pcd tenía en Dore un pilar intelectual. Me llamaba la atención su sentido de compromiso práctico, que no se hacía incompatible con la reflexión independiente. Creo que esta combinación ha quedado como el rasgo característico de su personalidad y estoy seguro de que es mucho lo que podría discurrirse acerca de sus contribuciones en esos años y en los posteriores. Por ejemplo, comenzaba el examen de los problemas agrarios, en torno a los cuales produjo materiales insustituibles. 

La confianza mutua entre él y yo se manifestó en diversas oportunidades. La última fue el apoyo desinteresado y generoso que desde la diape ofreció a la gestión del Archivo General de la Nación ante el presidente Leonel Fernández. 

Sherri L. Grasmuck 

Lo conocí en 1980 durante una cena que Alejandro Portes organizó en El Vesubio. El propósito de la cena consistía en presentarme a los estudiosos e intelectuales progresistas dominicanos y ayudarme a encontrar un supervisor de investigación para un proyecto que había comenzado sobre la migración dominicana a Nueva York. Entre los asistentes se encontraban Isis Duarte, José Alcántara, José del Castillo, Frank Moya Pons y Carlos Dore. Antes de la cena estaba aterrorizada. Nunca antes había tenido que perorar con académicos en español y pensé por supuesto que Carlos en particular, con su trasfondo político, sería el más antiestadounidense del grupo. Al final resultó una cena agradable y animada en la que fui recibida calurosamente. Pero Carlos era inescrutable. Escuchó, pero dijo muy poco. Leí su reticencia como hostilidad y no me imaginé que sabría de él otra vez. Imaginen mi sorpresa cuando Carlos envió a Noris Eusebio, su esposa de entonces, a mi hotel al día siguiente porque él sabía que tenía las habilidades y el conocimiento que se necesitaban para dirigir el equipo de investigación. Noris rápidamente se tornó indispensable, y ambos, Noris y Carlos, se hicieron mis amigos de toda la vida. Este es el Carlos que llegué a admirar tanto: sin pretensiones, eficaz, serio, comprometido, pero también lleno de sorpresas y con esa sonrisa perpleja. 

Décadas después, nuestros caminos se cruzaron en muchos lugares: en comidas, en los días compartidos en la playa con la familia, en las conferencias de sociología de la migración, a ambos lados del charco. Con los años, lo que siempre he admirado de Carlos es su confianza en el potencial del trabajo intelectual para patrocinar el cambio social, junto con la gran versatilidad de sus actividades públicas. Él es un activista político, por supuesto, pero también ha jugado un papel importante en el liderazgo académico y político, así como en los estudios sobre sociología rural, urbanización y migración haitiana en la República Dominicana. Cabe destacar que la suya fue una de las primeras voces públicas en hacer frente a la compleja identidad racial dominicana, así como a la discriminación antihaitiana, temas que eran tabú en la mayoría de los círculos a principios de los ochenta. 

Cuando Carlos se ganó la prestigiosa beca del Centro Woodrow Wilson, y vivió en Washington, sufrió un largo distanciamiento de su familia a causa de los obstáculos políticos que le había impuesto el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Durante este período, nos hizo visitas regulares a Filadelfia para lo que él llamaba «terapia del taco». Hacíamos tacos con frecuencia y a él le encantaban. Como era vegetariano, los suyos eran de frijoles y verduras. Le gustaba decir –ya que no comía carne–: «Mira, Sherri, si hay aguacate, no hay problema». Bromeé con que este debía ser el epitafio en su lápida, y estuvo de acuerdo. Con esto quiero decir que hago honor a Carlos y a su generosa e influyente presencia intelectual, pero también quiero honrar a mi viejo amigo, un tipo cool, oyente astuto, y por importantes motivos planetarios, amante del aguacate. 

José Alcántara Almánzar 

Fue el señor Dore –como todos le decían– quien en 1962 me confeccionó un traje negro que usé por años. Entonces no podía imaginar siquiera que aquel reservado caballero era el tío de quien se convertiría en uno de mis amigos entrañables: Carlos Dore y Cabral, a quien conocí una década más tarde en Taller, la editora de José Israel Cuello, que imprimió mis primeros libros de cuentos. Esa experiencia me permitió entablar fuertes nexos con uno de los seres humanos más íntegros que conozco, un intelectual de peso con una formación académica envidiable, un político de izquierdas que en su juventud luchó con denuedo por las utopías revolucionarias que bullían en nuestras mentes e inflamaban nuestros corazones. Muy pronto nació una relación de afecto entre Carlos y su esposa Chello Despradel, Ida –que lo conocía muchos antes a través del amigo Narciso Isa Conde– y yo. En esa época ellos vivían con sus hijas Alejandra, María y Emilia en un cuarto piso de la calle Arzobispo Meriño, muy cerca del parque Colón. Compartíamos ideales de transformación radical, aunque hubiese que atenerse a la dura represión política de aquellos días. En Carlos siempre encontrábamos al analista profundo y ecuánime, pues, aunque apasionado, no se dejaba arrastrar por la ofuscación ni el sectarismo. Es lo que incluso sus contradictores han tenido que admitir: esa capacidad infrecuente de mantener la «cabeza fría» aunque discuta sobre los problemas más candentes, como lo demostró en sus artículos en Impacto Socialista, la revista del Partido Comunista Dominicano (pcd), en sus libros acerca de la reforma agraria, la migración haitiana, el crecimiento urbano, la integración caribeña, entre muchos otros temas, siempre en busca del análisis justo y preciso, pues jamás se ha quedado en la pura y simple crítica de modelos o gobiernos. 

Carlos fue un activo miembro de la Asociación Dominicana de Sociólogos desde su origen y tuvo una participación decisiva en los trabajos del Primer Congreso en 1978. Después, en los ochenta, estuvimos muy unidos en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), cuando éramos profesores ilusionados en mejorar el país a través de la educación. Era un maestro carismático con una legión de alumnos que lo adoraba. Participamos juntos en algunos seminarios para discutir asuntos del momento. Hablábamos mucho en mi cubículo de la Facultad de Ciencias Sociales, pero las pláticas cesaron cuando él partió hacia los Estados Unidos para hacer el doctorado que lo transformó, sin modificar su esencia. Puedo decir que fui, dos veces, su «candidato fallido», fruto de la amistad que nos une. Primero a rector del Intec –él mismo me presentó una mañana ante la comunidad académica–, y luego, cuando se hallaba en Estados Unidos, pensó en mí para catedrático en Temple University, como se lo expresara a Ida en un fax a principios de los noventa, tal vez pensando en que daría la talla por mi experiencia como profesor Fulbright en Alabama. 

Son incontables los caminos para llegar a Carlos Dore. Para mí hay tres fundamentales: el humano, el intelectual y el ético. Este último atributo quedó de manifiesto en su labor en Funglode, o al poner su extraordinario talento y competencia profesional al servicio del poder político, sin traicionarse ni dejarse malear. Es por todo eso que lo admiramos y queremos tanto. 

Rubén Silié 

Carlos Dore pertenece a lo que yo llamaría la generación del compromiso. Cuando el país se liberó de la dictadura de Trujillo, la juventud dominicana tomó con fervor y responsabilidad el legado libertario de los héroes de junio. Queríamos sacudirnos el miedo, romper con el oscurantismo, abrirnos al mundo, conocer lo que significaba vivir en libertad. Así conocí a Carlos, ambos cursando el bachillerato en el entonces Liceo Presidente Trujillo. Fue de los primeros en destacarse como dirigente estudiantil, de aquellos que no se conformaron con desprender las letras del nombre del Liceo, sino que también estudiaban con furor para desentrañar la verdad que por tantos años había ocultado la dictadura. Junto a otros de su talante, polemizaba con los profesores mejor preparados del Liceo. Al ingresar a la universidad, siempre en la vanguardia de la lucha por la destrujillización, se destacó como dirigente estudiantil de la Federación de Estudiantes Dominicanos. Hasta ese momento, tanto él como otros jóvenes dirigentes, reconocidos como estudiantes brillantes, fueron una referencia revolucionaria, vistos con gran respeto y admiración, incluso por quienes aún no habíamos llegado a la universidad. 

Una vez en la universidad, gracias a Osvaldo Domínguez y José Rivas Tavárez, con quienes me hermané de inmediato, fui conociendo a la admirada élite estudiantil de los sesenta. Fue así como me acerqué a Carlos, cuyo verbo elocuente, sin arrogancia y de gran humildad, me atrajo. Puedo decir que haberle conocido contribuyó a que me inclinara por la sociología, dejando de lado las insinuaciones de mi padre, quien ya era mi guía intelectual y deseaba que le siguiera en los estudios del Derecho. 

Estudiando en la Escuela de Sociología, cuando el auge del marxismo nos hacía sentir tan cómodos, dado que desde allí respondíamos todas nuestras inquietudes, estreché la amistad con Carlos y empezaron las complicidades políticas con mi ingreso al Partido Socialista Popular, donde pasé a pertenecer a una pequeña célula a la cual le dispensaba Carlos alguna atención particular. 

Desde los años sesenta nos acostumbramos a leer sus aportes periodísticos siempre guiados por aquella búsqueda de la verdad. Los jóvenes de entonces teníamos mucha prisa por cambiar las cosas, temerosos de que si no nos apurábamos perderíamos la oportunidad histórica para hacerlo, de ahí el porqué de la «razón apasionada». 

Sin descuidar sus compromisos políticos terminó sus estudios universitarios, luego hizo una maestría en sociología rural, auspiciada por la Clacso, en la uasd y posteriormente estudios de posgrado en Estados Unidos bajo la dirección de Alejandro Portes. 

Compartí con Carlos sus inqui tudes sobre la historia del Caribe y la cuestión del prejuicio racial en la definición de nuestra identidad cultural. Sobre el tema haitiano en todas sus vertientes unimos nuestros esfuerzos para contribuir a liberar a nuestra sociedad del miedo que le inculcó el oscurantismo trujillista. 

En ese constante quehacer se fue formando el intelectual e investigador de las Ciencias Sociales, Carlos Dore Cabral, quien se ha destacado no solamente como político, sino como profesor e investigador. 

Miryam López 

Conocí a Carlos Dore lejos del entorno político y activista dominicano. Lo conocí en un ambiente espiritual y de desarrollo personal. Y, como extranjera, no tenía idea de su trayectoria profesional o del tamaño de su figura política en la República Dominicana. Así que lo vi tal como era: un hombre con un corazón inmenso, ávido de crecer, de aprender, de dar lo mejor de sí mismo; un hombre con un amor profundo por el ser humano, que no cesa en su búsqueda de respuestas y que sufre ante las injusticias. Después tuve la dicha y el honor de compartir con él caminos profesionales: fue mi jefe, mi mentor, mi mejor amigo. Me maravillaba ver cómo organizaba el día sentando en su computadora a las 4:30 de la madrugada; cómo se interesaba por la historia personal de cada uno de los empleados que trabajaban con él. Era un deleite oír sus historias y anécdotas, que siempre contaba entre risas, aunque hablara de torturas o de persecuciones políticas. Con él entendí lo que es la lealtad y el compromiso. Aprendí acerca del servicio y el trabajo incansable por los demás. Y que es posible tener una mente brillante y aguda y al mismo tiempo un espíritu amoroso y solidario, con los pies bien puestos en la tierra –cualidades que pocas veces he visto que vayan de la mano–. Me piden que hable de sus aportes como analista y activista social. De eso quizás no puedo decir mucho. Pero sí puedo decir que Carlos Dore ha tocado y toca las vidas de todos quienes hemos tenido la suerte de compartir algún pedazo de nosotros con él. Y, a través de su obra y de sus ideas y de sus pensamientos, lo seguirá haciendo por muchas más generaciones por venir. 

Ida Hernández Caamaño 

Carlos Dore y Cabral, como con mucho énfasis protocolar, pero en pura broma, solía saludarle y llamarle cuando en los años ochenta nos encontrábamos en el patio, en una reunión o en los pasillos del Intec, fue un amigo heredado de Narciso Isa Conde, a través de Orlando Martínez, en el fragor de las excitantes jornadas ideológicas posrevolucionarias de finales de los años sesenta. 

Del grupo de pecedeístas de aquel entonces, a quien primero conocí y traté muy de cerca fue a Orlando Martínez, a finales del año 1965, cuando apenas tenía 16 años, y mi conciencia política y social, mis conocimientos intelectuales y vivencias personales de la vida no pasaban de ser acciones relacionadas con los mandamientos de la ley de Dios, pequeñas prácticas de caridad y compromiso de solidaridad, que, a través de dos colegios católicos donde estudié, propiciaban mi formación humana y mi sensibilidad social, así como las lecturas de algunos libros iniciadores esenciales que me inocularon actitudes combativas frente al mundo, compasivas con la humanidad, y que me llevaron a una mayor conciencia del universo. 

A pesar de mis amigos Orlando Martínez, Pedro Caro, Osvaldo Domínguez, Narciso Isa Conde, Lourdes Contreras (Lulú), José Israel Cuello, Lourdes Camilo, Carlos Dore, Consuelo Despradel y otros más; a pesar de mis pequeñas colaboraciones en actos del pcd; a pesar del lazo afectivo y mis simpatías, nunca me registré como miembro del mismo, y con el tiempo pude comprobar que lo mejor que coseché de esa experiencia fueron esos afectos, las auténticas amistades que de ahí se derivaron, mis aprendizajes, las maravillosas conversaciones de todo tipo y las convicciones sobre la valía moral de ese grupo exquisito de personas, donde Carlos Dore fue uno de los que, por azar de la vida, continuó relacionándose conmigo de manera directa y cercana durante muchos años más tarde y, por un poco, hasta casi estos días. 

En 1971 me casé con José, quien posteriormente se convirtió en colaborador de la revista Impacto Socialista, un elemento más que nos hizo ser asiduos invitados de Narciso y Lulú, y por donde empezamos una relación más directa, profunda y personal con Carlos y Chello. José, Carlos y Chello eran sociólogos de formación; yo abogada, y el tema político social, literario, cultural, de la vida misma, era centro esencial de esas reuniones, aderezadas con deliciosas cenas o picaderas preparadas por Chello y su extraordinario sentido del humor, donde lo mejor eran las personas que las componían..

Otra conexión especial con Carlos Dore fue en el año 1976 cuando me propuso hacer el índice analítico del libro Historia de la Restauración, de Archambault, que publicaba Editora Taller. Fue mi primer trabajo de esa naturaleza y él quedó muy complacido y yo aleccionada. Tres años después empecé a trabajar en Intec, y al poco tiempo un grupo de profesores de la uasd ingresó al cuerpo docente de esa institución, entre ellos Carlos Dore; ahí empezamos una nueva manera de relacionarnos cotidianamente, ahora en la vida académica. 

En la Facultad de Ciencias Sociales, yo era coordinadora de Educación Permanente y con Carlos organizamos diferentes eventos; aparte de las reuniones docentes ordinarias, él como profesor de diferentes asignaturas de sociología y yo como asistente del decano trabajamos en lo relacionado con asuntos académico-administrativos de los estudiantes. Nuestras convessaciones eran prolongadas y sé que favorecieron nuestra mutua simpatía y afecto. Advertí rápidamente el liderazgo que Carlos tenía frente a sus estudiantes. Recuerdo que era un profesor particular y asiduamente requerido y que formaba con sus estudiantes grupos de estudio para 

realizar trabajos de campo. Esos estudiantes pasaron muchas veces a ser parte de sus amigos. 

En cuanto a su personalidad, Carlos ha sido un hombre más bien callado pero siempre con mucho que decir y en el que uno advierte una alta ebullición interior; tranquilo, porque puede ser paciente, respetuoso y autocontrolado en la conversación; parsimonioso, porque no apresura las conclusiones de su pensamiento, dando tregua a su interlocutor, pero a la vez combativo, con una fuerte convicción de sus ideas, amplia cultura y profunda y definida formación política, lo cual ha sido su camino público más trillado y expuesto. 

La principal obra de Carlos Dore no la constituyen solamente sus libros, donde está el contenido de su pensamiento, los fundamentos ideológicos de sus luchas, de sus batallas, y sus principales ideas, análisis y propuestas políticas, sino otras expresiones vitales a través de las cuales expandía su humanismo creador y polémico. Ha sido desde activista político, escritor, editor de obras, profesor-maestro, hasta funcionario de Estado de alto nivel en materia de análisis y estrategias del poder para el desarrollo social. Amigo cabal y fiel, es un hombre que ha buscado el autoconocimiento y el desarrollo de su espíritu, el equilibrio entre cuerpo, mente y emociones, trabajando la vida también desde lo más profundo de su ser interior. 

Mi admiración, respeto y afecto por Carlos Dore empezó por mi valoración de sus cualidades personales, de su inteligencia, su honestidad, el respeto por los demás, la coherencia y convicción de sus principios y su gran capacidad intelectual. 

Llegaron los años de la distancia, de los encuentros esporádicos y recuerdo la profunda alegría que nos proporcionaban esos momentos de poco tiempo. Había una especie de complicidad burlona que nos hacía reír con ganas, y hace muy poco una amiga común de ambos me envió una foto de su boda en el año 1979, donde Carlos y yo estamos retratados juntos: él con el ramo de flores de la novia y yo, embarazada de mi último hijo, con mi cara joven aprobando la ocurrencia. 

Así de este modo prefiero recordar para siempre mientras viva a mi querido amigo Carlos Dore y Cabral. 

Esther Hernández Medina 

Carlos y yo nos conocimos cuando yo era estudiante y él profesor en la primera ronda de la Maestría en Género y Desarrollo que desde entonces organiza el Centro de Estudios de Género en Intec. Dado que él era quien era y yo soy hija de quien soy, desde el inicio me propuse impresionarlo por mis propios méritos, no por ser hija de uno de sus camaradas del Partido Comunista Dominicano (pcd). 

Y es que ya había oído mucho hablar del famoso Carlos Dore, el revolucionario, el sociólogo, el estudioso de la reforma agraria, el innovador de los estudios urbanos en el Caribe, el dirigente del pcd y un largo etcétera, lo que me hacía sentir un poco intimidada y sumamente curiosa ante el hecho de conocerlo. Al finalizar la clase, muy oronda, sabiendo que ya me tenía por una de las mejores estudiantes, fui a decirle de quién era hija: «De Arsenio Hernández e Yluminada Medina» y, para mi sorpresa, su respuesta no tuvo nada que ver ni con política ni con la academia sino con mi personalidad: «¡Pero tú te pareces mucho a tu mamá!». 

Esa interacción ha marcado mucho de nuestra relación desde entonces. Por un lado porque Carlos me adoptó como «hija intelectual», como dicen tantas de nuestras amistades. Y por otro, porque lo hizo con el cariño protector que tantos exdirigentes del pcd han tenido conmigo y con otras hijas e hijos de sus camaradas. Hablo de gente como Sully Saneaux, José Israel Cuello, Rubén Silié, Pedro Hernández, Narciso Isa Conde, Lulú Contreras, César Pérez, Maritza Colón, Secundino Palacios…, para nombrar unos pocos. 

Pero no fue hasta después de trabajar juntos en muchos seminarios, consultas y procesos cuando pude realmente apreciar el rango amplísimo de la agudeza y valentía intelectual y personal de Carlos. Ya fuera haciendo consultorías, debatiendo sociología urbana con el afamado Alejandro Portes, escribiendo informes para el presidente Fernández en la primera diape, editando los libros y viajando por el país con el Diálogo Nacional o hablando de sociología, de política y hasta de béisbol en su casa (él es la única persona que puede hacer que yo vea un partido de pelota), ha sido un privilegio inmenso ser su discípula, estemos o no de acuerdo. Y es que a Carlos nunca le ha interesado estar de acuerdo, sino el debate respetuoso, aunque siempre apasionado, de las ideas de cada quien. 

Y que conste, la sabiduría de Carlos nunca ha sido academicista sino vital. Me explico. Antes me sacaba de quicio cuando se ponía a hablar de jazz («¡Y dale con Coltrane!») o sobre política internacional («¿Pero qué tiene que ver Brasil con esto?») o sobre historia («¿Y cuántas veces va a hacer ese cuento de la Revolución?») cuando teníamos, pensaba yo –pobre ingenua–, cosas más importantes que hacer. 

Pero casi siempre tiene razón. Si había un tema urgente, me lo hacía saber por supuesto («Si el informe no está a tal hora, ya no lo traigas», me decía), pero Carlos siempre ha priorizado lo importante sobre lo urgente: el cultivar las amistades y los amores, el dar el abrazo y el consejo a tiempo, el buscar las razones profundas e históricas de los fenómenos sin dejar de tener los pies anclados en el presente. 

La anécdota, el consejo, la canción… tenían directamente que ver con lo que estábamos viviendo en ese momento personal o profesionalmente. Y así sigue siendo. Por eso es que hace mucho lo apodé «Carlitos Way»… porque Carlitos siempre ha vivido la vida a su manera, y cuánto me alegro. 

Arturo Victoriano 

Conocí a Carlos Dore personalmente en septiembre del año 2000 cuando me entrevistó para un puesto de trabajo como su asistente de investigación en la recién creada Fundación Global Democracia y Desarrollo, puesto que terminé aceptando y desempeñando hasta que me mudé a Canadá en el año 2001. Claro está que ya conocía a Carlos a través de su lucha política, de sus escritos en la prensa y de su trabajo, junto a Esther Hernández Medina, en el Diálogo Nacional. Durante los años que laboré en el Consejo Presidencial de Cultura (1997-2000), la figura de Carlos como intelectual y como generador de opinión y pensamiento fue fundamental para muchos de nosotros. 

La obra de Carlos es una obra inmensa tanto en calidad como en cantidad. Sus observaciones sobre la realidad dominicana fueron un referente en el presente en el cual se produjeron y son, ahora, referentes para los historiadores y analistas sociales y políticos que quieran entender el devenir de la cosa pública en la República Dominicana a partir de 1962. 

Carlos, durante casi 50 años, fue uno de los pilares de los debates políticos, académicos y sociales en la República Dominicana. Debemos recordar que con solo 24 años, en 1966, fue uno de los miembros de la Comisión de Reforma de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Sus análisis sobre las leyes de Reforma Agraria de 1972 fueron paradigmáticos en aquel entonces y le ganaron respeto continental. A partir de finales de los años setenta del siglo xx y hasta la primera década del siglo xxi su atención se centró en la migración haitiana hacia República Dominicana, la migración dominicana hacia Estados Unidos y la cuestión urbana en el Caribe. En estos tres campos, hizo aportes seminales de los cuales los estudiosos seguimos extrayendo conceptos, ideas, y con los que seguimos alimentando el debate académico y social en torno a ellos. En los años noventa sus columnas e intervenciones en la radio generaron pasiones encendidas, provocaron enemistades y encuentros y definieron una serie de líneas de pensamiento hacia figuras de la vida pública que aún perduran. 

Para terminar, quiero recordar al hombre sabio, cariñoso, que en largas conversaciones al final de largas jornadas, como un padre, me ha dado consejos sobre la vida. Su sentido de humor sin par riega las conversaciones con risas y comentarios sagaces. Respecto a las relaciones interpersonales siempre me ha dicho: «Arturo, esa racionalidad no te deja progresar, tienes que enamorarte con el corazón y no con la cabeza». Y termina con una risa franca, alegre y con el abrazo paternal. 

Leopoldo Artiles 

Conocí a Carlos Dore primero como un nombre que encabezaba muchos artículos sobre el problema de la reforma agraria y otros problemas político-sociales en los años setenta, que se publicaban en una revista que editaba el Partido Comunista de entonces, llamada Impacto Socialista. Supe de esa revista cuando me prestó uno de sus números mi entonces amigo –estudiante, como yo, de Sociología, pero en pleno ejercicio del periodismo– José Labourt, lamentablemente ya fallecido. Luego conocería a Carlos Dore en persona en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, cuando ambos éramos profesores ayudantes del Departamento de Sociología. Fue una experiencia extraña compartir con Dore como si fuéramos iguales, pues para mí era ya un ídolo (él no lo sabía porque nunca le expresé esa verdad), y lo reconocía como un sociólogo maduro que ya había hecho una contribución importante a la sociología dominicana. 

Durante mi breve militancia en el pc fui parte de un equipo de economistas, sociólogas y sociólogos jóvenes que él formó, y ahí nuestra amistad se estrechó aún más, pero una vez que mi militancia cesó, aunque no mi simpatía por lo que dicha organización representaba entonces, la vida me empujó hacia la Universidad de Minnesota, donde hice estudios de doctorado durante seis años de la década de los noventa. 

Al regresar al país en 1997 me reencontré con Carlos Dore cuando se me dio la oportunidad de acceder a una posición de analista comunicacional en una oficina de la Presidencia de la República Dominicana en el primer período de gobierno del Dr. Leonel Fernández. Allí de nuevo lo tuve como jefe y luego, en el 2009, como mi mentor y de nuevo jefe en el Instituto Nacional de Opinión Pública (inop), adscrito a la Fundación Global Democracia y Desarrollo. Durante estos períodos llegué a conocer mejor a Carlos Dore como persona, pues mi admiración y reconocimiento de su obra sociológica, que estaba ya más que consolidada –aportes a la sociología rural, la sociología urbana, la sociología política, los estudios sobre informalidad– y durante este período pude apreciar no solo al Carlos sociólogo, sino al Carlos fanático del jazz –en particular de Miles Davis y John Coltrane, sus favoritos–, al Carlos aficionado a la buena literatura nacional e internacional, clásica y moderna, al Carlos aficionado al buen cine, al buen vino…, en fin, al Carlos que sabía apreciar la vida en sentido amplio, capaz también de deleitarse con su función de padre de varias hijas y un hijo, cultivador de la amistad y la solidaridad. Como se puede apreciar, son muchas las facetas y aspectos del ser humano que ostenta el nombre de Carlos Dore, difíciles de sintetizar en pocas palabras, sobre todo cuando uno lo reconoce como un referente necesario en la disciplina científico-social que ejerció, en el plano de las relaciones personales y amistosas, así como también por su papel en la vida pública dominicana. Es cuanto, por ahora. 

Cómo trata la prensa dominicana el vih/sida 

Esta ponencia pretende resumir los resultados de la investigación «El tratamiento del vih/sida en los medios de comunicación escritos dominicanos: Diario Libre, El Caribe, El Día, Hoy, Listín Diario y El Nacional». La investigación se inscribe en el análisis de contenido y tiene una finalidad de intervención social. En síntesis, pretende averiguar de qué se habla cuándo se escribe
del vih/sida, cuándo y cuánto se informa, qué fuentes se emplean, cómo se informa, si las informaciones estigmatizan y si se da un tratamiento de género. Esta investigación forma parte de una serie de estudios que desde el 2005 se vienen desarrollando en España y que en la actualidad también se realizan en la República Dominicana y México, cuya finalidad es ofrecer argumentos para el trabajo colaborativo entre ong, gobierno y periodistas. 

Esta ponencia persigue ofrecer los resultados de la investigación El tratamiento del vih/sida en los medios de comunicación escritos dominicanos: Diario Libre, El Caribe, El Día, Hoy, Listín Diario y El Nacional.1 La investigación, metodológicamente, se inscribe en el análisis de contenido y, en síntesis, pretende averiguar de qué se habla y cómo cuando se escribe sobre el vih/sida, cuándo y cuánto se informa, de quiénes se habla, qué fuentes se utilizan (¿los miembros o asociaciones de la comunidad vih/sida se utilizan como fuente?), cómo se informa (haciendo hincapié en la transmisión correcta o incorrecta de mensajes científicos), con qué carácter, qué características tienen esas informaciones (género, sección, edición, autoría, etc.), si estigmatizan, si se da un tratamiento de género y que correlación establecen las informaciones entre enfermedades oportunistas y vih/sida. 

Como objeto de estudio se escogieron seis diarios dominicanos: Diario Libre, El Caribe, El Día, Hoy, Listín Diario y El Nacional. Se trata de los periódicos con más difusión en la República Dominicana, con líneas editoriales diferenciadas y, además, todos cuentan con buscadores testados, lo que nos permitirá poder analizar todas las piezas que traten sobre el vih/sida del período escogido. 

Se han analizado todas las informaciones que tratan el vih/sida entre los meses de octubre y marzo de dos años consecutivos (2012-1013). O sea, durante seis meses seguidos; de esta manera podemos incluir el Día Mundial del Sida y, así, apreciar los flujos informativos. El período de seis meses nos ofrece una cantidad suficiente de informaciones para que los datos que podamos extraer sean significativos. 

Buscamos las piezas utilizando tres entradas en los buscadores de los diarios (que previamente testamos): vih, sida y vih/sida. De esta forma nos asegurábamos de contar con todas ellas. Hablamos de piezas y no de noticias para englobar a todas las informaciones, fueran cuales fueran sus géneros y, así, no confundir noticia como sinónimo de información con noticia como género informativo y, por ende, con características estructurales propias. Se excluyeron todas aquellas piezas no periodísticas, por ejemplo, las cartas de los lectores o las notas de servicios y agenda. 

Para la recopilación de la información y su posterior análisis creamos una base de datos específica para esta investigación. A la par, junto al análisis de contenido, empleamos la herramienta Google Trends para comprobar los flujos informativos y de búsqueda, tanto de la República Dominicana como globalmente, y contextualizar así algunas conclusiones. Para las variables que tienen que ver con los posibles errores terminoógicos, usamos como guía tres manuales: Orientaciones terminológicas de onusida, Guía de estilo sobre vih/sida y nih (cesida), e Infosida: Vacunas preventivas contra el vih. Todos los datos epidemiológicos que ofrecemos en esta ponencia están extraídos de informes de conavihsida y Onusida. 

Esta investigación es la continuidad de otras similares que venimos realizando en España desde el 2005 cada dos años y que ahora también se han extendido a México. Por tanto, la metodología es idéntica y las bases de datos parecidas, pues se adaptan en algunas de sus variables al contexto social y mediático del país estudiado. Sustancialmente, no han sido modificadas desde la primera investigación (para no romper las series), pero se han ido incluyendo variables nuevas a partir de los resultados de las investigaciones y de los intereses manifiestos de las ong y los gobiernos; así, en la segunda investigación española nos centramos también en el tratamiento de género; en la tercera, en las ong como fuentes y como protagonistas de las informaciones, y en la cuarta, en la correlación entre sida y tuberculosis. Cada una de estas incorporaciones se mantiene ya en las oleadas siguientes. La investigación que presentamos hace suyas todas las incorporaciones comentadas. 

La finalidad de esta investigación es doble: por un lado y en sí misma, conocer y dar a conocer cómo tratan los medios impresos españoles el vih/sida y, por otro, que las conclusiones a las que se llegan sean un instrumento en manos de ong y periodistas para –mediante el trabajo colaborativo (Terrón, 2014)– poder incidir sobre la agenda, las fuentes y los enfoques de los medios cuando tratan sobre el vih/sida. 

Esta investigación la han llevado a cabo investigadores de la República Dominicana (Funglode) y España (InCom-uab), y ha sido financiada por la Fundación Global Democracia y Desarrollo, de la República Dominicana. 

Resultados 

Dada la cantidad de datos que resultan de esta investigación vamos a centrarnos en aquellos que consideramos primordiales para saber cómo tratan los diarios dominicanos el vih/sida. 

No estamos en condiciones de asegurar si los diarios dominicanos informan en la actualidad más o menos sobre vih/sida que hace unos años. Carecemos de las series de datos en la que sustentar una conclusión. No obstante, y teniendo en cuenta lo que sucede en otros países y la información que podemos extraer de Google Trends, es plausible que el número de informaciones haya disminuido. En España, por ejemplo, hemos podido comprobar que, a pesar de que las informaciones biomédicas aumentaban, se pasó de 469 piezas que trataban sobre el vih/sida en la primera oleada –2006– a 320 en la cuarta –2012–. Lo que sí podemos afirmar es que los diarios estudiados no tratan el vih/sida de la misma manera y con la misma profusión. 

También podemos apreciar con claridad como la agenda es determinante a la hora de incluir o excluir informaciones en torno al vih/ sida. Así, 55 piezas (o sea, el 31% del total) se concentran en la semana del 26 de noviembre al 2 de diciembre, que incluye el primero de diciembre, Día Internacional del Sida. 

Google Trends nos muestra como, a escala global, las búsquedas y las referencias de los términos vih y sida han ido descendiendo en todo el mundo y como se producen unos picos, unos aumentos de información, de manera regular, que se corresponden con el Día Internacional del Sida y la Conferencia Mundial sobre el Sida, que suele desarrollarse hacia el verano. En definitiva, se confirma que los eventos marcan la agenda de los medios también a la hora de tratar sobre el vih o sobre el sida. 

Pero esta herramienta también nos muestra que las consultas y las búsquedas con el tema sida son superiores a las que tienen el tema vih, y que si el descenso en las búsquedas es notorio, este es mucho más acusado en la búsqueda de noticias. Por otro lado, con relación a vih o al sida, el término de búsqueda que más se repite es «síntoma», fenómeno este también cuasi universal. Consideramos que es una información que debería suscitar más de una reflexión a las autoridades sanitarias y que debería despertar el interés de los periodistas, ya que implícitamente señala deficiencias en las políticas de prevención. Junto a «síntoma» y también de manera global, crece la búsqueda a partir de «prueba del vih»

Cabe destacar que, de la muestra analizada, el 87.85% de las piezas tienen como argumento central (eje central) el vih/sida; en España en el 2010 tan solo se daba en el 49.18% de las informaciones analizadas. Una cosa es escribir sobre el vih/sida y otra muy distinta que el vih/sida sea un recurso para escribir de otro tema o un argumento para expresar generalmente ciertas opiniones, hacer comparaciones o «describir» sociedades (atraso, pobreza, marginación, prisiones, políticas sanitarias, etc.). 

También consideramos positivo que las piezas hagan referencia mayoritariamente al vih/sida (63%) y no al sida (6%) –el 31% restante lo hacen al vih–. Como venimos repitiendo en nuestras investigaciones, cuando se habla de sida se puede estar hablando de vih/sida o, simplemente, de vih; ahora bien, cuando se habla de vih se hace una diferencia trascendente y clarificadora entre vih y sida. Y cuando se habla de vih y de sida en numerosos ocasiones solo se debería hablar de vih. 

Estos resultados deben complementarse con otros que presentamos a continuación, como el uso de la sinécdoque (lo que no deja de ser un error); en definitiva, hasta qué punto se utiliza la parte por el todo, sida por vih o por vih/sida, lo que ocurre en el 39.6% de las piezas. Ahora bien, y como ejemplo de esas diferencias entre diarios, mientras que en Diario Libre ocurre en el 52.5% de las informaciones, en El Día solo se llega al 23.8%. En otras palabras, los resultados no son uniformes. Seamos conscientes de que la sinécdoque no solo es un error, es también un enfoque (con el que, por ejemplo, se amplifica el dramatismo). Si comparamos estos resultados con los de la investigación que realizamos en España en el 2010, veremos que son muy semejantes, pues en el caso español las sinécdoques alcanzaban al 36.6% de las piezas analizadas y la fluctuación en los resultados entre diarios también era muy pronunciada. 

Por otro lado, como lo venimos haciendo en todas nuestras investigaciones, hemos incluido las piezas en uno de estos tres macrogéneros: el informativo (breve y noticia), el interpretativo (crónica, reportaje, entrevista y artículo) y opinión (columna, editorial y comentario). En esta investigación, el 95.6% de las piezas corresponden al macrogénero informativo y hay una evidente escasez de piezas interpretativas (3 sobre 181), hasta el extremo de que le superan las de opinión (6). Por otro lado, el 98% de las piezas corresponde al registro lingüístico informativo; solo 3 son divulgativas. Estos resultados guardan una coherencia interna, pero deberemos volver a ellos en el apartado de discusión y conclusiones. 

Ahora bien, ¿de qué hablan las piezas de la muestra? Poniendo nuestra atención en las informaciones cuyo argumento central es el vih/sida y caracterizándolas con palabras claves (tres por pieza para que no se dé una dispersión de resultados), tras agruparlas en correlaciones lógicas y así facilitar la lectura, obtuvimos el siguiente listado: 1. Eje de la prevención: 176 (palabras clave) 

2. Eje de los tratamientos y de los cuidados médicos: 111
3. Eje de la investigación: 77
4. Eje de los derechos de los ciudadanos (y su contrario, la discriminación y la estigmatización): 72
5. Eje de los recursos económicos: 59 
6. Eje de los niños infectados por vih (y de la transmisión vertical): 52
7. Eje de las instituciones: 40
8. Eje de la epidemiología: 38 
9. Eje de las enfermedades: 30
10. Eje de las localizaciones espaciales: 29 11. Eje de la mujer: 26
12. Eje de la toxicomanía: 11 

Como podemos ver, se ha tratado sobre todo la prevención y los tratamientos. Acto seguido aparecen investigación y derechos (o su conculcación). Debemos explicar que hemos querido diferenciar las palabras clave en torno a la mujer (en la República Dominicana el 54.55% de las personas que viven con vih son mujeres) de aquellas que guardan una relación con la transmisión vertical –uno de los mayores problemas que perciben el gobierno y la sociedad dominicana con relación al vih/ sida–,2 a sabiendas de que en muchos casos también hay una referencia a las mujeres (cuando no es así, se habla de niños o de políticas sanitarias). 

Esta tematización es muy semejante a la que se da en España; las diferencias surgen como resultado de una realidad específica (la prevalencia de la transmisión vertical y la feminización del vih) –Terrón, J. L.; García, R.; Martínez, L. (2010)– y, en menor grado, por tratarse de métodos de observación diferentes –Revuelta, G. et al. (2013)–. 

Debemos añadir que solo en el 9.94% de las piezas se habla de muerte.3 O sea, se puede y se debe hablar de vih/sida sin tener que hablar de muerte, lo que no quita que se deba hacer cuando se considere necesario (comportaría caer en la ocultación, por bien intencionada que sea). En España se observa un descenso, así se pasa de un 28.3% –como se observa en la investigación del 2006– a un 13.8% –en la investigación del 2010–. 

En las piezas estudiadas prevalece un enfoque neutro (64.6%), frente al optimista (20.5%) y al pesimista (14.9%). Con ligeras variaciones, ocurre en todos los diarios. Generalmente, el enfoque optimista se suele ligar a avance biomédico o actitud positiva de las personas con vih. En el caso dominicano también es el resultado de las políticas de salud: el 80% de las personas que lo necesitan ya reciben tratamiento con antirretrovirales. 

También es oportuno subrayar que en una de cada tres piezas (el 36.5%) se habla de prevención, aunque los resultados son muy dispares según los diarios –en España se pasó de un 38.38% en el 2006 a solo un 17.33% en el 2010–. Por otro lado, debemos dejar constancia de que el 56.35% de las piezas incluyen alguna mención a prácticas de riesgo. Esta cifra es superior a la de piezas que tratan de prevención. Casi la totalidad de las piezas que hacen referencia a prácticas de riesgo las vinculan con lo que ha venido llamándose «sexo inseguro». 

En las piezas analizadas también se aprecia que el 54.5% incluyen cifras en su narración (en la investigación del 2010 en España, 23%). 

En cuanto a de quiénes se habla, los resultados, por citaciones, son los que siguen: 

  • –  pvvs: 123 (22.82%) 
  • –  Mujeres: 68 (12.61%) 
  • –  Niños: 63 (11.68%) 
  • –  Embarazadas: 49 (9.09%) 
  • –  Pobres: 29 (5.38%) 
  • –  Jóvenes: 27 (5%) 
  • –  Adolescentes: 21 (3.89%) 
  • –  Toxicómanos: 20 (3.71%) 
  • –  hsh: 19 (3.52%) 
  • –  Prostitutas: 19 (3.52%) 
  • –  Inmigrantes: 11 (2.04%) 
  • –  Presos: 11 (1.48%) 
  • –  Transexuales: 11 (1.48%) 
  • –  Personal sanitario: 3 (0.55%) 
  • –  msm: 1 (0.37%) 

El tema pvvs (o sea, personas que viven con vih) es el que registra un porcentaje más alto. En segundo lugar aparezca el tema mujeres, lo cual es concordante con la proporción de dominicanas infectadas. Eso sí, los resultados de este tema podrían ser mayores si consideramos su correlación con los temas que le siguen en la lista: embarazadas y niños. En definitiva, y como ya hemos escrito, subyace una tematización, la transmisión vertical del vih y, en su caso, el tratamiento con antirretrovirales. Por otro lado, no debemos obviar que cuando se habla de jóvenes y de adolescentes en muchos casos se trata de jóvenes y adolescentes de sexo femenino. 

Por el contrario, HSH y Trabajadoras del sexo están, hasta cierto punto, invisibilizados (por cierto, a estas variables cabría sumar de facto los resultados de Transexuales, dado que son tratadas en tanto que trabajadoras sexuales); recordemos que el 5% de las profesionales del sexo y el 6% de los homo-sexuales de la República Dominicana viven con vih. Reparemos en el hecho de que en la República Dominicana la prevalencia del VIH es del 0.8. 

Hemos de destacar que solo en 17 piezas (un 9.4% del total) se incluyen testimonios y que esa proporción es de un 4.4% si consideramos únicamente a las personas que viven con vih. 

En cuanto a las zonas geográficas de las que se habla, los resultados son bastante homogéneos en todos los diarios. Como era de esperar, la variable República Dominicana es la preponderante, pues aparece en un 64.6% de las piezas, o sea, prácticamente en dos de cada tres (en España no se llega a una de cada dos piezas). Tras la República Dominicana aparecen los países occidentales (en 31 piezas, en las que se habla sobre todo de investigación), los países geográficamente próximos y el resto del mundo. Nos sorprende que la zona geográfica más próxima, América Latina y el Caribe, suscite tan poco interés informativo, solo 9 piezas. 

Con relación a la República Dominicana, se escribe sobre todo de la Región Norte con 25 entradas –con menciones específicas de 10 provincias–, la Región Este con 14, Santo Domingo con 11 y la Región Sur con 5. La provincia de Santiago es la que mayor número de menciones registra, seguida de la provincia de Santo Domingo. En un tercer lugar se sitúa Samaná. Estos resultados no se corresponden con los de prevalencia del vih por regiones o provincias. 

En cuanto a la autoría, y de manera muy sintética, debemos subrayar que solo el 38.7% de las informaciones están firmadas. Eso sí, de nuevo constatamos una gran diferencia entre diarios. Por ejemplo, mientras en El Nacional están firmadas el 60.1% de las piezas, en El Día solo se firma el 19%. Apenas 12 autores (sobre 45) firman más de dos piezas y únicamente cinco periodistas firman tres o más informaciones, lo que denota una baja especialización periodística. Del resto de las piezas, 55 están firmadas por agencias y 70 

aparecen bajo el tema redacción (presumimos que muchas de estas piezas también son de agencia o tienen como fuente a otros medios de comunicación). La agencia más usada es efe (en 23 piezas); le sigue afp en 15, bbc Mundo en 12, ap en cinco y Xinhua en una. 

En otro orden de cosas, los expertos científicos son las fuentes más citadas (41.7%), seguidos de las agencias gubernamentales, con 22.6%. A partir de estas dos agrupaciones de fuentes ninguna otra llega al 10%, aunque las organismos internacionales lo rozan (9.9%). Le siguen los expertos no científicos (9.4%), los centros de investigación (7.4%), las ong (5.8%) y otros (5%). Por debajo del 5% se encuentran los medios de comunicación (3.7%), las publicaciones científicas (3%), los laboratorios (1.8%), las asociaciones profesionales (0.9%) y afectados (0.5%). No tienen ninguna citación como fuente las agencias ni las asociaciones de pacientes

Que las agencias no aparezcan como fuente no debe llevarnos a equívoco: 55 piezas, como mínimo, son totalmente de agencia –en tanto que así aparece la autoría–. También hemos de resaltar que las revistas científicas solo suponen un 3% de las fuentes utilizadas, una cifra evidentemente pequeña; todas ellas son publicciones anglosajonas –cinco en total–, entre las que destacan por citaciones, y con cuatro cada una, Nature Nanotechnology y Plos Pathogens. Ahora bien, del estudio del 2010 en España se desprende que solo el 4.4% de las fuentes correspondía a publicaciones científicas y que todas ellas eran también anglosajonas. 

De las piezas analizadas, tan solo en 10 se habla explícitamente de discriminaciones, o sea, se recogen denuncias por discriminaciones (de nuevo merece la pena una comparación: en la investigación sobre España en el 2010, de 427 piezas solo se enunciaban discriminaciones en 17). Prevalecen las denuncias por discriminaciones médicas y suelen ser las ong el origen y fuente de esa denuncia.
También hemos de consignar que una de cada cuatro piezas incluye contenidos biomédicos, concretamente el 29.8%. Ahora bien, ¿de qué contenidos biomédicos estamos hablando? Como era de esperar, de investigación (50 piezas), seguido de tratamiento (37) y vacuna (11). 

Por otro lado, dos de cada tres piezas contienen algún error científico. La mayoría de estos errores se incluyen en las piezas firmadas. Los errores se concentran, mayoritariamente, en cuatro variables: infectado de sida (43), virus del sida (21), morir de sida (17) y contagio (15). Estos errores los podemos calificar de biomédicos, por lo que nos parece sencillo, con la debida formación, no incurrir en ellos.4 Al no contar con series de datos, no estamos en condiciones de poder decir si se escribe mejor que hace años. Si comparamos estos datos con algunos de las investigaciones realizadas en España (38.4% en el 2008 de piezas con errores, frente a un 26% en el 2010), podemos decir que hay un evidente margen de mejoría. Hemos de subrayar que no se habla de grupos de riesgo, a la par que hemos observado el uso de la expresión personas que viven con vih en sustitución de sero positivos o de personas que sufren, padecen… sida. 

También debemos destacar que, de las 70 piezas firmadas, en 41 casos lo están por una mujer. De nuestra investigación se desprende que ni globalmente hay un enfoque de género ni se percibe que este sea mayor cuando la pieza está elaborada por una redactora. A su vez, cabe reseñar que solo en 19 piezas la mujer tenía un rol destacado: 12 como actora, 4 como testimonio y 3 como experta. 

Acabamos este apartado haciendo una referencia explícita a la tuberculosis.

La infección por vih y la tb están tan íntimamente relacionadas que a menudo se habla de «coepidemia», «epidemia dual», tb/vih o vih/tb.
Al menos un tercio de los 38.6 millones de personas que hay en el mundo infectadas por el vih también están infectadas por el bacilo de la tb, y corren un riesgo mucho mayor de padecer tb activa, y un 12% de las muertes mundiales por tb corresponden a personas infectadas por el VIH. 

Insertamos estos datos para que el lector tome conciencia de la importancia de escribir sobre tb cuando se trata el vih/sida. Sin embargo, solo una pieza en cada uno de los diarios habla de tb (y en 4 ocasiones es un mismo hecho noticioso, a partir de una denuncia de discriminación sufrida por un paciente) y solo en un diario, El Nacional, aparece vinculados en un titular: «Alertan incremento casos sida y tuberculosis». 

Discusión y conclusiones 

Quisiéramos realizar en este apartado una serie de reflexiones a partir de los resultados obtenidos. En primer lugar, debemos referirnos a que si, como se viene diciendo, se ha llegado «a un agotamiento del tema», en espera de la gran noticia (cura del vih), los criterios de noticiabilidad habrían desterrado este tema informativo de la agenda de los medios. Permítasenos algunos comentarios al respecto. 

Ese supuesto agotamiento es más una percepción (subjetiva) que el resultado de unas investigaciones (que no se han hecho). En nuestro caso, hemos visto que la caída en la información sobre el vih/sida en España coincide con la crisis económica de los medios estudiados, que ha supuesto recortes de plantillas y de contenidos. ¿La disminución sobre el tratamiento del vih/ sida se debe al agotamiento del tema o a la crisis del medio?, ¿en qué proporción? Sin tener una respuesta a estas preguntas solo deberíamos hablar de hipótesis. 

Por otro lado, ese supuesto agotamiento informativo del tema (por cierto, un descubrimiento científico de calado también se agota informativamente) solo podría ser compensado con tratamientos informativos distintos, desde perspectivas diferentes. En el caso que nos ocupa, recordemos que solo aparecen tres piezas interpretativas (y divulgativas), es evidente que estos dos supuestos son posibles y deseables. ¿Por qué deseables? Como mínimo por dos razones, que suplirían a dos carencias que hemos detectado entre los diarios analizados: permitirían dar voz a las personas que viven con vih o a sus allegados y con el registro divulgativo harían más comprensibles ciertas informaciones científicas a la vez que podrían incidir más en la prevención. 

Y como venimos sosteniendo en nuestros estudios, los resultados presentados ponen en duda el razonamiento, que nos atrevemos a denominar mecanicista, de que la agenda de los diarios es idéntica o muy semejante. Ya Martín Llaguno (2000), al referirse a la etapa de la epidemia del sida que denomina de normalidad activa, señala que comenzaban a aparecer divergencias en la selección de las informaciones dependiendo del diario. 

Todas las investigaciones que venimos realizando, y esta también, muestran claramente como los acontecimientos previsibles e institucionalizados determinan la agenda de los medios. En nuestro caso supone una sobresaturación informativa para las redacciones y para los destinatarios, hasta tal punto que podríamos hablar de ciclos regulares de agotamiento informativo. Esta práctica, que hemos observado como universal, debería corregirse dado que esa sobresaturación informativa, que también responde a lo que se considera políticamente correcto –hablar cuando corresponde del vih/sida–, puede ser percibida como infoxicación. Tengamos en cuenta, además, que no solo los hechos informativos se acumulan esos días (por ejemplo, en torno al Día Mundial del Sida), sino que los diarios van reservando informaciones para esa fecha, por lo que el efecto de sobreexposición informativa se multiplica. 

Los resultados de la investigación nos muestran, a su vez, que se puede y debe hablar del vih y del sida sin tener que hablar de muerte. Consideramos que esta actitud a la hora de informar no solo deviene de una toma de conciencia por parte de los informadores (vih no es igual a muerte; destacar la muerte es comenzar a estigmatizar): es el resultado, sobre todo, de la paulatina universalización de los tratamientos con antirretrovirales, hasta el punto de hablarse de cronificación del sida.

Por otro lado, hemos visto como en una de cada tres piezas se habla de prevención. Cabe preguntarse si es una proporción adecuada y más ahora que se está dando un repunte de las infecciones. Pero, sobre todo, esta pregunta supone interrogarnos por el rol que han de jugar el periodismo y los medios de comunicación respecto a la salud y respecto a las políticas del gobierno, cuestión esta poco debatida y que, de manera un tanto simple, se puede resumir, por una parte, en la reivindicación del profesionalismo por parte de los periodistas y, por otra, en la exigencia –por parte del gobierno y de instituciones y profesionales de la salud– de que el periodista asuma funciones de agente de salud. Este es un debate crucial que va más allá de nuestro objeto de estudio y que, hoy por hoy, está en sordina. 

Abundando en el tema de la prevención, debemos considerar que se puede escribir de prácticas de riesgo sin hacerlo sobre prevención, aunque difícilmente se puede escribir sobre prevención sin hacerlo sobre prácticas de riesgo. En muchos casos, se piensa que tratar sobre prácticas de riesgo es hacerlo ya sobre prevención, y no es así. Como hemos podido observar, cuanto más lejano es el origen de una información, más probable es que escriba sobre prácticas de riesgo y no, explícita o implícitamente, sobre prevención. Evidentemente, en las piezas analizadas, cuando se habla de riesgos, se habla en la gran mayoría de los casos de «sexo inseguro». Eso sí, creemos que con relación a las prácticas sexuales los escritos suelen ser en exceso pacatos, moralistas o alambicados, lo que acaba siendo perjudicial si lo que pretendemos es abundar en la prevención. 

Dada la prevalencia de infecciones entre profesionales del sexo (5%) y homosexuales (6%), nos preocupa la cuasi invisibilidad de estos grupos vulnerables en la prensa dominicana. No somos de la opinión de que la agenda informativa deba responder mecánicamente a los datos epidemiológicos, pero sí creemos que debe considerarlos. En este caso, nos preguntamos hasta qué punto el moralismo y la ideología pesan a la hora de excluir a estos colectivos de la agenda informativa. Por otro lado, atendiendo a los determinantes sociales, nos preocupa que el tema pobreza no sea muy considerado y nos sorprende, favorablemente, que pese a la crisis migratoria con Haití se hable tan poco de inmigrantes

Aunque previsible, no deja de producirnos inquietud el que los medios dominicanos hablen tan poco sobre las Américas (si exceptuamos EE.UU.). No creemos que esto sea exclusivo al tema vih/sida, lo que nos lleva a pensar en la dicotomía entre un discurso político –en numerosas ocasiones grandilocuente, de integración regional– y una agenda mediática que muestra lo contrario. Consideramos que en este asunto se abren unas posibles líneas de investigación a las que los investigadores iberoamericanos deberíamos prestar atención. 

Y en otro orden de cosas, pero siguiendo con el tratamiento informativo por regiones, al escribir sobre la República
Dominicana, apuntábamos que los resultados (o sea, de qué regiones o provincias se escribe más) no se corresponden con los de prevalencia del VIH por regiones o provincias.
Al respecto, cabría hacer dos observaciones: la primera, y que tiene que ver con un centralismo a la hora de configurar la agenda de los medios informativos en todo el mundo, es pedir un mayor equilibrio, aunque eso supone mayores costes con un rendimiento en aumento de lectores quizás poco apreciable; eso sí, creemos que deberían prevalecer criterios de calidad (informativa) sobre los de cantidad. La segunda –ya la hemos enunciado antes– es la de si los criterios epidemiológicos han de marcar la agenda de los medios. Como nos demuestra Pablo Francescutti (2012), en España no se da esa relación directa. La pregunta es: ¿hasta qué punto debe darse y en qué situaciones?, cuestión esta que debería merecer la atención de los especialistas en comunicación y salud. Y sirvan como ejemplo algunos de los resultados de esta investigación: a pesar de la evidente relación entre tuberculosis (tb) y vih, los medios estudiados no la tienen en cuenta y no ha conseguido que se abra un hueco en su agenda. 

De los resultados en cuanto a las fuentes utilizadas, querríamos extraer varios considerandos. Reparemos en el hecho de que los «afectados» solo suponen un 0.5% y que solo un 4.4% de las piezas incluyen como testimonios a personas que viven con vih (los testimonios suelen usarse cuando el enfoque de la información es pesimista). En definitiva, las personas, sus voces, están ausentes en las informaciones y el escaso 5.8% de las ong6 no bastan para que estas se reflejen directa o indirectamente ni en el tratamiento ni en la agenda de los medios. En muchos casos son las propias personas que viven con vih las que no quieren aparecer en los medios, lo que nos da a entender que la estigmatización social sigue existiendo. Recordemos que el macrogénero más utilizado es el informativo, por lo que es muy difícil que estas voces quepan en las piezas informativas. 

El que todas las revistas científicas empleadas como fuente sean anglosajonas es un dato que no debemos dejar pasar, pues se adivina una falta de pluralismo en la construcción del panorama científico global. No olvidemos que se trata de publicaciones de referencia capaces de marcar la agenda científica mundial. A la vez, se aprecia una gran dependencia de las agencias para informar sobre investigación y tratamientos con antirretrovirales; estas piezas no se trabajan lo suficiente como para ser la base de piezas originales que puedan, por el tratamiento de su contenido, estar más próximas al lector. Consideramos que existe una gran dependencia del exterior para cubrir este tipo de hecho noticioso. 

Esto nos lleva a plantearnos una cuestión crucial: la necesidad de especialización de los periodistas en salud. Los datos de la investigación indican la necesidad de una mayor capacitación y de que esta sea fruto de la formación y no del profesionalismo. Solo de esta manera podrá lo complejo tornarse inteligible, tener una agenda no dependiente de la que marquen ciertas publicaciones internacionales y construir enfoques nuevos en torno al VIH/sida. 

Y para acabar este apartado, una última cuestión. Es evidente que falta una perspectiva de género a la hora de tratar el vih/sida, a pesar de que la mayoría de las piezas firmadas están redactadas por mujeres. Al comienzo de esta ponencia escribíamos que esta investigación tiene una finalidad de intervención social. Pues bien, en la sesión en que los resultados de la investigación se hicieron públicos,7 el director de conavihsida, el Dr. Víctor Terrero, se comprometió públicamente a que la perspectiva de género fuera una de las piedras angulares de las actuaciones de este organismo durante el año 2014 y, a su vez, a propiciar la capacitación científica de los periodistas dominicanos que tratan los temas de salud. 

Elina María Cruz es directora de Comunicación de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode) y directora del Centro de Investigación de la Comunicación (cic) de la misma entidad. Editora de la Bibliografía dominicana de la comunicación (2008) y de El libro blanco del periodismo dominicano (2011). Junto a José Luis Terrón, del InCom-uab, coordinó la investigación VIH/sida y medios en la República Dominicana (2013). Realizó un máster en Ciencia Política para el Desarrollo en la Universidad de Salamanca y se licenció en Comunicación Social por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. 

José Luis Terrón Blanco es doctor en Comunicación y director del Observatorio de Comunicación y Salud del Instituto de Investigación de la Comunicación (InCom) de la Universitat Autónoma de Barcelona (uab). También es profesor del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la uab. Dirigió el estudio «El tratamiento del vih/sida en la prensa española», antes de conducir la investigación sobre cómo los medios dominicanos abordan el tema, junto con el Centro de Investigación de la Comunicación de Funglode. La publicidad y los trastornos de conducta alimentaria también han sido objeto de estudio del especialista. 

Notas 

1 El equipo de investigación está dirigido por José Luis Terrón, del InCom-uab, y lo componen Elina María Cruz (coordinadora en la República Dominicana, Funglode), Edel Aguasanta (Funglode), Jenny Almonte (Funglode), Leonela Taveras (Funglode) y Ramon G. Sedó (InCom-uab). 

2 Unas 1300 mujeres reciben antirretrovirales para prevenir la transmisión vertical.
3 En la República Dominica, durante el 2014, se estiman unas 1,900 muertes provocadas por enfermedades oportunistas. 

4 Tan solo a una pieza cabría calificarla como alarmista: «Mueren más personas por hepatitis B en un día que por sida en un año» (Diario Libre, 19-10-2012).
5 En el 2014 se estima que cerca del 90% de las pvvs dominicanas tendrán acceso a los antirretrovirales. 

6 Datos que se complementan con los que siguen: en 35 piezas se habla de ong, lo que supone un 19.9% del total; son sujetos informativos secundarios.
7 El 28 de noviembre del 2013, en la sede de Funglode, Santo Domingo. 

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Francescutti, P: (2012). «Epidemiología televisiva: las patologías de los españoles según los informativos», en Semir, V. y Revuelta, G. (coords.): El periodismo biomédico en la era 2.0. Barcelona: Cuadernos de la Fundación Dr. Antonio Esteve, 25, 31-38. 

infosida (2006). «Vacunas preventivas contra el vih». Washington: Departamento de Salud. <http://infosida.nih.gov/contentfiles/VacunaspreventivascontraVIH_FS_sp.pdf>. 

Martín Llaguno, M. (2000). «De la detección al recuerdo: una historia periodística del sida», Zer, 8. <http://www.ehu.es/zer/zer8/8martin3.html>. [Consulta: 8 de junio del 2010]. 

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Terrón, J. L. (2014): «El tratamiento del vih/sida en los medios impresos de España y de la República Dominicana: el papel de las ong en la formación de la opinión pública», en Martínez Hermida, M. A. (ed.): Opinión pública [en prensa]. Colombia: Universidad del Rosario. 

–(2012): «El tratamiento del vih/sida en los medios españoles, investigar para propiciar nuevos relatos periodísticos», Comunicação e Sociedade, número especial, 57-67. 

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Terrón, J. L.; García, R.; Gorozpe, M. J.; Martínez, L. (2006). El tratamiento del vih/sida en los medios de comunicación escritos españoles: ABC, El Mundo, El País, El Periódico y La Vanguardia (octubre 2005 – marzo 2006). Barcelona: InCom. <http://www.portalcomunicacion.com/ocs/down/20061110_inves_VIHsida.pdf>. 


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