Triana Aybar y Stephanie Rodríguez
Triana Aybar ha realizado estudios de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid (ucm ). Trabaja en Funglode desde el año 2005, donde se desempeña como analista e investigadora sobre temas internacionales, y pertenece al Observatorio Económico de la República Dominicana. Ha realizado diversas investigaciones y coordinó e implementó el Primer Seminario-Taller Regional para Periodistas sobre Naciones Unidas y Asuntos Globales en el año 2008. Es miembro honorario del Consejo Dominicano de Relaciones Internacionales (cdri).
Stephanie Rodríguez es licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Suffolk, en Boston. Cuenta con una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Desde el 2004 colabora con la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), y actualmente se desempeña como analista e investigadora sobre temas internacionales. Es miembro honorario del Consejo Dominicano de Relaciones Internacionales (cdri), de Funglode.
La Unión Europea, América Latina y el Caribe comparten lazos históricos y culturales. A través de los años estos vínculos han sido consolidados mediante espacios de diálogo basados en tres ejes temáticos: diálogo político, cooperación económica y comercio. Estos diálogos motivaron las Cumbres de la ue-alc, en la actualidad celacue. En este artículo se desarrolla un análisis retrospectivo sobre los acontecimientos, avances y retos que genera esta relación entre ambas regiones, en la cual aún se trabaja para consagrar una asociación estratégica birregional ecuánime y satisfactoria para todos los países vinculantes. A pesar de que para algunos el mecanismo de las cumbres parece estar agotado, lo cierto es que dentro de sus respectivos contextos en cada una de estas se han logrado avances significativos.
En los últimos 40 años las relaciones entre la Unión Europea (ue) y América Latina y el Caribe (alc) han evolucionado hacia la institucionalización a través de diferentes espacios de diálogo a nivel regional, subregional y bilateral, enfocándose en tres ejes importantes: diálogo político, cooperación económica y comercio. Como resultado de esos años de diálogo quedaron instauradas en 1999 las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno ue-alc, que se celebran bianualmente con el propósito de lograr la consolidación de una «asociación estratégica» y un diálogo político que permita a los líderes intercambiar ideas y cooperar en la búsqueda de soluciones a los problemas y desafíos, así como identificar los intereses comunes que puedan beneficiar a ambas regiones.
Diversos factores influyeron en la realización de las cumbres. Entre estos se puede mencionar la tercera ola de democratización1 en América Latina, durante la cual los países no solo lograron consolidar la democracia como sistema político, sino que también adoptaron medidas socioeconómicas y políticas de carácter liberal que favorecieron el comercio y las relaciones con otros países y regiones. Asimismo, el fin de la Guerra Fría y el sistema bipolar a principios de la década de 1990 ofreció un nuevo contexto internacional aprovechado por países y bloques regionales, como es el caso de la Unión Europea. La inserción de España y Portugal a la ue en 1985 fue por igual un factor importante en el comienzo de las cumbres. De hecho, la iniciativa para realizar la primera cumbre se atribuye al expresidente español José María Aznar, quien en 1996 durante la VI Cumbre Iberoamericana propuso la creación de un diálogo permanente entre las dos regiones que incluyera el Caribe.
La primera cumbre celebrada en Río de Janeiro (Brasil, 1999) sentó las bases para la asociación estratégica y abrió paso a futuras negociaciones. En el 2002, la segunda cumbre celebrada en Madrid (España), a pesar de estar marcada por una estricta agenda de seguridad y terrorismo tras los ataques del 11 de septiembre,2 logró reafirmar el deseo común de consolidar la asociación estratégica interregional. La Cumbre de Guadalajara del 2004 obtuvo ciertos avances al incluir temas como cohesión social, multilateralismo e integración regional, aunque la reciente expansión de la ue dificultó el diálogo y el desarrollo de la agenda.
La cuarta cumbre, realizada en Viena (Austria, 2006), incluyó temas tales como energía, desarrollo sostenible, crecimiento económico, empleo y migración, e integró nuevos actores al diálogo como las Naciones Unidas, la Secretaría General Iberoamericana (segib) y la sociedad civil, pero su éxito se vio afectado por la polarización política que atravesaba América Latina tras el surgimiento de gobiernos populistas y por la dificultad de Europa para definir un liderazgo concreto sobre el futuro de la integración.3 La Cumbre de Lima (Perú, 2008) tuvo la agenda más específica, centrándose en tres temas: pobreza e inclusión social, desarrollo sostenible y cambio climático. A pesar de los esfuerzos por evitar los extensos diálogos, no tuvo resultados satisfactorios debido a la falta de consenso por parte de los países latinoamericanos. La sexta cumbre (Madrid, 2010) logró importantes conquistas en los acuerdos de asociación con diferentes países de América Latina, y en ella se aprobó la creación de la Fundación eulac, que constituyó un avance para la asociación birregional, aunque no se lograron grandes avances para su consolidación.
La cumbre más reciente hasta la fecha, la celebrada en Santiago de Chile en enero del 2013, aunque fue el primer encuentro celac-ue e integró nuevas modalidades de diálogo como la Primera Cumbre Judicial celac-ue y la Primera Cumbre Académica alc-ue, estuvo marcada por dificultades, dada la crisis que todavía atraviesa la Unión Europea.
De modo que, en sus primeros años de gestión, las Cumbres ue-alc presentaron resultados débiles, dificultando la colaboración estratégica. Principalmente, por una falta de voluntad política de la Unión y, colateralmente, por la debilidad de la alc como comunidad política. Estos factores impidieron la ejecución de acciones concretas, pues ante cualquier tipo de compromiso internacional, la voluntad política de los actores en escena juega un papel primordial para la determinación de los intereses comunes y los objetivos específicos.
El carácter heterogéneo de ambas regiones es otro factor importante a considerar –conviene resaltar las marcadas desigualdades económicas, políticas y sociales entre los países de América Latina y el Caribe–, por lo que establecer un diálogo político, llegar a un consenso, y mucho más a una asociación estratégica, puede ser complejo. Sin embargo, el hecho de que las dos regiones compartan lazos históricos y culturales, e intereses económicos comunes, ha facilitado el acercamiento y el fortalecimiento de la presencia política y la cooperación entre ambas.
En este nuevo contexto global marcado por una crisis financiera, que ha afectado particularmente a Europa, las cumbres resultan ser el mecanismo de diálogo más importante puesto que ambas regiones se necesitan mutuamente para continuar ampliando y promoviendo las relaciones políticas, económicas y sociales. No solo América Latina juega un papel primordial en el desarrollo de esta asociación estratégica, sino que también el Caribe se ha transformado, pasando de ser un actor principalmente político y receptor de ayuda a un ente comercial de gran importancia para la ue. Por su parte, ante la actual crisis económica internacional, América Latina no puede estar mejor posicionada. Desde el inicio de la crisis, «la situación de la ue se ha ido deteriorando hasta poner en juego su propia construcción institucional […]; mientras que América Latina ha mantenido un fuerte crecimiento económico, animado por la bonanza exportadora hacia Asia y el crecimiento de la demanda interna»;4 lo que ha permitido una disminución en los niveles de pobreza y desigualdad en la región, provocando una expansión de la clase media. Mientras el debilitamiento económico de algunos países de la ue los ha alejado de las condiciones de otorgar una oferta cualificada, y aquellos aún estables implementan mecanismos para resguardar su economía, países como China y los Estados Unidos fortalecen sus lazos con Latinoamérica y los países caribeños a través de inversiones, de la exportación e importación de productos y de la demanda de bienes y servicios.
Tras más de diez años de relación birregional se ha logrado establecer diversos acuerdos estratégicos y un sinnúmero de programas de acción, que han permitido alcanzar mejores niveles en distintos sectores de los países de alc. A pesar de estos resultados, la relación entre ambas regiones presenta grandes retos para continuar impulsando su integración, tales como la crisis económica internacional, que ha afectado la cooperación al desarrollo –proveniente principalmente de países de la ue–; la ausencia de una Europa compactada como un todo, y la debilidad de las instituciones, ahora cuestionadas en Europa, y que aún está presente en los países de alc.
La perspectiva a futuro nos ubica ante una América Latina con mayor autonomía ante la comunidad internacional; una región que «comienza en lo político por tratar de mirar un poco más hacia adentro sobre cómo puede movilizar ciertas fuerzas que le puedan dar una mayor capacidad de autonomía en ciertas cosas, comenzando por el tema de cooperación económica».5 No obstante, se requiere de mejores mecanismos estratégicos de integración por parte de alc, pues actualmente carece de un lobby cohesionado y eficaz en Bruselas y en los países miembros de la ue, 6 lo cual permitiría que la región se exprese mediante una única voz y actúe de forma coherente frente a las instituciones y gobiernos de Europa al presentar sus demandas,7 lo cual garantizaría su presencia en las agendas de las instituciones comunitarias y del diálogo trasatlántico.
Las cumbres permiten a los gobernantes emprender acciones más acabadas y concretas mediante múltiples encuentros, no solo bilaterales sino también regionales y multilaterales. Por lo tanto, es importante reflexionar sobre cómo han ido evolucionando y qué hacer para potenciarlas, pues la diplomacia de cumbres es unos de los instrumentos más importantes del sistema internacional;8 el reto está en lograr que este mecanismo sea más eficiente ante un mundo cambiante. La incertidumbre radica en la capacidad de los países, principalmente los que están en vías de desarrollo, de poner en ejecución los programas, iniciativas y proyectos que surgen como resultado de las cumbres y sus posteriores reuniones ministeriales.
En la actualidad, las situaciones políticas, económicas y sociales son distintas a las de hace diez años, ya que contamos con una América Latina, incluyendo el Caribe, más fuerte y sobre todo mejor estructurada, encaminada hacia la institucionalización; muestra de ello es la creación de la celac. Aunque esto no la exime de las asimetrías que impactan en ambas regiones, principalmente en los aspectos económicos pero también en las áreas de educación, innovación y ciencia, o incluso en la propia dinámica de integración regional.9 En este momento, la región latinoamericana lucha por convertirse en un socio estratégico rentable, no solo para Europa sino también para otras regiones emergentes, como el continente asiático; ejemplo de esto es que Argentina y Brasil han sustituido a la ue por China, colocando a este último país como uno de sus principales socios comerciales. Por otro lado, los Estados europeos, aunque conscientes de la importancia de una constante integración con alc, están centrados en el fortalecimiento de su economía ante la crisis que atraviesan en la actualidad.
La gran paradoja es que América Latina no ha sido del todo una prioridad para Europa, ni Europa está siendo en la actualidad una prioridad para América Latina.10 Hace falta que ambas regiones delimiten sus intereses: la prioridad es determinar el qué quieren y el cómo lograrlo, para luego concretizar las aristas en común donde estas puedan beneficiarse.
El surgimiento de la celac no solo establece un cambio formal,11 sino también la oportunidad de entablar un diálogo birregional con más equilibrio por el hecho de que las dos regiones están representadas a nivel institucional. Esto generará, sin duda, «un intercambio más constructivo y eficiente, al tener América Latina y el Caribe objetivos comunes definidos en un Plan de Acción para la región».12 En definitiva, es incuestionable que Latinoamérica, en todo su conjunto, se encuentra en una etapa excepcional de bonanza, crecimiento económico y disminución de los niveles de pobreza, lo cual ha provocado un aumento de la clase media. Sin embargo, aunque ha aprendido de sus errores, es imprescindible que la región no se instale únicamente en un rol pasivo de optimismo, sino que debe continuar trabajando en las áreas de investigación, desarrollo y educación, realizando reformas del Estado esenciales y estableciendo mejores líneas de institucionalización, lo cual otorgaría mayor confianza a las entidades estatales por parte de los ciudadanos y garantizaría mayores áreas de innovación y oportunidades.
Tras siete Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y América Latina y el Caribe –ahora celac-ue–, el compromiso sigue siendo el mismo: consolidar la asociación estratégica entre ambas regiones. Pero a pesar de que para muchos el mecanismo de las cumbres parece estar agotado, lo cierto es que dentro de sus respectivos contextos se han logrado avances significativos y se han creado importantes programas y medidas. Por esta razón, para lograr dicho compromiso, el sistema de cumbres debe continuar con su importante rol de mantener fuertes los vínculos entre ambas regiones a través del espacio de diálogo político, económico y social que ofrecen.
Notas
1 Huntington, S. H., La tercera ola. La democratización a finales del siglo xx, 1994.
2 Sanahuja, José Antonio, «La Cumbre de Guadalajara (México, 2004) y el interregionalismo en las relaciones Unión Europea-América Latina y el Caribe», septiembre del 2004.
3 Bermúdez, Pablo, y Soriano, Juan Pablo, «Energía, polarización y búsqueda de liderazgos», Cumbre de Viena, Observatorio de Política Exterior Europea, 2006.
4 Sanahuja, J. A., «América Latina y la crisis europea ¿una relación más equilibrada?»
5 Iglesias, E. V., Europa y América Latina en el contexto de la crisis.
6 Del Arenal, C., Las relaciones entre la ue y América Latina: ¿abandono del regionalismo y apuesta por una nueva estrategia de carácter bilateral?, Real Instituto Elcano.
7 Ibídem.
8 Jarque, Carlos M.; Salvadora O., María, y Quenan, Carlos, América Latina y la Diplomacia de Cumbres, México, Secretaría General Iberoamericana, 2010.
9 Malamud, Carlos, Las relaciones entre la Unión Europea y América Latina en el siglo xxi: entre el voluntarismo y la realidad, 2010, pág. 5.
10 Ibídem, pág. 9.
11 Rodrigo Gaete Vidal, «Balance de actividades al 2.º semestre de 2011», Santiago de Chile, Presidencia chilena celac-ue, 2011, pág. 1.
12 Ibídem, pág. 1
Bibliografía
Bermúdez, Pablo, y Juan Pablo Soriano: Energía, polarización y búsqueda de liderazgos, Cumbre de Viena Observatorio de Política Exterior Europea, 2006.
Del Arenal, Celestino: Las relaciones entre la UE y América Latina: ¿abandono del regionalismo y apuesta por una nueva estrategia de carácter bilateral? Real Instituto Elcano, 2009, .
Gaete Vidal, Rodrigo: «Balance de actividades al 2.o semestre de 2011», Santiago de Chile, Presidencia chilena celac-ue, 2011.
Huntington, S. H.: La tercera ola. La democratización a finales del siglo xx, México, Ediciones Paidós, 1994.
Jarque, Carlos M.; María Salvadora O., y Carlos Quenan: América Latina y la Diplomacia de Cumbres, México, Secretaría General Iberoamericana, 2010.
Malamud, Carlos: Las relaciones entre la Unión Europea y América Latina en el siglo xxi: entre el voluntarismo y la realidad, Río de Janeiro (Brasil), Plataforma Democrática, 2010. Sanahuja, José Antonio: «La Cumbre de Guadalajara (México, 2004) y el interregionalismo en las relaciones Unión Europea-América Latina y el Caribe», Circunstancia,. año II, número 5, septiembre del 2004.
— «América Latina y la crisis europea ¿una relación más equilibrada?» Nueva Sociedad, Democracia y Política en América Latina, Fundación Friedrich Ebert,
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