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El rol de la prensa dominicana frente al liderazgo político postrujillista

by Yanela Zapata García
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El ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo en mayo de 1961 significó más que la muerte de un dictador. Con el tiranicidio a la sociedad dominicana se le presentaba el desafío de abrirse a la posibilidad de vivir en democracia y de perder la costumbre de 31 años de sometimiento al miedo y al atropellamiento de los derechos. La muerte del tirano supondría la caída de todo un sistema monopolista y la apertura a un paradigma pluralista y democrático.

Trujillo: monopolista Uno de los retos que se presentan a partir de mayo de 1961 es el tema de la libre participación política. Durante la dictadura, el abuso y acaparamiento absoluto del poder convertía al país y al Estado en empresas de exclusiva propiedad de Trujillo y de sus allegados, en detrimento de un libre ejercicio de los derechos y deberes civiles. La historia recuerda cómo, ante su llegada al Gobierno, Trujillo procedió a la eliminación de caudillos dominicanos, entre los que se encontraron Cipriano Bencosme y Desiderio Arias. De ahí en adelante se marcaría una advertencia a quienes se atrevieran a hacer competencia u oposición al dictador. Bosch (2005: 159) aseguró: “El dictador se dedicaba a someter al pueblo. Para esta tarea dirigió su acción hacia los partidos políticos, pues su sentido de la realidad le indicaba que el pueblo por sí solo, como masa sin organización, no era peligroso. Lo era en la medida en que tuviera líderes políticos que lo dirigieran.” Con esta idea en la cabeza, el dictador se dedicó a liquidar a los dirigentes y a crear un partido, el Dominicano. Fundado en 1931, esta asociación política fue una de las piezas del rompecabezas que evidencia el monopolio de poder que había alrededor del Jefe. No podía existir ningún otro partido o grupo político que no fuera el de Trujillo, y si existía, no era más que un intento del tirano para aparentar que había libertad política. Galíndez (1976: 151) expresó: “En la era de Trujillo no ha existido más que un solo partido político a partir de 1931, fecha en que quedaron definitivamente eliminados los partidos políticos anteriores. Ese único partido es el Partido Dominicano. Jefe: Trujillo”. En la Enciclopedia Virtual Dominicana (p. 4) se precisa que “el carné de miembro del partido se convertiría en un documento obligado para todos los dominicanos mayores de edad […] Quien no tuviese ese documento podía ser acusado de delito de vagancia, y el 10% de los sueldos de los empleados públicos era entregado a su Partido Dominicano”. De manera simultánea, y como otra de sus estrategias, el dictador emprendió acciones contra la prensa, la radio y toda manifestación escrita o hablada que no siguiera sus designios. Ningún otro núcleo político que no fuera el suyo podía expresarse en la esfera pública. Galíndez (1976: 138) afirmó que “en la República Dominicana no existe libertad de crítica política.

Y se impone por todos los medios el elogio al régimen y a su benefactor Trujillo”. En todos los aspectos de la vida nacional, este tirano ejecutaba pautas para promocionarse como el mesías de la República Dominicana. Martínez (2003: 466) señala una de esas ocasiones, al decir que en 1940 Trujillo se autoproclamó como “Restaurador de la independencia financiera dominicana”, después de que firmara el tratado Trujillo-Hull el 24 de septiembre de ese año. Toda esa campaña de exaltación de la figura del líder autoritario era dirigida por sus apologistas, quienes se encargaron en sus respectivas funciones de elogiar en exceso la personalidad del sátrapa. La práctica de colocar la fotografía de Trujillo en escuelas y oficinas públicas fue otro indicio de que se vivía en un régimen personalizado y autoritario. Se estableció mediante ley que en todas las oficinas del Estado y entidades educativas del país debía tenerse en el interior su imagen. Balaguer (2000:77) habla de la idolatría que había alrededor de la figura del Jefe y asegura que: “Nadie en América, en cuya historia abundan tantos autócratas menudos y tantos caudillos pintorescos, ha impuesto el culto a la personalidad con la energía y la dimensión con que lo impuso Trujillo. Trujillo no admitió jamás la presencia, en el escenario en que ejerció su dominio, de ninguna figura que pudiera rivalizar con la suya. Durante su régimen, caracterizado por la influencia absorbente de su nombre y por la suma de poderes que acumuló en sus manos, todas las virtudes debieron permanecer cautelosamente enclaustradas.” 

Situación de la prensa en la era “¿Cuál es la característica uniforme de la prensa dominicana? Una sola: la adulación a Trujillo. En la República Dominicana no hay censura de prensa, no es necesaria” Galíndez (1976). De acuerdo con Cruz Sánchez (2007: 203), cuando Trujillo llegó al poder sólo existían en la República Dominicana cuatro periódicos de circulación nacional: Listín Diario, La Opinión, El Diario y La Información; todos de propiedad privada. En otras 15 ciudades se publicaban más de 40 periódicos y revistas provinciales. El contenido de las publicaciones de la época indica que la prensa durante la tiranía era un mecanismo que desviaba la atención de lo que sucedía a nivel estatal. Las informaciones, en su mayoría, consistían en noticias relacionadas con el deporte, la moda, eventos sociales y otros temas ajenos a la política. Cordero (1987: 36) escribió: “La prensa, la radio y la televisión, repiten sin cesar hasta el paroxismo los mismos slogans que penetran en todos los rincones del país […]. Los temas de esta propaganda no difieren mucho de otras propagandas totalitarias: la paz, el orden, el bienestar material y el grandor de la Patria son asociados con la persona del dictador. Son el reflejo condicionado sobre el que gira la propaganda política del régimen.” Uno de los hechos que manifestó el dominio de Trujillo sobre la prensa fue la instauración del Día del Periodista, en 1934. Cada cinco de abril el tirano dirigía sus felicitaciones a los trabajadores del periodismo. Mejía (2008) expresa que en una de sus cartas de felicitación Trujillo dijo: “[…] que debe satisfacer la constante avidez de conocimiento de los hombres y su indispensable necesidad de orientación, y contribuir a señalarles las rutas más rectas y convenientes para proteger a la civilización y a la cultura contra las insidias que pretenden torcer su rumbo en beneficio de intereses injustos o destructores […]”. Más adelante (p. 31) dijo: “La experiencia nos ha mostrado cuánto mal puede hacer un periodista que actúa inspirado por oscuras ambiciones, por torpes ideologías, por conceptos”. Al referirse a determinados periódicos de la época, Cordero (1987: 37) aseguró que existían tres periódicos de circulación nacional en la década de  os cincuenta cuyo servilismo frente al régimen era absoluto: La Nación, El Caribe y La Información. “Se ha llevado a tal grado la eficacia de la maquinaria propagandística que existe entre ellos una completa división del trabajo con el fin de dirigirse a diferentes capas sociales con un lenguaje político. Por ejemplo, el diario La Nación aparece con un tono moderado, dedica mayor atención a los intelectuales y a los problemas obreros que su compañero citadino El Caribe, que es para el consumo de la clase media liberal. La Información de Santiago se concentra sobre asuntos de interés local. Su misión es la de satisfacer el regionalismo tradicional de la zona del Cibao dentro de las líneas políticas de la dictadura.” 

Rol de la prensa: 1962 y 1963 A partir del asesinato de Rafael Leónidas Trujillo, la República Dominicana atravesó por una crisis política que acentuó aun más las problemáticas que afectaban los planos económico y social. El fin de las dictaduras en América Latina, las luchas ideológicas y el triunfo de la Revolución cubana fueron hechos que contribuyeron a ese estado de incertidumbre y disputa por el poder a nivel nacional. Así se comienza a gestar una dinámica política en la que Unión Cívica Nacional (ucn), encabezada por Viriato Fiallo; el Partido Revolucionario Dominicano (prd), con Juan Bosch al frente, y el Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1j4), dirigido por Manolo Taváres Justo, se activaron para luchar por el poder. El Movimiento 1j4 más tarde renunció a participar en las elecciones. Según afirman políticos e historiadores (tales como Raful, 2009, y Martínez Almánzar, 2000) se habla de un estado “de apertura democrática” a partir de la muerte del tirano, del que se beneficiaron diferentes renglones de la vida nacional, entre estos, la prensa. Cruz (2007: 237) explica que después de la muerte del tirano, “la prensa escrita dominicana, al igual que todos los demás aspectos de la vida nacional, conoció una nueva etapa donde floreció de manera paulatina la libertad de prensa”. Los periódicos de circulación nacional Listín Diario, La Información, La Nación y El Caribe no fueron la excepción. Cuando Trujillo fue ajusticiado sólo La Información, diario periodístico de Santiago de los Caballeros, y El Caribe circulaban; los demás fueron cerrados años antes de la caída de la dictadura. En 1962 reapareció La Nación y al año siguiente el Listín Diario. En 1963 ninguno de estos diarios excedía los 30,000 ejemplares por día. El Caribe, que era el de más importancia en materia de estructura gráfica, de contenido y de circulación, alcanzaba esta cifra. A continuación le seguían el Listín Diario, con 15,000; La Nación, con 10,000 ejemplares diarios, y La Información, con 5,000. Pero el detalle a saber con respecto a la prensa de esa época es en qué medida fue un canal para los principales líderes políticos de la época, Joaquín Balaguer, Viriato Fiallo, Juan Bosch y Manolo Tavárez, luego de haber pasado 31 años de servicio a la dictadura. ¿Contribuyó la prensa al proceso de democracia o fue un obstáculo para la diversidad ideológica y política? 

El estudio Este artículo parte de un estudio realizado en 2010 sobre el rol de la prensa frente al liderazgo político del período 1962-1963. Los objetivos específicos que se trazó la investigación fueron: 1) Identificar la presencia que tuvieron los líderes  políticos Joaquín Balaguer, Viriato Fiallo, Juan Bosch y Manolo Tavárez en los periódicos Listín Diario, La Información, La Nación y El Caribe durante el período 1962-1963; 2) Analizar el tratamiento del contenido que daban esos periódicos a las informaciones relacionadas con los líderes políticos mencionados; 3) Determinar el grado de homogeneidad de la presencia y del tratamiento del contenido de las informaciones que tuvieron los líderes en los periódicos, y 4) Valorar si las informaciones publicadas sobre los líderes políticos durante el período 1962-1963 en los periódicos contribuyeron con la llamada apertura hacia la democracia. Para lograr los objetivos de este estudio exploratorio-descriptivo se realizaron análisis hemerocríticos y hemerográficos de un total de 351 ejemplares de periódicos, en el marco de cinco acontecimientos entre 1962 y 1963, en los que participaron los líderes. Las noticias y los artículos que se estudiaron correspondieron a cinco hechos clave en la historia del período 1962 y 1963: 1) Mitin del 16 de enero de 1962 frente al parque Independencia; 2) Elecciones del 20 de diciembre de 1962; 3) Ascenso constitucional de Juan Bosch, el 27 de febrero de 1963; 4) Golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, y 5) Matanza de Manaclas el 21 de diciembre de 1963. Aunque los cuatro periódicos objeto de esta investigación publicaron noticias sobre los líderes, no todos informaron en igual proporción. La cantidad de información ofrecida por los periódicos La Información, La Nación, El Caribe y Listín Diario en los cinco meses analizados varió debido a que algunos de los ejemplares revisados estaban en mal estado o no existían. Para evaluar el rol de la prensa frente al liderazgo político de 1962 y 1963, el análisis hemerocrítico tomó en cuenta aspectos como el uso de adjetivos, el carácter de la información (a favor, en contra o neutro), el género informativo (reportaje, noticias o artículos de opinión) y el uso de la voz directa o indirecta. La presencia que tuvieron en los periódicos se determinó al considerar el espacio destinado (medido en pulgada por columna), el uso de fotografías y la posición de la información publicada. En cuanto a la valoración de si la prensa contribuyó o no con la apertura democrática se realizaron entrevistas a los periodistas Rafael Molina Morillo, Juan José Ayuso, Juan Bolívar Díaz, Silvio Herasme y Radhamés Gómez Pepín, así como al historiador Roberto Cassá.  Presencia de la información El análisis hemerográfico arrojó que durante los 351 días monitoreados se publicaron 360 informaciones de los cuatro líderes en los periódicos. Los políticos analizados tuvieron participación en las páginas de estos diarios, pero esa presencia varió según el líder y el momento histórico como podemos observar en la tabla número 1. Juan Bosch apareció en 192 informaciones (en un espacio promedio de seis pulgadas con dos columnas y un uso de imágenes en el 21% de los casos); de Joaquín Balaguer se publicaron 72 (en un espacio promedio de seis pulgadas por dos columnas y un uso de imágenes en el 48% de los escritos); de Viriato Fiallo se escribieron 59 (en un espacio promedio de siete pulgadas por dos columnas y un uso de imágenes en el 44% de los escritos), y de Manolo Tavárez Justo, unos 32 escritos periodísticos (en un espacio promedio de ocho pulgadas por dos columnas y un uso de imágenes en el 28% de los escritos).

Bosch fue el que más ocupó las portadas (52%), Balaguer fue quien tuvo más fotografías publicadas (48%), y Tavárez, aunque fue el menos presente en cuanto a cantidad de información, contó con más espacio en pulgada por columna las veces que apareció en los diarios (en promedio ocho pulgadas por dos columnas) Bosch, Fiallo y Tavárez tuvieron más presencia en los medios escritos en el mes de diciembre de 1962, en el contexto de las elecciones constitucionales. En el caso de Balaguer, en enero de 1962, cuando era presidente del Consejo de Estado, es cuando se observa más participación en la prensa escrita. Al determinar en cuál de los medios cada líder tuvo más presencia se observa que Balaguer obtuvo primacía en La Nación, y Fiallo, Bosch y Tavárez en El Caribe y Listín Diario. En cuanto al tratamiento de la información, con el análisis comparativo se comprobó que en las informaciones de los cuatro líderes predominó el uso del género noticioso, la fuente indirecta, el carácter objetivo y el no uso de adjetivos en las informaciones (con excepción de Joaquín Balaguer, cuyos escritos utilizaron en un 52.7% adjetivos, y estos fueron un 57.8% positivos). 

El rol Los periódicos de circulación nacional de 1962 y 1963 variaron sus posturas de acuerdo con el líder y con el momento histórico, como puede observarse en la tabla número 2. Los resultados de los análisis hemerocrítico y hemerográfico realizados apuntan que en el 47% de los casos los periódicos objeto de estudio se desempeñaron con objetividad y desde una postura neutra, sin embargo, al determinar el rol desempeñado de acuerdo con un líder en específico se notan diferencias. Frente a la figura de Joaquín Balaguer, La Información demostró un rol crítico y en contra de este líder, mientras que La Nación desempeñó un rol a favor y de adulación. El Caribe se mantuvo objetivo y neutro. Al tratarse de Viriato Fiallo, El Caribe y La Información estuvieron a favor, sin embargo, La Nación fue crítico y estuvo en contra de quien fue presidente de Unión Cívica Nacional. El Listín mantuvo neutralidad en este caso. Juan Bosch fue el personaje hacia el que más objetividad demostraron estos medios, con excepción del Listín Diario, que expresó en sus informaciones una postura a favor. Con respecto a Manolo Tavárez, El Caribe y La Nación se dedicaron a estar en contra de este líder, mientras que Listín Diario y La Información tuvieron una postura neutra y objetiva. El Listín Diario fue el que más mantuvo neutralidad a partir de su reaparición en agosto de 1963. 

¿Apertura a la democracia? Según cuatro de los entrevistados, las informaciones de los líderes publicadas en los diarios de circulación nacional sí reflejaron la llamada apertura democrática que comienza a partir del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo. El otro dos restante argumentó que esa apertura democrática se reflejó más en los medios de pequeña circulación de la época. Las entrevistas hechas arrojaron que la prensa de esos dos años tuvo debilidades, debido a que cada periódico defendía intereses y sectores particulares. Uno de los entrevistados (el periodista Silvio Herasme), indicó que si los periódicos de ese tiempo hubiesen asumido una posición con más inclinaciones hacia la democracia, tal vez se hubiese evitado el golpe de Estado contra Bosch y los conflictos políticos posteriores a 1963. Al definir la prensa de este tiempo opinaron, en sentido general, que su comportamiento reflejó cierta independencia, una apertura hacia la democracia, nuevas expresiones, inclinaciones hacia determinados bandos políticos, pluralidad y la defensa de las libertades públicas.

Reflexiones de la historia La prensa escrita dominicana asume un nuevo papel a partir de 1962. Bajo la tutela del régimen trujillista durante 31 años, los periódicos se inclinaron hacia lo que decía la voz del “Jefe”, sin embargo, tras su ajusticiamiento atraviesan por un despertar que los conduce a democratizarse. Tal como reflejaron los análisis realizados, los líderes políticos de 1962 y 1963 sí tuvieron presencia en las páginas de los diarios de circulación nacional, aunque dependía del momento histórico y de los intereses de los medios. En el estudio realizado de 351 ejemplares de los cuatro periódicos se encontraron 360 informaciones publicadas sobre los líderes políticos. Este estudio determinó que, a pesar de que los diarios analizados tuvieron inclinaciones políticas, hubo una apertura que abrió las páginas de la prensa escrita a un liderazgo que antes no era visibilizado, para hacerlo presente en la esfera pública dominicana. Cada medio asumió una postura que, a favor, en contra o neutra, contribuyó a crear un aire de pluralidad política que desde hacía 31 años no se sentía. Los periódicos La Información, La Nación, El Caribe y Listín Diario atravesaron por la inestabilidad política de 1962 y 1963, y reflejo de esto son sus publicaciones, desapariciones y reapariciones durante esos años. Las páginas de estos diarios de circulación nacional no escondieron en sus lemas los deseos de independencia y libertad que aseguraban tener y, con propuestas y soluciones frente a la crisis de ese período, ofrecían una salida que consideraban acertada. Los análisis hemerocrítico, hemerográfico y comparativo, así como las entrevistas realizadas, demostraron que la línea recta que definía la prensa dominicana antes de 1962, a partir de ese año se vuelve una curva, en la que cuatro periódicos de circulación nacional se abren a nuevas posibilidades y se convierten en guías y orientadores de la población.  

Autor: Mu-Kien Adriana Sang

l que escribe estas líneas pertenece a una generación que perdió las grandes esperanzas hace más de treinta años […] El que tiene tras de sí muchos años de esperanzas frustradas, se halla resignado, entre otras cosas, porque, habiendo vivido la mitad de su vida […] bajo el fascismo, sigue testarudamente creyendo […] que una mala democracia […] es preferible siempre a una buena dictadura […] que diez partidos pendencieros son más tolerables que uno solo ‘graníticamente’ unido bajo la guía infalible de su jefe; que la sociedad corporativa, pero libre, es menos insoportable que el Estado corporativo […] Pero comprendo bien que estas observaciones no valen para los más jóvenes, que no conocieron el fascismo y conocen solo esta democracia menos que mediocre y no están dispuestos a aceptar el mal menor […] Comprendo que el argumento del mal menor es un triste consuelo. Y no alivia mucho que digamos siquiera el argumento de que los cambios son lentos, casi imperceptibles, y no conviene ser demasiado impacientes.”1 “De manera regular nos visitan maestras, maestros y escolares. A veces me sorprendo que la memoria social se haya ido perdiendo. Me sorprende lo poco que niños y jóvenes saben de nuestra historia. Entre los grupos, suelen haber sólo dos o tres estudiantes auténticamente interesados […] Trato de no impacientarme y vuelvo a contarles la historia de mis hermanas. Esa es mi labor […] enseñarle a las nuevas generaciones lo que fue la era de Trujillo. Les recalco que mis hermanas representan a otra generación. Mis hermanas, por lo que ocurrió, por lo terrible que fue esa tragedia que les pasó, están destacadas en este lugar donde estuvo nuestra casa familiar.

Pero aquí está representado también el más humilde y anónimo luchador antitrujillista […]. ”Yo siempre quise traer los restos de las muchachas para el museo […] pero no podíamos. Durante los primeros 12 años del gobierno de Joaquín Balaguer no se podía casi hablar de las hermanas Mirabal y se reprimía a quienes participaban en los homenajes que religiosamente se han realizado cada 25 de noviembre. Reaccionaban como si se tratara de una manifestación subversiva. La maquinaria que montó Trujillo seguía sin desmantelar, viva. Ese andamiaje militar creía que las muchachas todavía eran un ejército viviente, peligroso para el régimen […]. ”No hay nada tan porfiado como la memoria, que se empeña en mantener vivos los recuerdos aunque a veces duelan tanto. Cada día que pasa se me hace más difícil separar el pasado y el presente. Quizás porque he dedicado mi vida a preservar la memoria de mis hermanas. Cumplo con ese deber […] Para eso quedé viva […]. Puedo decir: he cumplido con la patria.”2 “Sentada aquí, bajo el laurel de mamá, junto a nuestros bustos, creo que se ha acercado un nuevo final […] En 1996 resultó ganador Joaquín Balaguer. Supe que después de nuestras muertes muchas cosas han cambiado. El hombre que inició su carrera política bajo el manto protector del sátrapa asesino, el que vendió su inteligencia para hacer discursos de loas, el que inventó, por la fuerza, permanecer en el poder momentos después del ajusticiamiento del dictador […] me enteré que antes de su muerte […] se convirtió en el sumo pontífice de los políticos dominicanos […] Es hoy el vencedor, el triunfador, el gran liberador de culpas […] malhechores de ayer, se han convertido en héroes a imitar y emular […] Las ilusiones, las purezas de nuestras luchas han sido olvidadas y enviadas al destierro […] El honor es un recuerdo de ayer, de los ilusos que ofrendaron sus vidas por sus ideas.”3 Cuando me solicitaron que escribiera este artículo me asaltó la duda. ¿Quién debía escribir? ¿La ciudadana nacida en el corazón de la dictadura de Trujillo y testigo activa del rumbo de la democracia dominicana? ¿La historiadora que ha trabajado durante décadas sobre la historia política dominicana? ¿La maestra que intenta enseñar a los jóvenes la necesidad de una racionalidad soñadora? ¿La mujer de más de cincuenta años con esperanzas frustradas e ilusiones maltrechas? Decidí escribir con el corazón.

Quien escribe este trabajo es una mujer que ha vivido más de la mitad de su vida y tiene el corazón desgarrado con esta débil, poco institucional y secuestrada democracia. No es casual la selección de las tres citas que dan comienzo a este trabajo. La primera, escrita hace varias décadas por el gran Norberto Bobbio. Como él, soy irracionalmente contraria a cualquier forma de dictadura. Como Bobbio, prefiero la débil democracia nuestra porque el secuestro de la libertad es lo último que un ser humano puede tolerar. La segunda cita es la de una de mis heroínas vivientes, Dedé Mirabal, porque supo a fuerza de voluntad convertir la tragedia en esperanza, y transformar el dolor en esperanza por un mundo mejor. La tercera cita forma parte del monólogo teatral que escribí sobre Minerva Mirabal. A través de ella expreso mi desilusión por el derrotero que ha tomado la vida política nacional.

Con la racionalidad política La racionalidad histórica me ha dado elementos para valorar en su justa dimensión la dictadura de Trujillo. Es cierto, y nadie puede negarlo, que el dictador dominicano, parafraseando a Bobbio, edificó una “buena dictadura”: la modernidad capitalista entró a la vida nacional para quedarse, con el desarrollo de la industria liviana y el consecuente fortalecimiento del mercado interno; las finanzas dominicanas por primera vez en su historia no estuvieron en rojo, por el saldo total de pago de la deuda pública; la infraestructura, nadie puede negarlo, se expandió en todo el país, especialmente en la capital. Sin embargo, el terror fue su signo, y el temor de la ciudadanía a formar parte de los desafectos permitió que la adulación se convirtiera en el modus operandi de la mayoría. La libertad fue secuestrada y confinada a una celda solitaria. Por suerte para nosotros, en la generación que nació bajo el signo del dictador y las generaciones posteriores existieron hombres y mujeres que no se sumaron al tren adulador que les enseñaban e imponían ni se resignaron a callar lo que pensaban. Esos valiosos hombres y mujeres se entregaron con cuerpo y alma a luchar por el sueño de la libertad. Como los trinitarios del siglo xix que soñaban con una República Dominicana libre, independiente y soberana de toda dominación extranjera, los soñadores de mediados del siglo xx querían borrar el autoritarismo salvaje y personalista de Trujillo. Soñaron, se organizaron y lucharon. Gracias a ellos disfrutamos de la libertad. Pero, y ahí está el centro de mi reflexión, ¿qué ha pasado después de esas luchas maravillosas? ¿Qué hemos hecho con ese legado? Un breve relato para no olvidar. Después del ajusticiamiento de Trujillo vivimos cinco años de conflictos, enfrentamientos y derrotas: Joaquín Balaguer que se queda con el poder y tiene que huir. El Consejo de Estado que intenta recomponer las fuerzas políticas. El triunfo de Juan Bosch y su derrocamiento. Una nueva esperanza frustrada. Se forjaron nuevos sueños. Se luchó para traer a Bosch al poder. Nació el histórico abril de 1965 y con él llegaron también los miles de marines de la “Fuerza Interamericana de Paz”, pero todo el mundo sabía que era una maniobra del coloso norteño. Había que actuar rápido. No podían tener otra Cuba en el Caribe. Los meses de incertidumbre transcurrieron hasta arribar a junio de 1966.

Balaguer inaugura su largo período de 12 años. El nuevo-viejo presidente dominicano se sumó al concierto de naciones latinoamericanas que se alinearon con el occidente en una mal llamada guerra que de fría tenía muy  poco. Fue implacable en contra de los movimientos de izquierda, por lo que erigió su régimen personalista con un fuerte apoyo militar. La represión institucional se extendió por los cuatro confines de nuestros 48,000 kilómetros cuadrados. En 1978, gracias a los nuevos aires de libertad en el mundo, la República Dominicana tuvo un respiro con el gobierno de Antonio Guzmán. Gracias a su poder, Balaguer logró quedarse con una amplia tajada del pastel del político. Se inauguraron los ocho años de gobierno del Partido Revolucionario Dominicano. Los intereses grupales del viejo partido nacido para luchar por la democracia y en contra de Trujillo se hicieron tan fuertes, tan agrios, tan mortales, que se enfrentaron para perder. Balaguer volvió al poder en el año 1986. Como siempre, intentó quedarse más tiempo, originando una crisis institucional de gran magnitud en 1994. Tan grande fue el problema que los organismos internacionales intervinieron y el viejo caudillo tuvo que aceptar la firma del famoso Pacto por la Democracia, que produjo una nueva Constitución que establecía, entre otras cosas, una reducción de su mandato a dos años, 1994- 1996, prohibía la reelección y creaba un adefesio electoral llamado colegios cerrados. La reducción de su período presidencial tuvo su recompensa. Poco antes de morir fue declarado por el Congreso de la República, por los mismos que durante 12 años lo combatieron, como el padre de la democracia dominicana.

El pacto patriótico A partir de 1996 hasta el día de hoy, hemos tenido gobiernos sucesivos, alternados y enfrentados también. El Partido de la Liberación Dominicana –que se fue entrenando en su rol de partido de masas con sus escaños durante los años del prd y los últimos de Balaguer– ganó la presidencia gracias a un pacto que denominaron patriótico. De nuevo, los enemigos de antes lograron abrazarse, subir juntos los brazos en signo de triunfo. En el 2000, el pld intentó quedarse, pero no pudo. Ganó Hipólito Mejía, el más folclórico y desenfadado de todos los presidentes dominicanos. Con el eslogan de “E pa´ fuera que van”, Leonel Fernández volvió a la presidencia, y fue reelegido en 2008. ¿Cómo ha sido nuestra democracia? Débil, muy débil. Pienso, sin temor a equivocarme, que el fantasma autoritario ronda en los corazones, las mentes y los deseos de nuestros políticos. Se ha intentado de todo: dictadura de partido, dictadura congresual y poder omnipresente del Ejecutivo, el dios del momento. El deseo de continuar ad infinitum disfrutando las mieles del poder ha provocado violaciones graves al pacto democrático que es la Constitución. En 2002 se impuso por fuerza del dinero una nueva Constitución que permitiría la reelección en el período siguiente. El presidente de vocación agrícola forzó la jugada y perdió. Su constitución abrió las puertas para que el líder morado-rojo se pudiese presentar al término de su segundo mandato, sin dificultad. En la actualidad tenemos una nueva Constitución que se promulgó hace menos de dos años. Hoy también, los mismos que la promovieron, la impulsaron, la defendieron y la presentaron como el ejemplo de la modernidad institucional, buscaron todas las formas de desconocerla. Era muy pequeña cuando ocurrió el tiranicidio, apenas tenía seis años, la edad que tiene hoy mi nieto, por lo tanto no tengo vivencias de mordazas. Sí recuerdo el susurro de mis padres cuando hacían algún comentario político. Temían que las paredes escucharan. Pero al crecer he vivido mi adolescencia, mi juventud, mi madurez y casi ya la vejez, junto a esta democracia débil y lacerada que es la nuestra. Lo repito: prefiero una democracia imperfecta (¿pero tanto?) a una dictadura perfecta.

Los dilemas y las esperanzas Me duele, sin embargo, que viviendo en el siglo xxi sigamos teniendo los mismos problemas, los mismos dilemas y las mismas esperanzas. La democracia política vive momentos difíciles porque nuestros dirigentes no se han colocado a tono con los tiempos, y mucho menos, han sido coherentes con sus discursos. Los partidos políticos se han convertido en meras corporaciones, integradas por socios que buscan multiplicar sus inversiones a niveles insospechados. Las ideologías no existen. Los intereses sí. La democracia económica  se ha desfigurado. Al son del libre mercado, hemos bailado entre la ostentosidad de los pocos a la indigencia de las grandes mayorías. La brecha se agranda y no hay acciones contundentes para detener el proceso. La democracia social es la más golpeada. Todavía nuestro país no ha sido capaz, porque no ha habido interés de invertir en salud y educación como se necesita, y más aún, como exige y dicta la ley. Conviene, para los fines del asalto al poder, contar con una ciudadanía poco educada, necesitada de dádivas y dispuesta a vender su alma por un pedazo de pan. La institucionalidad democrática existe de nombre.

La Constitución y las leyes son solo marcos referenciales que se defienden y acomodan según las circunstancias. La corrupción se extiende, se tolera, se permite y, por supuesto, no se castiga. Mientras todo eso ocurre, nos quedamos atrás, somos los primeros de los últimos. Me cuesta defender esta democracia. Me cuesta seguir defendiendo el derecho y el deber ciudadano del voto. Solía abogar por el voto consciente, por el uso responsable de ese pedazo de soberanía por el que tantos hombres y mujeres lucharon. Hoy creo que la democracia necesita renovarse, para lo cual el poder ciudadano no debe limitarse al ejercicio ciudadano del sufragio, sino participar activamente en la vida social. Renuevo mi convicción de que el voto no es una patente de corzo para que los ganadores hagan de nuestro patrimonio lo que quieran. No, abogo por una ciudadanía que exija a sus representantes el cumplimiento de sus promesas. Una ciudadanía que eleve su voz cuando se violen las leyes y la Constitución.


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