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Historia y Perfiles Del Bolero Dominicano

by José Rafael Lantigua
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La presentación, en diciembre pasado, del libro El bolero de la Colección Cultural Verizon constituye, sin duda, uno de los acontecimientos editoriales más esperados por los lectores especializados de la República Dominicana. Desde 1998, la firma de telecomunicaciones edita anualmente un libro de colección donde se unen tres factores distintivos: la trascendencia del tema seleccionado, los escritores escogidos para esa tarea –todos de la elite intelectual dominicana–, y el singular diseño, que otorga una categoría muy especial a la obra. 

Hasta el momento, la Colección Cultural Verizon ha producido ocho volúmenes que circulan como regalo de fin de año entre los clientes de esa empresa y sus relacionados, el sector intelectual, bibliotecas y entidades del país y del exterior. Para permitir que los lectores interesados puedan adquirir estos libros se publica la Colección Popular Verizon, cuyos ejemplares se entregan en su totalidad a instituciones de beneficencia o entidades de labor cultural, a fin de que los recursos que se obtengan con la venta beneficien sus programas de servicio. 

Los libros publicados en esta colección han sido los siguientes: 

• Santo Domingo, elogio y memoria de la ciudad, de Marcio Veloz Maggiolo, Andrés L. Mateo y José Chez Checo (1998). 
• El siglo XX dominicano. Economía. Política. Pensamiento y literatura, de Frank Moya Pons, Mu-Kien A. Sang, Juan Daniel Balcácer y Soledad Álvarez (1999). 
• La telefonía. Presencia y desarrollo en la República Dominicana, de José Chez Checo (2000). 
• 1844-2000. Arte Dominicano. Pintura. Dibujo. Gráfica y mural, de Jeannette Miller y María Ugarte (2001). 
• 1844-2000. Arte Dominicano. Escultura. Instalaciones. Medios no tradicionales y arte vitral, de Jeannette Miller y María Ugarte (2002). 
• El merengue, música y baile de la República Dominicana, de Catana Pérez de Cuello y Rafael Solano (2003). 
• El béisbol en República Dominicana. Crónica de una pasión, de Orlando Inoa y Héctor J. Cruz (2004). En diciembre pasado se presentó el octavo volumen de esta colección: El bolero. Visiones y perfiles de una pasión dominicana, de la autoría de Marcio Veloz Maggiolo, Pedro Delgado Malagón y José del Castillo.

La obra completa la labor de investigación y proyección de la música dominicana iniciada con la publicación en 2003 del libro sobre el merengue ya mencionado. Ahora se suma a este propósito este formidable compendio de apreciaciones históricas, cronológicas y, ¿por qué no?, sentimentales y emotivas sobre el bolero, un género desarrollado en la República Dominicana con la misma pasión y la misma intensidad que en Cuba, México o Puerto Rico. La República Dominicana ha seguido el mismo “trajinar de deseo y pasión” de Roberto Cantoral, Álvaro Carrillo, César Portillo de la Luz o Armando Manzanero, por mencionar sólo cuatro grandes nombres del bolero continental. El bolero dominicano ha hecho un recorrido vigoroso que, como se señala en el prólogo de esta obra, “ha herido las épocas con su queja de amor y ha traspasado las décadas con su discurso votivo de ilusión y abandono”. “El paraíso soñado de Manuel Sánchez Acosta –y citamos de nuevo al prologuista-, la mágica urdimbre del amor que la letra de Bullumba Landestoy describe, el trajín de un juglar incesante que a media voz designa la vocación sempiterna del amor como Juan Lockward, la saga romántica de Luis Kalaff, el peregrinaje de amor de Bienvenido Brens, las vocales que inspiran la genialidad de Mario de Jesús, el delirante embeleso de Manuel Troncoso, la maestría clásica del bolero de Rafael Solano, son momentos históricos de la trayectoria de la canción dominicana y el aporte vitalizante a la historia toda del bolero continental”. 

Esto permite asegurar que los boleristas dominicanos –algunos de los cuales han logrado que sus piezas hayan sido interpretadas por grandes vocalistas del mundo– deben figurar al lado de los mejores compositores del género de Cuba, Puerto Rico o México. 

Este libro busca dejar sentada esta premisa, abarcando la historia y los perfiles del bolero dominicano, su inserción en la producción bolerística del continente, su firme presencia en el alma dominicana, su trajinar de pasión incontenible, la misma pasión con la que lo han disfrutado, bailado y sentido los dominicanos durante décadas. El libro patentiza estos haberes, pero al mismo tiempo se concentra en los intérpretes, aquellos que dan vida al texto. Se afirma que el bolero es letra y música, escritura y voz. Y por eso, junto a los grandes compositores, hay que instalar en la historia a los grandes intérpretes: Marcelino Plácido, Rafael Colón, Elenita Santos, Armando Recio, Julito Deschamps, Lucía Félix, Camboy Estévez, Lope Balaguer, Frank Cruz, Alberto Beltrán y otros muchos. El bolero, que es un ritmo fundamentalmente urbano, hizo su entrada en el alma caribeña como vivencia citadina, porque “la vida capitalina, metropolitana –diversificada, independiente, de mayor desenvoltura en las costumbres; a veces nocturna y bohemia, por lo tanto– le fue confiriendo intensidad afectiva, madurez artística, libertad moral” (Néstor Leal, Boleros, la canción romántica del Caribe, 1930-1960, Grijalbo, Venezuela, 1992).

Es por esa razón que, a partir de los años cuarenta, el bolero se constituyó en un suceso de primer orden en La Habana, Ciudad México, Buenos Aires, Caracas, San Juan de Puerto Rico, Bogotá y Santo Domingo. La obra que comentamos cuenta la historia del bolero que se construyó y se proyectó desde Santo Domingo. Lo escriben, a tres voces, el reconocido escritor Marcio Veloz Maggiolo, seguramente el principal novelista dominicano de nuestro tiempo y un experto conocedor del tema; Pedro Delgado Malagón, un reputado profesional de la ingeniería que, al mismo tiempo, es músico y cultiva el bolero como gustador y seguidor apasionado de este género; y el sociólogo José del Castillo, conocido en los corrillos de la bohemia intelectual capitalina como una verdadera enciclopedia ambulante sobre el discurrir del bolero en todos los países del área y, obviamente, del bolero dominicano. Entre los tres construyen una obra única en su género en la bibliografía dominicana. Si el libro sobre el merengue, de Catana Pérez de Cuello y Rafael Solano, estableció sin duda alguna un antes y un después en torno al tratamiento del tema –derrumbando viejos mitos y precisando detalles obviados por investigadores anteriores–, éste sobre el bolero es un aporte fundamental, pues se han escrito otros muchos libros sobre el merengue, pero sobre el bolero dominicano, salvo ensayos y artículos sueltos, es el primero que se conoce.

Todo esto, a pesar de que el bolero dominicano es de mucha calidad en texto y melodía. Por eso, la trascendencia de este libro y su valor para la bibliografía dominicana y para la bibliografía del continente americano, pues de esta manera ya la República Dominicana tiene su historia del bolero, uniéndose de esta forma a la gran cantidad de libros publicados sobre el género en Cuba, México, Puerto Rico, Venezuela y otros países. La obra se divide en tres partes: “Ecosistema del bolero dominicano”, de Marcio Veloz Maggiolo; “Hitos del bolero dominicano: una visión apasionada”, de Pedro Delgado Malagón, y “Perfiles del bolero dominicano”, de José del Castillo.


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