Revista GLOBAL

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Irka Mateo: «Se construye encima de lo que los antepasados han hecho» 

by Frank Baéz
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Irka Mateo le está dando los toques finales a su último disco. Se titula Vamo a gozá y, según nos cuenta, abre una nueva etapa en su producción, que se ha caracterizado por mezclar las raíces de las tradiciones indígenas y afroantillanas con la música contemporánea. Generalmente, este híbrido es catalogado por los sellos discográficos como world music (música del mundo), lo que en el caso de nuestra artista sirve también para describirla. Irka nació en la República Dominicana, pero es una ciudadana del mundo, no solo porque ha vivido en Europa, América del Norte, Latinoamérica y el Caribe, sino también por su curiosidad y su apertura a diversas culturas y tradiciones. Pareciera como si fuese una esponja que absorbiera la música de todos esos entornos, la procesara y nos la entregara de la manera más depurada. Aunque tuvo un pasado como atleta, desde temprana edad se decantó por la música.

Percusionista y cantante, formó parte del dúo Irka y Tadeo, que mezclaba el jazz y el blues brasileño con ritmos caribeños. Tadeo de Marco, artista brasileño y contraparte en este grupo, fue su pareja. Entre sus temas hay uno titulado El faro a Colón, que critica al monumento erigido para conmemorar el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América. Claro está, que el manI datario de entonces e ideólogo del monumento, Joaquín Balaguer, no recibió muy bien el tema. Irka y Tadeo dejaron el país y se radicaron por un tiempo en Canadá, donde participaron en varios festivales de renombre como el Festival de Jazz de Montreal. Tras la ruptura del dúo, Irka se dedicó a estudiar y a investigar nuestra música folclórica. De sus investigaciones sobre la cultura taína surge su disco Anacaona.

Sin embargo, estos estudios no solo han servido para sus proyectos musicales, sino que Irka se ha nutrido de ellos para divulgarlos y enseñarlos a las nuevas generaciones. En ese sentido, colabora con el National Museum of the American Indian, que es parte del Smithsonian Institution de Washington, donde crea programas educativos sobre cultura taína. Desde el año 2007, 18,000 niños se han beneficiado de su labor. También trabaja para el Brooklyn Arts Council y durante el año académico coordina para las escuelas públicas de Brooklyn una serie de programas de educación artística en los que difunde ritmos folclóricos dominicanos como los congos, la sarandunga, los palos y las salves. En el 2012, su labor de educadora y antropóloga musical fue reconocida por la Fundación Grammy, que le otorgó una subvención para que realizara una colección de música folclórica dominicana. En el número 53 de Global, nuestra artista publicó los resultados y hallazgos de este proyecto con el título de «Informe del archivo de música sacra y festiva de las comunidades liboristas». Actualmente, se encuentra en Nueva York, donde está recluida trabajando en su nuevo disco Vamo a gozá, que los seguidores de su música esperan con ansia. También debo señalar que la entrevista a continuación se realizó vía correo electrónico.

¿Cómo empezó tu interés por el folclore y las tradiciones artísticas y culturales caribeñas? Con mi primer viaje de vuelta a Dominicana en 1986. Estaba muy curiosa por ver la República Dominicana con los ojos del retorno. Luego de años de ausencia, una ve todo con asombro. Lo primero que vi fue un areíto: danza, música y poesía realizadas por Luis Días y Duluc, entre otros y otras. Esto pasaba en la plaza ceremonial taína, que se encuentra en el patio del Museo del Hombre Dominicano. Hoy lo veo como un signo de lo que iba a ser mi vida. Conocí a Luis, a Duluc y también a Tony Vicioso. A través de ellos me enteré del privilegio que tienen los músicos étnicos dominicanos de beber de las fuentes, desplazándose a los campos a estudiar la música folclórica con los portadores originales de las tradiciones. Ese año fui al primer gagá en el batey La Ceja de La Romana y al primer toque de congos en Mata de los Indios, en Villa Mella, de la mano de Luis Días. A partir de estas experiencias la curiosidad y la pasión por las tradiciones de nuestra tierra se acomodaron en mi mente, en mi corazón y en mi espíritu.

Se lee en tu biografía que tu vida dio un giro en 1997 cuando retornas a la isla. ¿Qué ocurrió? Luego de mi estadía en la isla a mediados de los 80 tuve que irme de nuevo, esta vez en contra de mi voluntad. La canción El faro a Colón no le gustó a Balaguer e hicieron difícil mi carrera profesional. Me fui a Montreal con mi familia, y en estado de mi hijo, hasta que las cosas se calmaran. Finalmente volví para continuar el proceso que había comenzado. Los viajes al campo en los ochenta me impactaron mucho y quería volver al país para descubrir y aprender estas tradiciones, y orientar desde ahí mi nuevo proyecto musical. En el 97 terminó una etapa de mi vida y comenzó otra. Tenía años viviendo en diferentes países y continentes, y sentía que no era de ningún lugar. Sentí la necesidad de hundir raíces y de hacer una música que reflejara mi entrañable Kiskeya desconocida, la de tierra adentro.

Irka, tú has vivido en varios países y entre culturas distintas. Si a alguien se le pudiera llamar globalizada es a ti. De igual modo, siempre has reivindicado tus raíces indígenas y quizás eres la persona que más ha luchado por preservar el legado taíno. ¿Te atreverías a dar una definición de quién eres? 

Soy un híbrido de artista, griot, chamana, viajera, cosmopolita, humanista, visionaria, educadora, mentora y madre, aunque un poco desempleada ahora que mi hija y mi hijo son independientes. 

¿Puedes referirte al archivo de música sacra y festiva de las comunidades liboristas que realizaste con una beca de la Fundación Grammy?

Es sobre todo un retrato de la vida cotidiana del Calvario de Liborio Mateo, en Maguana Arriba, San Juan de la Maguana, en los tiempos de Reyna Alejandro Jiménez (fallecida). Este archivo es a la vez una documentación, por medio de entrevistas, del trabajo y motivación de los líderes espirituales y misioneros que siguen la misión liborista, de las celebraciones de la religiosidad popular, las sanaciones, los servicios religiosos y la música sacra y festiva que se toca en ellas, durante el día y la noche. También retrata la vida cotidiana de la Agüita de Liborio a cargo de Andrés Jiménez, primo de Reyna, y otros altares de la zona, así como de Guayabal, Azua, donde también honran la memoria de Liborio. 

¿Cuán presente consideras que está la cultura taína en nuestra sociedad? 

En las zonas urbanas está presente. También en nuestra idiosincrasia, en el amor a la música y a la danza, y en cientos de palabras taínas que configuran nuestras expresiones que utilizamos a diario: dame un chin, vamo a dar un bureo, toy timbí, viene una vaguada, me dio un cacaso o dale por el cocote. Está en los nombres taínos de nuestras frutas que seguimos pronunciando como guanábana, guayaba, mamón, y de los tubérculos como la yuca y la yautía. También en los nombres de pueblos –Higüey (Tierra del sol naciente) o Maguana– y ríos –Soco, Yuna–. En el campo se conserva mucho de la cultura material como la hamaca, los utensilios de cocina, la manera ancestral de fabricar el casabe, los métodos de pesca, la agricultura, las tradiciones religiosas milenarias como el culto a las piedras y al agua, en un sistema complejo y estructurado llamado Agua Dulce. En fin, tenemos más de la cultura taína de lo que se piensa. Creo que hasta que no entendamos esto y lo integremos, tendremos dificultad para definirnos como pueblo, para concretar nuestra identidad. Esta es la razón principal de mi trabajo: el reconocimiento de nuestro legado taíno.

Ezra Pound hablaba de encontrar el nuevo lenguaje en el pasado. Se imaginaba a los poetas como arqueólogos. A mí me parece que este es uno de los procedimientos que utilizas en tu música y en tu arte. ¿Crees que es necesario que los artistas investiguen e indaguen en el pasado en busca de lo nuevo? Sí, porque la vida es eso, es un legado que se va dejando perpetuamente, que pertenece a cada cultura, es lo que permite encontrar la voz auténtica, distinta, específica dentro del engranaje de la cultura mundial. Es un trabajo en cadena que se va completando, mejorando, evolucionando de generación en generación. Se construye encima de lo que los antepasados han hecho. Y la rueda seguirá girando.

En el 2010 grabaste Anacaona, que incluye ritmos taínos y afroantillanos. ¿Te puedes referir a ese disco? 

Ese disco es un rito de pasaje de mi pasado musical al presente y futuro de mi música. A partir de ahí me muevo al concepto de la alegría y la sanación a través de mi música, luego de la experiencia liborista. Vamo a gozá es el primer disco que explora esta nueva etapa. Anacaona es también un homenaje a las personas que mantienen viva la música ancestral y folclórica, y a esas influencias musicales que tuve hasta ese momento como lo son la música popular dominicana, caribeña y brasileña, que me moldearon musicalmente. A partir de ese bagaje es que sigo creciendo.

En ese disco dedicas un tema a Liborio Mateo. ¿Qué significado tiene para ti la figura de Liborio? 

Liborio y los liboristas cambiaron mi vida. Tuve la suerte y la oportunidad de conocer a los líderes espirituales liboristas hoy ya fallecidos: Reyna Alejandro Jiménez, de la rama liborista, y a León Rodríguez, el mellizo de la rama de Palma Sola. Pasé siete años visitándolos y se convirtieron en mis abuelos y mentores espirituales. Aprendí de ellos su filosofía humanista, que está compuesta por el amor, la compasión y la alegría. También respiré la inocencia y la devoción ciega del campesino dominicano. En las fiestas del Calvario viví una de las experiencias más importantes de mi vida. A partir de esta experiencia decido hacer música de sanación a través de la alegría y adopto el acordeón que representa la comarca, la música sagrada dedicada a Liborio Mateo. Liborio también sanaba a los misioneros bailando al compás de la música de acordeón y dice la leyenda que cuando creía que ya se había completado el milagro les decía: «Pendejá, vete a sentá, ya tú no tiene na». Aparte de estas razones espirituales lo hago para difundir nuestros ritmos de acordeón y otros ritmos percusivos no utilizados fuera de su contexto rural. Para mí es importante compartir nuestra riqueza musical con el resto del mundo, ser visible en la diversidad.

La mención de Liborio me hace pensar en Luis Días. Llegaste a colaborar con él en varias ocasiones. ¿Cuál es la valoración que tienes de su obra y su legado?

Luis nos dejó la pauta a seguir en la creación de la nueva música dominicana. Utilizando la música folclórica para crear nuevas formas, en su caso, la fusión con el rock, dio paso a la música alternativa dominicana. Luis les legó el elemento de evolución a los músicos dominicanos. Fue un compositor prolífico y creó música en géneros que iban de lo popular a lo folclórico. También era un poeta, el espíritu de Luis era el del mar Caribe en tiempos de huracán, era un ser muy emocional y sensible que a mi entender se protegía con el caparazón del personaje «Terror». 

Pasando a otro tema, me gustaría saber tu opinión sobre la música urbana latinoamericana. ¿Puedes referirte a algunos artistas recientes que te hayan llamado la atención? 

Yo estoy enamorada de la música urbana electrónica latinoamericana. Ahora les toca a ellos aportar lo suyo con las herramientas del tiempo que les ha tocado vivir, lo cual ofrece un universo de posibilidades sonoras. Ellos están descubriendo y difundiendo el folclor afro, pero también incorporando masivamente la música indígena. Su material gráfico también está muy ligado a esto. Son unos artistas que quieren aportar su talento para cambiar el mundo; ellos sienten la injusticia y el abuso, y a través de su arte trabajan para crear un mundo mejor. Muchos me han llamado la atención. Comienzo con Colombia, donde además de los archiconocidos Bomba Estéreo, me encanta Systema Solar –su baterista, Andrés Gutiérrez, grabó la batería y la percusión de mi sencillo Palenquera–. En Ecuador está Nicola Cruz, productor, DJ; en Argentina, La Yegros; en México disfruto el movimiento creado por Nortec Collective de Tijuana –por cierto, esa ciudad siempre ha estado en la vanguardia de la música en México–. En el DF esta MIS, the Mexican Institute of Sound, del DJ Camilo Lara. Hay mucha gente joven que está haciendo este gran folclor afroindígena electrónico.

Vamo a gozá lo sacaste como sencillo. Se trata de una sarandunga con elementos de bachata y tango. En el video de la canción hay detalles de rituales taínos. ¿Puedes hablar de todas esas alusiones y mezclas impensables? 

El video de Vamo a gozá es un storytelling visual, de la letra puedo decir lo mismo. En esta canción habito el personaje de una griot, contando la historia de la celebración de la sarandunga de Baní. Mi propósito es inmortalizarla para que pase de generación en generación. Para explicarte esas imágenes taínas comenzaré por decir que en los tiempos prehispánicos los solsticios y equinoccios que marcan el paso de las estaciones también marcaban el ciclo de siembra y cosecha en la agricultura de los pueblos primigenios. En cada uno de los solsticios y equinoccios se hacían celebraciones y ceremonias religiosas de agradecimiento. Los conquistadores europeos establecidos en la isla, habiendo entendido algunas de las costumbres taínas, comenzaron la aculturación religiosa utilizando las mismas fechas de estas celebraciones e intercambiando el significado del fenómeno natural y celebración de agradecimiento por el de sus deidades. En el caso de la sarandunga, que se celebra el 24 de junio y se dedica a San Juan Bautista, era la celebración de la cosecha durante el solsticio de verano. Era la celebración al sol. Ese es el día más largo del año. También representa al cacique, y es ahí donde aparece la recreación de ese pasaje de la mitología taína en el video. Ahí soy el personaje de Iguanaboina, la serpiente iguana que rige el tiempo meteorológico, la espina dorsal de la iguana representa el sol y las impresiones en la piel de la culebra, las nubes y la lluvia.

Ella vive en esta cueva en el este de la isla de donde sale el sol (Guey) y la luna (Karaya) en esta danza eterna de salir de la cueva y volver a ella, que está representada por la danza del tiempo que muestro en el video, el paso del tiempo cronológico. En el video también quiero presentar la continuidad de las celebraciones indígenas, y muestro a Hilda Peguero, de Fundación (Baní), quien todavía mantiene viva la tradición indígena de culto al cacique y a los espíritus indígenas. Aunque en la fiesta se pone a San Juan Bautista en el altar principal del centro ceremonial, en los dos altares laterales se venera a Anacaona y a Caonabo. De este último es el altar que utilizo en el video donde se muestra la parte de las ofrendas que se hacen a las deidades indígenas.

Del otro lado del espacio ceremonial está San Sebastián, que es el indio del agua. En cuanto a la fusión musical, hice una bachata tango. Estos músicos de altares también son bachateros y se mueven en los dos mundos: el sagrado y el popular. Es un homenaje a estos amigos, la generación relevo de la sarandunga. Sobre el acordeón, lo utilizo pues en el sur como no hay guitarras ni requintos tocan la bachata con este instrumento. La letra es un recuento de qué es la sarandunga, quiénes la mantuvieron en el pasado, quiénes están ahora, cuáles son los ritmos, etc. Al final de la canción entono una jakana, que es el género de la sarandunga dedicado a los ancestros. Además, es el ritmo y baile más indígena que tenemos en nuestro folclor.

¿Cuándo es el lanzamiento del nuevo disco y qué otros ritmos y mezclas nos ofrecerás? Todavía no tenemos una fecha fija, pero será este año. Tenemos mangulina, carabiné, champeta, compa, ska, merengue, bomba de la zarandunga, puya, cumbia, congos y por ahí María se va…

¿Qué te ves haciendo dentro de veinte años?

Me veo en un tour, cantando por el mundo. 


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