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Entrevista a Alex Grijelmo: “En el momento en que usamos una palabra estamos juzgando la realidad” 

by Elina María Cruz
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El poder que tienen las palabras me parece una cuestión crucial en la comunicación entre los humanos”. La afirmación es del periodista Alex Grijelmo, presidente de la Agencia Efe, y con esta comenzó el diálogo que mantuvo con los periodistas dominicanos que asistieron a la rueda de prensa que ofreció en la Fundación Global Democracia y Desarrollo. El encuentro fue la antesala de la conferencia que pronunció horas después en el auditorio de la fundación, con el título “El poder de las palabras”. Era la primera visita del escritor a la República Dominicana y, por tanto, su primer acercamiento en persona con representantes de la prensa dominicana en un territorio en el que tiene lectores. Esto se evidenció al concluir su charla, cuando estudiantes de periodismo de diferentes universidades de Santo Domingo se acercaron con libros de su autoría para pedirle una dedicatoria. Invitado por el presidente honorario de Funglode y primer mandatario de la República, el doctor Leonel Fernández, Grijelmo hizo una excepción en su agenda como principal ejecutivo de la agencia de noticias más importante de habla hispana para visitar la capital dominicana y estar con un público muy afín a su oficio. 

Sus responsabilidades ejecutivas le impiden acoger las múltiples solicitudes que le hacen para dictar conferencias y participar en congresos para hablar del idioma español y todo lo que se deriva de su uso; una tarea que compaginó durante muchos años con su trabajo como periodista y escritor. El Centro de Investigación de la Comunicación (cic) de Funglode coordinó la visita del autor de La seducción de las palabras; una conjunción de esfuerzos similar a la que propició la visita, en marzo pasado, de los afamados teóricos de la comunicación Armand y Michèle Matellart. En esta entrevista se comparten las preguntas y respuestas que se sucedieron en la rueda de prensa y la conferencia, las cuales acercan al pensamiento del periodista español sobre el poder de las palabras, los retos coyunturales y permanentes del periodismo y los medios de comunicación.

¿Qué objetivo tiene usted con la conferencia? 

Prevenir a los ciudadanos en relación con los engaños que pueden surgir a cuenta de las palabras; el nombrar las cosas con una palabra en lugar de otra puede hacer que percibamos la realidad de una manera distinta. Lo que pretendo es alertar.

Por ejemplo, “crisis”, una palabra tan de moda, ¿cuándo es válida y cuándo es inválida estos momentos?

Ha habido discusiones sobre eso. En España, incluso, se decía que el Gobierno había tardado mucho en utilizar la palabra crisis y se discutía cuál era el momento en que había que empezar a hablar de crisis, cuándo había resultado inapropiado. Bueno, en algunos casos podemos estar entre palabras tasadas; se habla de recesión en el momento en el que se ha producido un decrecimiento en el producto interno bruto, es decir, que pueden ser palabras que tienen una correspondencia numérica, pero hay otras que se mueven en terrenos más etéreos, más ambivalentes; entonces, en el momento en que usamos una palabra u otra estamos juzgando la realidad de una manera u otra también.  

¿A su juicio, qué papel debe jugar el periodista?

El periodista debe trasladar la realidad de la manera más ajustada posible. En el momento en el que el periodista es víctima de las palabras que utiliza el poder y las repite de una manera acrítica, está rompiendo con ese compromiso de contar la realidad; el periodista tiene que llamar al pan, pan, y al vino, vino.

¿Los medios utilizamos las palabras en el sentido que nos vienen, en vez de practicar la visión crítica? 

Creo que eso está sucediendo, que los periodistas acabamos por incorporar a nuestro vocabulario las palabras que nos llegan desde el poder; el poder pueden ser los políticos, pueden ser los economistas. Nosotros (los periodistas) también a veces formamos parte de ese poder y de esas cúpulas sociales que emiten mensajes, y a veces en lugar de utilizar las palabras de la gente utilizamos las de los políticos, que son palabras destinadas a oscurecer la realidad. Entonces, ahí tenemos una responsabilidad muy clara.

También los políticos, aprovechando esa situación, hacen que un medio repita lo que ellos quieren, y tienen forma de lograrlo. ¿Qué llamado les puede hacer usted en este caso a los empresarios de los medios de comunicación? 

Efectivamente, para que un medio de comunicación sea independiente, su propietario debe ser independiente, debe querer que ese medio lo sea. Eso es una cuestión. En cuanto a los mensajes de los políticos, hay dos cuestiones: una cosa es que reproduzcamos fielmente sus palabras –lo debemos hacer en el momento en que ponemos un entrecomillado– y otra cosa es que nosotros asumamos ese vocabulario cuando hablamos por nuestra propia boca. 

Y ¿Qué llamado le hace a favor del respeto y rentabilidad de la independencia? 

El mejor periodismo se puede hacer. Es más fácil hacer buen periodismo en una empresa rentable que paga bien a sus trabajadores, que en una empresa que no es rentable. La primera dependencia es que un medio de comunicación no dependa financieramente más que de sí, y el que el empresario quiera ser independiente. Esa es la primera condición. Entonces, todos hemos de contribuir a que las empresas sean rentables, porque eso garantiza su independencia, y si son rentables lo normal es que sus periodistas estén bien pagados y al menos les da el derecho a exigir una buena retribución. Pero la primera condición es que la empresa sea viable y genere muchos beneficios, o sea, rentabilidad.

¿Usted cree que ciertamente existe libertad periodística aquí en la República Dominicana y en España?

No, [el caso] en la República Dominicana no lo conozco. En España hay medios independientes y libres, es una realidad. La Agencia Efe lo es en este momento, por ejemplo.

Quisiera que me hiciera una valoración sobre el ejercicio ético con todos sus problemas políticos, económicos. Debido, sobre todo, a que los medios de comunicación están en manos de empresarios, a veces hay asuntos reñidos con la ética. Bueno, la ética es el alma de cualquier periodista y una sociedad sin un periodismo ético no puede ser una sociedad democrática de calidad. Entonces, el comportamiento de los periodistas debe estar vinculado siempre a unos comportamientos profesionales, que incluso es conveniente que estén definidos en algún tipo de estatuto de la profesión periodística, en algún libro de estilo, en algún estatuto de la redacción. Hay mecanismos. La Agencia Efe, por ejemplo, dispone de un estatuto de la redacción que marca las obligaciones éticas de los periodistas y de la empresa, de la dirección. Es bueno que estos códigos existan para que los lectores sepan con qué tipo de constitución interna está trabajando ese medio. Soy muy partidario de la autorregulación en los medios, que los propios periodistas elaboren sus códigos éticos, y es verdad que para eso hace falta, como decía antes, un empresario que busque hacer negocio, pero con unos procedimientos éticos y con una responsabilidad profesional. Es decir, es normal que los empresarios quieran hacer negocios. Creo que la mejor manera de hacer negocios en un medio de comunicación es ofrecer calidad a los lectores y para ofrecer calidad a los lectores hace falta un comportamiento ético de los periodistas. Si los empresarios entienden eso, todos seremos felices.

En momentos de dificultades económicas, ¿cómo hace una agencia para sobrevivir y ofrecer un material de calidad? 

Existe la tentación de girar hacia el amarillismo, hacia el sensacionalismo, hacia noticias más enfocadas al entretenimiento. ¿Cómo han lidiado con eso? Pues no cayendo en eso, porque sería contraproducente. Seguimos haciendo información muy rigurosa, lo que no quiere decir que no cometamos fallos alguna vez. La agencia ofrece cerca de tres mil informaciones al día en distintos soportes y servicios. En algún momento podemos equivocarnos porque somos seres humanos, pero nosotros trabajamos con rigor, verificando las informaciones y ofreciendo voz a todas las partes implicadas en los conflictos; eso es fundamental. Ahora bien, estamos sufriendo dificultades económicas porque la crisis de los medios de comunicación es tremenda. 

Señalaba usted que para que un periódico sea independiente debe tener un dueño independiente, pero hay medios de comunicación cuyo propietario tiene intereses. Sería bueno señalar cuál es esa independencia. O sea, un medio de comunicación siempre va a publicar hasta donde no le moleste a su propietario… 

Dependerá del propietario. Puede haber propietarios que tengan sus propias ideas y sus propios intereses y que crean que a su periódico le va bien como negocio siendo independiente. Es que hay miles de casos, no lo sé los hay muy buenos y los hay muy malos, pero un periódico siempre va a ser de alguien, finalmente. Es más, el periodista también es alguien que tiene sus intereses, que tiene su formación, que tiene su ideología. El esfuerzo por la independencia no solo debe ser del empresario, debe ser también de los propios periodistas, en relación con sus amigos, en relación con el que le pide que salga una nota, en relación con un conocido que ha presentado una obra de teatro y que quiere que salga en el periódico. Todo el mundo tiene intereses y tiene relaciones. El esfuerzo tiene que ser de todos. Ahora, siempre habrá un dueño de un medio de comunicación, lo deseable es que ese dueño entienda que la independencia es un buen negocio. Cuando hablo de independencia no digo necesariamente falta de ideología. Claro, todos los periódicos tienen unos principios y tienen una línea editorial, pero a la hora de hacer información deben entender que el derecho a la información no es de los periodistas ni de los empresarios, es de la sociedad, es de los lectores y del público, y el respeto a ese derecho de los ciudadanos es lo que hace mejor a los periódicos.  

¿Cuál es el peor de los peligros que tiene en este momento el ejercicio del periodismo a nivel general? 

Los periodistas siempre debemos buscar la verdad, aunque hiera. El problema es que ahora vemos que a menudo se busca herir a pesar de la verdad. Ese es el gran riesgo, tenemos que buscar la verdad aunque la verdad haga daño, pero no debemos hacer daño aun a costa de la verdad, y eso está pasando.

¿Cuál es la línea editorial que define la agencia? 

No existe. No hay una línea editorial. El estatuto de redacción dice precisamente que no hay una línea editorial; digamos, no hay una línea ideológica. Efe no tiene opiniones, da solo información y en esa información se acogen siempre todas las perspectivas, todas las opiniones, todas las versiones y hacemos información independiente, neutral y rigurosa.

Antes de la crisis de los medios de comunicación y la misma crisis económica, y antes de su llegada a Efe, tengo entendido que siempre había dejado pérdidas hasta cierto punto. ¿Llegó a un nivel de cierto balance económico?, ¿cuál fue la estrategia que pudo hacer que Efe fuera relativamente rentable, y esa estrategia puede exportarse? 

Cuando llegué a Efe, que fue en 2004, tuvo cuatro millones y medio de euros de pérdidas; en 2005 tuvimos dos millones de pérdidas, o sea, la redujimos un cincuenta por ciento. En 2006 ya tuvimos beneficios de trescientos mil euros; en 2007 subimos a setecientos mil euros de beneficio; en 2008, cuando ya empezamos a notar la crisis volvimos a bajar, creo recordar, a cuatrocientos mil euros en números redondos, y en 2009 el resultado total ha sido de pérdidas de un millón y medio de euros. Es decir, en una situación de crisis brutal, hemos tenido unas pérdidas menores que las que se registraban en Efe en una situación de bonanza, como sucedió en 2003-2004. Eso ha significado que se ha hecho un gran esfuerzo de gestión, de ahorro de costos, de control de gastos. ¿Cuál es la receta? Pues es una obviedad: reducir los gastos y aumentar los ingresos. Hemos reducido los gastos con una política muy racional de manejo de la empresa sin perjudicar nunca a la calidad de la información y a los medios que se dedican a la información. Luego, en cuanto a los ingresos, hemos lanzado nuevos productos, sobre todo para medios digitales, que nos han generado muy buenos ingresos; entre la reducción de gastos y la generación de ingresos pues conseguimos poner por primera vez a la Agencia Efe en beneficios. Ahora hemos vuelto a pérdidas y estamos en una política de reducción de costos. Estamos hablando con los sindicatos para reducir los costos salariales, que son altos en el caso de Efe. Es la tercera empresa española que mejor paga a sus periodistas.

Manifestaba antes que la palabra puede servir para destruir o para construir. En su experiencia periodística, tal vez no en la de Efe, ¿puede darnos algún ejemplo de ese poder y lo que puede producir, lo que puede generar, en Efe o en cualquier otro escenario?

Por ejemplo, ahora que se está produciendo una recesión, una crisis en la economía, a veces los políticos, los economistas, dicen que la economía española está experimentando un crecimiento negativo. Es un eufemismo para no decir descrecimiento o regresión. Si lo dice un ministro, un político o un economista, se pone textualmente lo que haya dicho, qué le vamos a hacer. El problema es cuando escribimos nuestras propias notas y hablamos del crecimiento negativo de la economía en vez de decir el decrecimiento.

Cuando asumimos esas palabras, aun cuando las estemos citando, es como lavarse las manos y no poner en contexto esa declaración. 

Sí, yo creo que esa es otra obligación. Una cosa es que una agenciade noticias no tenga que enmendar la plana al que habla, que expresa sus palabras y luego ya lo juzgarán los periódicos y los ciudadanos. Pero insisto, una cosa es que reflejes lo que ha dicho una persona y otra cosa es que no puedas añadir un párrafo donde, con tus propias palabras, des la información correcta. 

¿Qué opinión le merece la tendencia impulsada desde los grupos de mujeres para incluir la perspectiva de género en el idioma español? 

A mí me parece bien que el idioma tenga que ver con la realidad. Soy más partidario de cambiar la realidad que de cambiar las palabras. Las palabras cambian cuando la realidad ha pasado, luego ya se encargarán las palabras de adaptarse a la realidad. Cambiar las palabras para que la realidad cambie no es tan eficaz. Es mejor al revés, actuar sobre la realidad, que 

En los ejemplos que usted pone hay una carga social o una carga, digamos, hasta sociopolítica en el tema de la inclusión de las mujeres, en el tema de género, incluso cierta resistencia.    No, resistencia no.

Pero en el caso de un lenguaje de género sí hay disputa. ¿Qué es el lenguaje de género? 

Bueno, es decir, abogada en vez de abogado; miembra, en vez de miembro, entre otros muchos ejemplos que podríamos dar. 

He escrito sobre eso y estoy completamente a favor de que se diga abogada, médica, faltaría más, ¿no?

¿Y miembra? 

Miembra no. No, es como decir braza en lugar de brazo: Fulanita de tal es el brazo derecho del presidente. Pues no es la braza derecha. Es una metáfora, no nos quedemos tampoco en esas anécdotas. Creo que la naturalidad de los hablantes acaba pasando por encima de eso, e insisto, cuando la realidad cambia, las palabras se adaptan. Escribí un capítulo entero en un libro que se llama La seducción de las palabras, sobre la presencia y la ocultación de la mujer en el lenguaje, pero a veces nos fijamos mucho en el género y no nos damos cuenta de otras partículas que son mucho más dañinas. Como decir tengo una persona muy valiosa en mi despacho; es una mujer, pero trabaja muy bien. El valor peyorativo de ese “pero” es demoledor con relación a cualquier cuestión de lo que se está llamando género de las palabras. Me preocupan mucho más esos fenómenos de exclusión de la mujer que los que se refieren a los géneros de las palabras, porque yo ahí creo que el lenguaje se acaba comportando de una manera natural y corrige todo eso, y de hecho ya decimos ministra, presidenta, palabras que antes resultaban extrañas. 

Claro, porque la realidad no existía. 

Claro, porque la realidad ha cambiado, las palabras han cambiado con ella. Es lo que yo defiendo. Centrémonos en cambiar la realidad, las palabras, el lenguaje cambiará por añadidura.

Pero muchas veces hay complicidad de las mismas autoridades con grupos que se dedican a este tipo de negocios, entonces el periodista se enreda en esto solo, con las manos vacías, no hay una institución que lo pueda respaldar. ¿Esta situación ha aumentado a través del tiempo en otros países? 

Si, está aumentando. Todos los años tenemos informes de Reporteros Sin Fronteras y de otras organizaciones que nos indican cómo está aumentando la inseguridad de los periodistas en muchos países.

¿Alguna sugerencia? ¿Qué podrían hacer los que representan los medios de comunicación y los periodistas? 

La sugerencia es para las autoridades. Que no dejen ningún crimen sin castigo, y me sumo a todas las declaraciones que ha hecho la Sociedad Interamericana de Prensa, que tiene una comisión que investiga y que pide que se investiguen los crímenes contra los periodistas. Que no haya ningún tipo de tolerancia con los agresores, con los criminales.

Vamos a citar a Javier Marías, quien en algún momento ha dicho que “es bueno que cada cual hable como le parezca”. Javier Marías es miembro de la Real Academia de la Lengua, y matizó el comentario cuando dijo que eso, en su opinión, nos ayuda a saber con quién nos las estamos viendo en cada ocasión. Me gustaría su opinión sobre eso en particular. 

Sí, a veces todos estamos muy preocupados de qué ropa nos ponemos, de qué carro conducimos nos preocupan mucho los adornos que tenemos en la casa, los cuadros, los jarrones, y nos despreocupamos de nuestra principal vestimenta, que es la palabra. Cómo nos perciben los demás, principalmente, cómo tienen noticias de lo que sucede en nuestro interior, es a través de la palabra, y descuidamos el lenguaje cuando es nuestra ropa intelectual. A veces uno se encuentra personas muy cuidadosas con su aspecto que luego hablan de aquella manera, y entonces estoy de acuerdo con Javier Marías, y estoy de acuerdo con él en muchísimas otras cosas.

Estoy de acuerdo con él en que hable todo el mundo como quiera porque así podemos identificar cómo son; si alguien utiliza un lenguaje artificial para esconderse, quizás lo consiga; entonces, más vale que hable como quiera para que sepamos qué tipo de persona es. No solo desde un punto de vista moral, porque a veces, cuando escuchas a una persona tiendes a deducir qué experiencias ha vivido. Al final, examinando el lenguaje, puedes llegar a conocer el rastro que una persona ha dejado en su vida.


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