Revista GLOBAL

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Entrevista al Arq. Miguel R. Fiallo Calderón

by Equipo editorial
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Los tiempos globales y la realidad pandémica habrán de obligar a cambios profundos en los estudios universitarios. Las profesiones que sobrevivan habrán de actualizar sus currículos, si no lo están haciendo ya. Las nuevas que puedan llegar ahora o más tarde plantearán exigencias de forma y fondo nunca tal vez previstas. Es un debate mundial que atañe a la República Dominicana como el que más, dados nuestros pobres estándares de desarrollo en la educación básica y media, fundamentalmente. El rector de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, arquitecto Miguel R. Fiallo Calderón, accede a ser entrevistado por el director de GLOBAL sobre un tema que contempla múltiples aristas. Sus respuestas aclaran, con evidente perspicacia, cómo se distingue esta realidad y su forma de enfrentar los desafíos que la misma plantea. 

Usted ha planteado, y creo que es el único rector universitario que lo ha afirmado públicamente, que los títulos académicos obtenidos hace diez o más años no tienen validez alguna y que se hace necesario estudiar de nuevo, actualizar los conocimientos aprendidos en una carrera universitaria. ¿Nos podría explicar esta aseveración suya? 

Bueno, no es que los títulos universitarios no tengan validez. En mi discurso de nuestra Graduación Ordinaria de noviembre del 2017, explicaba que, dada la velocidad con que se está generando el conocimiento actualmente, además de los avances exponenciales en ciencia y tecnología, un título universitario no te certifica para toda la vida si no mantienes una formación y actualización continua para mantenerte al día y, además, poder adaptarte al mercado laboral, que vive también en permanente transformación. A esto me refería, y no es nada nuevo. En los países desarrollados se les exige a los profesionales liberales certificaciones que incluyen desde exámenes periódicos hasta asistencia a congresos, seminarios, etcétera, que evidencien que están actualizados en sus respectivas profesiones y especialidades, además de cumplir con los requerimientos de las diferentes asociaciones especializadas. 

¿Cómo ve usted el futuro de la educación universitaria dominicana bajo la perspectiva de los cambios globales, prácticamente en todas las esferas vitales? 

Esa pregunta tiene una respuesta muy amplia. Trataré de ser lo más específico posible. Visualizo la educación universitaria dominicana adaptándose a modelos educativos flexibles, promoviendo la investigación y buscando la mejora continua de la sociedad a través del conocimiento; compartiendo en redes con otras universidades del mundo y tecnológicamente transformada, acreditada internacionalmente con instituciones reconocidas que certifiquen una educación de calidad mundial y en constante transformación. La pandemia nos enseñó que el modelo de enseñanza, que no había cambiado prácticamente desde su fundación, se puede y se debe cambiar, innovar, llevar la universidad a cualquier parte del mundo, así como contratar a los mejores profesores donde quiera que estén. 

¿La pandemia obliga a reestructurar las profesiones universitarias o, por lo menos, los pénsums de las mismas? ¿Ha tenido la pandemia algo que ver con los cambios profesionales, o se trata de un problema ya planteado que la pandemia aceleró? 

Definitivamente la pandemia ha sido un catalizador que ha acelerado muchos y variados procesos que se veían venir, pero que se visualizaban a mediano y largo plazo. Nuestra universidad define su oferta académica basada en la pertinencia, en coherencia con su naturaleza, modelo educativo y las necesidades de desarrollo de la sociedad. Es por esto que periódicamente revisamos nuestros currículos por competencias, fortaleciendo las estructuras académicas que permitirán reformular las carreras actuales y ofrecer otras para dar respuesta a las demandas del campo laboral en las diversas áreas. Desde siempre ha sido un proceso clave en la universidad la actualización de la oferta académica. La pandemia nos permitió ver oportunidades. Una universidad que no está identificada con el proceso nacional de desarrollo, que no ha entendido su rol en el mundo globalizado, no podrá producir un egresado a la altura de los retos impuestos por las circunstancias locales, nacionales o internacionales. 

¿Cuáles profesiones estima usted que sufrirán cambios profundos o cuáles definitivamente tenderán a desaparecer en los próximos años? 

Como planteábamos hace un momento, con la pandemia se acelera la transformación digital, tecnológica y científica de las profesiones, así como la automatización de los procesos convencionales. Basta ver cómo la ciencia, de la mano de la tecnología, creó varias vacunas, todas efectivas contra la covid-19 y en un tiempo récord, impensable hace apenas un par de años. Todas las profesiones deben repensarse. Aquellas que no incorporen las nuevas formas de trabajo, el uso de las nuevas tecnologías y la automatización podrían verse en peligro de convertirse en obsoletas y no responder a las demandas del contexto. Las profesiones que menos riesgo tienen son aquellas centradas en el conocimiento y el valor humano. Han cobrado una importancia relevante profesiones relacionadas con las ciencias de la salud, tecnología y digitalización, comercio electrónico, telecomunicaciones, robótica e inteligencia artificial, entre otras. 

¿Cómo estima usted que pueda garantizarse una educación inclusiva, de calidad, que no implique desigualdad alguna en el acceso a la universidad, con los cambios que se pregonan? 

Una educación inclusiva es una educación de calidad porque parte de la atención a la diversidad, donde se toman en cuenta las diferentes necesidades de los estudiantes. Es importante aclarar que esto no significa bajar la calidad académica. La misma plantea la necesidad de que desde la universidad puedan aplicarse estrategias, como la ejecución de programas de nivelación, que posibiliten la mejora del nivel educativo de los postulantes. Como sociedad tenemos una tarea pendiente, que es urgente, la mejora del sistema educativo en general, para que podamos recibir un estudiante con las competencias iniciales requeridas para lograr desarrollarse en una carrera universitaria de manera exitosa. 

El futuro, a pesar del reclamo global de educación inclusiva, ¿no prevé una universidad de élite intelectual, o sea, una universidad no abierta a todos, sobre todo por las limitaciones educativas previas o por otras razones sociales y económicas? 

Hay países donde el Estado regula, en base a una serie de evaluaciones, cuáles estudiantes tienen la vocación y las competencias para acceder a institutos técnicos o universidades. Precisamente, la estrategia planteada anteriormente puede contribuir a afrontar estos retos. Es muy importante que las universidades realicemos un buen proceso de evaluación al ingreso de los estudiantes, porque esto nos permite detectar las necesidades educativas de nuestros postulantes y plantear formas de afrontarlas. La data que nos proporcionan estas evaluaciones puede ser analizada y ayudarnos a plantear ajustes, desarrollar otras propuestas y retroalimentar al sistema educativo. Otras estrategias que favorecen la inclusión se centran en el seguimiento del progreso académico, los apoyos y acompañamientos en los aprendizajes. Existen mecanismos, como los programas de becas, que facilitan el acceso a aquellos estudiantes que provienen de contextos vulnerables y/o con limitaciones económicas, y los programas de crédito educativo, que ofrecen facilidades a aquellos que en el momento no pueden costear la carrera. 

¿Qué tiempo considera usted que se tomará preparar las nuevas profesiones para poder ofertarlas en nuestras universidades, y qué tiempo se tomará eliminar las que ya se prevé que deben ser suprimidas? 

Muchos de los perfiles de las nuevas profesiones todavía no son totalmente conocidos por la sociedad. Creo que no podemos hablar de tiempos específicos en este sentido, pues los cambios se darán de manera paulatina, aunque acelerada. El trabajo con las nuevas profesiones se va realizando en la medida en que se prevé, o va surgiendo la demanda laboral y se hacen los estudios de factibilidad pertinentes. La elaboración de un nuevo plan puede tomar algunos meses, esto depende de varios factores, pues al tiempo que se diseña la carrera deben también prepararse los recursos humanos y materiales que aseguren su implementación. Esto es fundamental. Las profesiones actuales se han ido renovando para dar respuesta a los requerimientos socioeconómicos y tecnológicos, y estos mismos son los que determinarán el momento en el que evolucionarán algunas carreras. Para esto, es importante que contemos con más estadísticas a nivel nacional que puedan proyectar lo que trae el futuro, que contribuyan a la toma de decisiones. 

¿Está la universidad que usted dirige evaluando toda esta realidad educativa a nivel superior para proceder con los cambios que deben operarse en un plazo relativamente corto? ¿Cuáles planes específicos se ejecutan al respecto? 

Gran parte de nuestras carreras están siendo rediseñadas para atender a las necesidades actuales, no solo en función de los cambios socioeconómicos, sino también considerando los avances tecnológicos en general, como expresé hace un momento. Me refiero a la introducción de herramientas tales como realidad virtual aumentada, simuladores de negocios y equipos de impresión en 3D, entre otros recursos. Esto ha implicado un proceso de reflexión y consulta que ha desencadenado cambios en los planes de todas las Ingenierías, como Geomática, Sistemas Computacionales, Civil, Industrial. También en Arquitectura, Psicología, carreras del área de negocios, y muchas otras. 

¿Cuáles problemas confronta la educación universitaria dominicana frente a las deficiencias que algunos entienden acarrea la educación básica y media, o sea los bachilleres que llegan a formarse profesionalmente con numerosas taras educativas? 

Los resultados arrojados por las pruebas PISA y otras evaluaciones realizadas a nuestros estudiantes, tanto a nivel nacional como internacional, así como investigaciones recientes, nos reportan que recibimos bachilleres con deficiencias en el dominio de las competencias matemáticas, fundamentales para el desarrollo del razonamiento lógico, y que su nivel de comprensión lectora es bajo, afectando sustancialmente el alcance de las competencias requeridas a nivel universitario. Es bueno recordar que sin comprensión no hay aprendizaje. Hay que destacar que, entre la educación básica y media, pública y privada, existe una marcada diferencia, que por el momento dejaremos ahí. 

¿Cómo se plantea la UNPHU la solución a estas carencias de la educación básica y media? 

Nuestra universidad tiene contemplado aplicar programas de nivelación que posibilitan la mejora del nivel educativo de los postulantes y, ya dentro de las carreras, contamos con un sistema de alertas que permiten dar seguimiento al progreso académico de los estudiantes, apoyo y acompañamiento en sus aprendizajes a través del Plan de Acción Tutorial. Entendemos que la nivelación académica no es función de las universidades, pero que en nuestro país se hace necesaria; esperamos que en un tiempo no muy lejano esto sea una prueba superada. 

En los últimos decenios, la calidad de la educación dominicana está en franco cuestionamiento, a causa de los informes de reputados organismos y encuestadoras educativas internacionales que nos colocan en posiciones muy decepcionantes frente a otros países de América Latina, como usted mismo ya ha anotado. ¿Cuáles cree usted que son las causas fundamentales del deterioro de nuestro nivel educativo? ¿Qué debe hacerse para modificar este panorama? ¿Cuáles son sus recomendaciones al respecto? 

Ya nos hemos referido a ese tema en algunas de las preguntas que anteceden a esta; sin embargo, vamos a tratar de ser más específicos. A pesar de contar con un sistema educativo preuniversitario gratuito y de bastante cobertura, la calidad del mismo es baja. Esto queda evidenciado a través de las pruebas PISA y TERCE, donde la educación dominicana ocupa los últimos lugares en lectoescritura y matemáticas, habilidades básicas para el aprendizaje. Entendemos que uno de los grandes retos del sistema educativo dominicano es contar con docentes competentes para desarrollar una práctica pedagógica adecuada y acorde a los nuevos tiempos. Proponemos que se realicen mejoras en la Educación Básica para hacer eficientes los procesos de alfabetización, integrando los aportes de la investigación científica; que se trabaje con los docentes las competencias de lectoescritura y el desarrollo de estrategias de enseñanza centradas en mejorarlas en sus estudiantes. Además, es importante reforzar el dominio de las competencias matemáticas, estimulando en todo momento las destrezas del pensamiento. En Secundaria, que la enseñanza pueda centrarse en el dominio de las competencias correspondientes, no estancarse por los baches de la Educación Básica. Al respecto, es necesario ayudar a formar un aprendiz eficaz, entrenado en la reflexión de sus procesos y capaz de aprender a aprender. Es clave mejorar el perfil de los docentes, con todas las implicaciones que esto conlleva para afrontar estas tareas. 

El nivel de los profesionales que concluyen sus estudios en la universidad bajo su dirección, ¿cómo lo define usted? 

Profesionales de alto nivel, competentes, humanistas, emprendedores y comprometidos con el desarrollo del conocimiento; capaces de insertarse en los ámbitos nacionales e internacionales y de aportar soluciones para lograr bienestar social, tal y como lo expresa nuestra misión institucional. 

¿Nos puede ofrecer algunas razones que expliquen su anterior respuesta? 

Desde su fundación en 1966, nuestra universidad ha graduado a más de 38,000 profesionales, muchos de los cuales ocupan posiciones preponderantes a nivel nacional e internacional. Nuestros egresados son hoy por hoy nuestro gran orgullo, razón por la cual trabajamos bajo una filosofía que promueve la mejora continua; nos aseguramos de entender las necesidades de la sociedad, para que nuestros planes de estudios sean pertinentes, garantizando la generación de conocimientos que aporten al bienestar social. Estas acciones se reflejan directamente en la calidad profesional y humana de nuestros egresados, resultando no solo en una exitosa colocación laboral sino también en sus resultados profesionales, en que logran crecer y destacarse en sus áreas de conocimiento. 

¿Cuáles son las profesiones que distinguen, de modo especial, a su universidad, y de qué modo los egresados con los títulos de esas profesiones se insertan en el ámbito laboral o pasan a universidades del exterior para ampliar sus estudios con buenas credenciales? 

La UNPHU busca siempre imprimir su sello valórico en todos sus egresados. De tener que destacar algunas profesiones, podemos mencionar a nuestros arquitectos, doctores en Medicina y en Odontología, licenciados en Farmacia, nuestros ingenieros, los licenciados en Derecho, en Educación, en Psicología, y en las áreas económicas y sociales. Todas son profesiones que requieren un alto sentido humanista, parte de nuestra filosofía institucional. Durante la formación de nuestros estudiantes, mantenemos vínculos con instituciones nacionales e internacionales, enriqueciendo la experiencia y permitiéndoles prepararse no solo para ejercer localmente sino en el extranjero, si así lo decidieran. A la vez, algunas de estas carreras han sido acreditadas, otras se encuentran en proceso de acreditación, garantizando así una formación académica que cumple con estándares de calidad internacional. 

Finalmente, señor rector: ¿Cuál es, en sentido general, el futuro de la universidad, como meca para la formación de los profesionales globales que exigirán los tiempos actuales y por venir? 

Esa pregunta es tema de reflexión, alrededor del mundo, de las mentes más brillantes del planeta, intensificada después de la pandemia y todas sus consecuencias, buenas y no tan buenas. Sin embargo, en la UNPHU nos atrevemos a externar que debe ser una universidad acreditada bajo estándares de calidad nacional e internacional en todas las áreas, parte integral de redes que aporten al desarrollo del conocimiento, con una oferta de formación, tanto de grado como de posgrado, incluyendo educación continuada, variada, pertinente y flexible, que dé respuesta a las necesidades locales, regionales y globales, y a sus transformaciones. 


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