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La enseñanza superior y la investigación en Haití: perspectivas caribeñas

by Jean Marie Theodat
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El terremoto que afectó la nación haitiana provocó daños humanos y materiales importantes: más de 300,000 personas muertas, los edificios gubernamentales quedaron destruidos, entre estos los que alojaban el Palacio Nacional, el Palacio de Justicia y la Dirección de Impuestos Internos. Todos los símbolos nacionales y los elementos de la organización del poder resultaron destruidos o afectados. Sin embargo, el caos anunciado no se produjo. Este país descrito tantas veces como un Estado fallido, como una sociedad desgarrada y al borde de la implosión se reveló repleto de recursos ocultos. Los lugares han sido afectados severamente, pero los lazos quedaron intactos entre vecinos, familiares y amigos.

La ayuda es evidente y revela reservas de humanidad de las cuales los haitianos no nos creíamos portadores. Se han organizado comités de vigilancia para asegurar la evacuación de los desechos sólidos, la distribución del agua y la vigilancia nocturna alrededor de los campamentos para evitar los saqueos. Sin embargo, Haití no podrá recuperarse solo del daño provocado por el terremoto del 12 de enero de 2010. Para levantarse el país necesita el compromiso de todas las buenas voluntades, en particular, la de sus vecinos caribeños más cercanos. El país más pobre de América es el que también merece más de nuestra atención.

Entre las principales infraestructuras que deben ser reconstruidas, las que componen el sistema universitario son urgentes; se trata de reformar a la vez las instalaciones y el personal. Los problemas del sistema universitario preceden a la catástrofe del sismo de siete grados en la escala Richter: dispersión de los centros universitarios, mal equipamiento de las aulas, profesores no calificados. Pero estos se han agravado a la vez que aparecen nuevos desafíos que afectan al sector, como el de los estudiantes que emigraron al extranjero para concluir sus estudios, acogidos con generosidad por los socios universitarios solidarios de la causa haitiana (Francia, Canadá, Estados Unidos de Norteamérica, la República Dominicana y Cuba), pero pocos están dispuestos a regresar al país, sobre todo por la falta de empleo que los espera al concluir su formación académica. Una gran parte prefiere buscar trabajo en el país de acogida o retardar su regreso a la tierra natal en espera de “días mejores”.

¿Cómo desarrollar una cooperación internacional que no sea una agonía del cuerpo docente y del cuerpo de investigadores ya insuficientes en relación con las necesidades del país?

La confrontación aguda que podemos hacer es la atomización de la enseñanza superior en instituciones múltiples y de estructura académica desigual, por un lado, y la carencia de la investigación, por otro. Esta situación no es consecuencia del terremoto, pero sí es el resultado de una desafección duradera que alejó al sector de la enseñanza universitaria de las preocupaciones de las autoridades públicas. No hubo en la política presupuestaria de los gobiernos una que tomara en consideración la enseñanza superior, la inversión del esfuerzo público se concentró en los niveles de enseñanza básica y en la secundaria. Como consecuencia, hay más estudiantes en el extranjero que en los establecimientos públicos y privados haitianos. El sismo del 12 de enero agravó esta penuria: un éxodo acelerado de los docentes, ejecutivos y estudiantes universitarios. Algunos por poco tiempo, otros por periodos más largos y otros por un éxodo definitivo.

Existe un consenso alrededor de la necesidad de inscribir la enseñanza universitaria y la investigación en el marco de la agenda pública, a fin de que se tomen las medidas necesarias con miras a superar la situación. Pero faltan los medios para concretizar este compromiso. Es obvio que podemos contemplar un relanzamiento −a largo plazo− de la economía y de la sociedad haitiana. Las ayudas puntuales y la acogida de estudiantes haitianos en los campus extranjeros son necesarias en las situaciones de emergencia, sin embargo, no pueden responder a largo plazo a las urgencias de una sociedad joven, dinámica y trastornada debido a la mundialización. Si los haitianos siguen formándose en el extranjero se colocarán en una situación de dependencia educativa e intelectual que puede ser perjudicial tanto para los valores y la independencia nacional como para la resolución de los problemas.

El devenir universitario 

Desde la creación de la Universidad del Estado de Haití (UEH) en 1944, la enseñanza superior en Haití ha sido objeto de una evolución errática, marcada por el desinterés del poder, la sabiduría y el conocimiento. Cierto es que en 1851, el rey Cristóbal estableció la universidad haitiana inspirada en el modelo inglés, pero se trató de un comienzo tímido y fue mantenido sin seguimiento por mucho tiempo.

Esta institución se componía de las escuelas de Medicina, de Cirugía y de Farmacia; otra de Artes y Oficios y también una de Agricultura. Durante todo el siglo xix la élite intelectual del país se capacitó en Europa, particularmente en Francia. Los grandes nombres de la literatura y de las artes estaban relacionados con las personas que vivieron largo tiempo en el extranjero con la meta de capacitarse y perfeccionarse. Esto permitió tener una intelectualidad de calidad, pero en cantidad limitada.

Hubo que esperar la segunda mitad del siglo xix para poner en marcha los fundamentos de la estructura universitaria nacional con el nombramiento del ministro de Educación Nacional, Elie Dubois, cuya obra a favor de la enseñanza no tiene comparación. Es por su iniciativa que se crea la Escuela de Derecho en abril de 1860. En 1902 fue fundada la Facultad de Ciencias.

Durante la ocupación estadounidense (1915-1934) tuvo lugar la reforma más intensa y significativa a favor de la educación superior, se crearon, reformularon o reforzaron las escuelas de Medicina, Farmacia, de Agronomía y de Medicina Veterinaria. Otras facultades, escuelas y centros completan este dispositivo académico que esboza la UEH, por orden cronológico son: la Escuela Normal Superior, la Facultad de Etnología, el Instituto Nacional de Gestión de Altos Estudios Internacionales (inaghei), la Facultad de Lingüística Aplicada y el Instituto de Investigaciones Africanas de Haití (ierah).

Durante el siglo xx no cambia en nada esta estructura, salvo en la movilidad de los estudiantes que se enriquece de nuevos destinos formativos a finales de la década del setenta; esto provoca una polarización creciente de universidades estadounidenses que contratan a jóvenes haitianos. A partir de la década de los noventa, la República Dominicana aparece como un destino providencial en múltiples aspectos (un país cercano con una oferta de educación superior de calidad y económica). Esta nación vecina es escogida por 15,000 estudiantes universitarios haitianos.

La preferencia por los estudios universitarios en el extranjero y la reorientación del destino de los estudiantes es la consecuencia de una doble inflexión en el panorama universitario: la educación de nuevas clases sociales y el aumento sensible de la cantidad de bachilleres. Hubo una ampliación de la matrícula estudiantil por razones demográficas y sociales. En este sentido, la enseñanza superior es el reflejo de la evolución política y demográfica de Haití. Vale recordar el año 1987 como clave para analizar el estado de situación de la enseñanza superior en Haití. Antes de esta fecha la UEH y la Universidad Adventista de Haití (unah), fundada en 1947, eran los únicos establecimientos formativos autorizados para ofrecer programas de enseñanza superior. Durante la dictadura ese monopolio subsistió por la atonía del panorama político e intelectual del país, la fuga de cerebros provocada por la dictadura y la preferencia de los haitianos en irse a formar al extranjero. Los puestos de responsabilidad dentro de UEH eran fruto de acuerdos políticos; el funcionamiento de la universidad se encontró condicionado por la tolerancia de algunos de sus ejecutivos ante el régimen y la falta de competencia en el mercado de la enseñanza superior. La causa de esta situación es el estado de letargo en el cual se encontró el sector y la concentración en la capital de toda la infraestructura universitaria, imagen de la macrocefalia urbana implantada bajo el régimen de Duvalier.

La década del ochenta 

Pero a finales de la década del ochenta se evidenció un cambio de tendencia: una parte sustancial de la élite haitiana se formó en Haití. Las clases populares tienen desde entonces acceso a la educación primaria y secundaria, considerada antes como el traje de gala de los ricos. La obsesión de los más humildes trabajadores por los estudios, ofrecidos como una herencia a sus hijos, provoca una apertura de la enseñanza superior.

De mala calidad y sin acreditación del Estado, la enseñanza impartida en la mayoría de los centros refleja la incapacidad estatal a responder de manera adecuada a la demanda social de educación y cultura.

En efecto, desde 1987 asistimos a una multiplicación de los centros universitarios privados, un elemento más que demuestra el papel fundamental de la universidad en el concepto de la nueva dinámica que abraza la sociedad. El sector privado de la enseñanza superior de Haití constituye un canal que permite democratizar la formación a nivel superior, abre la vía a un sector y clase social totalmente soslayados en el antiguo sistema.

En la actualidad existen alrededor de doscientos establecimientos de enseñanza superior (ees) en Haití, de los cuales solo 47 recibieron la acreditación del Ministerio Nacional de Educación para entregar títulos profesionales y técnicos. La UEH cuenta con 12 facultades distribuidas en diferentes localidades de Haití; la más importante es Damier, donde está la Facultad de Agronomía y Medicina Veterinaria (famv), que tiene un total de 25,000 estudiantes matriculados. Más de cuarenta docentes están aglutinados en el seno de esta universidad, lo que la convierte en el buque insignia del sistema educativo nacional. Cada establecimiento está dividido en facultades que corresponden a las diferentes disciplinas formativas y poseen generalmente una enseñanza de primer ciclo, distribuidas en tres o cinco años según los casos, que concluye con la entrega de un título de licenciatura.

iatura. Una excepción a esta regla es la Facultad de Medicina que entrega un diploma de doctorado tras seis años de estudios; la Facultad de Etnología autoriza a continuar La Facultad de Medicina de la Universidad del Estado Haitiano, en la cual se incluye la carrera de Odontología, entrega un diploma de doctorado tras seis años de estudios. 36 estudios de la licenciatura para obtención de maestría. Algunos establecimientos de la UEH entregan un certificado de estudios al cabo de dos o tres años.

El potencial humano 

Este país que está considerado como uno de los más creativos del Caribe en arte y en cultura, tanto en pintura como en literatura, carece de acompañamiento académico. ¿Qué sería de Haití si sus pintores hubiesen sido capacitados?

Los talentos más brillantes son reclutados por las universidades de países extranjeros que les ofrecen mejores salarios; los más empecinados ejercen su oficio de profesor o investigador en condiciones salariales y materiales difíciles en Haití. Las remuneraciones son aleatorias e insuficientes. Un profesor universitario gana aproximadamente mil dólares por mes, mucho menos que un empleado de una organización no gubernamental. La principal aspiración de los colegas haitianos es vivir de su profesión de profesor o de investigador. Debemos recordar que la partida del presupuesto nacional dedicada a la educación superior está limitada al 0.4%, lo que evidencia la pobre remuneración nominal de los profesores así como las condiciones de acogida y las perspectivas de la carrera docente.

La mayoría de los profesores (alrededor de mil, de los cuales seiscientos pertenecen al cuerpo docente de la UEH) solo han cursado el nivel de licenciatura, su dedicación a las labores docentes no es suficiente para cubrir algunas fallas en los métodos pedagógicos utilizados. Por falta de nivel y formación pedagógica, los profesores están siempre restringidos a acumular empleos sin poder alcanzar un salario decente; esto contribuye al detrimento del trabajo esencial que es impartir enseñanza y hacer investigación. Apenas 347 profesores están contratados a tiempo completo, a diferencia de 1,511 que tienen acuerdos laborales de tiempo parcial (medio tiempo). Solo un 11% de los profesores, que tiene doctorado, es titular.

Al día de hoy, un ínfimo número de docentes son capaces de prescindir de un trabajo complementario, y este a menudo es su principal fuente de ingresos. Es decir que los salarios distribuidos no son suficientes para retener al personal calificado, y que la enseñanza es, en pocos casos, la actividad principal de los profesores.

El mayor porcentaje del cuerpo profesoral está constituido por hombres, solo 14% son mujeres, pese a que estas poseen más títulos que sus colegas masculinos (18% están avaladas o tituladas de un doctorado, versus 11% de los hombres). En la actualidad hay 30,000 nuevos bachilleres por año en Haití, y esta cifra es más o menos similar a la de las plazas disponibles en el conjunto de la UEH; es decir que para ofrecer oportunidad a cada joven egresado de la escuela secundaria habría que aumentar en un 100% la capacidad de acogida de los establecimientos educativos actuales. 

Las estadísticas revelan que de 40,000 estudiantes universitarios, 28,000 están matriculados en la UEH. El terremoto provocó la muerte de 200 profesores y por lo menos de 6,000 estudiantes de todos los centros docentes. Por estas pérdidas humanas del cuerpo docente, algunas materias resultan afectadas por la carencia de profesores: la Lingüística y la Geografía en particular. Es difícil evaluar la cifra de los que abandonaron de manera definitiva o temporal el sistema.

También, una gran cantidad de espacios universitarios están ocupados por campamentos de refugiados o localizados cerca de estos. Es decir, los daños no se limitan solo a los locales y al personal administrativo de los centros educativos, hay que tomar en cuenta el desamparo en el que se encuentran los estudiantes y el personal docente.

Programas y cursos 

Cada año las instituciones educativas de enseñanza superior otorgan 2,000 diplomas (2,179 en 2008, de los cuales 1,305 fueron hombres y 874 mujeres), en todas las profesiones, entre los cuales 120 son doctorados en Medicina. En esta última disciplina se nota una feminización de los egresados, pues recibieron títulos 65 mujeres versus 63 hombres en ese año.

Al nivel de la UEH se constata una ligera ventaja de los hombres en la matrícula y los egresos, pero globalmente el equilibrio de género está representado y no existe ningún límite de acceso a la universidad que esté relacionado con la condición femenina o masculina. Dos universidades ofrecen un nivel de doctorado, además de la UEH: la Universidad Lumiére y la Universidad Quisqueya. Se trata del doctorado de Medicina. Las demás instituciones entregan licenciaturas y maestrías. 

Los estudiantes que desean seguir sus estudios de cuarto nivel tienen que emigrar al extranjero. Es cuando se produce la fuga de cerebros, pues la proporción de los que regresan al finalizar su doctorado o master es mínima.

Una formación doctoral está sin embargo en pie desde 2011, con la pretensión de formar mil nuevos doctores en Ciencias Humanas y Sociales en el transcurso de los próximos 10 años. Estos programas de titulación doctoral están administrados principalmente por la UEH y la Universidad de Quisqueya; están planificados para elevar el desafío de la formación en el país del personal docente y de los investigadores necesarios para la sociedad haitiana, con el objetivo de mantener el nivel de interés por las humanidades haitianas en el panorama intelectual y científico caribeño.

Las infraestructuras académicas 

La UEH está dispersa en 18 campus, 11 se encuentran en la zona metropolitana. El campus universitario incluye otras 13 instituciones públicas acreditadas por el Estado y 145 establecimientos privados; de la totalidad, 135 son instituciones religiosas o afiliadas a una iglesia.

La dispersión geográfica constituye un factor negativo recurrente para la enseñanza superior en Haití. Los ees son locales habitacionales destinados al ciclo de enseñanza-aprendizaje para los cuales no fueron construidos. De ahí la inadaptación de los lugares para el desarrollo de las estrategias didácticas y las interrupciones asociadas a vecindarios a veces ruidosos, contaminados o pocos cómodos e inadecuados para impartir una enseñanza de calidad. Según los resultados de la Encuesta Pública de 1997, alrededor de 45 por ciento de los establecimientos observados no disponían de instalaciones adecuadas para desarrollar las clases. 

El terremoto del 12 de enero de 2010 afectó las infraestructuras y dejó sin resguardo a la mayoría de los establecimientos. De los 32 centros universitarios de espacio adecuado en la capital haitiana, 28 están declarados inutilizables, las otras restantes necesitan reparaciones.

Tras el sismo han sido construidos centros educativos provisionales con la cooperación de la ayuda internacional, pero se trata de una solución transitoria. La capital haitiana no ofrece ningún lugar digno de ser llamado campus tal como el de la Universidad de las Indias Occidentales (uwi), con campus en Jamaica, Trinidad y Tobago y Barbados, o de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la República Dominicana. Con una sola excepción: el campus de Damier que aloja la famv que tiene una infraestructura universitaria de calidad, con complejos habitacionales, laboratorios, bibliotecas y un restaurante, donde se desarrolla la vida estudiantil y el intercambio intelectual. Aunque, lamentablemente, el lugar está amenazado por las inundaciones del río Grise, que lo delimita al norte.

Perspectivas comunes 

El terremoto ha provocado un movimiento de solidaridad tan espontáneo como efímero en sus efectos. La actualidad internacional ha sustituido la causa haitiana, debido a 38 En el campus Henry Christophe se formará una nueva élite de profesionales capaces de relanzar el país sobre nuevos rieles. las pasiones mediáticas. Cerca de dos años después del sismo Haití dejó de estar en la delantera del escenario mediático internacional.

Sin embargo, en ciertos países la solidaridad con Haití tiene un significado particular que contribuye a revivir los viejos lazos mantenidos intactos a pesar de las complejidades de la historia. Con los departamentos franceses de América, con la República Dominicana, con la Francia metropolitana, la cooperación universitaria parece inscrita en el largo plazo y ha revelado la profundidad de los viejos lazos de intercambios entre las universidades de Haití y las regionales y francófonas.

Varios programas de acogida de estudiantes y docentes haitianos han sido inmediatamente establecidos con la Universidad Autónoma de Guadalajara (uag), en México; la Universidad de Virginia Tech y el Instituto Tecnológico de Massachussets (mit) en Estados Unidos; la Sorbona, la Universidad de París y la Universidad Laval, en Francia; la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, la Universidad apec y la uasd, en la República Dominicana. 

El Gobierno de la República Dominicana ofreció y construyó un campus universitario nuevo situado en el norte de Haití, en Limonada. Este gesto de generosidad histórica es el más importante que un presidente dominicano podía tener hacia Haití. Tras el terremoto que afectó a Haití, la visita del doctor Leonel Fernández, presidente de la República Dominicana, a Puerto Príncipe tenía un sabor de revancha sobre los temores y prejuicios acunados; la mano tendida del presidente dominicano tiene para los haitianos un significado particular por originarse en un país considerado históricamente hostil hacia los haitianos. La donación del campus de Limonada permite borrar los rencores del pasado y calmar ciertos episodios dolorosos entre las dos naciones.

Este impulso debe mantenerse mediante los programas de cooperación regional innovadores que faciliten la movilidad de los profesores, de los estudiantes y de los investigadores, sin alterar las fuerzas vivas de los países más vulnerables como es Haití, país que dispone de un patrimonio artístico, cultural e intelectual a ser valorado o tomado en cuenta por las universidades regionales, al igual que debe obtener una cooperación más puntual entre las instituciones involucradas en el rescate.

En la actualidad los contactos son asuntos de individuos, profesores y estudiantes que van y vienen entre las instituciones. Llegó el momento de hacer lazos más formales, desarrollar investigaciones compartidas, pues Haití es un terreno para las investigaciones sin comparación en el Caribe.

Las perspectivas comunes se inscriben en una dinámica de dos pasos: las acciones a mediano término y las acciones a largo plazo. Las primeras tienden a detener la avalancha de los profesores y de los estudiantes que se han precipitado en los consulados extranjeros con la esperanza de obtener una visa para dejar el país y relanzar sin demora la acogida de los interesados. 

Las acciones a mediano plazo deben esforzarse en lograr acercar a los centros universitarios sobre el doble plan pedagógico y espacial, para provocar una emulación y una sinergia que por el momento faltan. Las acciones de largo plazo deben apuntar en fijar mejor la universidad en la sociedad y la región para convertirla en la punta de lanza del desarrollo durable y equitativo que necesita la sociedad desde hace varias generaciones, instaurando un sistema de capacitación en correlación con el mercado del empleo, con las necesidades específicas de la región del Caribe.

Acciones de urgencia: la solidaridad internacional 

Desde el terremoto, los establecimientos de enseñanza superior haitianos se han lanzado en operaciones de urgencia que tienden a manejar las dificultades materiales y afirmar la solidaridad de las universidades con el pueblo haitiano. 39 Esas intervenciones espontáneas, puntuales y dispersas ganarían si fueran sistematizadas y formalizadas en el marco de acuerdos bilaterales que definan las condiciones de estadía y garanticen las perspectivas del regreso de los profesionales capacitados en el extranjero.

Los establecimientos miembros de la Conferencia regional de rectores, presidentes y directores de universidades del Caribe (Corpuca) fueron los primeros en contestar a la emergencia, acogiendo a 50 estudiantes en los departamentos franceses de América; pero esta hospitalidad universitaria fue emulada por países tan alejados como Senegal (cien becados acogidos), Benin, Canadá y, sobre todo, Francia (que suma más de seiscientos estudiantes becados).

Metas a mediano plazo 

En septiembre de 2011 surgió la Conferencia de rectores y presidentes de universidades de Haití (Corpuha). Su meta es facilitar la cooperación interuniversitaria, defender la calidad de la enseñanza y la promoción de estudios superiores en el país. Los rectores y presidentes de universidades se han pronunciado a favor de una convergencia de los programas y de los planes de estudio. En efecto, los diferentes centros universitarios siguen modelos pedagógicos y trabajan en un marco didáctico que es heteróclito. Esto se debe a la diversidad de su origen y de la complejidad de las cooperaciones internacionales, que provocan la creación de programas disparejos.

El propósito es superar esas diferencias y facilitar la implementación de un estado común de responsabilidades en el cual los centros puedan encontrarse. Esto permitirá la creación de un protocolo común de entrega de diplomas. Es en este espíritu que los miembros de la Agencia de las Universidades Francófonas (auf) han definido un perfil de excelencia que subraya los puntos fuertes de sus programas formativos, lo que permitirá conducir el diálogo necesario de los representantes de las universidades con miras a la reconstrucción. La idea es ayudar a cada socio a reforzar el campo en el que tiene más fuerza, de manera que pueda señalar la excelencia por lo menos en una disciplina. Así se define una actividad académica completa pero distribuida entre varias instituciones de nivel superior.

Los representantes de las ees observan con interés la constitución del Polo de investigación y enseñanza superior (pres), con el fin de constituir una masa crítica capaz de incidir en la competencia entre los establecimientos que se hacen a escala regional. Agrupando sus fuerzas las universidades e institutos haitianos aumentan su oportunidad de excelencia y de notoriedad, más que con la dispersión actual y la falta de medios para la mayoría.

Tal acercamiento ya existe en los hechos con la presencia de los docentes en el “trombinoscopio” de las principales instituciones. Pero la distancia es tal de un local a otro, y el tiempo de transporte tan largo, en la capital particularmente, que los profesores llegan a menudo retrasados y solo pueden asegurar parte de su clase. Existen numerosos terrenos de entendimiento entre los socios de la auf, en cuanto a los programas y a la pedagogía, habría que sistematizar su práctica y formalizar los recursos adoptando un compromiso de la enseñanza superior y de la investigación. En ese propósito, cada establecimiento define un perfil de excelencia que subraya los puntos fuertes de cada uno y los pasadizos posibles con los demás.

El presidente se convertiría en la interfase de los establecimientos haitianos con sus socios dominicanos, franceses, cubanos o americanos. Esto permitiría romper el círculo rutinario de las colaboraciones bilaterales y ampliar el círculo de los beneficiarios de las misiones pedagógicas o de capacitación ofrecidas por la cooperación internacional. En los países vecinos, Cuba y la República Dominicana, decenas de miles de estudiantes haitianos están llamados a jugar un papel de relevo en las universidades de acogida. La eficiencia de la cooperación universitaria pasa por una acción concertada que incita más a los estudiantes a regresar a Haití una vez acabada su formación o capacitación.

La cooperación universitaria regional 

Los estudiantes haitianos son cada vez más propensos a irse a formar en las universidades del Caribe: Cuba y la República Dominicana (para la Medicina, los oficios de Ingeniería y las áreas técnicas), y los dfa para las Ciencias Humanas y Sociales. Estos países están llamados a jugar un papel importante en la formación de nuevas élites haitianas. 

La idea debe ser ofrecer a los estudiantes haitianos un boleto de regreso y ventajas para incitarles a establecerse en su país al término de su capacitación. Esto supone una movilización casi militante sobre el terreno y la creación de un espíritu pionero para proporcionar la nota del desafío. En otro orden de ideas, hay que darle ánimo a la construcción en las provincias de infraestructuras universitarias privadas con el apoyo de las autoridades públicas, de manera de repartir mejor la oferta de formación sobre el territorio nacional. La inauguración del campus Henry Christophe, de Limonada, es la ocasión para ofrecer a la República Dominicana y Haití la oportunidad de colaborar en los campos científicos y técnicos. Este espacio moderno pone el acento, entre otros, sobre las nuevas tecnologías de la información y comunicación, convirtiéndose en un embrión de formación técnica donde se formará una nueva élite de profesionales aptos para tomar el relevo y relanzar el país sobre nuevos rieles.

Es de una ciudad universitaria internacional en la que los diferentes socios serían invitados a construir, equipar y asegurar el financiamiento de becas para un pabellón en el seno del campus. Este espacio universitario podría ver aparecer una nueva generación de líderes políticos que son la base de una economía y de una sociedad sólida. Pero la condición estudiante se queda en la actualidad fuera de la agenda del sistema universitario haitiano. 

Además de que solo algunos privilegiados son beneficiarios de becas públicas, la mayoría de los estudiantes haitianos debe realizar diferentes oficios en paralelo para financiar sus estudios, cuando no dependen de un pariente que viva en el extranjero y pague sus estudios. Este sistema perverso entretiene y lleva al fracaso y al diletantismo. Sin un sistema de becas generoso y masivo, no habrá levantamiento del capital humano perdido por la crisis. El personal calificado ya era escaso antes del 12 de enero de 2010, las carencias se han convertido en abismos difíciles de llenar en un esfuerzo sin precedentes.

Recomendamos la creación de un sistema de becas locales financiadas por los fondos públicos. La idea de capacitar en el país las futuras generaciones de élites de manera que facilite su inserción en el mercado del trabajo y reforzar el tejido social traerá la formación de una categoría de ejecutivos y profesionales determinados a contribuir en el buen funcionamiento del Estado y el desarrollo de la sociedad. 

La condición de profesor-investigador queda por inventar. La mayoría de los investigadores son consultantes que hacen trabajos de campo en condiciones de mucha presión. Los profesores tienen pocas veces el tiempo de investigar, de tal manera que la investigación está asegurada a menudo por colegas extranjeros o haitianos a partir de financiamientos obtenidos de instituciones socias extranjeras.

Hay que desarrollar en Haití un organismo capaz de responder a la revalorización del salario de los docentes y animar la capacitación continua y dedicada a la promoción académica. ¿Por qué no prever la cooperación inter-insular, bajo el sistema de horas de clases dadas por profesores dominicanos en Haití, en el marco de una cooperación universitaria que mutualizaría de algún modo los recursos humanos y pedagógicos con la instauración de una tarjeta universitaria, que abriría bajo ciertas condiciones las universidades del Caribe a los estudiantes haitianos? Le tocaría al Gobierno haitiano asumir una parte de los gastos. Los beneficiarios de estas medidas se convertirían en funcionarios del Estado y la base de un relanzamiento a largo plazo y durable del sistema de enseñanza superior.

Nota: Traducción de Delia Blanco, doctora en Letras y antropóloga de la Universidad París IV, La Sorbona.


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