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Entrevista a Xiomara Fortuna 

by Delia Blanco
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Durante la década de los ochenta, Xiomara Fortuna solía vestirse de blanco y recorrer la calle El Conde. Así fue como la conocí, con su aire tranquilo y su melena afro y cadencia en el andar. Despertaba curiosidad por su aire tan resuelto en una sociedad tan codificada. Llegó de Montecristi, con su guitarra Ovation al hombro, para aportar a la sociedad dominicana su compromiso de mujer negra afincada en sus raíces y conductora de una nueva propuesta musical donde el conocimiento se asienta en la investigación de las tradicionales expresiones rítmicas.

El elepé De la loma al llano, que inició nuestro primer encuentro artístico, motivó la organización de una gira por Europa, donde se presentó en la Fiesta de la Humanidad, en el New Morning y en todos los festivales de verano desde el Sfinks Festival de Amberes al Festival Couleur Café. En la Exposición Universal de Sevilla, en el Auditorio del Pabellón de América, un público la ovacionó con la pasión y el garbo español. Su voz tiene una fuerza tal que ha sido elogiada por la Unesco y por artistas tan prestigiosos como la sudafricana Miriam Makeba o el estadounidense Archie Shepp, quienes compartieron escenarios con nuestra artista. Nunca optó por quedarse fuera de su tierra, pues, según dice, es de ella que saca toda su inspiración. En Francia, Bélgica y Suiza le llovieron propuestas de productores musicales. Esto no debe impresionar a nadie, ya que ella, considerada por el gran público como la reina de la fusión, está dotada de una capacidad vocal única para mezclar ritmos. Desde su primer disco, que le produjimos en París, titulado Balbuceos, no ha dejado de trabajar ni de componer. Hasta la fecha ha producido diez discos. Acaba de llegar de una gira por Colombia, España y Canarias, y ya está montando un concierto multitudinario en el Teatro Nacional

¿Cómo encontraste la vocación musical? 

De ser una niña ensimismada, silenciosa, tímida y desinteresada del entorno inmediato, me descubrí cantando las canciones que cantaba mi madre y una que otra que sonaba en la radio, motivo por el cual me integré en los coros de la iglesia y de la escuela y de la comunidad. Así, cuando se guardaba la guitarra del coro de la iglesia en mi casa, la tomaba y me interesaba aprender a tocarla. Muy pronto comencé a musicalizar poemas con la idea de hacerme un repertorio propio. La intérprete de canciones prestadas duró poco. Desde un principio quise tener mis propias canciones y un estilo particular, al menos distinto a todo lo que veía… Nunca me han gustado las copias o las cosas hechas en serie o parecidas.

¿Por qué procesos pasaste hasta que un día dijiste: soy artista y ya? 

Dediqué mi primera juventud al arte y a la cultura. La primera desaprobación de lo que se veía venir (me dedicaría a las artes) fue de mi padrastro, quien me retiró del movimiento cultural juvenil por estar politizado y tener intereses de izquierda bien marcados. Vencí en poco tiempo esas disposiciones con el apoyo de mis compañeras de coros y de mi madre, que no me veía feliz. Fue en la universidad, cursando el cuarto semestre de Artes Publicitarias, cuando mi profesor de arquitectura me cuestionó y me increpó: «O estudias o cantas». «Canto», le respondí, y me retiré de la carrera.

¿Qué lugar tiene en tu conciencia creativa una ciudad como Montecristi? 

Mi ciudad hizo de mí una persona que aprecia el silencio como forma de tener un espacio para el pensamiento, me enseñó a viajar por los mares, a volar desde el lugar que me ataba, a perderme en mí misma llenándome de imágenes, sonidos, cuentos, personajes y respeto y admiración por la naturaleza.

¿Qué te ha permitido tu guitarra Ovation, hasta dónde llegaste con ella y cómo la sigues utilizando?

 Mi primera guitarra fue una Tatay, que aún conservo y me llena de tierno pasado cuando nos vemos. La Ovation fue uno de los mejores regalos que he tenido en mi vida, con ella me sentí profesional, ella me dio muchas canciones, viajó conmigo por todo el país, a veces la toco en busca de inspiración.

¿Cómo pasas de la interpretación a la composición?

 Una tarde que iba a cantar en la zona socialista de la UASD escuché que decían: «Esta tarde gran concierto con la cantautora Xiomara Fortuna». Sentí que era una estafa al público porque apenas había escrito una canción y musicalizado varios poemas, así que decidí que tenía que ponerme a hacer mis canciones para merecer y honrar el título de cantautora, así nacieron varios temas y algunas de ellos están en la primera producción de mi autoría, Balbuceos.

¿Qué importancia tiene tu carrera como cantautora comprometida? 

Haberme mantenido firme en mis creencias y convicciones, y una bendición de tener la inspiración de la creación y no haber perdido la capacidad de soñar, a pesar de que vivimos en estas sociedades que les dan la espalda a las necesidades intrínsecas de las personas.

¿Cómo fueron evolucionando tus compromisos desde el 90 hasta hoy y que es lo que priorizas hoy? 

Mis compromisos se fueron reafirmando conforme el mundo ha seguido dividiendo la humanidad en los que tienen y los que no tienen. A ellos también le he sumado un compromiso por el medio ambiente, tema que he trabajado desde el 2000.

Desde mi percepción crítica, Xiomara Fortuna es fusionista, pero ¿qué resonancia tiene en ti ese término? ¿Y cómo suena en ti el rock, el jazz y la música raíz tanto en tu potencial vocal como en tus composiciones musicales? 

A mí me gusta lo nuevo, lo novedoso, lo distinto, lo diferente, lo arriesgado. Creo que la fusión da la posibilidad del nacimiento de nuevas maneras, sonidos, ritmos musicales. Es también lo que te particulariza, ya que cada vez vas reinventando otras fórmulas. Por eso la utilización de elementos musicales que definen los géneros más usados a lo largo de la historia de la música. Cuando hago rock o jazz lo hago partiendo de los ritmos tradicionales, de sus formas melódicas, de la forma de corear, permitiéndome dejarme llevar entre el conocimiento de lo ya establecido y la exploración que me permite la inspiración, creando y recreando el estilo hasta hacerlo propio.

¿Qué les sacas a cada uno de estos géneros? 

El rock me permite comunicarme desde la fuerza, lo enérgico, agregándole los colores de los ritmos del Caribe… El jazz me permite desarrollar mis potencialidades y habilidades vocales, disfrutar conscientemente del quehacer musical, de la libertad de expresarme y expresarnos.

¿Cuáles han sido tus experiencias profesionales más significativas tanto en el país como en el extranjero? 

El contacto con los grupos originales, con los músicos académicos y mi relación con artistas de otras disciplinas, tales como la pintora Ada Balcácer, el poeta Manuel Rueda y la pianista Aida Bonnelly de Díaz. A nivel internacional, compartir cartel o tarima con artistas impresionantes, como Miriam Makeba o Archie Schip. Además, confrontar mi propuesta en festivales de relevancia internacional y trabajar con músicos de otras culturas. Participar en la muestra universal de Sevilla, frente a un público apasionado como los andaluces, que me tocaban en el camerino y me decían que yo tenía el sentimiento del canto como los gitanos. Cantar en el concierto dedicado a una de las primeras mujeres que asumieron la presidencia en un continente como América Latina: Michelle Bachelet, de Chile.

¿Qué balance comparado puedes hacer entre tu carrera nacional y tu carrera internacional? 

La carrera internacional me ha dado mucho. Aparte de la reafirmación constante, la aceptación y comprensión y disfrute de mi trabajo, cosa que me ha costado en mi país la vida, y aún no sé si en mi país perciben bien el sentido y la intencionalidad de la obra que estoy haciendo, una obra comprometida con la humanidad desde lo dominicano.

¿Puedes compartirnos tus proyectos futuros y tus nuevas giras?

 Cada año me encuentra con cantidad de proyectos y sueños por hacer realidad. Este 2019 estoy más optimista que nunca. Mi equipo y yo celebraremos en la sala principal [del Teatro Nacional] mis 40 años haciendo música, filmaremos una película documental sobre mi vida musical, relanzaremos en vinilo los 20 años de Kumbajei (mi obra de más trascendencia y que marca un antes y un después en la discografía dominicana), publicaremos dos producciones más de poesía dominicana musicalizada por mí con el sello del Ministerio de Cultura, más grabaciones, más clips…. Estaré en algunos festivales internacionales, comenzando con el emblemático WOMAD. Después del tema Aguaita Ma, que grabé con el grupo MULA, seguiré incursionando en la música electrónica.

¿Cómo ves el contexto de la creación y de la producción musical en la República Dominicana? 

Es algo que va creciendo, surgen propuestas musicales interesantes, artistas femeninas en todos los géneros bien definidas en sus estilos, pero, una vez más, necesitamos apertura de los productores, patrocinadores y autoridades para la inclusión de las diferentes propuestas en la dinámica artístico-cultural del país, de tal manera que los y las artistas puedan desarrollarse en el ejercicio artístico y logren el alcance de sus potencialidades y hacer carreras dignas.

¿Qué sueños siguen nutriendo tu inspiración? 

La idea de que mi canto llegue a las grandes mayorías, de poder aportar a las transformaciones sociales e incidir con mi música en el crecimiento espiritual de la gente. Visibilizar nuestras herencias africanas a través de mis composiciones. La calle y sus avatares y el medio ambiente son grandes portadores de inspiración.

¿Cómo es tu relación con tus músicos? 

He tenido tres bandas: Kaliumbe, X-Sujunta y Sin Hora BAND. Todos músicos excepcionales que han trabajado conmigo desde el respeto, la complicidad y el deseo de hacer buena música. He llevado una relación muy cercana y excelente con todos mis músicos.

¿Cómo logras producir tus discos? 

Soy una artista independiente, lo que hace que vaya grabando los temas poco a poco. Los arreglos son resultado de nuestros ensayos, salvo algunos que los ha hecho algún integrante de la banda. He recibido mucha solidaridad y apoyo de mi diseñador y de mis músicos y otros involucrados en las producciones.

¿Qué es más apasionante para ti, grabar en el estudio, ensayar con los músicos o actuar en el escenario? 

Las tres cosas son diferentes y brindan satisfacciones distintas, así que lo ideal sería que pudiera dedicar todo mi tiempo a esas tres facetas de la música. 

Este año recibiste el Premio Soberano en la categoría de música alternativa. ¿Qué significa para ti este galardón?

Ganar el Soberano en esta etapa de mi vida y de mi carrera es sentirme incluida, un logro desde mi condición de artista independiente y con una propuesta musical de ruptura.

¿Puedes hablarnos de tus vivencias en tu reciente gira?

La gira ha significado volver a confrontarme en un espacio más exigente y de mayor contacto con las músicas del mundo, un reto y una felicidad enorme, justamente por actuar para públicos diversos que saben recibir mi propuesta, que comparten mis mensajes, que aplauden y que sienten lo que intento transmitir.

 ¿Qué crees que recibe de ti el público europeo? 

Una forma diferente de hacer música, una artista con verdad, una testigo de su tiempo, una cultura rica en herencias ancestrales… alegría, optimismo, vitalidad, vida y paz. 


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