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Historia y memoria: fuentes para la creación literaria

by Emilia Pereyra
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Los recuerdos son fundamentales en el trabajo literario, no solo porque deben evocarse y emplearse técnicas de escritura que subyacen en la memoria, sino porque toda la materia literaria procede de las remembranzas, de alguna u otra manera. Por ende, la memoria es sustancia, fuente de inspiración, motivo, basamento de las creaciones fundadas en la realidad o en la imaginación. No existe relato sin memoria. Tampoco poesía ni invención de cualquier tipo, puesto que el ser humano no parte de la nada para crear lo nuevo ni algo distinto a lo ya instaurado.

Ineludiblemente, el ser humano se apoya en la evocación del pasado, en sus experiencias placenteras o traumáticas para adentrarse en el fascinante y sorprendente campo de la creación. Pero, además, se fundamenta en la memoria reconstruida a partir de documentos y testimonios de hechos asentados en la historiografía y en pruebas conservadas en otras fuentes, que deben ser consultadas para que luego se puedan convertir en sustratos literarios y den alas a la imaginación.

Un escritor literario no pretende calcar ni reflejar fielmente lo acontecido. Aspira sobre todo a enriquecer sus historias con imaginación, drama, tensión y persuasión. Aspira a seducir lectores, a captar su interés, y por eso recurre al potencial simbólico y emotivo de las imágenes y las aplica armoniosamente en sus obras. También, sabe que no hay creación literaria sin alma, sentimiento y razón. En consecuencia, le resulta muy útil recurrir a la intuición, a la memoria emocional y a la memoria afectiva. Todo escritor es un memorioso, bien sea del pretérito, de lo que sucedió hace poco o de lo que se vive ahora. Quien crea ausculta en el pasado y con la escritura tributa su visión del pretérito y del torrentoso presente. Escritores de distintas épocas y procedencias han basado sus obras en hechos del pasado remoto o reciente, en la evocación de sucedidos o sensaciones vividas por ellos y por otros. Cuando se escribe literatura hay que emplear distintos registros de memoria, aun cuando no se haya reflexionado sobre estos recursos fundamentales. Por ende, con mucha frecuencia se apela a los recuerdos vinculados a las emociones y a la sensorialidad.

Cuando recibió el Premio Cervantes en el 2009, Juan Marsé, notable escritor catalán ya fallecido, se refirió a la importancia de la memoria en la creación literaria, al expresar: «Y fue entonces, todavía en años de aprendizaje de quien les habla, cuando la imaginación echó una mirada sobre aquel expolio de la memoria, y le tendió la mano. Era una labor complementaria, en todo caso, porque imaginación y memoria, para el escritor, son dos palabras que van siempre entrelazadas, y a menudo resulta difícil separarlas…».

Con relación a estas palabras del autor de Últimas tardes con Teresa, agregaría que, en materia de escritura literaria, no se puede hacer nada significativo con los extraordinarios recursos de la memoria si no se persigue la belleza expresiva, que trabaja con conciencia y a pulso el lenguaje, puliendo y respetando las palabras.

Tipos de memorias La memoria ha sido estudiada desde las perspectivas de la filosofía, la psicología y la psiquiatría. Incluso se han identificado diversas tipologías de remembranzas, que a nuestro juicio se manifiestan de maneras diferentes en los textos literarios, dándoles variadas texturas y matices en cuanto a la expresividad.

En la psicología se alude bastante a los tipos de memoria. Y nos vamos a referir a la memoria emocional y a la memoria sensorial, muy útiles en el proceso de escritura. La memoria emocional es la capacidad de las personas de fijar recuerdos L La memoria ha sido estudiada desde las perspectivas de la filosofía, la psicología y la psiquiatría 88 partiendo de las vivencias de los estremecimientos internos. A saber, las remembranzas que nos sacuden y con las cuales revivimos ese tipo de sensaciones relativas a episodios pasados. Esta memoria es de gran utilidad para escribir versos, relatos autobiográficos y otras narrativas de ficción contadas en primera persona. De su riqueza dan cuenta textos de hondo calado y diversas tonalidades. Una muestra de este tipo de relato es la famosa novela El amante, de Marguerite Duras. La memoria emotiva se encuentra vinculada a las evocaciones de carácter personal e íntimo. En el terreno de la psicología se le concibe como el sentimiento con una carga emocional especial que reaparece cada vez que se evoca una experiencia significativa. Es sabido que El amante es una novela autobiográfica, y refleja vivencias de la autora cuando era adolescente y tuvo una relación amorosa con un adulto.

Konstantin Serguéievich Stanislavski (1863- 1938), el actor, director y autor ruso, gran maestro del teatro, reflexionó sobre cuánto puede aportar la memoria emocional al arte teatral, y por esta razón motivó a los actores a que exploraran en las honduras de su psiquis, a fin de que pudieran aplicar un método muy particular de actuación, creado por él, que logró la trascendencia y sigue siendo de gran utilidad. En esencia, el sistema ideado por Stanislavski, expuesto en su obra póstuma El trabajo del actor sobre su papel, 2 favorece que, en la interpretación, el actor sienta emociones parecidas a las que tendría que experimentar el personaje interpretado, para lo cual debe hacer ejercicios para estimular la imaginación, la capacidad de improvisación, la relajación muscular, la respuesta inmediata a una situación imprevista, la reproducción de emociones experimentadas en el pasado, la claridad en la emisión verbal, etc. Su método para la formación del actor se basa en la profundización psicológica del personaje y en la indagación de analogías entre el mundo interior de este y el del histrión. Stanislavski poseía la convicción de que, a través del estudio de la obra, el análisis del papel y de los recuerdos de los intérpretes, el actor podía llegar a la verdad interior cuando experimenta las emociones que transmitiría a la audiencia.

Cuando un narrador o poeta se propone auscultarse en este aspecto, debe apelar a una profunda introspección para que afloren sus emociones, enlazadas a sus reminiscencias más sentidas. Entonces, podría transmitir en el texto elementos del ámbito de sus sentimientos y de su sensorialidad, en un proceso de transmutación en el que debe proyectarse en su otro yo de la ficción.

Con razón, ha escrito el mexicano Jorge Volpi: «Un escritor sólo puede modelar a sus personajes a partir de las imágenes de otras personas (reales o imaginarias) almacenadas en su memoria, con la ventaja de que tiene la facultad de ensamblarlas a partir de diversos individuos, como el doctor Frankenstein con su monstruo. De manera consciente o inconsciente, los novelistas robamos cadáveres por aquí y por allá, sólo que, para decepción de nuestras víctimas, ni siquiera los sustraemos completos, sino apenas fragmentos o retazos de cada cual —una mirada, un tic, el recuerdo infeliz de una ruptura, una anécdota de infancia, la posición de las manos a la hora de llorar, cierta bochornosa historia de familia».

Los personajes y los temas concurrentes en una narración de alguna manera pertenecen a la memoria emotiva, a la memoria sensorial o a la memoria lejana. Ninguna se origina en la nada, ya que la ficción trata de la reinvención de la realidad y esta no es posible sin que emerjan los recuerdos.

Tempranamente nos enseñan que el ser humano percibe el mundo a través de las sensaciones que les transmiten los cinco sentidos y por esto existen varias memorias que se basan en lo que vemos, olemos, tocamos, escuchamos y saboreamos. Evidentemente, nos referimos a las memorias visual, auditiva, olfativa, táctil y gustativa.

Empecemos, pues, por enfocarnos en la memoria visual, propia de la especie humana, que también comparte con ejemplares de la fauna, como los perros y los gatos, entre otros. Es una capacidad recreable, que describe la relación entre el proceso perceptivo, la codificación, el almacenamiento y recuperación de las representaciones del procesamiento neuronal.

aciones del procesamiento neuronal. Es dable recordar Cien años de soledad, buen ejemplo de la expresión de la memoria visual reflejada en un texto literario poderoso: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo». 4 Con este primer párrafo de su celebrada novela, García Márquez abrió el cautivante universo de Macondo a lectores de todo el mundo y fundó uno de los lugares imaginarios más reseñados y mencionados de la literatura de todos los tiempos.

Se cree que la memoria visual se produce en un amplio rango de tiempo, que se extiende desde los movimientos oculares hasta varios años atrás de recuerdos, salvaguardadas algunas características de los sentidos afines a la experiencia vital. El ser humano tiene la capacidad de evocar con mucha rapidez restos de la memoria visual que conservan las formas de objetos, lugares, animales o personas en una imagen mental. Gracias a esta memoria se pueden hacer analogías. Además, una imagen remite a una evocación sobre otra visualización parecida.

La memoria fotográfica o eidética es parte de la memoria visual y se define como la capacidad para recordar imágenes o sonidos con extrema precisión. La palabra eidética se refiere a algo enormemente detallado, con respecto a las imágenes visuales. En cuanto a la memoria auditiva, vale recordar que conserva toda la información sonora percibida de nuestro alrededor. Es sumamente importante para la vida cotidiana y para la escritura, pues los escritores no solo rememoran conversaciones y expresiones que han escuchado, sino también canciones, interpretaciones instrumentales y otros sonidos que luego, de alguna manera, reflejarán en sus obras.

En consecuencia, en muchas obras literarias se recrean episodios extraídos de la memoria auditiva o inspirados en esta. Sonidos, ecos y palabras dichas en el pasado que resuenan en las voces narradoras y las expresiones de los personajes. Un ejemplo es la novela La guaracha del macho Camacho, del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, considerada como la novela más importante publicada en Puerto Rico en los años 70 del pasado siglo. En la última página de la narración figura la letra completa de la guaracha La vida es una cosa fenomenal, hechura del Macho Camacho, compositor ficticio. En la narración, la guaracha, género de enorme resonancia cultural especialmente para el pueblo puertorriqueño y los caribeños, figura como un signo recurrente.

En la literatura, también encontramos manifestaciones de la memoria olfativa, y es que los recuerdos de los olores perduran mucho más porque el olfato es el sistema sensorial más primitivo. Despierta y robustece eficazmente la memoria y está vinculado de forma directa con el sistema límbico, muy significativo en las funciones emocionales y conductuales, y la corteza cerebral, la región más potente del cerebro. Los olores recreados vívidamente son conocidos como «el fenómeno Proust», en honor al escritor francés Marcel Proust, quien en su novela En busca del tiempo perdido narra cómo se trasladó a la infancia al percibir el aroma y el sabor de las magdalenas recién hechas. Allí cuenta detalladamente las sensaciones experimentadas por su cuerpo cuando el recuerdo lo condujo a una casa de fachada gris, en donde recorría los jardines del señor Swan.

Por otro lado, la novela El perfume, 5 del alemán Patrick Süskind, publicada en 1985, es considerada un modelo de la proyección de las sensaciones generadas por el olfato en la escritura. El autor cuenta la historia de Jean-Baptiste Grenouille, un asesino en serie poseedor de un sentido del olfato muy desarrollado. Esta ficción, de admirable originalidad, es muy descriptiva. En su argumento es esencial la memoria olfativa y los resortes emocionales que activa. La narración contiene pasajes referidos con diversos olores, con los que se consigue estimular la sensorialidad, la imaginación y la emotividad.

En las primeras líneas de su novela El amor en los tiempos del cólera, García Márquez nos transmite remembranzas aposentadas en la memoria olfativa atribuyéndola a uno de sus personajes principales: «Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la casa todavía en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años. El refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro».

En cuando al tacto, la representación mental de los objetos que palpamos forma parte de la memoria del ser humano y nos permite describir texturas y superficies. Este tipo de remembranza está muy desarrollada en artesanos, músicos y personas que trabajan o practican pasatiempos en los que utilizan sus manos o pies con frecuencia. La memoria táctil acumula información con relación a las superficies a través del contacto físico que se tiene con uno mismo y con otras personas, así como con los objetos del entorno. En ese roce se experimentan diversas sensaciones como pueden ser la aspereza, la suavidad, la rigurosidad, la dureza, la frialdad y la calentura, la ternura… que se alojan en el cerebro y que luego se deslizarán en las descripciones de la narrativa o en la construcción de imágenes literarias.

Memorias a corto plazo y largo plazo

Tomando en cuenta el lapso que se extiende desde la ocurrencia de unos hechos hasta el momento en que los evocamos, la memoria también ha sido clasificada como memoria reciente o a corto plazo y memoria a largo plazo, en vista de que no recordamos de la misma manera si ha pasado mucho o poco tiempo de lo sucedido.

Por eso, los relatos basados en versiones asentadas en libros de historia no pueden ofrecer minuciosos detalles sobre lo acontecido y su intrahistoria, vinculada al mundo emocional, que sí pueden proporcionar las novelas históricas y los relatos en los que se forja la ficción sobre sucesos muy remotos en los que evidentemente se recurre a la introspección y a la imaginación para trabajar el puzle que no se ha podido completar con los resultados de la investigación apoyada en las fuentes secundarias que ofrecen poco pasto para alimentar la emotividad.

Los recuerdos de la infancia pertenecen a la memoria a largo plazo y la evocación de lo que se hizo apenas hace algunas horas o ayer procede de la memoria inmediata o a corto plazo. Ambos tipos de memoria son relevantes para la vida cotidiana, pero también para el proceso creativo. Y en la cotidianidad de la escritura literaria son fundamentales, porque cuando se pergeña, aun sea en el ámbito de la ficción, entran en juego evocaciones recientes y pasadas, incluso cuando no seamos conscientes de que este fenómeno sucede mientras se componen poemas, se hacen descripciones o se planean tramas. Tampoco importa si, en la obra, el autor o autora se proyecta o se escuda tras los personajes. En sus múltiples expresiones, las diversas memorias siempre estarán alimentando el proceso creativo. Verbigracia, un pintor no podría bosquejar un bodegón, la imagen de un niño jugando a la vera de un río o en una mañana soleada, si no recurriera a la evocación de estampas sencillas o complejas, visualizadas de algún modo en su pasado, ya sea en su experiencia visual o referencial o imaginativa, con las que él ha de enriquecer cuanto plasme en el lienzo.

Pero cuando hablamos de memoria no nos referimos solamente a los incuantificables caudales de recuerdos que guardamos y que se reflejarán en las obras literarias. Existen otros recuerdos acopiados gracias a lo que hemos aprendido en nuestro proceso de formación educativa y de las lecturas voluntarias. A esos recuerdos se recurre para crear, especialmente, obras relativas al pasado no vivido, pero sí referido por otros autores, buenos aportes para la conformación de la memoria colectiva como son los escritos autobiográficos, las memorias personales o los libros sobre episodios históricos cercanos o remotos. Un notable ejemplo de este tipo de memorias es el libro Nuestras lágrimas saben a mar, de la poeta dominicana Sabrina Román, quien en esta obra autobiográfica reconstruye sus recursos de niña y el viacrucis vivido por su familia a raíz de que su padre, el general José René Román Fernández (Pupo), se involucrara en la trama que culminó con el ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo y por cuyo hecho su progenitor fue asesinado, luego de ser torturado inmisericordemente. «El interés que perseguí fue abrir las puertas para que los dominicanos entren a mi casa en esa época cuando se confirma la participación de mi padre en lo que ocurrió el 30 de mayo. Este libro no viene a aclarar nada, porque entiendo que es el tiempo el que se encarga de limpiar la imagen de las personas… quise recoger todos los episodios que vivimos. Mi madre era familia de Trujillo. Es un libro humano donde he tratado de ir limpiando mi corazón, liberándolo de rencores y resentimientos que pudieran tener los hijos de un hombre tan maltratado como fue mi padre».

Un libro emblemático de la memoria recuperada es el Diario de Ana Frank, en el que se reconstruyen los recuerdos de una niña durante la persecución nazi. Su autora era alemana de ascendencia judía. Falleció en 1945, a los 16 años de edad, en el campo de concentración BergenBelsen, víctima de tifus. Como podemos percibir, los aportes de los variados arquetipos de memorias son básicos para la creación en la escritura de textos literarios o de otra naturaleza, en vista de que recogen las experiencias humanas de todos los niveles y tiempos.

Notas

1 Marsé, Juan: Texto íntegro del discurso de Juan Marsé en la ceremonia de entrega del Premio Cervantes. Publicación en http://www.soitu.es/soitu/2009/04/23/ info/1240485285_776462.html?id=51c77a6e40534f0a3 05cc8a98bb60ca4&tm=1240522476. [Consulta: 08/10/ 2023].

2 Stanislavski, Konstantin Serguéievich: El trabajo del actor sobre su papel. España: Editorial Alba, 2018.

3 Volpi, Jorge: Leer la mente, el cerebro y el arte de la ficción. México: Alfaguara, 2011. P. 83.

4 García Márquez, Gabriel: Cien años de soledad. España: Plaza & Janés Editores, 1998. P. 3.

5 Süskind, Patrick: El perfume. España: Seix Barral, 2010.

6 García Márquez, Gabriel: El amor en los tiempos del cólera. Buenos Aires, Argentina: Debolsillo, 2009. P. 9.

7 Rivera, Severo: «Sabrina Román: Fuimos mudando piel al pasar la tormenta». Publicación de Diario Libre en https://www.diariolibre.com/revista/cultura/sabrinaroman-fuimos-mudando-piel-al-pasar-la-tormentaYM4916274. 11/12/2020. [Consulta: 10/10/ 2023].


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