Revista GLOBAL

GLOBAL N° 08 / Enero - Febrero, 2006

EL EJEMPLO DEL PRESIDENTE.

 

La postura adoptada por el presidente de la República, doctor Leonel Fernández, ante el injusto e injustificable repudio de que fue víctima en su más reciente viaje a Haití, ahorró a este país y a la República Dominicana grandes dificultades en sus ámbitos internos, insular e internacional.

 

Cuando frente a esos acontecimientos funestos decide abandonar la vecina nación y no asistir a la concurrida recepción que lo esperaba en la embajada dominicana, frustra los aviesos designios de una minoría haitiana de continuar promoviendo el odio entre ambos pueblos, en un escenario tan propicio para tal fin como hubiese sido la sede de nuestra representación diplomática.

 

Cuando le pide al Partido de la Liberación Dominicana que suspenda la manifestación masiva con que lo recibiría para desagraviarlo ante los sucesos de Puerto Príncipe, desestimula las posibilidades de represalias contra los haitianos que están trabajando o estudiando de este lado de la frontera.

 

Antes que buscar apoyo y gloria en una embajada repleta de políticos haitianos –sólo de candidatos presidenciales a las elecciones de enero había 14– y de todo el cuerpo diplomático radicado en Haití, y antes que recibir los merecidos vivas de sus correligionarios y compatriotas, prefirió practicar maneras de pacificar los ánimos exaltados de las partes oeste y este de la isla de La Hispaniola.

 

El comportamiento de demócrata educado en la cultura de la paz que mostró antes esos hechos fue confirmado cuando, llegando al país, el doctor Fernández descargó a las autoridades haitianas de toda responsabilidad en los acontecimientos del 12 de diciembre, reiteró sus deseos de que el proceso electoral en ese país resultara para bien de los intereses más genuinos de Haití y de la República Dominicana, y volvió a decir que el tratamiento del Gobierno dominicano a la inmigración haitiana, en todas sus facetas, estarán siempre dentro del más estricto respeto a los derechos humanos.

 

Las posiciones de hecho y de palabra del presidente Fernández son los mejores antídotos contra los venenosos discursos que de uno y otro lado de la frontera alientan resentimientos, odios y enfrentamientos violentos, y que no dejan lugar a las posibilidades reales de que haya curación, reconciliación y avenencia pacíficas entre ambas naciones y sus pueblos.

 

Los grupos neo-nacionalistas anti-dominicanos que existen en Haití y los grupos neo-nacionalistas anti-haitianos que existen en la República Dominicana, grupos que sólo piensan y actúan apoyados en ese pasado trágico y complejo que las relaciones entre sus dos naciones forjaron (o que sus ideólogos construyeron) y que no advierten que el presente –dados los avances progresivos de toda la humanidad– les permite actuar y razonar de otra manera, deben ser reconvertidos o aislados por el tipo de pensamiento y de acciones que puso en práctica el presidente Leonel Fernández en la mini “crisis” que se produjo en su viaje a Haití.

 

Hay que entender que sólo en el presente, con las ideas y hechos propios del presente, es posible rectificar y reconciliarse con el pasado.

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